Bueno, he visto que ultimamente las historias estas de Angeles y Demonios estan teniendo bastante exito, a si que me he decidido probar. Saludos
Introducción. -Dios ha muerto. Nosotros lo hemos matado. Todos somos sus asesinos.-
Nietzsche. ¿Que pasaría si esta realidad ocurriera? Año 2030, las trompetas del fin del mundo han sonado, Dios ha muerto. Una revuelta en los cielos y aun mayor en la tierra, una ultima profecia, el sucesor del Señor nacerá el 25 de Diciembre, del vientre de una Judía.
Los cielos entran en guerra civil, muchos árcangeles se alian con Lucifer, que no dejará pasar esta oportunidad. Y sobre todo, muchos humanos no se quedaran de brazos cruzados, usando experimentos científicos, se han desarrollado soldados quimera capaces de hacer frente a estos seres celestiales.
Tres bandos quieren ocupar el puesto de Dios, el fin del mundo se acerca.
Capitulo 1. El fin de la esperanza.
Día 24 de Noviembre. 22:00 horas. Hospital “Il lavoro della Vergine María “ El Vaticano. Un hombre pelinegro se encuentra recostado contra una pared, se siente inquieto, nervioso, algo que no es normal para un ser celestial como el. Derrepente, una ráfaga de aire le pone alerta, saca su escopeta recortada y apunta al recién llegado.
-Vaya Miguel, tan agresivo como siempre ¿eh?.- Ríe un hombre de cabellos blancos. Contrasta totalmente con su compañero, el de cabello blanco tiene un rostro gentil y unos claros ojos azules, viste un elegante traje de seda color beis, en cambio, Miguel tiene el pelo negro, al igual que sus ojos, cara de pocos amigos y viste con una túnica larga de cuero.
-Estúpido Gabriel, debería cortarte la cabeza.
-Vamos vamos, no digas eso, en el fondo soy uno de los pocos aliados que te quedan.
Miguel suspiró y miró al suelo, luego agarró el pomo de la puerta y entró en la habitación. Allí se encontraba una mujer de cabellos largos de color castaño, juzgando su figura, estaba en su noveno mes de embarazo.
-¿Que tal estas, Miriam?-. Preguntó Gabriel sonriente.
-Bi-bien... gracias-.
Miguel se asomó a la ventana, cientos de personas se encontraban fuera, desfilando por la ciudad con antorchas en sus manos, quemando todo símbolo católico que encontraran. Era algo realmente terrible. Con un estruendo, la puerta se convirtió en cientos de astillas, y de ella emergió un hombre corpulento, sus ojos eran de color verde y tenia una larga melena color castaño, junto a el, uno mas bajito que la mayoría, su rostro era afilado y su cabello corto de color rubio, con una sonrisa macabra en su boca. Miguel sobresaltado desenfundó su pistola y apuntó hacia la puerta.
-¡Samuel!¡Zadkiel!-. Exclamó alegremente Gabriel.
El rubio de nombre Zadkiel corrió hacia Gabriel, y con un placaje lo lanzó por la ventana, con la confusión, Samuel agarró la cabeza de Miguel y con una fuerza sobrehumana la aplastó totalmente contra la blanca pared del hospital, tiñéndola de rojo.
-Hola, Miriam-. Dijo Zadkiel.- ¿Sabes? Todo esto es culpa tuya y solo tuya, eres una mujer impura que no merece otra cosa que la muerte. ¿Lo sabes verdad? ¿Quieres morir? No pasa nada, yo cumpliré tu deseo.- Con este tétrico discurso, Zadkiel sacó una pistola y apuntó a la morena, pero alguien le golpeó desprevenido y la pistola calló sobre la cama.
-Pagaras por esto traidor-. Dijo Miguel, su rostro comenzó a regenerarse y a tomar de nuevo una forma humana. Una espada ígnea se materializó en su mano, y calló con furia sobre Zadkiel, partiéndole en dos y calcinando su cadáver. Samuel intentó golpearle, pero Miguel lo esquivó sin demasiada dificultad. -
”Tengo que alejarme de Miriam”-. Pensó.
Salió corriendo por el pasillo, y como había previsto, Samuel le seguía. Este había materializado su arma, unos puños de color dorado, y con estos iba golpeando y aniquilando cualquier obstáculo que se ponía en su camino, fuera lo que fuera, incluidas las pocas enfermeras que quedaban en el hospital. Finalmente, salieron a la azotea.
-¿A donde piensas correr ahora Miguel?-.
-¿Yo correr? Por favor, no me hagas reír-.
Miles de pequeños entes azules comenzaron a aparecer. Estos tenían la forma de un conejo grande, pero no tenían cuerpo, simplemente eran masas de energía de un color azul puro. La espada de Miguel comenzó a arder de color azul también.
-¿Las hordas del cielo?-. Dijo Samuel estupefacto.
-No me subestimes, sigo siendo el general del ejército del señor-. Rió.
-Me debería retirar temporalmente-. Samuel corrió hacia el borde del edificio y saltó, desapareciendo entre las sombras de la noche. Miguel se apresuró en volver a la habitación, al abrir la puerta se encontró a Gabriel arrodillado en el suelo.
-Oh, se que es vergonzoso caerse por la ventana, pero no es para ponerse así-. Bromeó Miguel.
-No es eso, Miriam...-.
Miguel se acercó a la cama de Miriam, estaba cubierta de sangre. Miriam agarraba la pistola de Zadkiel en su inerte mano.
-...se ha suicidado-. Concluyó Gabriel.