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 La Espada Quebrada

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Evan

Evan


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MensajeTema: La Espada Quebrada   La Espada Quebrada Icon_minitime28/03/10, 03:28 am

Dije por el chat que continuaría mis historias hoy...lo siento pero no, he estado echándole un vistazo al Panteón de Dioses de una de mis historias y no he tenido tiempo de nada más porque me conecté tarde XD. Así que os traigo esta historia que no subí al foro, la cuelgo de una vez:




Primer Fragmento del Diario: El primer Encuentro



Abrí con un fuerte golpe la puerta y avancé a grandes zancadas hasta la mitad de la estancia, la capa azul manchada ligeramente con la sangre del enemigo ondeó con los rápidos pasos de mis botas resonando por la habitación, aún respiraba agitadamente, no podía quejarme del todo, a pesar de algunos rasguños y de mi armadura desgastada por los numerosos golpes recibidos y alguna que otra superficial puñalada me mantenía apartado del túnel de luz, en ese momento mis heridas no eran mi principal fuente de preocupación, había llegado hasta la habitación que ocupaba el Conde Eighen para bramarle sus erróneas decisiones, yo podía ser un simple capitán de su ejército, pero no me iba a matar por echarle en cara sus malas órdenes, al menos, no públicamente:

-¿¿¡¡Qué crees que haces!!??- vociferé, su indiferente semblante se transformó velozmente en un amago de cólera ; sus labios se fruncieron en una mueca de desprecio.

-¿A qué ha venido capitán Eric?-me preguntó tratando de mantener la ley mínima de la cortesía-.

-¿Por qué ha rechazado la ayuda del reino de Therián?, sabe perfectamente que sin su ayuda no aguantaremos en éste bastión más de dos semanas, el reino de Therián nos ofrece gran parte de su ejército para apoyarnos en nuestra campaña-hice una pausa para respirar- podríamos arrasar a los Fhueson en apenas semanas y hacerlos retirarse hasta su infecta capital-.

-Su trabajo como capitán es tratar de mejorar nuestra situación militar, tengo plena confianza en nuestro ejército- ese comentario me dolió; pero le respondí-:

-Eso podía ser antes de la batalla, en ésta batalla nuestro ejército ha sufrido cuantiosas pérdidas: Hemos perdido doce formaciones de espadachines y varios cientos de jinetes, además de gran parte de nuestros tiradores, no hemos realizado el recuento aún, pero nuestros muertos alcanzan sobre los tres mil quinientos, los del enemigo apenas dos mil.

-¿Y, a qué se deben éstas inmensas pérdidas?- me replicó severamente-.

-A que esperábamos a los Therianos por el flanco este y no llegaron, machacaron a nuestros hombres por varios puntos clave que esperábamos reforzar con la ayuda que has rechazado.

Durante algunos segundos se quedó en silencio y luego añadió angustiado:

-Está bien, llevas razón, pero no pediremos ayuda a los de Therián, ¿Cuántas tropas crees que quedan?.

-Calculo que unos seis mil guerreros de a pié, tanto con hachas, lanzas como espadas, jinetes a penas medio millar y arqueros sobre millar y medio.

-No son pocas tropas, aún podemos aguantar- me fulminó con una mirada envenenada-.

Nuestros exploradores nos han informado de que el grueso de su ejército se acerca por el norte, además, por el oeste y por el sur llegan sus refuerzos, tratan de acorralarnos, solo queda el Este, o sea, Therián.

Se levantó con los ojos inyectados en sangre y gritó:

-¡¡¡¡Mientes, por el Sur están nuestras tierras, dejamos la retaguardia por si se les ocurría sitiarnos por detrás, y, el grueso de su ejército lo aniquilamos hace tres meses en ésta misma ciudad!!!.

