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 Paranoia número 1

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Gigathor
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Gigathor

Gigathor


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Paranoia número 1 Empty
MensajeTema: Paranoia número 1   Paranoia número 1 Icon_minitime02/04/10, 11:40 am

La madre que os parió, me acabo de fijar en que aquí hay la tira de historias XDDD
Bueno, os presento mi actual proyecto: la Paranoia número 1. El nombre nació de la siguiente idea: estaba yo escribiendo un par de historias o tres a la vez, que son DEMASIADAS, así que cuando tenía una buena idea para otra historia no podia sintetizarla porque sería demasiada historia que escribir a la vez. Ahora, ¿y si cada vez que esto pasara, empezase con la historia para tener la idea escrita y no perderla, aunque luego no la siguiera? Las iría llamando "Paranoia número X". Pues bien, Paranoia número 1 se convirtió también en mi hhistoria número 1. Y ahora, después de mi discursito, os adjunto aquí el prologo, que no es ni una décima parte de lo que llevo escrito, ni está tan bien redactado como lo último que hice, pero que aún así creo que está bastante bien y quiero compartirla con vosotros.

GIGATHOR


PARANOIA NÚMERO 1

PRÓLOGO
“El mundo… ¿Qué es el mundo?”
Lentamente, abrió los ojos y se encontró con un cielo oscuro y estrellado. Seguía tumbado ahí, en el muelle, como desde hacía varias semanas. Se sentó en el suelo, cogió el gran objeto que cargaba en su espalda, lo clavó en el suelo, y se apoyó en este.
“Algo se acerca… Algo se acerca y es muy gordo.”
Segundos después, volvió a dormirse, apoyándose en el largo objeto que había hundido en el suelo.



-Vaaale… Era a las diez delante del muelle, ¿no? ¿O a las diez y media…?
Estaba más confuso que un… bueno, estaba muy confuso.
-Decidido, ¡iré a las diez!
Se giró hacia la derecha y miró el reloj. Las siete de la mañana.
-Jodeeer, que coñazo, no puedo dormir… ¡Es que estoy muy nervioso!
Se levantó de golpe y se sentó en su escritorio, delante de la pantalla del ordenador. Encendió el monitor y apareció una lista de usuarios. Moviendo el ratón, seleccionó el primero de la lista, e introdujo una contraseña. Automáticamente, apareció en el salvapantallas la cara de una chica, mientras a él se le dibujaba una sonrisa en el rostro. Ciertamente, parecía un idiota.
-Aaaah, Sami… ¡Al fin quedamos solos!
Abrió un archivo en el que ponía “La economía española”. Al ejecutar el programa, se vio que aquello era en realidad un diario secreto, camuflado para que pareciera un trabajo escolar.
-Bueno, como no puedo dormir… ¡Escribiré!
“Querido diario… seguramente que te tengo hasta las narices con lo de ‘querido diario’ caaada día… Pero es que estas cosas sólo te las puedo contar a ti. Hoy he quedado con Sami para ir a la playa, pero me da un poco de vergüenza que me vea en bañador… Aunque supongo que el verla en bikini compensa. Bueno, el caso es que tengo un poco de miedo por si las cosas no van bien, pero creo que hoy me voy a declarar. La llevaré al muelle, cuando haya poca luz y… Bueno, ya nos entendemos. Sólo espero que no esté ese tío tan raro que lleva allí casi un mes, el que parece que vaya a una convención del cómic. A veces desaparece, pero al día siguiente vuelve estar ahí, de pie, mirando la nada. En fin, hay poco más que contar, acabo de levantarme, así que aun no ha podido pasar nada interesante. Hala macho, esta noche te cuento.
León”
Cuando acabó de escribir, León guardó el archivo y miró la hora. Aún eran las siete y veinte.
-León: A la mierda, yo voy abajo ya.
Salió de su habitación y bajó las escaleras que conducían al piso de abajo. Pasó por una puerta y entró en la cocina. Como de costumbre, no había nadie más en la sala. Los padres de León trabajaban alrededor del mundo, eran importantes científicos que habían dejado de lado la vida familiar; por otro lado, su hermana ya tenía veinte años y compartía piso con unas compañeras. Estudiaba para ser actriz e iba de casting en casting. Por lo tanto, excepto cuando alguno de sus familiares se pasaba por casa, León estaba totalmente solo.
-León. Bueno, a ver que tenemos por aquí… Ahá, creo que hoy me apetece salado.
Un rato después salió de la cocina. Volvió a dirigirse a su habitación para vestirse; abrió los cajones y se encontró un mar de prendas, la mayoría de las cuales no iba a usar en su vida.
-León: Vamos a ver, tendré que ponerme un bañador… ¿Triángulo o pantalón? Esa es la cuestión…
Tras pensárselo un buen rato, decidió ponerse el pantalón. La camiseta no era problema, ya que se la quitaría en la playa. Preparó la mochila con toallas, una botella de agua fría y un par de cosas necesarias como la crema solar.
-León: Bueno… son casi las nueve y yo aquí sin saber que puñetas hacer. A ver que dan en la tele.
Se puso a hacer zapping con el mando. Lo único que había era noticias, programas del corazón y alguna serie de dibujos animados para niños pequeños. Finalmente, después de mirar toda la programación siete veces, se levantó y salió por la puerta.
-León: ¡A la mierda, me da igual esperar una hora o diez, pero no puedo aguantar más!
Iba a toda velocidad hacia la playa, parecía un preso corriendo hacia su libertad. En cierta manera, era como un preso del amor.
No tardó ni diez minutos en llegar. Se paró a recuperar el aliento, la carrera lo había dejado muerto. Cuando ya pudo respirar con normalidad, levantó la vista hacia el muelle, buscando al tipo de las pintas raras que estaba allí casi siempre. Y cómo no, ahí lo tenía, con sus gafas de sol, su bañador azul oscuro con dibujos de llamas, y… aquello que parecía una tabla de surf en una funda sarnosa colgada de la espalda.
-León: Oh, no, él otra vez no… ¡Eh tú!
Avanzó con paso decidido hacia él. Pero en cuanto más se le acercaba, más lentamente avanzaba. Desde lejos se notaba poco, pero de cerca se podía ver que ése tío tenía una musculatura que daba miedo.
-¿Qué?
Con las gafas de sol aún era peor. Además, tenía un tono de voz que ponía los pelos de punta. León intentó inventar una excusa.
-León: Eh… pues… que llevas aquí muchos días y me preguntaba… bueno, que a qué esperas…
-Viene algo muy gordo a esta playa.
León se lo quedó mirando, patidifuso.
-León: Algo… ¿gordo? Que pasa, ¿vendrá un tsunami? Porque lo que llevas ahí dentro es una tabla de surf, ¿no?
El tipo clavó la funda en el suelo.
-Que va a ser una tabla. Si esperas un rato… lo verás.
El tono del tipo estaba lleno de una mezcla de orgullo y algo que León no sabría definir. Al final, decidió que era mejor darse la vuelta antes de que llegase Sami.
-León: Bueeeno… ya me avisarás si llega eso que dices. Hala, hasta otra.
Se alejó a paso ligero mientras el tío lo miraba fijamente.
-Así que quieres que te avise… Creo que lo haré.
Se le esbozó una sonrisa en la cara. Era una expresión que daba bastante miedo, parecía maligno.
-León: A ver, veamos la hora… vale, las diez, como mucho tardará media hora.
Se sentó en un banco a esperar a Sami. Hacía un calor insoportable, el sol pegaba como si estuviera en pleno desierto. Después de estar un buen rato bajo ese calor infernal, sintió un enorme frío en la nuca, y se levantó dando un salto monumental.
-León: ¡Waaaaah! ¡Oh dios, ¿Qué ha sido…?!
Se giró para ver quien se había atrevido a hacerle semejante broma pesada, y al girarse se encontró con la cara sonriente de una chica que luchaba por no soltar una carcajada allí mismo. La expresión de León cambió por completo pasando a tener cara de bobo.
-León: ¡Hola, Sami, buenos días! ¿Qué tal?
-Sami: ¡Hola, Leo! Muy bien, gracias. No como tu, parece… te has quemado la nuca.
-León: ¿Ah si? Pues no me había dado yo cuenta… Será de estar tanto rato bajo el sol.
-Sami: ¿Pero cuanto llevas esperando?
-León: Pues… debían ser las nueve y media cuando he llegado.
-Sami: ¡Hala, pero si era a las once!
-León: ¿En serio? Hala…
-Sami: ¡Aaajajaja! ¡Siempre has sido muy despistado, Leo! Nunca cambiarás.
-León: Ehehehe… ¿Vamos, o seguiremos hablando de mis defectos…?
-Sami: Vale, vale, vamos a la playa. ¡El último que llegue invita a un refresco!
-León: ¡¿Qué?! ¡Pero si ya sabes que no tengo ni un duro! ¡Y…! Hala, vete, vete…
Salió corriendo detrás de ella, intentando aguantar el peso de la mochila golpeando sobre su nuca, que estabaardiendo. El bote de crema casi sobresalía por un lado del bolsillo. Entonces la imaginación asaltó a León.
-León: “Anda… ¿Y si me pide que le ponga crema en la espalda…?”
Una fuerza venida de lo más profundo del alma hizo que León corriera a una velocidad que superaba las leyes de la física. Adelantó a Sami, tropezó con un castillo de arena y cayó de morros contra el suelo. Cuando se levantó, tenía la cara llena de tierra, y Sami se rió a carcajada limpia.
-Sami: ¡Aaajajaja! ¡Que patoso!
-León: ¡Folinef, un eddod lo tiene cuadquieda!
Tras escupir toda la arena que le había entrado en la boca, fue donde estaba Sami.
-León: En fin, ¿Dónde ponemos el tenderete?
-Sami: Lejos de la gente, no me gusta que puedan robarme algo de la bolsa…
Otra vez la imaginación asaltó a León.
-León: “Quiere que estemos solos… ¡Quizás quiere decirme algo importante que no quiere que nadie más oiga, o igual se lanza de golpe y…! ¡Aaahahaha!”
Sami se extrañó al ver la sonrisa de idiota que se le puso a León, pero continuó poniendo la toalla en el suelo y sacando las cosas.
-Sami: Hala, no he traído crema solar.
León salió del estado de idiotez en el que se encontraba.
-León: No hay problema, aquí está Súper-León para solucionarlo. ¡Protección cuarenta!
-Sami: ¡Ah, gracias Leo! ¿Me pones tú la crema en la espalda?
Esas palabras se le clavaron como una flecha. Todo estaba yendo muy bien. Quizás demasiado…
-Sami: ¡Haahahahaha! ¡Que cara se te ha quedado! ¡Tenías que verte!
La decepción más absoluta de este mundo asaltó a León en toda su alma.
-León: Ja… sí, lo que habría dado por verme… Creo que voy al agua.
-Sami: Oye, León…
Se giró hacia ella.
-León: Dime.
-Sami: Si te dijera de verdad que me pusieras la crema… ¿Qué dirías?
Otra vez las cosas iban muy bien. Obviamente, demasiado.
-Sami: ¡Haaahahaha! ¡No me lo puedo creer, has vuelto a picar! ¡Esa cara vale oro!
-León: ¡No se vale, estás jugando con mis sentimientos! Hala, ahora me enfado y me meto bajo el agua.
-Sami: Hala, hala, ve. Yo tomaré un rato el sol y me meteré luego.
León corrió hacia el mar y se metió de cabeza. La energía le sobraba, no sabía porqué, y empezó a nadar de un lado para otro hasta que, a lo lejos, vio una boya.
-León: Miiira, ya se que puedo hacer. ¡Voy a nadar hasta la boya!
Empezó a dar brazadas a toda velocidad en dirección a la esfera de plástico. En un tiempo récord, llegó a su objetivo, pero al tocarla se encontró con un gran problema… Tenía que volver.
-León: Mierda, que miedo, seguro que un poco más adentro hay tiburones... ¡Oh, dios, que mal rollo da la cadena de la boya!
De repente, le pareció ver una sombra gigantesca bajo el agua.
-León: ¡Waaahahahaaagh! ¡Nada, Leo, por lo que más quieras!
Sacando energías de no se sabía donde, se dirigió a toda velocidad a la orilla. Pero pocos minutos después, empezó a bajar el ritmo. Era imposible mantenerlo tanto rato seguido. De hecho, parecía que cada vez se alejara más de la costa.
-León: Mierda… Sami me está esperando… Tengo que… tengo que llegar…
En el último momento le pareció ver algo que se acercaba velozmente hacia él.

Lentamente abrió los ojos. La luz entró por ellos y los cerró instintivamente. Volvió a abrirlos despacio, y cuando ya pudo ver algo se encontró la cara de Sami ante él.
-Sami: Vaya, por poco te ahogas. ¿A quien se le ocurre ir hasta la boya?
-León: Pues… a mi. Jejeje…
-Sami: No me hace ninguna gracia, creía que te había pasado algo de verdad. Te ha traído él.
Sami señaló al tipo de las gafas de sol. León se levantó de golpe.
-León: ¡Tú! ¡¿El?! ¡No me jodas!
-Sí, he sido yo. No me preguntes porqué, sólo hago mi trabajo.
Con aire chulesco, caminó hacia el muelle donde siempre se encontraba.
-León: Menudo tío…
-Sami: Ha estado a punto de hacerte el boca a boca, pero le he dicho que ya te lo hacía yo, y entonces has abierto los ojos, así que te he salvado. ¡Me debes una!
-León: ¡¿Qué?!
Una vez más la imaginación se apoderó de él.
-León: “Quería hacerme el boca a boca… ¡Guay! ¡Leo, vas por buen camino!”
-Sami: ¿Sabes? Creo que es socorrista o algo así. Nadaba como un torpedo.
-León: Si quieres que te diga la verdad, lo primero que he pensado es que era un monstruo o algo así que venía a comerme…
-Sami: ¡Que dices, hombre! Los monstruos no existen.
-León: Supongo, pero después de ver lo que he visto allí… Bueno, da igual, me quedaré un rato aquí fuera.
-Sami: De acuerdo, yo me daré un chapuzón y volveré enseguida. El agua del mar es fatal para el pelo.
Se quedó un rato sólo en su toalla, tomando el sol. Empezó a pensar en cómo se montaría el plan para poder decírselo. Así pasó el rato hasta que ella volvió del agua y le cortó el rollo.
-León: ¿Ya de vuelta?
-Sami: Sip, tengo sed. ¿Y tú que, quieres un refresco? He perdido, así que me toca invitar.
Sami se inclinó hacia León. Éste no pudo evitar fijarse en lo que colgaba ante él.
-León: Sssí… aunque en realidad tengo más hambre… Digo-¡Sí, vamos a comprar un refresco!
Se levantó de golpe para que no se notara hacia donde había dirigido la mirada y buscó algún chiringuito. A unos metros había uno, así que se fueron allí. Al cabo de un rato volvieron a donde habían puesto las cosas, cada uno con una bebida.
-Sami: Bueno, ¿y ahora que hacemos?
-León: Pues no se, he traído unas raquetas. ¿Jugamos?
-Sami: Bueno, pero te aviso que no pienso dejarme ganar.
-León: ¡Bien, ya veremos quien es el mejor de los dos!
-Sami: Vale, yo la raqueta azul.
-León: ¡¿Qué?! ¡Espera, ¿porqué yo la rosa?!
-Sami: No te quejes y juega. ¡Saco yo!
Sami golpeó la bola. León la devolvió como pudo, pero ella le dio otra vez. En esta ocasión, León miró a Sami y perdió la concentración. Por ello, la bola cayó al suelo.
-Sami: ¡Toma ya, punto para mi!
-León: T-tramposa…
Se pasaron un buen rato jugando con las raquetas, hasta que se cansaron y se tumbaron un rato en las toallas.
-León: Eres muy buena, Sami.
-Sami: Y tú un patata.
-León: ¡Eh, eh, que querías que hiciera! Estaba en desventaja.
-Sami: ¿Qué desventaja ni que…?
-León: Nada, cosas mías.
-Sami: Oooooh, eeeso… vaya, Leo, nunca me lo habría imaginado de ti…
León se giró hacia ella de golpe para intentar excusarse, pero lo primero que vio fue un objetivo que le apuntaba, y seguidamente oyó un “clic”.
-Sami: ¡Aaajajaja! ¡Lo he conseguido, te he hecho una foto con esa cara!
-León: ¿Pero que…? ¡Eh, borra esa foto!
-Sami: ¡Créetelo! ¡No pienso hacerlo!
-León: ¿Ah si? ¡Ahora verás!
Se lanzó sobre Sami para intentar quitarle la cámara y empezaron a forcejear, Sami intentaba resistirse como buenamente podía,, mientras León intentaba no tocar en ciertos sitios.
-Sami: ¡Eh, eh, con lo que me ha costado hacerla!
-León: ¡Que no, que luego la pones en Internet!
-Sami: ¡No no, te juro que no la pondré!
Al final, después de tanto movimiento, acabaron cayendo uno encima del otro. León se encontraba sobre Sami, y ella luchaba por respirar ante la presión que ejercía sobre ella. Entonces se cruzaron sus miradas y, inmediatamente, ambos apartaron la cara, sonrojados. León se levantó enseguida, totalmente callado.
-León: Eeejejee… lo siento, Sami…
-Sami: No, no pasa nada… ha sido un accidente…
Durante un rato, estuvieron tumbados sobre la arena, sin mediar palabra.
-León: “Mierda, Leo, la estás perdiendo… ¡Después de eso, si me declaro en el muelle puede que piense que lo de ahora ha sido queriendo! Pero si no lo hago hoy, ¿Cuándo? Otra oportunidad así sería muy difícil.”
Finalmente tomó una decisión.
-León: “Decidido, seguiré con el plan”
Cuando la gente empezaba a irse y el sol ya se ponía, León se levantó para decirle a Sami que era hora de irse.
-León: Hey, Sami, ya va siendo hora de… Oh.
Sami estaba dormida.
-León: Vaya, se ha quedado roque. Que mona cuando duerme…
Se la quedó mirando fijamente. Transmitía un aire de tranquilidad capaz de calmar a cualquiera.
-León: “¿Y si… y si la besara…?”
Dirigió su mirada hacia los labios de Sami. Un escalofrío recorrió todo su cuerpo, a la vez que empezaba a acercarse. Pero a medio camino, decidió parar. Enseguida se retiró.
-León: “Mira que llego a ser idiota… esa idea no debía habérseme pasado por la cabeza.” Sami, despierta, que va siendo hora de irnos.
-Sami: Waaah… Hala, me he dormido… ¿Qué hora es?
-León: Hora de irse. Venga, levanta, que quiero que vayamos al muelle un momento.
-Sami: ¿Al muelle porqué? ¿Quieres darle las gracias al tipo ése?
-León: No precisamente, pero bueno, también es una idea.
Rehicieron las mochilas y anduvieron hacia el puerto. Al llegar, León tuvo la alegría de ver que el tío de las gafas de sol no estaba allí.
-León: “¡Bien, todo marcha a la perfección!”
-Sami: ¿Qué es lo que querías enseñarme, Leo?
-León: Bueno, en realidad quería decirte una cosa.
León tragó saliva y respiró hondo.
-León: “Ánimo, machote.”
Las manos le temblaban y el pulso se le aceleraba por momentos, pero era ahora o nunca. Así que se armó de valor y abrió la boca.
-León: Sami, yo siempre… te he considerado una muy buena persona. Y bueno, también una muy buena amiga.
Se hizo un silencio sepulcral. Finalmente, fue roto por la voz de Sami.
-Sami: ¿Y que más, Leo?
-León: P-pues… La verdad es que hay algo más.
Sami sonrió. Su cara hizo que a León le volviera la fuerza de voluntad.
-León: “¡Ha llegado el momento!”
Abrió la boca para confesarle a Sami sus sentimientos.
-León: Sami, te qui…
De repente, un temblor los hizo callar a la vez que luchaban por mantenerse en pie.
-León: ¿P-pero que mierdas…?
-Sami: ¡Aargh! ¡Mira, Leo! ¡Mira el mar!
-León: ¿Qué le pasa al mar? ¡Oh dios!
El agua empezaba a elevarse, como si fuese una ola gigantesca. Parecía un tsunami, pero con aquel temblor no podía ser sólo eso. Algo más había y no sabían que era.
De repente, algo aterrizó de golpe delante de ellos, haciendo saltar el hormigón.
-León: ¡Ah! ¡¿Eh?! ¡¿Qué haces tú aquí?!
El tío de la funda se había plantado de sopetón ante ellos… y para colmo había aparecido del cielo.
-¿No decías que te avisara? Pues eso he hecho. Venga, ven a ayudarme.
-León: ¡Espera, espera, ¿ayudarte?! ¿A que?
Se quitó las gafas de sol y sacó el objeto de la funda. Se trataba, nada más y nada menos, que una gran espada. Clavó los casi dos metros de su arma en el suelo. Era negra azabache, con el mango rojo, y la parte del filo era plateada. Dos círculos blancos estaban dibujados en medio de la hoja, adornando el arma como si se tratara de una espada venida del mismísimo infierno.
Con una sola mano, la levantó y señaló hacia el agua con ella.
-A acabar con eso.
Instintivamente, Sami y León giraron la cabeza en dirección al mar. Lo que vieron no se podía describir, dos esferas de luz se veían literalmente dentro de la ola gigante.
-Sami: ¡¿La ola?! ¡¿Estás loco?!
-No, la ola no…
Puso la hoja de la espada enfrente de su cara en posición horizontal, y tocándola suavemente con la mano que le quedaba libre, los dos círculos de su arma empezaron a brillar. Con una velocidad imposible para una persona normal, movió los por lo menos cuarenta kilos de la espada en un movimiento circular que lanzó una especie de hoz hacia el tsunami. Cuando el ataque impactó contra la ola, el agua se dispersó, o más bien se evaporó, dejando ver a la criatura que antes estaba sumergida. Era una especie de mezcla entre un pulpo gigante y un dragón azul oscuro, con púas y placas doradas, de forma alargada, que se acercaba ahora peligrosamente hacia la orilla.
-León: ¿Bromeas? ¡No se cómo has hecho eso, pero está claro que yo no puedo, así que ¿cómo quieres que te ayude?!
Señalándolo con la espada, le habló con expresión seria.
-Te he salvado la vida, ¿recuerdas? Me debes un favor, así que o me ayudas o tendré que matarte para saldar tu deuda.
León se quedó temblando delante de la hoja que se sostenía en el aire a escasos centímetros de su cara.
-León: “Mierda, este es bien capaz de matarme…”
Se llevó las manos a la cabeza y empezó a darle vueltas al asunto. Era totalmente imposible que pudiera hacer nada contra ésa bestia, pero por otro lado quizás si le decía lo que quería oír podría marcharse. Finalmente tomó una decisión.
-León: Está bien, te ayudaré… ¡Pero prométeme que cuando salde mi deuda me dejarás vivir tranquilamente!
El tío bajó la espada.
-Je. Dalo por hecho.
Se giró hacia el monstruo. Estaba a punto de llegar, así que debían darse prisa.
-¡De acuerdo, si te llamo tendrás que venir! ¡De momento dejadlo en mis manos!
Salió corriendo a toda velocidad hacia su enemigo. Cuando llegó al mar… Aún seguía corriendo sobre el agua..
-Sami: ¡Hala, ¿cómo lo hace?!
-León: ¡A mi no me preguntes, ya me ha dejado flipando con lo de la espada!
El choque entre los dos estaba a punto de ocurrir. Segundos antes de que pasara, él levantó la espada y, dando un sablazo hacia abajo, giró sobre si mismo, clavando el arma en el monstruo al tercer giro. La sangre empapó el filo, pero el monstruo pareció no hacer caso del ataque. Más bien parecía que se aguantaba, porque tenía a su objetivo justo encima. Levantó uno de sus “tentáculos” con garras y lo lanzó hacia él.
-Muy fácil lo ves tú…
La espada se iluminó, y un segundo después una explosión salida de la misma hoja hizo quejarse al monstruo. Éste se retiró varios metros para evitar un segundo ataque, mientras buscaba a su agresor, que debía haber caído al agua. Pero no aparecía por ningún lado. En el último momento, como guiado por un instinto, se apartó hacia un lado. Justo donde estaba antes, el guerrero apareció desde debajo del agua propulsándose hacia arriba y con la espada dirigida hacia la superficie, mientras giraba sobre si mismo. El ataque no le dio de pleno, pero uno de sus tentáculos fue seccionado por la mitad. La sangre a borbotones y el chillido de la bestia se mezclaron con el agua del mar mientras el tipo de la espada caía otra vez en picado.
-León: No me lo puedo creer… ¡Lo va a ganar!
-Sami: ¡Espera, Leo, mira ahora!
La criatura había abierto una especie de boca llena de dientes que se encontraba encerrada entre todos los tentáculos. Una luz empezó a salir de esta.
-Mierda, se pone feo.
Puso su espada delante para cubrirse. Un cañonazo salió de dentro del monstruo, y arrasó con lo que se encontraba a su paso. Varios barcos fueron chamuscados instantáneamente, mientras aquel tío, sólo con una espada, se defendía de ése ataque como si se tratase de un niño que lo estuviera empujando. Al final, el monstruo no pudo aguantar más el disparo y cerró la boca.
-Madre mía, estoy entrando en calor.
Pero un golpe de tentáculo lo pilló con la guardia baja. Mientras se elevaba hacia el cielo, la espada salió volando, clavándose cerca de donde se encontraban León y Sami.
-¡Joder, esto no me gusta!
El ser monstruoso golpeó en el aire al luchador, mandándolo contra el agua.
-Sami: ¡Oh, no, lo va a matar! ¡Leo, tenemos que llevarle la espada!
-León: ¡Estás loca, ¿cómo lo vamos a hacer?!
-Sami: Ahí hay una lancha, se la llevaremos con ella.
-León: ¡Olvídalo, moriremos los dos!
-Sami: ¡Leo, si no lo haces no volveré a hablarte en mi vida!
Esa frase se clavó en el corazón de León. Tardó bien poco en ir a por la espada.
-León: ¡Vale, Sami, tenemos que desclavarla, ayúdame!
-Sami: Voooy.
Intentaron sacarla de la piedra, pero no hubo manera.
-León: ¡Mierda, otra vez!
Volvieron a fallar en el intento.
-Sami: ¡Espera, hagámoslo a la vez!
-León: ¡De acuerdo! ¡Uno!
-Sami: ¡Dos…!
Ambos apretaron las manos contra la espada a la vez.
-¡TREEEEES!
Tiraron al unísono con todas sus fuerzas y, milagrosamente, consiguieron sacarla. El arma cayó al suelo haciendo un gran estruendo. Acto seguido, León la cogió.
-León: ¡Dios, como pesa! ¡Ayúdame a arrastrarla hacia la lancha!
-Sami: ¡Señor, si, señor!
-León: No te lo tomes a broma… que aun la vamos a palmar.
-Sami: Sólo intento animar el ambiente…
Con un gran esfuerzo, cargaron la espada en el barco. Sólo faltaba llevársela.
-Sami: Vale, yo conduzco, tú nos matarías
-León: Ngh… eso ha dolido… “Y lo peor es que tiene razón.”
Sami pisó el acelerador al máximo y se dirigió al escenario de la batalla. El luchador escalaba por encima del mismo monstruo para esquivar los ataques, y hacía que éste se golpeara a si mismo al intentar alcanzarlo a él. Se defendía bien sin su espada. Finalmente llegaron al punto.
-León: ¡Eeeeeh, tú, tenemos tu espadaaaa!
-¡¿Vosotros?! ¡Bien, voy por ella!
De un salto se colocó sobre la lancha y cogió el arma.
-Bien, manteneos detrás de mi, voy a cargármelo de un solo ataque.
Volvió a hacer algo parecido a lo que había hecho desde el muelle, pero esta vez la espada brillaba mucho más. Un viento se empezaba a levantar alrededor de él.
-León: Guau… Cómo mola.
Cuando acabó de cargar energía, puso la espada en posición. El monstruo se preparó para lanzar el cañonazo.
-Tranquilos… no os va a tocar un pelo.
Levantó su arma.
-Sami: Oye, una cosa… ¿Cómo te llamas?
El guerrero se quedó mirando el oscuro cielo antes de decir su nombre.
-Slayer: Yo soy Slayer…
Blandió un sablazo que lanzó una hoz mucho más grande que la anterior, a la vez que el monstruo lanzaba su cañonazo. Ambos ataques chocaron.
-Slayer: ¡Slayer, el cazador de titanes!
El corte de Slayer atravesó el cañón del titán que tenía enfrente, deshaciendo la energía de la que estaba compuesto, y partiendo, finalmente, al gigante por la mitad. El humo salía del corte como se hubieran carbonizado al grotesco monstruo.
-Slayer: Bueno, mi trabajo ha acabado.
-León: Oh… oh dios..¡Oh dios mío!
-Sami: ¡Eso ha sido una pasada! ¡¿Cómo lo has hecho?! ¡¿CÓMO?!
-Slyaer: Eeeh… vaya marrón, parece que voy a tener mucho trabajo…
Aquella noche, el mar se tiñó de carmesí y nació un nuevo Héroe.