-En parte te daré la razón, el ejército que vencimos aquí era más numeroso que el que se acerca, éste ejército era de mayor tamaño sí, pero de peor entrenado, estaba frmado por jóvenes muchachos de once años para delante para luchar, vos visteis que los ciudadanos que encancelamos y que después mandó ejecutar- dije esto sosteniéndole la mirada (nunca fui partidario de asesinar a los inocentes)- eran todo ancianos y mujeres, nuestros espías descubrieron que los hombres fueron llamados en la capital y los varones adolescentes, sin experiencia afrontaron esa batalla, en cambio, el ejército que a destruido nuestra retaguardia está mejor formado y equipado. Sólo tres hombres han vuelto de la susodicha batalla. En estos tres meses no nos hemos podido mover de esta ciudad, continuos asaltos, no muy fuertes, pero con ellos no nos podíamos mover; todo esto para movilizar su ejército de élite y masacrarnos, debemos volver a la capital y preparar las defensas. Esto es una guerra en toda regla.

-Prepararemos las defensas...-me alegré- pero las de ésta ciudad –mi jolgorio duró escasos segundos-.

Me incliné dirigiéndole mi más furiosa mirada y le dije:

-Cómo deseéis-.

No había salido airoso de esa discusión.


Salí de la estancia a trote y cuando llegué a la entrada del palacio me esperaba mi escudero, aunque era mi escudero yo lo trataba como un igual puesto que era casi tan hábil con las armas como yo y con una mente aguda, solo permanecía como escudero porque como el me repetía constantemente: <>-.

Después de gritarle con malas formas las respuestas a sus preguntas sobre como había ido la discusión contra el noble me encaminé a mi casa asignada. Al llegar me deshice rápidamente de la armadura y la vestimenta dejándola tirada de cualquier manera, a continuación me di un buen baño y, entonces sí, preparé mi sable y mi desgastada armadura para las próximas contiendas.

No ocurrió nada digno de mención los siguientes días, tuvimos un par de asaltos con los Fhuesons pero nada importante, en menos de una semana llegaría su ejército a aplastarnos.

Tres días más junto con sus noches se sucedieron, nuestros espías nos informaron correctamente, cuatro novenos de su ejército nos iba a atacar el día siguiente por el Norte, el resto de su ejército acababa de instalarse por lo que necesitaría un día más para incorporarse a la lucha, aún así decidimos suponer que iban a participar cinco novenos como mínimo de su ejército. Con cálculos más detallados la proporción era quince uno a favor suya, sinceramente, no había muchas probabilidades de alzarse con la victoria en esa batalla. Los muertos que le dije al Conde eran erróneos, los resultados no eran tres mil quinientos, eran más de cinco mil, sólo quedábamos ocho mil batallando. Recordando que la proporción es quince a uno nosotros somos ocho mil....ellos son sobre ciento veinte mil, y eso solo cinco novenos.

No podría decir que paso antes de la batalla, no soy capaz de recordarlo. Pero si puedo contar que cuando empezó la batalla yo estaba en las almenas vigilando sus movimientos, sacamos partido de nuestra muralla, algo derruida pero muy resistente, las catapultas que habían quedado después de tantos asedio eran mínimas, pero habíamos trabajado duro y pudimos tener a tiempo bastantes máquinas de asedio, ellos en cambio, contaban solo con arietes como máquinas de asedio, al menos, eso alcanzaban a ver mis ojos.

Creo que sería adecuado constatar que con nuestros arqueros y las catapultas pudimos haber matado a más de tres mil soldados antes de que pudiesen hacer nada, pocos nuestro murieron por sus flechas, las almenas nos protegían, y estábamos desesperados, esto puede parecer una tontería, pero siempre permite sacar fuerzas de la flaqueza. Después de al menos tres horas de combate fueron capaces de atravesar la puerta Norte y abrir un boquete en la muralla cerca de ésta. Supongo que no mencioné que hay dos puertas, la Norte y la Sur, el resto de su ejército iba a embestir por la Sur el día siguiente. Después de que el portón Norte cayera, nuestros lanceros y algunos destacamentos de arqueros cubrieron la puerta, el resto de arqueros y catapultas seguían con su cometido, algunos guerreros como yo, sabíamos usar el arco de manera básica, así que cogimos algunos arcos y también ayudamos a disminuir las filas enemigas. Muchas horas pasaron; aunque en principio teníamos algunas esperanzas de resistir por nuestra ventajosa posición, fueron abriendo brechas en nuestras defensas, sus arqueros, ya más cerca empezaron a matar a discreción, trajeron torres y escaleras para llegar a las almenas y no pudimos resistir, llegaron a acorralarnos en torno al palacio y tuvimos que bloquear las calles, casi todas las casas ardían, teníamos suerte de no tener mujeres ni niños de nuestro bando, aunque de sus gentes habíamos tenido, y los habíamos matado sin remordimiento. Por suerte se suponía que éramos nosotros los cazadores y habíamos atacado su territorio.