Y AQUÍ... ¡EMPIEZA LA HISTORIA!

León y Sami miraban boquiabiertos al monstruo. El silencio de la noche se había apoderado de la playa.
-Slayer: Nos vamos.
Slayer se giró y se dirigió hacia la salida del muelle.
-León: Eh, espera, ¿NOS?
-Slayer: ¿No pretenderás que deje los cabos sueltos de esta manera, después de lo que habéis presenciado? Tengo mucho de lo que hablar con vosotros.
-León: ¡Un mom…!
-Sami: Venga, Leo, escuchémosle, que tengo intriga.
-León: ¡¿Intriga?! ¡Acaba de cargarse a ése bicharraco! ¡Ah, es verdad! ¿Piensas dejarlo ahí o que?
-Slayer: De eso ya se encarga el sector organizativo. Vendrán a recogerlo y lo pondrán a mi nombre.
-León: ¿Sector orga…? Eso lo estudiamos en clase hace tiempo, ¿no, Sami?
-Sami: Sí, todo el mundo se comió el coco… ¡Pero no me lleves por las ramas! ¿De que sector hablas? ¿Es algún tipo de empresa o algo?
-Slayer: Eso es lo que estoy diciendo, que tengo mucho que explicaros. Vamos a algún lugar tranquilo, porque va para largo.
-Sami: ¡Oye, Leo, podemos ir a tu casa! ¿No dices que tu familia nunca está?
-León: ¡¿Qué?! ¡¿Quieres que meta a ÉSTE en MI casa?!
-Sami: Técnicamente no es tuya, sino de tus padres o del banco, una de dos.
-León: De mis padres, de mis pa… ¡no cambies de tema!
-Sami: ¡Antes has hecho lo mismo tú!
-Slayer: Aaah, tortolitos…
Los dos se callaron de golpe y se miraron fijamente a medida que iban enrojeciendo.
-León: Eeehehe… no se de donde has sacado esa idea…
-Sami: Si… Leo y yo sólo somos… amigos.
Volvieron a mirarse.
-Sami: S-sólo amigos… ¿no…?
-León: Hombre… lo de hoy no era una cita, ¿verdad…?
-Sami: Hombre, digo yo que…
-León: Ya, ya imagino.
El silencio duró un rato, mientras salían del muelle. Al final Slayer rompió el silencio.
-Slayer: Bueno, ¿hacia donde está tu casa?
-León: Un momento, ¿Quién te ha dado permiso, eh?
-Sami: Vaaa, Leeooo, que tengo intrigaaa.
Sami había apoyado la cabeza en el hombro de León, para aumentar la efectividad de su técnica. La combinación de su dulce voz y de la situación en que se lo pedía era algo que él no podía aguantar. Por lo tanto, acabaron yendo a casa de León.
-León: Bueno, this is it.
-Sami: Hala… ¡Dos pisos!
-León: Y arriba tenemos una guardilla.
-Sami: ¡Dios mío, tus padres tienen que ganar una pasta!
-León: Pues eso parece, pero preferiría que ganaran menos y pudieran estar aquí.
-Sami: Ya bueno… ¡No hemos venido aquí para ponernos tristes! ¡Slayer, cuéntanoslo todo!
-Slayer: Pero bueno, mira que es mandona...
-León: Es que cuando se emociona, se pone así.
-Sami: ¡Eh, que os oigo!
León trajo un café a cada uno y una coca cola para él.
-Sami: ¿Coca cola? Beber demasiada no puede ser bueno, Leo.
-León: Seguramente, pero no hay nadie para controlarme, así que me salto esa norma.
-Sami: Pues prepárate, porque te voy a vigilar de cerca, ¿eh?
-León: ¡¿Q-que?!
Slayer no pudo evitar llevarse una mano a la cabeza.
-Slayer: Aaaah, que trabajo me va a dar esta parejita…
-León&Sami: ¡Pero bueno, que no somos pareja!
-Slayer: Yaaa, claaaaro… Bueno, al lío. Lo que habéis visto antes tiene varios nombres. Se les llama demonios, monstruos, quimeras… Aunque el nombre oficial no es ninguno en concreto. Pero bueno, el caso es que la gente como yo se encarga de acabar con los más peligrosos. Los que tienen rangos inferiores al mío matan demonios más débiles, y los más novatos, como vosotros, tienen que ser instruidos por alguien que tenga un rango D o superior, hasta que tengan el rango suficiente para luchar por si solos.
Los dos jóvenes se quedaron mirando a Slayer un buen rato.
-Sami: ¿Has dicho… nosotros?
-Slayer: Después de lo que habéis visto no podéis andar por el mundo así como así, por lo que u os convertís en mis alumnos u os tendremos que borrar la memoria.
-León: ¡Será broma!
-Slayer: No, y tu me debes un favor, así que no te salvas.
-León: ¡¿Qué?! ¡Paso, bórrame la memoria!
-Slayer: Se siente, pero tú te quedas. Ella puede decidir, pero tú me debes la vida.
-Sami: ¿Yo puedo decidir…?
-Slayer: Sí, eres libre de decidir tu destino.
Sami pensó en el tema. No le hizo falta darle demasiadas vueltas.
-Sami: Me quedaré con vosotros.
León se giró hacia ella.
-León: ¡¿Qué?! Espera, seguro que es muy peligroso, ¿estas segura?
-Sami: Sí, porque si me borraran la memoria no me acordaría de esta tarde en la playa.
Sami sonrió.
-Sami: Y me lo he pasado muy bien contigo, Leo.
La frase de Sami fue repetida docenas de veces en el cerebro de León. “No me acordaría de esta tarde en la playa”… “Me lo he pasado muy bien contigo, Leo”…
Ambos empezaron a enrojecer otra vez, mientras miraban al suelo para no verse directamente los ojos.
-Slayer: Cht… tortolitos… Venga, dejaos de escenas románticas, que sólo he rasgado la superficie del iceberg.
-León: ¡S-sí!
-Sami: ¡Señor, sí señor!
-Slayer: Veaaamos… Os hablaré de la Hermandad de Héroes. Un héroe es todo aquel que se dedica por oficio a acabar con monstruos como ése. Hay una sede principal, y varios puestos de avanzada en los diferentes mundos. En estos puestos hay puentes entre mundos para poder llegar a los lugares de las misiones en poco tiempo. La Hermandad tiene varios sectores; el organizativo por ejemplo se encarga de recoger los demonios aniquilados y guardarlos un tiempo hasta que el Héroe que lo haya vencido lo reclame, o hasta que se pase el terminio, entre otras cosas.
-León: ¿Y para que quiero yo un monstruo muerto, si puede saberse?
-Slayer: Con las púas y las placas más duras puedes crear armas o otros objetos para combatir contra otros monstruos. Esta espada, por ejemplo… Otro día os explicaré de donde salió, hoy no estoy de humor.
Se quedó mirando su hoja. Sami se dio cuenta de que había algo escrito en ella y lo memorizó. Parecía un nombre.
-Slayer: Bueno, seguiré con el tema. Los nuevos tienen que pasar un examen para ser aceptados, y en caso de no aprobar sus recuerdos se borran.
-Sami: ¡¿Qué se borran?!
-Slayer: Eeejeem.
-Sami: Vale, vale, no interrumpo más…
-Slayer: En fin, dejadme que os hable de las misiones. Imaginad que hay una misión aquí, en vuestro mundo, y es asignada a un tal X. Puede ocurrir que se le asigne a alguien de un mundo diferente y a otra persona o personas que residan en el mundo donde se combate contra el monstruo en cuestión. Las diferentes misiones os dan un número concreto de puntos, pero cuanta más gente haya en una misión, menos puntos recibirá cada persona. Cada cierta cantidad, el rango de Héroe sube, lo que da paso a que se sea más apto a la vista de los que soliciten misiones, y por lo tanto que sea más fácil recibir encargos más difíciles, que darán más puntos.
-León: Diooos… ¿Has oído, Sami? Parece un videoj… Hala, se ha quedado roque.
Sami se había dormido apoyada en el hombro de León.
-León: Que mona cuando duerme…
-Slayer: Lo sabia, tu estás coladito por ella. ¿Me equivoco?
-León: ¡Ngh… métete en tus asuntos! Vuelve mañana, quiero oír toda la historia…
-Slayer: Vale, vale, no me eches de casa, fiera. Mañana vendré a por los dos y os llevaré a ver algunos sitios, para que vayáis viendo como va todo esto… No hagáis guarradas, ¿eh? No me sirve de nada una alumna embarazada.
-León: ¡¿Pero que te piensas que…?! ¡Fuera! ¡No me toques la moral!
-Slayer: Si, si, ya volveré mañana. Hala, buenas noches.
Después de decir esa frase, levantó las cejas en señal de burla y se fue por la puerta.
-León: Cht… tarado…
Fue a por Sami, que estaba estirada en el sofá. La cogió en brazos y la subió al piso de arriba.
-León: La dejare en la habitación de mi hermana. Espero que no se asuste al despertar…
La depositó sobre la cama y la miró un largo rato. Finalmente, tras un profundo bostezo, decidió irse a dormir y le dio un beso en la mejilla. Al acostarse, cogió el teléfono y llamó a casa de la familia de Sami, diciendo que se quedaba a dormir, que estaba muy cansada y que ya iría a casa al día siguiente. Le costó horrores convencerlos, en parte porque el sueño no le dejaba pensar con claridad, pero lo consiguió y, por fin, cerró los ojos y se durmió.
...
-Uaaaah… Que sueñecito que tengo…
Una chica de pelo largo, liso y moreno andaba casi arrastrándose por la calle, bajo las luces de las farolas. Llevaba un traje muy raro de color rojo y bordados de tono ocre, con una especie de cola que solo se alargaba por un lado, de manera que una pierna se veía casi por completo y la otra permanecía cubierta. También tenía una ranura a la altura del pecho, para resaltar el escote, aunque ya llamaba suficiente la atención con lo ceñido que iba. Era de un estilo oriental, seguramente japonés.
-Y estos tacones me están matando. Ayudaaa…
También llevaba unas largas botas con tacones de un color rojo casi idéntico al del traje. Lo único que resaltaba era… bueno, en definitiva lo que resaltaba era el pecho.
Sin que ella pareciera darse cuenta, alguien empezó a acercarse a ella. La sombra que se movía en la oscuridad sacó un objeto punzante, una navaja seguramente, y se acercó a ella rápidamente, dando gritos al aire. Lo siguiente que vio fue el primer plano de un tacón en toda la frente y un hilo se sangre bajando por su cara. Cayó al suelo inconsciente, mientras ella volvía a bajar la pierna.
-Madre mía, que peligrosa es esta ciudad de madrugada.
Después de andar un rato más sin ningún rumbo aparente, miró hacia una zona repleta de casas.
-Anda, podría pasar por mi casa a descansar. Después de todo, alguien tiene que controlar a mi hermanito.
Echó a caminar cuesta abajo hacia la zona residencial, y al cabo de unos minutos llegó a su destino. Se trataba nada más y nada menos de la casa de León.
Se sacó unas llaves de dentro de la bota izquierda y encajó una de ellas en la ranura de la puerta. Como era de esperar, después de girarla la puerta se abrió.
-La una de la mañana… que raro, Leo debería estar ahora mismo viendo porno en la tele, como un buen chico de su edad… Este trama algo.
Después de entrar en la cocina y beber un vaso de agua fresca, subió por las escaleras hacia su habitación, y al abrir la puerta y encender la luz se encontró con el paquete sorpresa.
Sami estaba durmiendo plácidamente, arropada como si estuviera en medio del más frío invierno.
-E-este hermanito mío… ¡¿Qué hace trayéndose a una chica a casa?! ¡Me va a oír!
Salió embalada hacia el cuarto de León, abrió la puerta de golpe y encendió la luz de manera que el sobresalto despertó a León de su profundo sueño.
-León: ¡¿Jolie?! ¡¿Qué haces aquí?!
-Jolie: ¡Pues ya lo ves, vengo a visitar a mi hermanito y me encuentro que se ha traído una chica a casa! ¡No habréis usado mi cama, ¿no?!
-León: ¡Que no, Jo, que no es lo que parece! Es que se ha dormido y al final se ha quedado a dormir aquí. Y como nunca pasas por aquí la he dejado en tu cama.
-Jolie: Ya… mañana se lo preguntaré, porque no me fío de ti. De momento dormiré en la habitación de papá y mamá. Hasta mañana.
Cerró la puerta de la habitación de León y se fue a la cama de sus padres.
-León: M-mierda, ahora no voy a poder dormirme…
Se pasó un buen rato dando vueltas entre las sábanas, y miró la hora. Las tres de la madrugada. Definitivamente, no había manera de dormirse.
-León: Puf. Pues a la play que voy.
Encendió el televisor que tenía en su habitación y la consola, que se encontraba al lado de la tele. Redujo el volumen casi al mínimo y se puso a jugar hasta quedarse dormido.

Slayer tampoco podía dormir. Llevaba varias horas tumbado sobre la arena, pero no conseguía pegar ojo.
-Slayer: Aaaah… vaya día que he tenido hoy.

Al día siguiente, por la mañana, la primera en levantarse fue Sami. Al mirar a su alrededor empezó a preguntarse donde se encontraba, pero cayó en la cuenta de que debía estar en casa de León.
-Sami: ¿Me quedaría dormida?
Se levantó rápidamente para “inspeccionar el terreno”. Salió de la habitación y la luz le dio de pleno en los ojos, cegándola durante unos segundos. Cuando recuperó la vista, miró a los lados y avanzó hacia el pasillo que había a su derecha. Con cuidado, abrió la puerta del fondo lenta y silenciosamente. Lo que vio era una cama de matrimonio y una persona durmiendo sobre ella.
-Sami: “Anda… ¿Una chica?”
Salió de golpe de allí, sin poder evitar que las ideas más raras posibles le vinieran a la cabeza. Al final, dedujo que debía ser la hermana de León.
-Sami: Bueno, creo que la dejaré dormir. Espero no haberla despertado entrando…
Se giró para seguir paseando por la casa, pero un escalofrío le recorrió la espalda al notar que algo se le acercaba por la espalda. Lo siguiente que notó fue algo blando que se le posaba sobre la espalda y un gran peso sobre los hombros.
-Jolie: Uuaaaah… Buenos días, señorita…
Sami se quedó patidifusa, sin saber que decir. Lo único que fue capaz de expresar fue una sonrisita forzada mientras giraba la cabeza hacia la mujer que acababa de posarse sobre ella.
-Sami: Ehe… ehehehehe… Holaaa…
-Jolie: ¡Ay que mona, se ha sonrojado y todo!
-Sami: ¿E-en serio? Augh…
-Jolie: Aaaah, ya se porqué… dime, ¿cómo de bueno es mi hermano, eh?
Sami se quedó mirando a Jolie, sin entender demasiado lo que le preguntaba. Al final soltó la respuesta menos adecuada.
-Sami: Es muy bueno, siempre hemos sido muy amigos, ayer fuimos los dos a la playa un rato, y bueno… Me gusta estar con él, es muy bueno… ¡Ay, que he dicho, que vergüenza!
Pero lo que más llamó su atención fue la cara de la hermana de León.
-Jolie: ¿E-en serio…? ¿Hasta en la playa lo hicisteis? Huala, que fuerte… ¡Mi hermanito me ha superado! ¡¿Cómo puede ser eso?!
Con cara de haber visto un fantasma, cogió a Sami por los hombros y la miró directamente a los ojos.
-Jolie: Escúchame, se que sois jóvenes y os gusta probar cosas nuevas, pero el sexo en la playa es ir demasiado lejos para vuestra edad…
Sami se quedó blanca ante las palabras de Jolie.
-Sami: ¿Qué dejemos de que…? ¿Qué? ¡¿QUEEEE?!
Jolie se tapó los oídos para no quedarse sorda, hasta que el ruido pasó.
-Jolie: Hey, hey, que no es para tanto, sólo digo que vayas más despacio… No me importa que os lo monteis –siempre y cuando no sea en mi cama-, pero pensad un poco antes de…
-Sami: ¡P-p-pero que no hemos hecho nadaaa!
-Jolie: ¿Eeh? Pero ¿no decías que mi hermano es muy bueno en la cama?
-Sami: ¡No, yo me refería a que es muy buena persona! ¡No sabía a que lo preguntabas en “ése sentido”!
-Jolie: Halaaa… pues tampoco era tan difícil. Bu-bueno, ¿lo despertamos…?
-Sami: ¡Jum! Despiértalo tú, ¿no? Para eso eres su hermana mayor. Aunque tampoco cuidad de él que digamos.
-Jolie: ¡Eh, eh!
-Sami: Y tampoco pareces muy responsable… sobretodo con ese traje raro, con ese pedazo de escote.
-Jolie: ¡O-oye, niña, que es un disfraz! ¡Y no me vuelvas a hablar así, que ni siquiera me conoces!
-Sami: ¡¿Cooomo que niña?! ¡Oye, que ya tengo una edad, ¿eh?!
-Jolie: ¡JA! ¡¿Por qué tienes tetas?! ¡Mira, mira! ¡Una 95!
-Sami: ¡Ugh…! Ochentay… ¡Eh, no me lleves al huerto!
-León: Uuuugh… ¿Qué es tanto jaleo de buena mañana!
-Jolie: ¡Es ella, que se mete conmigo!
-Sami: ¡Ah! ¡Serás infantil! ¡Es ella, Leo, que me mete ideas raras en la cabeza!
La mente de León empezó a nublarse por momentos. Dos chicas peleándose allí, delante suyo mismo… Tanto ruido era demasiado para acabar de despertarse.
-León: Aaaaah, ya vale, ya vale… Venga, pedíos perdón, yo me voy a desayunar… Uaaah…
Lentamente, casi arrastrándose, bajó las escaleras y se metió en la cocina.
-Jolie: Pero será posible… Bueno, ¿y tú como te llamas, niña?
-Sami: Mi nombre es Sami. ¡Y no me llames niña!
-Jolie: De acuerdo, de acuerdo. Yo soy Jolie.
-Sami: ¿Jolie? Ooohoho, que nombre más raro.
-Jolie: Pues significa”guapa”, señorita.
El comentario dejó muerta a Sami. Jolie bajó las escaleras a toda velocidad mientras gritaba “¡Hermaniiitooo!”.
-Sami: …
Se llevó las manos a la cabeza mientras se lamentaba.
-Sami: ¡Mierda, me ha ganado!

Se apoyó con los brazos en la arena y se levantó. Acto seguido, cogió la espada y se la cargó a la espalda. Esta vez, Slayer iba con algo más que un simple bañador, llevaba una camiseta negra de tirantes.
-Slayer: Bueno, ya va siendo hora de hacerles una visita a esos dos.

Jolie y Sami se miraban fijamente, matándose a miradas, mientras León luchaba por mantener los ojos abiertos.
-Jolie: Hummm…
-Sami: Grrrrr…
-León: ¿Y a vosotras dos que os pasa ya de buena mañana?
-Jolie: Digamos que tu novia y yo hemos tenido nuestras… diferencias.
-Sami: ¡Otra vez con esas! ¡Que no soy su novia, te digo!
-Jolie: ¿Entonces se puede saber qué hacías pasando la noche aquí?
-Sami: ¡Ugh…! Eeso tiene una sencilla explicación… eeehehehe…
-Jolie: Yaaaa, seguro que estabais estudiando.
-Sami: ¡E-eso! ¡Estábamos estudiando!
-Jolie: ¡Un cuerno, anatomía estaríais estudiando! Recuerda que estamos en verano. ¡Acabas de demostrarme que ocultáis algo!
-Sami: ¡Mierda! ¡Eres una tramposa!
-León: Aaaah… mujeres…

-Slayer: M-mierda, ¿por donde era…?
Slayer andaba más perdido que un pez en el desierto.