Otra cuestión es cuantas vidas segué y arrebaté: ingentes cantidades, no había mucha diferencia de técnica ni experiencia entre los soldados y yo, pero de alguna forma era capaz de matarlos sin parpadear, de esquivar sus espadas y acometer cuando me veía perdido. Todo esto no me libró de algunas heridas, mi mismo escudero resulto gravemente herido al amputarle un soldado el brazo izquierdo y al clavarle los arqueros dos flechas, sin ir más lejos aún, yo sufrí la lacerante punta metálica de un dardo en mi pecho.


Era el ocaso cuando nuestros corazones sintieron que el rumbo de la batalla cambiaba, los atacantes empezaban a huir despavoridos sin sentido y después de algunas horas que fueron eternas me dí cuenta del porqué. Therián había echo caso omiso de las órdenes y había venido a apoyarnos, lo malo es que no eran muy numerosos, cuando dimos caza al último de los Fhueson que permanecía huyendo o escondido en la ciudad era el alba, parte de su ejército se había retirado, pero volverían, podía estar seguro de eso.

No me dejaron descansar, aunque me lo merecía, no pude ni siquiera curarme las heridas, los capitanes supervivientes y el general, aunque herido, con energías renovadas, fuimos llamados a palacio por algunos heraldos del Conde. Antes de obedecer las órdenes me pasé por el hospital de campaña que habíamos montado con prisa, Auron, mi escudero, no pasaría de esa noche, nunca más vería con sus ojos el sol emergiendo por el este. Cuando acabé de compartir algunos momentos en las últimas horas a mi querido amigo me dirigí melancólico y acongojado hacia las puertas de palacio, no había guardias apostados, las empujé lentamente y sin fuerzas, me sentía viejo, cansado y las muertes producidas ese día empezaban a acosarme y a atormentarme. Por fin pasé por una infinidad de pasillos y escaleras para entrar en la sala de reuniones.

Sólo éramos siete, siete de veinte, si contar un soldado de Therián que parecía de alto rango; pude echar en falta a dos de mis amigos capitanes, Bernard y Jháviel, <> pensé sumergiéndome más aún en mi personal miseria.

La reunión no fue sorprendente, nuestro noble nos dio una charla sobre el honorable esfuerzo que tendríamos que hacer para pasar dificultades. El capitán de Therián no rechistó cuando Eighen le gruñó “amablemente” que saliese por patas de la ciudad antes del siguiente día con sus reducidos amiguetes . Si podría destacar los últimos quince minutos, todo se volvió del revés, el capitán de Therián se quitó el casco que ocultaba su rostro, hasta ese momento no me había percatado en él más de lo justo. Entonces la contemple, si, ante el asombro de todos, era una capitana, su larga melena dorada cayó en cascada hasta la cintura adornando con armonía su armadura plateada algo manchada de sangre enemiga, pero aún su coraza se mostraba brillante, no se a los demás, pero a mí me eclipsó. Dijo que no se marcharía, sus guerreros hicieron caso omiso de las órdenes y vinieron a apoyarnos, y no se irían hasta que estuviésemos a salvo, al Conde no le quedó más remedio que asistir a una salva de aplausos por nuestra parte.

Así finalizó la reunión, y así me despedí de los demás capitanes y de la mujer de Therián sin saber nada más de ella, salvo su nombre: Kristhine.


Los siguiente días pasaron rápidamente, reforzando las defensas y preparando las armas, nuestros espías no habían regresado, era muy probable que estuviesen criando malvas, así que todo el mundo estaba frenético pues el enemigo no daba señales de atacar, justo lo contrario de nuestras previsiones. Durante esos días me crucé varias veces con la chica Theriana, siempre volvía la vista para observarla, a continuación me reprochaba mi comportamiento, ya no era un quinceañero, estaba más bien cerca de la treintena; aunque también pensé en su edad, tampoco era muy joven, debía tener sobre los veinticinco, dos menos que yo.

Justo cuando acabó el sexto día de “tregua” atacaron, la calma después de la primera tempestad había terminado.

Segundo Fragmento del Diario:El fin de los días

Antes de relatar los hechos acontecidos en la segunda gran batalla de mi vida debería contar que había acertado en cuanto a mi querido amigo Auron, había muerto, aunque aguanto varios días mas de lo esperado, siempre fue muy resistente y cabezota, al parecer, hasta la muerte; también es importante decir que dos capitanes más habían muerto, ¿se trataban de espías del enemigo, o el propio Conde? No sabía que era peor, quizá fuese mejor así, sin saberlo, la ignorancia es la felicidad; otra frase de mi difunto escudero.

Ahora si, puedo continuar con mi historia.


La otra vez definí mejor la batalla pero ahora no lo haré, si la otra vez fue confusa, ahora lo era más, solo puedo decir que arrollamos al enemigo muy superior, de vez en cuando veía a Kristhine protegerme por un flanco, quizás yo lo soñaba o lo deseaba, o quizás fuese cierto, otra de las pocas cosas que recuerdo es que en un momento dado una traicionera flecha acertó entre dos placas de mi coraza, por suerte no se clavó con mucha fuerza y la extraje rápidamente, pero pronto veía borroso y terminé en el suelo, y, en ese momento, veía relucir como un arco iris las capas verdes de los Therianos y las azules de los Boshian (o sea nosotros) ondear contra las rojas de los Fhuesons, en ese instante me di cuenta de la presencia de Kristhine y sus dos soldados. Intercambiaron algunas palabras y sus subordinados me conducieron hacia atrás dónde solo se veían capas amigas, Kristhine continuó hacia las capas rojas.




Abrí los ojos lentamente, la luz del atardecer, por débil, me cegaba, notaba cierta presión desde la cintura hasta casi los hombros, cuando termine de abrir los ojos descubrí unas vendas atadas con fuerza en esa zona, también ví a Kristhine, dormía junto a mi cama sobre una silla, me desperecé con cuidado estirando los brazos y las piernas para ver si todo marchaba bien, luego me levanté con aún más cuidado y anduve con más cuidado aún, flexioné las piernas y brazos de nuevo, salté, me agaché, todo iba bien, menos la fatiga, las vendas me apretaban demasiado y con el poco ejercicio hecho me sentía cansado, entonces me volví, Kristhine me miraba fijamente y con mucha atención con sus lindos ojos azules como un mar en calma.

-Parece que ya estás mejor-trató de indagar.

-Sí, si no fuese por ti ahora estaría bajo tres metros de tierra...


-La herida no es profunda-adoptó una cara y tono propia de un verdadero médico- pero la punta de la flecha estaba infectada con veneno, parte llegó a tu sangre, no lo suficiente para matarte, pero sí para encontrarte bastante mal, el resto lo succioné como si el veneno de una serpiente se tratase-me informó.

-No recuerdo esa parte...

-Quizás porque fue la más dolorosa-.

-Me siento aletargado, ¿anoche deliré mucho?- pregunté no muy entusiasmado.

-Sí, la mayoría palabras ininteligibles por suerte- respondió escuetamente.

-¿ Ha acabado la batalla?-pregunté bastante más interesado y cambiando de tema-.

-Sí, fustigamos al enemigo hasta hacerlo retirarse, pero pronto volverá con aún más refuerzos, calculo que en tres días todo su ejército estará listo, y entonces, no aguantaremos, deberíamos evacuar la ciudad-esto último lo dijo como para si misma.

-Debería practicar un poco la espada, no me siento en mi mejor momento, pero en fin, si no practico no estaré listo-le comenté para poder retirarme rápidamente de su sobrecogedora presencia.

-De acuerdo, practica conmigo, necesito un poco de entrenamiento y no tengo nada mejor que hacer-.

Asentí, me giré y cuando ya no me vió puse los ojos en blanco, genial, me había salido el tiro por la culata.