León y Sami estaban esperando a Slayer sentados en el sofá, quietos, sin hacer nada para matar el tiempo.
-León: Pues sí que tarda este tío, ya son las once.
-Sami: Igual se ha perdido.
-León: Ya, o igual lo de ayer fue una trola.
-Sami: Después de lo que pasó ayer…
Los dos se miraron fijamente.
-León&Sami: Naaah.
Jolie estaba en el baño, acicalándose para un cásting.
-León: En fin, ¿y si hacemos algo mientras no llega?
-Sami: Y mientras tu hermana no incordia…
-León: Sí, bueno, ¿Qué hacemos?
-Sami: Pueeess…
Se quedaron un rato dándole al coco, pero a ninguno de los dos se le ocurría nada interesante para hacer.
-Sami: Madre mía… va a ser verdad que la tele y el ordenador nos afectan…
-León: Eh, eh, eh, no saquemos ideas precipitadas, la tele y el ordenador no tienen ninguna culpa de que seamos más cortos que las pestañas de un caracol.
-Sami: ¡Aaajajaja!
-León: Madre mía, pero que gracioso que soy.
-Jolie: No te eches tantas flores, enano.
Jolie bajaba las escaleras con el traje del día anterior. Estaba aún mas guapa que la última noche, llevaba un moño hecho con dos palos chinos como base y un pintalabios rojo que resaltaba toda la belleza de su cara. El vestido estaba tan liso que marcaba completamente todas sus curvas, y el conjunto hacía que todo lo que se hallaba a su alrededor pareciera de mal gusto a su lado.
-León: Oh… dios… mío… ¡¿Por qué teníamos que ser hermanos?!
-Sami: Mira que eres… Bah, yo también soy capaz de ponerme como ella.
León se giró hacia Sami de golpe.
-León: ¡¿En serio?!
-Sami: No pienso hacerlo, que te quede claro.
-León: Mierda. Había que intentarlo.
-Jolie: Bueno, parejita, tengo un cásting a las tres, así que me voy a fardar un rato delante de mis contrincantes. ¡Hasta luego!
Entonces sonó el timbre.
-Jolie: Anda, Leo, ¿ya me has traído otra a casa o qué?
-León: ¡No seas cría! Debe de ser él, Sami.
-Sami: ¡Al fin se digna a aparecer!
Los dos se levantaron a recibir a su invitado.
-Jolie: Pero bueno, ¿de quien habláis?
León abrió a puerta al que, efectivamente, era Slayer.
-Slayer: Buenos… días… afgh…
-León: Pero bueno, ¿con quien te has peleado?
-Slayer: No es nada de eso… simplemente me he perdido.
-Sami: ¿Q-q-que te has perdido? ¡Aaajajajaja! ¡Eso no encaja nada con la idea que tenía de ti!
-Slayer: Calla… que ya estoy suficientemente hecho mierda… ¿Puedo beber algo o que?
-León: Sí, un momento, ahora voy a por…
Jolié apareció allí delante con un refresco en un vaso de cristal, con una pajita, dos cubitos y una sombrilla, todo perfectamente presentado.
-Jolie: Aquí tienes, guapetón.
León miró a su hermana con los ojos como platos.
-León: Jo… ¿Cómo puede ser que cuides más de él que de mi…?
-Jolie: ¿Es que no lo ves?
Jolie miró a Slayer de arriba abajo, mientras se sonrojaba cada vez más.
-Jolie: ¡Es mi tipo! ¡Oh dios, ¿tienes novia, guapo?!
-Slayer: Eeh… esto…
-Jolie: Bueno, no pasa nada, no tiene porqué enterarse. ¿Qué te cuentas, guapísimo? ¿Cómo te llamas?
-Slayer: Pues… me llamo Slayer.
El parloteo de Jolie cesó.
-Jolie: Aaah… ¿Es un nick de un juego en línea o algo?
-León: Jolie… es su nombre de verdad…
-Jolie: ¿En serio? Hala, ¡es un nombre extranjero! Como mola, cada vez me gustas más.
Jolie desnudó a Slayer con la mirada. Instintivamente, él se apartó unos centímetros de ella, pero no tardó en ser agarrado por uno de sus brazos y una fuerza sobrehumana se lo llevó al sofá.
-Jolie: Bueno, Slay, quédate ahí, ¿vale? Yo enseguida vuelvo, voy a por otra bebida.
Le guiñó el ojo a Slayer y se adentró en la cocina. En cuanto salió por la puerta, éste se giró hacia León.
-Slayer: ¡Sálvame, por lo que más quieras!
-León: Ja. Pues déjame librarme de ti y te la sacaré de encima.
-Slayer: Hmm… ni lo sueñes.
-Sami: ¿Y eso? Bueno, a mi me gustaría entrar en esto, pero eres tú el que hace más trabajo al tenernos que aceptar como discípulos… ¿Cómo es que tienes tantas ganas?
-Slayer: Es bastante lógico: si tengo alumnos, me pagarán bastante mejor.
Se quedaron un largo rato matando a Slayer con la mirada.
-León: Así que eso era…
-Slayer: Pues claro, ¿qué esperabais?
-Sami: Nunca lo habría imaginado de ti, Slayer.
El silencio duró hasta que Jolie entró escandalosamente en la sala.
-Jolie: Siento el retraso, cariñito mío, es que no llegaba suficientemente alto y no quería molestarte.
-Slayer: Fantástico…
Jolie se sentó al lado de Slayer y se le pegó como una lapa. Él puso una expresión de resignación mientras se sentía forzado a pasarle el brazo por los hombros, pero una fría mirada lo detuvo. León estaba mirándolo fijamente y advirtiéndole del inminente peligro si seguía adelante, así que decidió retirar la mano de donde estaba. Finalmente, Sami y León se dejaron caer sobre una butaca de una plaza.
-Jolie: Aaaah, míralos, que buena pareja hacen…
-León: ¡Q-que puñetas…! ¡Jolie!
-Slayer: Que quieres, chaval, yo lo veo de la misma forma.
-Jolie: ¿Ves, Leo? No tienes que avergonzarte de una relación sana con una amiga, mírame a mí. Slay opina igual.
-Slayer: Sssi, bueno, más o menos…
León y Sami se sonrojaron, mientras intentaban sin éxito estar lo menos cerca posible en un asiento tan pequeño para dos personas.
-Sami: Jolie, ¿tú no tenías que ir al cásting?
-Jolie: Ah, da igual, si llego un poquito tarde no pasará nada. Además, estoy con Slay.
-Slayer: ¡D-da igual, por mi no te cortes! ¡Me sabría muuuy mal que por mi culpa llegaras tarde!
-Jolie: ¿Sí? ¡Ay que bien, que se preocupa por mí!
Jolie abrazó con una fuerza descomunal a Slayer, haciendo que sonara un crujido por todo su cuerpo. Para cuando lo soltó, él aún intentaba buscar oxígeno para llenar sus pulmones.
-Jolie: Bueno, pues ya me voy, Leo. Slay, cuida de ellos, que si se quedan solos harán cosas indecentes.
-Slayer: Je… tranquila, yo me encargaré de todo.
-Jolie: Espera, ¡mejor aún, ven conmigo! ¡Así verás mi momento de gloria en el que aplaste a todas mis contrincantes!
-Slayer: No, gracias, es que tengo que hablar de algunas cosas con ellos… ¡Hala, que tengas suerte!
Slayer fingió una sonrisa perfecta para convencer a Jolie.
-Jolie: Vaaale… ¡Pero quiero que sigas aquí cuando vuelva!
Jolie se dirigió a la puerta y salió en dirección al edificio donde se hacía el cásting. Cuando por fin abandonó el edificio, los tres respiraron aliviados.
-Slayer: Bueno, se acabó el asunto… Ahora a otra cosa.
-León: Aaah… estoy cansado antes de empezar…
-Slayer: Pues aguántate, porque hay para rato. Sami, ¿oíste anoche la información sobre las misiones?
-Sami: Bueno, más o menos, pero a la mitad me debí quedar dormida y no acabé de escucharlo del todo.
-Slayer: Bien, pues mientras él me prepara algo para comer te lo cuento por encima.
-León: ¡Eh! ¡No pienso hacer de cocinero!
-Slayer: Con que no, ¿eh?
Slayer le echó una mirada a León tan cargada de mala leche que éste se vio obligado a obedecer y preparar algo. Se fue a la cocina y sacó una pizza congelada, y seguidamente la metió en el horno. Mientras se cocinaba, volvió al salón a oír la conversación.
-Slayer: Y eso es, a grandes rasgos el sistema que usamos en la Hermandad.
-Sami: Aaaah… Pues está bastante bien, pero… ¿Qué más me dices de los rangos? Cuántos hay, y todo eso.
-Slayer: Eso para cuando Leo… Ah, ya ha venido. Y sin mi comida…
-León: Se está cocinando, hombre, tardará un rato.
-Slayer: Más te vale… Bien, a partir de ahora quiero que me escuchéis, porque algunas cosas de las que voy a contaros son muy importantes
-Sami: ¡OK, maestro!
-Slayer: ¿Maestro? Hmm, mola, mola… E-ejem… Bueno, me explicaré. Hay en total seis rangos diferentes, agrupados por letras. El rango más bajo es el de los aprendices, como vosotros, al que llamamos Rango F. Luego, cuando ya han cumplido su entrenamiento, cumplen alguna misión especial y consiguen cinco mil puntos, se les concede el rango E, que es el más bajo para los Héroes autónomos, pero con el cual ya se puede campar libremente entre los mundos más básicos, como éste mismo. El sistema para ir subiendo a los siguientes rangos es igual, pero cada vez se piden más puntos, así que para que ya lo tengáis claro, os diré por encima los requisitos. El rango D es el que supone más cambio, porque al tener ese nivel se pueden aceptar discípulos y moverse a mundos de peligrosidad media. Para alcanzarlo, se necesitan treinta mil puntos.
-León: ¿Treinta mil…? ¿Y a que ritmo se consiguen esos puntos, más o menos?
-Slayer: Depende de la misión. Por ejemplo, una misión de las que haréis vosotros, que son simplemente de entrenamiento, puede que os de una media de cien o doscientos puntos, aunque las más difíciles pueden llegar a dar más de cuatrocientos.
-León: O sea, que tardaremos una vida en llegar al nivel E…
-Slayer: Ser un héroe es duro, chaval. Bien, prosigo. Para conseguir el rango C, que es el más abundante estos días, se necesitan setenta-y-cinco mil puntos, además de haber conseguido derrotar, al menos, un titán.
-Sami: ¡Un momento! ¡¿Cómo que setenta-y-cinco mil?! ¡Es imposible subir al C, nos pasaríamos años!
-Slayer: No desesperes, las misiones más difíciles no tienen nada que ver con las de entrenamiento. Seguramente que cada una dará mil puntos por lo menos.
-Sami: Ah, vale, entonces nada, sigue con lo tuyo.
-Slayer: Bien, como decía, se necesitan setenta-y-cinco mil puntos y haber derrotado al menos a un titán para ascender a rango C. A partir de ahí, todos los rango se rigen por puntos, excepto el último. Os hablo del rango S… Muy pocos Héroes han llegado tan alto, y han caído enseguida de la cima para llegar a la zanja más profunda…
Slayer se calló un rato.
-León: Eeehm… ¿Eso último que significaba exactamente?
-Slayer: Seguramente es demasiado pronto, pero… Os hablaré de donde salen los titanes.
Su expresión reflejaba una leve tristeza. Después de un corto suspiro, empezó a hablar de nuevo.
-Slayer: Bueno, para empezar, ser un Héroe no sólo comporta el riesgo de que se te coma un monstruo. Hay algo mucho más temible que cualquier mandíbula llena de colmillos, y ése algo se encuentra en nuestro interior. A medida que somos más poderosos, nuestro honor crece junto a nosotros. Pero cuando alguien se vuelve demasiado poderoso… su personalidad flaquea y se vuelve más vulnerable a sucumbir a cualquier tentación, ya que demasiado poder ciega la vista. Y cuando ése honor se convierte en algo negativo… El Héroe se convierte en un monstruo que sólo vive para alimentarse del honor que en su día perdió, y pasa a llamarse Titán. Los Héroes de hoy… pasamos a ser los verdugos de la anterior generación, y los discípulos de hoy se convertirán en los que destruyan a los que actuamos ahora.
Sami y León analizaron atentamente lo que acababan de oír. El sermón que Slayer acababa de echarles no era cualquier cosa, acababa de decirles algo que los tocó directamente en el alma.
-León: Aaah… Eso es… hala, me he quedado flipando.
-Sami: Eso significa que, cuanto más rango tengamos… ¿Más fácilmente nos transformaremos en titanes?
-Slayer: Sí, pero hay más factores, por ejemplo la personalidad. Si alguien es propenso a hacer lo que le de la gana, ser mala persona o cosas así, enseguida correrá ese riesgo, y como su honor será poco no se transformará en un Titán demasiado poderoso. Algo así como el de anoche. Luego también depende de la bondad de uno la cantidad de honor que sea capaz de tener, cuanta más bondad, más peligroso será cuando se transforme en uno de ellos.
Slayer volvió dejar escapar un suspiro de sus labios.
-Slayer: Que ironía… los que dedican su vida a proteger a los demás acaban convirtiéndose en una amenaza para ellos.
Una sonrisa amarga se dibujó en su rostro, y acto seguido se levantó.
-Slayer: Bueno, no hay tiempo para sentimentalismos.
Les tendió la mano a León y Sami.
-Slayer: ¿Me acompañáis a la sede de la Hermandad?

YA SABÉIS, SI OS HA GUSTADO PODÉIS PEDIR QUE PONGA LAS OTRAS PARTES... PERO AVISO DE QUE TOMARÁ SU TIEMPO Y SU ESPACIO COLGARLAS XDDD
¡Salu2!


Última edición por Gigathor el 11/04/10, 07:52 pm, editado 1 vez
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MensajeTema: Re: Paranoia número 1   Paranoia número 1 Icon_minitime02/04/10, 11:42 am

RESERVADO
Os explico. En el otro foro donde estoy, de MH también (soy administtrador, ¡YUJU! XDDD), cuando un amigo que también escribe bastante y yo colgamos alguna historia, "reservamos mensajes" para poder editarlos pegando nuevas partes de la historia en ellos, para no romper la armonía del texto (que queda muy feo ver cuatro firmas entre capi y capi). Así que yo reservaré unos pocos, y si está prohibido o algo, nada, se borran y punto, que no estoy yo aquí para romper las normas y se lo que se siente cuando un usuario se descontrola XD
¡Salu2!