Y así acabamos practicando, con sables de madera en una pequeña plaza aparta del bullicio general. Al principio me ganaba claramente, conforme pasaba el tiempo empecé a recuperar elasticidad en los músculos y fuerza en mis golpes, aún así era más rápida que yo. En el punto álgido de la batalla ambos estábamos igualados, fue entonces cuando dejé un hueco en la defensa que ella aprovechó para dar una estocada en mi dirección, yo me las arreglé para fintar por la derecha su golpe vertical y poner el pié izquierdo detrás para llevarle la espada al cuello como un asesino profesional, he dicho pié izquierdo porque el derecho no llegué a situarlo en su posición, tropecé con su pierna y ambos caímos al suelo, yo encima de ella. Tardé unos segundos en reaccionar, pero cuando lo hice, me levanté rápidamente para no aplastarla ni para que pensase mal, y en esa fracción de segundo, justo después de levantarme, fuera del calor del entrenamiento me dí cuenta de mi cansancio, chorreaba sudor por todos los poros de mi cuerpo, hasta me costaba manejar la espada sin que se escurriese de mi mano. De ésta forma se me ocurrió una nueva idea para zafarme de ella, a pesar de que en la mayoría de mi ser ansiaba lo contrario.

-Estoy empapado de sudor y tremendamente fatigado, necesito darme un buen baño y dormir, basta de prácticas por hoy-.

-Buena idea-dijo ella- te acompaño-yo ya me alejaba de espaldas, pero cuando oí eso me volví con energía-¿Dónde está el baño público más próximo? Dijo antes de que articulase palabra.

-Alto, alto, alto-dije extrañado- ¿tu y yo en un mismo baño?- pregunté.

-Claro, los hombres y mujeres Therianos soldados se bañan juntos; ¿Existe algún problema?.

-Nada...nada-alcancé a decir-en ese momento me estaba imaginando la escena, me parecía demasiado buena para ser cierta...

-Me apuesto lo que quieras a que te estás imaginando la escena-me dijo con picardía.

Me llevé las manos a la cabeza como un detenido y admití:

-¡Culpable!.

Sí, al final acabamos en el mismo baño, era grande, así que dejé que ella se metiese primero para luego meterme yo en la otra punta, la cosa no pintaba bien en algunos aspectos, en otros, sí, mejor de lo que me esperaba la verdad. Ella lentamente empezó a acercarse, al principio hice como que no lo noté, luego no tuve más remedio que preguntarle:

-¿Qué quieres?.

-Sobre lo que dije de mujeres y hombres soldados de Therian...

-¿Sí?

-Quiero aclarar un punto...-me sonrió con picardía de nuevo-.

-¿Cuál?.

-Te mentí.

Los rayos del sol despuntaban sobre la ventana proporcionando brillos dorados al lacio pelo rubio de Kristhine, ambos estábamos despiertos, pero nos negábamos a levantarnos y permanecíamos acurrucados el uno con el otro. Estábamos en mi casa, la que tenía asignada en esa ciudad. Después de disfrutar del contacto de Kristhine algunos segundos más decidí levantarme, Kristhine rezongó; pero me imitó, cuando estaba a punto de levantarse, yo me arrodillé, le cogí la mano y la besé.

-¿Quieres casarte conmigo?- dije en serio, admití para mi mismo que eso era amor a primera vista y lo demás tonterías.

Abrió la boca de manera exagerada un momento, después se le tiznaron de rubor las mejillas, pero dijo juguetona:

-Me lo tengo que pensar...

-De acuerdo-admití, la verdad es que las mujeres tenían aún misterio para rato por mi parte.

Esa mañana sucedió algo insólito, El Conde decidió abandonar la ciudad con una escolta y dejarnos las defensas a nosotros mientras él regresaba a casa; discutimos con él, pero el casi siempre tenía la última palabra por lo que no cambió de opinión, el día siguiente partiría.

El resto del día transcurrió con lentitud, toda la tarde me la pasé convenciendo a Kristhine de que siguiese al Conde durante alguna parte del trayecto y después desviarse a Therián para volver a casa; me costó mucho pero la convencí.

A parte del mal trago de que el Conde nos abandonase, me había asegurado de la vida de Kristhine, que ya era algo bueno pero también recibimos otra mala noticia, los Fhuesons atacarían el día siguiente por la tarde..

La noche fue tranquila y Kristhine y yo dormimos en diferentes estancias.