---------------

CAPÍTULO UNO
-León: Pues… tampoco tenemos elección.
-Sami: Vale, pues llévanos allí.
-Slayer: Bien, entonces contactaré con ellos para que abran un portal.
Slayer sacó un móvil y llamó a alguien. En cuanto le contestaron se puso a hablar.
-Slayer: Buenas, soy Slayer, rango B, destinado hace un mes y tres días a la Tierra, coordenadas SFX-087, solicito un portal hacia la sede de la hermandad.
-Un momento, por favor, en breve se le abrirá el túnel, en cuanto localicemos el origen de la llamada.
-Slayer: De acuerdo, gracias por el servicio.
Detuvo la llamada y se guardó el aparato en el bolsillo.
-Slayer: Vale, ahora aparecerá una especie de túnel mágico que nos llevará a nuestro destino.
-León: ¿Túnel mágico? Me tomas el pelo, ¿no?
-Slayer: Tú dirás.
Una extraña espiral luminosa empezó a rodar sobre si misma en la habitación, hasta que llegó al tamaño suficiente para que pudieran pasar por el agujero del centro.
-Sami: ¡Gu-guaaau! ¡Como mola!
-Slayer: ¿Qué, te lo crees ahora?
-León: M-mierda… ¡Yo entraré el primero!
Se abalanzó sobre el torbellino de energía y desapareció sin dejar rastro.
-Sami: ¡Ah! ¡Leo!
-Slayer: Tranquila, que no le ha pasado nada. Venga, vamos nosotros también, que es capaz de perderse.
Ambos entraron a la vez por el túnel y se desvanecieron en el acto. De repente, Sami vio como aparecía en un lugar completamente diferente. León se encontraba a escasos metros de ellos.
-León: ¿Qué… qué ha pasado aquí…?
El paisaje estaba desolado. Era una enorme plaza en la que debería de haber montones de gente, pero en lugar de ello no había más que destrucción. Todo estaba tirado por los suelos y no se veía a nadie por los alrededores.
-Slayer: ¿Pero que mierdas…? Aquí ha pasado algo.
Sacó el móvil e intentó hacer una llamada, pero nadie contestó.
-Slayer: Mierda, el jefe no contesta… Vamos, hay que investigar los alrededores. Podría ser obra de un titán.
Slayer sacó la espada de su funda y se preparó para lo peor.
-León: ¡Espera, nosotros no tenemos armas!
-Slayer: Aaah… que remedio, coged una de cualquier tienda, total están destrozadas.
Buscaron con la mirada algo que pareciese una tienda de armas. A Sami le pareció identificar algo en la lejanía y corrió hacia allí.
-Sami: ¡Eeeh, creo que he encontrado algo!
-Slayer: ¡Eh, no corras ni grites, no es bueno que…!
De repente, cuando empezaba a agacharse para coger un arma, algo apareció justo delante de ella.
-Grrrr…
-Sami: Ah… aahaha… Perrito…
El monstruo era una especie de lobo de casi dos metros de altura, de pelaje rojizo y con unas patas híper-musculosas. Los afilados colmillos que asomaban por su boca amenazaban despedazarla en cualquier momento.
-Sami: Que cagada…
Chica y lobo se miraron fijamente a los ojos.
-Sami: “No pienso morir aquí…”
Lentamente, acercó la mano hacia una espada que había cerca. Cuando la alcanzó, el monstruo rugió y dirigió su boca hacia el cuello de Sami.
-Sami: ¡Aaaaay!
-León: ¡Sami!
La mandíbula, rezumando espuma, se encontraba a escasos centímetros de la yugular de Sami, que sujetaba la espada de antes por el mango y la hoja, intentando desesperadamente que el demonio no la moridera.
-Sami: A-aaagh… Me estoy cortando en la mano…
La sangre empezaba a correr por el filo de la espada. Finalmente, el monstruo tiró con fuerza y lanzó la espada por los aires.
-Sami: ¡Aaaah!
La siguiente imagen que vio fue que alguien, endiabladamente veloz, pasaba por el lado del lobo partiéndolo en dos mitades. El monstruo cayó al suelo inerte y hecho pedazos, mientras Slayer aterrizaba al lado de Sami.
-Slayer: Hay que ver el trabajo que dais. No llevamos aquí ni cinco minutos…
-Sami: ¡Bu-bueno, podías haberme avisado de que era tan peligroso! ¡Au…! ¡Y encima me he cortado!
León se acercaba corriendo hacia el lugar de los hechos.
-León: ¡Sami! ¡¿Estás bien?! ¡¿Te ha mordido?!
-Slayer: Y dale, menos mal que lo he dicho… ¡Que no corráis, ostia!
León se puso al lado de Sami, pasando olímpicamente de lo que su maestro le decía.
-León: ¿Estás herida?
-Sami: No, sólo me he cortado un poco con la espada, pero no me ha tocado.
-León: Bien… entonces estás a salvo.
-Slayer: No, te equivocas. Estos bichos… siempre atacan en manada. Y más nos vale que no esté su jefe por aquí.
-León: Hala, hala, ya salió el pesimista otra vez. ¿Y si vamos a investigar la zona ya?
León cogió una larga espada que había por los suelos.
-León: Jooo, como mola, parece una katana.
-Slayer: Psé… venga, Sami, coge otra vez la espada y vámonos.
-Sami: ¡¿Bromeas?! ¡No pienso volver a acercarme a otro de esos! ¿No hay nada para luchar a distáncia?
-Slayer: Bueno… aquí lo más parecido a lo que pides es este látigo.
-Sami: ¡Me basta! ¡Trae!
El látigo era una cadena de hierro con varias púas dispuestas a lo largo del arma, y al final se encontraba un pincho más grande.
-Slayer: Vale, ahora que estamos preparados será mejor que vayamos a ver como está el edificio principal. Andando.
Los tres se pusieron en marcha en dirección a una gran construcción que destacaba por ser el único edificio alto en toda la ciudad. Parecía como una gran catedral, en tonos grises y marrones, con pináculos acabados en punta y un gran campanario.
-León: ¿Una iglesia…?
-Slayer: No, el campanario es para avisar a la gente del pueblo cuando nos ataca un monstruo o cuando hay algún evento importante, y los pináculos son en realidad ballestas gigantes que lanzan esos pinchos.
-León: Brutaaaaal…
-Sami: Bestias…
Siguieron avanzando durante un rato, mirando a los lados por si encontraban más monstruos, pero no hubo ningún ataque.
-Slayer: Que raro, nunca atacan en solitario.
Al fin llegaron ante el edificio central. Sin embargo, el panorama les ofreció una nada grata sorpresa.
-Slayer: Ja… ya me parecía raro a mi…
La parte delantera de la sede estaba plagada de lobos como el de antes. Había casi una docena.
-León: Mierda… ¿Cómo nos las arreglaremos?
-Slayer: Hay que abatir el máximo de enemigos posible antes de que nos vean, por lo que… Sami, tu arma es de largo alcance, te toca atacar. Yo lanzaré una onda como la del otro día.
-Sami: ¿Bromeas? Nunca he usado uno de estos…
-Slayer: No bromeo, sólo inténtalo.
Mientras hablaba, la espada de Slayer empezó a brillar.
-Sami: Mierda, ahora desearía tener una de esas espadas… ¡Aaah, a la mierda!
Hizo girar la enorme cadena por encima de sus cabezas y la lanzó con todas su fuerzas. La púa delantera se clavó en la cabeza de un demonio, que murió en el acto.
-Sami: N-no me lo puedo creer…
Los ojos le brillaron de emoción.
-Sami: ¡Le-le he dado! ¡Leo, le he…!
-Slayer: Apartad.
Slayer se levantó, mostrándose ante sus enemigos. Sin embargo, apenas tuvieron tiempo de darse cuenta de lo que pasaba antes de que el corte de energía acabase con tres de ellos al primer toque. Al ver que su número se había reducido tan repentinamente, tomaron una posición defensiva ante sus agresores.
-Slayer: León, tú y yo nos encargaremos de los que quedan, mientras ella nos cubre las espaldas. ¿Capisce?
-León: T… todo menos lo de “capisce”…
-Slayer: Bien, ¡a la carga!
Slayer corrió a toda velocidad hacia sus enemigos y se llevó a dos de ellos por delante de un sablazo.
-Slayer: ¡Vamos, hombre!
-León: ¡Ah, voy! ¡Hiaaaaaaaaa!
Se embaló hacia los demonios con la espada en alto e intentó golpearlos varias veces. Sin embargo, estos esquivaban fácilmente los torpes movimientos de León.
-León: ¡Joder, no acierto ni una! ¡Agh!
Un monstruo lo embistió y lo echó al suelo. Enseguida planeó abalanzarse sobre él y morderlo, pero un espadazo de Slayer le reventó literalmente la cabeza.
-Slayer: ¡Ése era tuyo, ostia! ¡O me ayudas o te mato a ti también!
-León: ¡Hago lo que puedo, jo…! ¡Eh, detrás de ti!
Al oír la advertencia de León, Slayer dio una vuelta de 360 grados, destrozando al monstruo que se le abalanzaba encima.
-Slayer: Vale, de momento te salvas. ¡Ahora mata a alguno!
-León: Ugh… es muy fácil de decir, pero…
-Sami: ¡Animo, Leooo!
La voz de Sami hizo recuperar las fuerzas a León.
-León: ¡Ahora mismo! ¡Ahiaaaaa!
El lobo esquivó de nuevo el ataque, pero en esta ocasión León giró la espada sobre si misma le cortó una oreja al monstruo, que se quejó de dolor y retrocedió.
-León: ¡Toma ya! ¡Muérete, perraco!
León consiguió acertar de lleno la cabeza del demonio, y tras intentar mantenerse en pie desesperadamente, cayó al suelo sobre un charco de sangre y exhaló su último aliento.
-León: ¡S-s-seeeeeeeeh! ¡¿Lo has visto, Sami?!
Algo pasó a toda velocidad por el lado de León, dirigido hacia un lobo que estaba a punto de morderle por la espalda. La púa del látigo se metió por la boca del monstruo y, de un tirón, acabó con él de un plumazo.
-Sami: ¡Ha!
-León: G… ¿Gracias…?
Mientras tanto, Slayer acabó con los enemigos restantes.
-Slayer: Bueno... Vale, no ha estado mal para ser la primera vez, creo que pasáis la prueba.
-En efecto.
Las puertas del edificio se abrieron.
-León: ¿Pero que…?
-Sami: ¡Hay supervivientes!
-Slayer: Esa voz… Hey, jefe, ¿Cómo le va?
Un viejecito con una larga y pulcra barba blanca y una túnica que le llegaba hasta el suelo apareció por la puerta.
-Pues no me puedo quejar. Viejo amigo…


-No me puedo quejar, viejo amigo.
-Slayer: Je. No hablemos aquí de quien es más viejo.
Slayer sonrió de oreja a oreja.
-Slayer: ¡Hahahaha! ¡Nunca cambiarás, viejo!
Se abalanzó a toda velocidad sobre el anciano, espada en mano.
-Ju ju ju. Sigues atacando igual que siempre.
El sablazo pasó por donde antes estaba el viejecito. Un segundo antes de recibir el ataque, éste había desaparecido como por arte de magia. Slayer elevó la vista hacia arriba y encontró allí a su jefe.
-Slayer: Ha… y tú sigues siendo tan escurridizo como siempre.
El director de la Hermandad apareció otra vez donde se encontraba en un principio, a la vez que tres hombres de uniforme salían por la puerta y se colocaban a la derecha, a la izquierda y detrás de él.
-Bueno, Slayer, ¿me vas a presentar a los chicos?
-Slayer: Sí señor. Hey, parejita, venid para acá.
-León: Y dale, que no somos novios…
León y Sami caminaron hacia donde se encontraban los dos personajes.
-¡Jojojo! Vaya, Slayer, parece que nos has traído gente joven. Justo de lo que andamos escasos.
-Slayer: Ya bueno, se metieron donde no los llamaban y al final me los tuve que llevar.
-León: Eejeem…
-Slayer: Eh, que es verdad. En fin, haced vosotros las presentaciones, que no es lo mio.
-León: Bueno, pues yo me llamo León.
-Sami: Yo soy Sami. Encantada, señor…
-Elderasio Quintón de Andanosburgo.
León y Sami se quedaron mirando al abuelete con cara de no entender una palabra.
-Elder: Podéis llamarme Elder.
-León&Sami: ¡Elder, Elder!
Elder soltó una Sonora carcajada.
-Elder: ¡Jaajaja! En fin, tengo una noticia para vosotros dos.
-Slayer: Ha… lo sabia.
-Elder: Ya te lo veías venir, ¿eh? Jo jo jo. Me conoces demasiado… Bueno chicos, tengo algo importante que deciros.
Elder tomó aire.
-Elder: Habéis aprobado.
León y Sami miraron al abuelo con cara extrañada.
-Slayer: Ay, que cortitos… Que estáis en la hermandad, eso es lo que dice.
-León: Aaaah. ¡¿AH?! ¡No me jodas!
-Sami: ¡Aaah, Leo, lo hemos conseguido!
Se cogieron de las manos y empezaron a saltar de arriba abajo, una y otra vez.
-Slayer: Dios mío… Jefe, yo creo que aún están muy verdes.
-Elder: En efecto, pero últimamente andamos escasos de efectivos, así que mientras sobrevivan a la prueba los nuevos alumnos tienen permiso para entrar.
-Slayer: ¿Ah, sí? ¿Tan pocos somos?
-Elder: Seguro que te has dado cuenta, últimamente los Titanes se mueven de manera muy extraña.
-Slayer: Bueno, la verdad es que sí que me he fijado en que ahora hay más misiones de derrotar Titanes de lo normal. Lo lógico sería que siguiera habiendo monstruos normales y algún que otro Titán, pero últimamente los hay por todos lados.
-Elder: Y eso no es lo único que he descubierto, pero si no te importa lo hablaremos después, en mi despacho. Gandis, llévalos con los nuevos para enseñarles cómo funciona la Hermandad.
Gandis, uno de los guardaespaldas que acompañaban a Elder, que tenía pinta de tipo duro, hizo una señal a León y Sami para que lo siguieran.
-Slayer: Venga, chicos, espero que os vaya bien.
-León: Y mientras tú te quedas aquí de cháchara…no es justo.
-Slayer: Ja… yo ya me esforcé para llegar a nivel B, así que tengo bien merecido mi descansito. Chínchate.
Sami, por su parte, se arrodilló delante de Slayer y lo miró con ojos de cordero degollado.
-Sami: Slaaaay… Porfaaaa…
-Slayer: ¡M-mierda!
Apartó la mirada para evitar la táctica de Sami.
-Slayer: Ni hablar… A entrenar los dos, ¡ya!
-Sami: ¡Vale, vale! Jo, como se pone…
-León: No nos quiere, Sami…
Los dos empezaron a poner verde a su maestro mientras seguían al guardia.
-Slayer: Cht… enanos…
-Elder: ¡Jeejeejeejee! Te van a traer más de un dolor de cabeza.
-Slayer: No lo dudo…
Los dos estuvieron un rato contemplando lo que, aún teniendo aspecto de ciudad, era un gigantesco campo de entrenamiento. Una brisa fresca acariciaba la piel y se llevaba las hojas caídas de los árboles, y el Sol se ponía lentamente por el horizonte.
-Slayer: Aaaah… la calma antes de la tormenta…
-Elder: Tú lo has dicho.
Se quedaron un poco más mirando cómo se ponía el Sol hasta que Elder se dirigió a Slayer.
-Elder: ¿Entramos?
-Slayer: Sí, entremos.
Se giraron hacia la puerta abierta de par en par y entraron en el edificio. Los guardianes de las puertas las cerraron mientras los dos subían por unas extensas escaleras cubiertas por una alfombra roja. Después de subir unos cuantos pisos, pararon ante una puerta de madera, enorme, de unos tres metros de altura. Elder la abrió e invitó a su invitado a pasar.

Sami y León se encontraban en una sala llena de pupitres, ocupados por otros diez o doce novatos, algunos de aspectos muy raros, que habían pasado la primera prueba hacía poco. Un hombre de aspecto imponente, musculoso y muy alto, daba la clase con una voz grave.
-Bien, enanos, estáis aquí porque la Hermandad de Héroes necesita carne fresca para sus misiones, así que más os vale dar todo lo que tengáis, porque las clases teóricas no son nada comparadas con las prácticas.
-León: Entre tú y yo, a mi este tío me da mal rollo…
-Sami: Ya ves… seguro que es a causa de un trauma infantil.
-Bueno, ¿Qué tenemos aquí? ¿Una parejita? Humanos, ¿verdad? ¡Ja! Muy buena suerte, tortolitos. La vais a necesitar.
Toda la clase miró a León y Sami.
-León: Uigh… P-perdone…
-Sami: Dios mío, que vergüenza…
-Bueno, dejando esta intromisión de lado… Las clases teóricas serán sólo los primeros días, y luego vendrán las prácticas, donde suelen caer la mitad de los alumnos. Pero como de momento estamos en el aula, voy a explicaros todo lo que la Hermandad sabe sobre los monstruos.
Todos los alumnos excepto Sami y León sacaron cuadernos y bolígrafos-algunos con formas muy extrañas-y empezaron a tomar apuntes.
-Los monstruos, demonios, o como queráis llamarlos, son la fauna más peligrosa que hay en los diferentes mundos. Por ejemplo, en la Tierra están los Dragones o los Monstruos marinos, en el mundo de Merle hay Gauntels dientes de sable, y en este mundo, Etéria, hay monstruos como los Yaksha, que son los lobos de la prueba que todo vosotros habéis pasado. También hay tipos de demonios que habitan en más de un mundo, por ejemplo los mismos Yaksha. Éstos viven en manadas, con un líder, y cuando el jefe nota que le quedan pocos años de vida, se traslada a vivir a otro mundo, mayoritariamente a mundos tranquilos como la Tierra, a disfrutar sus últimos años.
-León: Oh. Yaksha…
Toda la clase volvió a dirigir la mirada hacia el mismo sector.
-Vaya, ¿tienes algo que decir, jovencito?
-León: B…bueno… He oído hablar de los Yakhsa. En la Tierra son conocidos como espectros con forma de perro que viven mayoritariamente en la India.
-Bien, esa es una buena observación. Sí, India es un lugar que reúne condiciones muy favorables para estos monstruos. Seguramente los llaman así porque alguien de la hermandad procede de ése lugar. Vale, clase, ahora sí que entraremos en materia, porque vamos a profundizar en los tipos de monstruo.
-León: Uuuuf…
-Sami: Jejeje… que presión, ¿no?
-León: Ni te lo imaginas…

El despacho del director de la Hermandad de Héroes era una enorme sala de paredes de madera de alta calidad, con varias estanterías llenas de libros y, hacia el fondo de la habitación, se encontraba un gran escritorio, a rebosar de papeles y de anotaciones, y con un tintero en una punta. Elder estaba sentado frente al escritorio en una cómoda butaca, y Slayer se había sentado en una silla que se encontraba ante el escritorio, que seguramente servía para recibir a los invitados.
-Elder: Hace mucho que no hablamos aquí.
-Slayer: Sí. La última vez fue cuando ocurrió el desastre de hace siete años.
-Elder: Eso fue el principio de lo que empieza a manifestarse. El enemigo aumentó su poder increíblemente y pudo hacer frente a la Hermandad gracias a ello. Después de la primera batalla perdida, su poder no ha parado de crecer, y así están las cosas.
-Slayer: Seh. Es la consecuencia lógica de lo que ocurrió ése día.
Slayer suspiró mientras acariciaba levemente su espada.
-Slayer: Eso es lo que pasa cuando alguien de rango S cede y se vuelve un Titán.
...
León y Sami salieron del aula y se dirigieron a las puertas de la Hermandad.
-León: Waaaagh… yo no puedo soportar esa presión…
-Sami: He escrito más apuntes en la clase de hoy que en toda una semana de clase normal… Ay dios, siento que me va a explotar la cabeza…
-León: ¿La cabeza? A mi se me va a caer la mano si sigo usándola tanto…
Sami se paró de golpe.
-León: ¿Qué pasa?
-Sami: N… nada… es que lo que has dicho ha sonado un poco…
-León: ¿Qué ha sona…? ¡Agh! ¡Sami!
-Sami: ¡Q-que quieres, soy una adolescente, es normal que malinterprete… ciertas cosas!
-León: Ya pero… jo, es que me ha pillado tan de sopetón que…
-Sami: Vale, vale, la próxima vez me lo callaré, ¿si?
-León: Pues te lo agradecería… ejejeje…
-Slayer: Cht… tortolitos…
Slayer puso las manos en un hombro de cada uno de ellos.
-León: Ah, hola tío.
-Sami: Hey, Slay.
-Slayer: ¿”Tío”? ¿”Slay”? Vaya, que confianzas.
-Sami: Qué puñetas, tendremos que llevarnos bien con nuestro maestro.
-León: Sí, ya que te tenemos que aguantar tanto tiempo, que por lo menos sea por las buenas.
-Slayer: Ya, ¿y quien dices que tiene que aguantar a quien? En fin, por hoy ya se acabado la instrucción, así que dirigíos al portal que hay frente el edificio. Habrá un mago que se encargará de que el túnel os lleve a casa, sólo tenéis que decirle vuestros nombres. Tiene la lista de toda vuestra promoción, así que con eso le bastará.
-León: Vaya, qué controlado tenéis todo esto. ¿Seguro que no se equivocará?
-Slayer: El encargado es un viejo decrépito que lleva cincuenta años haciendo el mismo trabajo y cobrando la misma miseria todos los meses, así que sí, sabe lo que se hace.
-Sami: Vaya… gracias por la información, intentaré no acercarme mucho a él…
Sami y León se despidieron de Slayer y se dirigieron a la salida. Allí se encontraron al abuelo, tal y como Slayer les había dicho. Sami lo saludó.
-Sami: Hola, buenos días tenga usted.
-Quiero morirme…
La respuesta hizo que, instintivamente, Sami se escondiera detrás de León.
-Sami: Aaaayay… que miedito…
-León: Je… anda que… somos Sami y León.
El viejo hizo un gesto con el dedo y el vórtice cambió de dirección y se iluminó un poco. Después de despedirse del encargado, saltaron a la espiral y aparecieron en el salón de casa de León.
-León: Vaya día hemos tenido.
-Sami: Pues sí, así que si no te importa me voy a casa, porque estoy reventada.
-León: Oh, te acompaño.
León le abrió la puerta a su amiga y la dejó pasar primero. Él la siguió a la vez que cerraba la puerta.
-Vaya, vaya, vaya… ¿Escapada nocturna?
El comentario hizo que se giraran de golpe. Jolie estaba justo a la derecha de la salida de la casa.
-León: Q-que va, sólo la acompaño a casa.
-Sami: Eso, no hay porqué casar conclusiones precipitadas.
-Jolie: Ya, claro. Leo, te espero, que yo no se cocinar.
Dicho esto, entró en casa y los dejó solos.
-Sami: Aaaay… ahora da corte ir juntos… ejejeje…
-León: Sí… hehe…
Echaron a andar en dirección a casa de Sami. Por el camino anduvieron muy callados, sin mediar apenas palabra alguna, hasta que llegaron hasta su portal.
-Sami: Bueno, aquí es, Leo.
-León: De acuerdo pues, aquí te dejo. Buenas noches.
-Sami: Buenas noches, Leo.
Sami le dirigió una sonrisa a León y después desapareció por la puerta. La imaginación asaltó de nuevo a León y le hizo pensar que aquella sonrisa tenía que significar algo.
-León: Je… jejeje… La tengo en el bote.
Con una sonrisa de idiota, León echó a caminar en dirección a su casa. Al cabo de un rato, que esta vez pareció tres veces más largo que antes, llegó a su casa de nuevo.
-León: Ya estoy en casa, Jo!
Al día siguiente, Sami y León quedaron para ir a dar una vuelta y hablar sobre lo que les estaba pasando. León fue a buscarla a su casa y desde allí pasearon un rato hasta llegar al parque, y allí se sentaron en un banco.
-Sami: ¿Qué, tú como lo ves?
-León: Muy negro.
-Sami: Ya, bueno, especifica un poco.
-León: Pues que no me veo matando bicharracos como el del otro día, ya me costó el lobo de ayer.
-Sami: Ya, pero recuerda que estás obligado hasta que le salves la vida a Slayer.
-León: Gracias por recordármelo, ¿eh…?
-Sami: De nada, para eso están los amigos.
Mientras tanto, en Etéria, Slayer andaba por el cuartel general de la Hermandad acompañado de Elder.
-Slayer: Yendo al grano, ¿hay alguna novedad, viejo?
-Elder: Ciertamente, una manada de Yaksha está establecida cerca de la ciudad. Seguramente aprovecharon la brecha de hace unos días para colarse dentro de la barrera, por eso ayer la prueba consistía en matarlos, porque capturamos unos cuantos para la prueba.
-Slayer: Eh, un momento, ¿qué pasó hace unos días?
-Elder: Cierto, ahora que lo pienso tú estabas en la Tierra cuando ocurrió. Uno de los magos enfermó y su sustituto estaba desaparecido, y justo en ése periodo de tiempo nos intentó atacar un Titán.
-Slayer: ¿Mientras yo estaba fuera? Que inoportuno. De todas maneras no podía ser un Titán cualquiera, porque por mucho que la barrera esté incompleta sigue siendo un escudo insalvable.
-Elder ése Titán había sido en sus días un nivel B, de un poder parecido al tuyo. Su nombre era Yoma, y era conocido como La flecha de Etéria. Es aquel guerrero que, una vez, nos salvó del Dragón Blanco que tú y yo conocemos tan Bien.
La última frase que salió por la boca de Elder golpeó a Slayer en el corazón.
-Slayer: ¡¿Qué ahuyentó a…?! ¡Entonces no podía ser nivel B, es imposible!
-Elder: Y sin embargo mírate a ti, eres B pero tu poder es muy superior a eso, incluso me atrevería a decir que te acercas al S.
Slayer suspiró. Acto seguido, se levantó y se acercó a mirar por la ventana.
-Slayer: Viejo, tú ya sabes porqué soy nivel B.
-Elder: Sí. El error de hace siete años… nos cambió a todos.
Hubo un largo silencio. Durante más de diez minutos, no se oía más que un rumor de fondo que emitía el ajetreo de la gente de abajo. Finalmente Elder habló con su compañero.
-Elder: En el accidente del otro día perdimos cinco guerreros de nivel B y dos de nivel A.
-Slayer: Por eso aceptáis a cualquiera que pase la prueba, ¿no?
-Elder: Sí, vamos escasos de efectivos. Además, en cuanto a la colonia de Yaksha…
-Slayer: Debe de ser muy grande si cogisteis a doce. ¿Cuántos son más o menos?
Elder suspiró.
-Elder: Más de cincuenta, y un líder que debe rozar los cien años.
-Slayer: He…
Slayer sonrió con afectación.
-Slayer: Si es que no os puedo dejar solos. ¿Cual es el plan?
-Elder: Los más poderosos salieron a darle caza al Titán y ahora mismo están en batalla, así que tendremos que echar mano de los nuevos.
-Slayer: ¿Los nuevos?
Slayer sonrió.
-Slayer: Eso me va perfecto.

-León: Oye, Sami, ¿cómo se supone que iremos a Etéria?
-Sami: Pues por los por… ¡Ah, es verdad!
-León: Pues mejor que vayamos a mi casa, porque si pasa algo Slayer irá allí y si no nos encuentra saldrá, y volverá a perderse, y ya la habremos liado.
Los dos jóvenes volvieron a casa de León. Allí, al abrir la puerta, encontraron a Slayer… y a Jolie acosando a Slayer.
-León: ¿Pero qué…?
-Jolie: ¡Oh, Leo, hola! ¿Cómo ha ido vuestra cita!
-León: ¡Y dale, que no era una cita!
-Slayer: Ya, ya…
-León: ¡Eh, tú! ¡¿Qué se supone que haces aquí?! ¡No estarás sobando a mi hermana!
-Slayer: Tranquilo, más bien es lo contrario…
-Jolie: Eeejeje… ¡Eh, un momento! ¿Qué es eso de que habíais quedado con Slay y no me habéis avisado? Eres un mal hermano, Leo.
-León: ¡Mira quien habla! Además, no sabíamos que él vendría.
-Sami: Cierto.
-Jolie: Da igual, me he enfadado, ahora me voy a mi habitación.
Jolie se levantó.
-Jolie: Vamos, Slay.
-Slayer: ¡¿Q-que?! ¡A mi no me lleves al huerto!
Jolie se acercó a Slayer hasta casi tirársele encima y lo miró fijamente a los ojos mientras ponía cara de pena.
-Jolie: ¿Es que no te gusto, Slay…?
Slayer se sonrojó al ver a Jolie-y al escote de Jolie-tan cerca de él.
-Slayer: ¡Bu-bueno, en ningún momento he dicho eso…!
-Jolie: ¡Ah, entonces bien!
Cogió a Slayer de las manos y lo intentó arrastrar con ella.
-Slayer: ¡Espera, espera! Es que… tengo que ir a un sitio con ellos dos.
-Jolie: Hmmm…
Jolie miró acusadoramente a Slayer y seguidamente a León y Sami.
-Jolie: ¿Y qué sitio es ese?
Slayer se quedó bloqueado. Había pensado una excusa, pero ahora no podía arreglarlo para que todo pareciese normal. Empezó a calentarse la cabeza para intentar buscar una excusa, hasta que…
-Sami: ¡T-tiene un trabajo para nosotros!
-Slayer: ¡E-eso! ¡Un trabajo!
-Jolie: ¿Trabajo?
-Slayer: ¡Sí, sí!
-Jolie: ¿Y en qué consiste?
-Slayer: Eeeeh… digamos que tiene que cumplir encargos.
-Jolie: Hum…
Después de mirarlos varias veces con cara de malas pulgas, su expresión cambió totalmente.
-Jolie: Bueno, si es así llévatelos, ya tienen edad para arreglárselas solos. ¡Confío en ti, Slay!
-Slayer: Ssssi señora…
-Jolie: Bien, yo voy a prepararme, ayer pasé el cásting pero hoy habrá una segunda ronda. ¡Hasta otra, queridito miiio!
Jolie subío las escaleras moviéndose con un aire sensual para llamar la atención de Slayer. Éste no pudo evitar seguir sus curvas hasta que recibió una patada en el culo por parte de León.
-León: EEJEEEM.
-Slayer: L-lo siento, es que… Jo, es que vaya hermana tienes.
-León: ¡Eh, sólo yo puedo hablar así de ella!
Instantáneamente, los dos recibieron una colleja cada uno.
-León: ¡Auch!
-Slayer: ¡Au! ¿A que ha venido eso?
-Sami: ¡P-pervertidos! ¡No os quedéis a menos de un metro de mi!
-León: ¡¿QUÉ?! ¡No, no, vale, lo retiro, pero no me digas eso!
-Sami: Bueno, bueno, ya me lo pensaré… ¿Y tú que haces aquí?
-Slayer: Pues que tenéis una misión. Hay una manada de Yakshas en las afueras de la ciudad, y junto con otros grupos tenemos que cargárnoslos. Son unos cincuenta, y además hay un jefe. De ése nos encargaremos los maestros, mientras los novatos matáis a la morralla.
-León: Ahí va… Pero si ni siquiera tenemos el nivel E, no podemos.
-Slayer: En situaciones críticas… Los más fuertes han salido de la ciudad por razones que no vienen al caso, así que os necesitaremos en el frente de batalla.
Slayer les tendió la mano.
-Slayer: Que me decís, ¿me vais a acompañar?
León y Sami se miraron a los ojos. No les costó demasiado decidir su respuesta. Los dos le dieron la mano a Slayer.
-Sami: Claro que sí.
-León: Je. Puedes contar con mi espada.
-Slayer: Perfecto…
Slayer movió ligeramente la mano y apareció un portal como el de la última vez.
-Slayer: Adelante, chicos. Hoy será nuestra primera misión como grupo. Y juro por todo lo que hay en éste mundo que no va a ser la última.
El grupo se adentró en el portal en medio de un sinfín de brillos y de luces.