Con el alba, nos dimos cuenta de una gran catástrofe, gran parte de nuestros soldados habían tratado de huir como ratas durante la noche, los Fhuesons lo habían supuesto y los habían matado cuando salieron de la ciudad, ahora los Fhuesons nos rodeaban por todos los flancos, esto tampoco ilusionó en gran medida al Conde, él, Kristhine y dos capitanes más aparte de mí fuimos a hablar con el jefe de los Fhuesons, “charlamos” largo y tendido, al final accedieron a dejar salir al Conde y algunas personas más de la ciudad sin atacarlos, a cambio, de que, después de que la ciudad cayera, los perseguirían, y era fácil que los alcanzasen, todo sea dicho.

Al mediodía Eighen los demás ricachones junto con Kristhine se fueron, no salí a despedirlos, si lo hacia, podría la huida tentarme y abandonar mi juramento para con mi reino.

Al final quedamos algunos Boshian y el resto de Therián defendiendo el bastión perdido, me vino a la memoria el nombre del bastión, “El bastión de la Espada Quebrada”, un bastión que, por muchas conquistas que hubiese sufrido, volvía a manos de sus primeros dueños, los Fhuesons, por muchos años fue controlado por los Therián, luego lo recuperaron los Fhuesons, ahora llegábamos nosotros, y ahora nuestros cadáveres quedarían allí, y los Fhuesons lo reclamarían de nuevo.

Subí a las almenas para contemplar el sol del atardecer, oí pasos en la escalera que subía a la almena, me giré para contemplar a Kristhine:


-¿Qué haces tú aquí?-pregunté- esto es cosa de los Boshian, los Therianos deberían volver a su hogar, todos tus compañeros pero tu en primer lugar.

-Acepto tu oferta-me dijo.

-¿Cuál?-pregunté.

-Me casaré contigo, por lo que ahora soy tanto Theriana como Boshian, así que sirvo a tu Conde y tengo que permanecer aquí.

Ladeé la cabeza y le sonreí.

-Está bien, luchemos juntos...por última vez.

Se quedó callada pensando, al final dijo:

-¿Por qué me dijiste que me fuese?.

-Para salvarte, ya se que es egoísta, que tienes derecho a luchar, pero quiero que vivas...-mi voz se rompió en ese momento.

-Te perdono, pero piensa, que yo tampoco puedo vivir en un mundo sin ti, si hubiese huido, tu morirías solo y yo no podría vivir con eso, ahora, al menos moriremos luchando, los dos.

La cogí de la mano, esperando lo inevitable, las miles de capas rojas Fhuesons ondeaban contra el viento acercándose lentamente.





THE END

Espero que os haya gustado, comentadme pero no me digáis fallos gramaticales y eso, yo mismo los sé sólo que prefiero no corregirlo y dejarlo tal y como lo escribí en su día. Quizá algún día haga una nueva versión, ¿quién sabe? XD.
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Eric Zephyr

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MensajeTema: Re: La Espada Quebrada   La Espada Quebrada Icon_minitime28/03/10, 04:02 pm

Muy buena tio!!!! Mia historias son cortas pero las tuyas son largísimas!!!! XDDDDD bueno pero al final como termina bien o mal.... tiene la pinta de terminar mal ya k dice k la fortaleza siempre vuelve a los Fhueson.... Me as dejao kon la intriga XDDDD

el Eric ese es un carck tio XD
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Wulfgar

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MensajeTema: Re: La Espada Quebrada   La Espada Quebrada Icon_minitime28/03/10, 10:28 pm

LOL?? quien rechaza apoyos de los aliados?? en fin, buena histo (; me molo lo de...Mientes, por el Sur están nuestras tierras, dejamos la retaguardia por si se les ocurría sitiarnos por detrás, jaja eso es, siempre alerta con los calzones de plomo!!


Última edición por wulfgar el 29/03/10, 12:47 am, editado 1 vez
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Darkspinus

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MensajeTema: Re: La Espada Quebrada   La Espada Quebrada Icon_minitime29/03/10, 12:05 am

Buena historia corta.
Me ha dejado descorazonado lo del pobre destino del tipo y la chica.

Un saludo temporal
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MensajeTema: Re: La Espada Quebrada   La Espada Quebrada Icon_minitime

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