-Elder: ¿Preparados? Llegará en cualquier momento.
Elder se encontraba en la puerta de entrada del cuartel general de la Hermandad de Héroes, y frente a él esperaba sus órdenes un grupo de guerreros.
-Elder: De acuerdo, con vosotros y los que quedan por llegar seremos cuatro en grupos en total, un maestro por cada dos alumnos. Cuando el capitán llegue, poneos en el orden que él os diga y seguidla hasta la muerte si hace falta.
-Slayer: ¡Heeeey, viejo!
Slayer se acercaba sonriendo con sus dos alumnos detrás de él.
-Elder: Justo a tiempo, compañero, me estaba quedando sin discursos que dar… Luchadores, éste, Slayer, será vuestro capitán.
Slayer se presentó ante los nueve guerreros que iban a acompañarle en su misión.
-Slayer: Mi nombre es Slayer, soy rango B y uso una espada pesada para combatir.
Los tres maestros dieron un paso al frente y se arrodillaron ante él.
-Raziel: Mi nombre es Raziel, soy nivel D, y mi especialidad es el arco.
-Hox: Yo me llamo Hox, soy de rango C, y lucho con una lanza ligera de doble hoja.
-Angus: A mi me llaman Angus. Mi arma es un hacha gigante, aunque también lucho con martillos de guerra.
Raziel era un hombre alto, delgado y con una cabellera larga y plateada. Sus largas orejas hacían denotar que se trataba de un Elfo. En cuanto a Hox, aparte del cabello en forma de púas de color azul no había ningún rasgo característico que lo distinguiese, pero emitía un leve y misterioso fulgor. El que llamaba más la atención era Angus. Era un hombre con unos músculos colosales, tenía una barba larga y negra hasta las rodillas y medía casi dos metros.
-Slayer: Un elfo, un mago y un gigante, ¿verdad?
-Raziel: En efecto.
-Hox: Bingo.
-Angus: Te equivocas, capitán, no soy un gigante.
-Slayer: ¿No?
Slayer miró extrañado a Angus.
-Slayer: ¿Y qué eres entonces?
-Angus: Soy mitad hombre y mitad gigante. Tengo la fuerza bruta de un gigante y la inteligencia de un humano.
-Hox: Ya, bueno…
Angus se giró hacia Hox.
-Angus: ¿A que viene eso, mago de tres al cuarto?
-Hox: Pues que dudo que seas lo suficiente listo como para liderar a unos chavales.
-Angus: ¡JA! Tienes agallas, mago de pacotilla, pero veamos si demuestras lo mismo en el campo de batalla. ¡Vamos, chicos!
Mientras Angus se reía, sus alumnos lo siguieron.
-Angus: ¡A ver quien lo encuentra antes!
-Raziel: ¡Espera, aún no nos han dado las instrucciones!
-Slayer: Da igual, la verdad es que no hay ningún plan concreto que seguir. Sólo cargarnos a todos los que pillemos, y creo que justo eso se le da muy bien…
-Hox: Panoli… Bien, empecemos la misión, no pienso dejar que ése pedazo de animal lo encuentre antes que yo.
-Slayer: De acuerdo, en tres horas nos encontraremos aquí, si alguien ve a Angus que se lo comunique. En el caso de que acabarais con el líder de la manada, cortad la punta de la cola y traedla aquí para probar que lo habéis matado. Eso es todo, buena suerte.
-Elder: Esperad un momento.
Justo antes de que todos salieran corriendo, Elder llamó su atención.
-Slayer: ¿Qué pasa, viejo?
-Elder: Esta es una misión que requiere nivel D, así que el grupo que lo derrote ganará los suficientes puntos para que los dos alumnos suban al nivel E.
-Raziel: ¡¿Qué?!
-Hox: ¡¿Va en serio?! ¡Chicos, esforzaos al máximo, puede que hoy volváis a casa siendo oficialmente guerreros de la hermandad!
Todos los aprendices empezaron a sentirse llenos de energía, a dar saltos de alegría o simplemente a abrir la boca de par en par. Éste último era el caso de León.
-León: ¿Nivel E? ¡Uah, cada vez está más cerca mi muerte!
-Sami: ¿No estás emocionado, Leo? ¡Podemos convertirnos en nivel E hoy mismo! ¿Sabes que significa eso?
Los dos sonrieron de oreja a oreja.
-León: No habrá más clases… ¡Niajajaja!
-Sami: ¡Yupi, nos vamos a salvar!
-Slayer: Cht… primero tenéis que sobrevivir y segundo ayudarme a acabar con la manada, así que no cantéis victoria. Venga, vamos allá.
Slayer salió corriendo a toda velocidad hacia las montañas.
-León: ¡Eh, espera!
León y Sami corrieron para intentar seguir el ritmo de su maestro.
-Hox: ¡Venga, chicos, no tenemos todo el día!
Hox y sus alumnos salieron corriendo rápidamente hacia el mismo punto que el equipo de Slayer.
-Raziel: Bueno, parece que tenemos un premio sustancioso, chicos. ¡Vamos a darlo todo!
-¡Si!
-Elder: Jojojo. ¿Y cómo pensáis darlo todo si ya os han adelantado tanto?
-Raziel: Así.
Raziel emitió un silbido metiéndose dos dedos en la boca, y pocos segundos después una sombra se cernió sobre ellos.
-Raziel: ¡Vamos allá, dadme las manos!
Los alumnos de Raziel se le cogieron y, instantáneamente, éste dio un salto tremendo y aterrizó en el lomo de una gran águila a la que él mismo había llamado. El enorme pájaro se alejó de allí volando majestuosamente.
-Elder: Jejeje… Parece que he elegido un grupo un tanto heterogéneo…
Se peinó la barba con las manos mientras se dibujaba una sonrisa en su cara.
-Elder: ¡Me gustará ver los resultados!

Slayer estaba sentado sobre una enorme roca esperando a que llegaran León y Sami.
-Slayer: Cht… Lentos…
Los dos aprendices corrían hacia su maestro sacando fuerzas de flaqueza para seguir el ritmo que se les imponía.
-León: ¡Uagh! ¡Arf! ¡Tío, déjanos respirar! ¡Somos humanos!
-Slayer: Ahí está el problema, que los humanos sois unos debiluchos…
Finalmente lo alcanzaron y se pararon a descansar.
-Sami: Aah… aah… Aaaay, llevamos corriendo más de media hora sin descanso, sin agua, sin comida… ¡Quiero una ducha!
-Slayer: Serás caprichosa… Escuchadme de una vez, tenéis que adaptaros a este tipo de cosas, porque será algo que tendréis que hacer muy a menudo.
-Sami: ¡¿Q-qué?!
-Slayer: Como si fuese tanto…
-León: Somos humanos, repito.
-Slayer: Cierto, cierto… los humanos no estáis adaptados a la lucha.
-León: Ya, y tú eres la excepción, ¿no?
-Slayer: Eh, eh, que quede claro, yo no soy humano.
-León: ¿Qué que…?
Miraron a Slayer con cara de tener a un loco delante.
-León: No me lo creo. Las piernas, los brazos, la cabeza… Ni siquiera tienes cola, lo mires por donde lo mires eres un hombre.
-Slayer: Pero bueno, no debéis dejaros llevar por la apariencia. Os repito que no soy un humano, soy un…
Slayer se calló a media frase.
-Slayer: Da igual, no importa lo que sea. Lo que importa es que seguro que ya nos han adelantado. Vamos.
Slayer echó a andar hacia las montañas.
-León: ¡E… espera!
-Sami: ¡Hey, venga, dilo! ¿Qué ibas a decir?
-Slayer: Que me sueltes, Sami.

-Hox: Vamos, chicos, no podemos dejar que ése Angus haga mejor papel que nosotros.
Hox y sus alumnos se arrastraban entre unos arbustos, acechando a un pequeño grupo de Yaksha que estaban bebiendo agua de un arroyo. Se acercaban sigilosamente hacia sus presas, vigilando todas las vías de escape. Finalmente, Hox dio la señal cuando quedaban pocos metros.
-Hox: ¡Ahora!
Él y sus dos alumnos cargaron hacia los monstruos, que no se esperaban nada. En menos de un segundo, la vara de Hox ya estaba girando sobre si misma a la vez que decapitaba a uno de los Yakhsa y lanzaba una bola de fuego hacia otro. Éste segundo ataque fue esquivado de un salto por parte del demonio, pero instantáneamente una sombra lo atravesó literalmente. El Yaksha cayó al suelo atravesado por en medio de la barriga a la vez que el novato aterrizaba de pie, con una cuchilla en el brazo derecho.
-Hox: -¡Bien, Endel! ¡Carmina, encárgate del que queda!
Carmina, la segunda alumna de Hox, era una chica delgada y con formas, una larga trenza que le llegaba hasta casi las rodillas y orejas alargadas que indicaban que, al igual que Raziel, era una elfa. Sacando una flecha que llevaba en el carcaj de su espalda, hizo un rápido movimiento de muñeca y la disparó con el arco en forma de media luna que sostenía en la mano derecha. El flechazo de Carmina fue en línea recta hacia su objetivo, que intentaba huir desesperadamente, hasta que fue alcanzado por el disparo, que le entró por debajo de la cola y le salió por la boca. El Yakhsa cayó al suelo en el acto, inerte, y el suelo empezó a teñirse de sangre.
-Carmina: “Oh flecha de sangre, que atraviesas los demonios, ven a mi y dame de beber el dulce jugo que has recolectado.”
-Endel: Iugh… ¡Master, lo ha vuelto a hacer! Me da escalofríos…
-Hox: Hahahaha… Puede ser, pero siempre nos viene bien una sádica en el grupo.
Carmina fue a recoger la flecha, que se había clavado en una piedra, y miró la sangre con un brillo extraño en la mirada.
-Endel: No, Master… No es sádica, simplemente está loca. ¿Seguro que es una elfa, y no una vampiresa o algo así?
-Hox: Se supone que es una elfa, pero no importa realmente si cumple con lo que le toca.
-Endel: Aún así…
De repente, mientras Hox y Endel conversaban, Carmina se dio cuenta de algo, y saltó hacia atrás un segundo antes de que un Yaksha cayera en el sitio donde anteriormente se encontraba. A mitad de la fase de vuelo, cargó una flecha en su arco y lo disparó directamente a la cabeza del monstruo, que murió en el acto. Aterrizó y se lanzó hacia donde la esperaban sus compañeros, listos para luchar de nuevo.
-Hox: Vaya, parece que tenemos una emboscada. Que divertido.
-Endel: Carmina, dime una cosa… has visto al bicho reflejado en la sangre del suelo, ¿no…?
-Carmina: …
Carmina miró fijamente a Endel, con unos ojos que parecían no tener fondo.
-Carmina: “El lago de la muerte trae consigo a las criaturas del infierno y los moradores de la oscuridad.”
Endel se quedó mirándola con los ojos como platos mientras retrocedía instintivamente.
-Endel: Aaaaihihiiii… ¡¿De donde la has sacado?!
-Hox: La rescaté en el bosque de Andrul, hace tres años. Llevaba con ella una rosa ensangrentada y estaba rodeada de cadáveres de todo tipo de monstruos.
Endel se quedó flipando. Abrió tanto la boca que su maestro tuvo que cerrársela.
-Hox: Es broma, hombre. ¿Cómo te puedes creer esa tontería?
-Endel: Tratándose de ella…
Carmina los miraba con aire de no estar enterándose de nada.
-Endel: Sí, tú hazte la inocente…
-Hox: Bueno, déjalo ya, ahora mismo tenemos cosas más serias de las que ocuparnos. Son siete, así que ya sabéis, tres para mí y dos para cada uno de vosotros.
-Endel: ¡Señor, sí, señor!
-Carmina: “La hora de la bacanal de sangre ha llegado…”
Cada uno de los tres se abalanzó en una dirección diferente hacia la destrucción de sus enemigos.

-Slayer: Ya ha empezado.
-Sami: ¿Qué?
Slayer sacó la espada de la funda.
-Slayer: Hox y los suyos ya están luchando. ¡Andando, tenemos que encontrar al líder mientras ellos estén entretenidos!
Salió corriendo hacia delante, dejando atrás de nuevo a Sami y León.
-León: ¡Mierdas! ¡Eh, espérate!
-Sami: ¡Hyaaah! ¡Se ha vuelto a largar! ¡Leo, vamos a demostrarle que los humanos también damos la talla!
Lo cogió de la mano y salió corriendo a toda pastilla para alcanzar a Slayer.
-León: ¡Uuuuaah! ¡Espera, esperaaaaa!
-Sami: ¡Un jamón! ¡Agárrate fuerte a mi!
La imaginación volvió a jugarle una mala pasada a León, que malinterpretó de la manera menos adecuada posible el comentario de Sami. En aquellos momentos, mientras la mente de León jugaba a hacer malabares, Angus y su grupo se encontraban delante de una enorme pared.
-Angus: Que pedazo de muro… Sabéis que hay que hacer, ¿no?
Arianna, una chica de aspecto tímido que llevaba una enorme espada a la espalda, abrió la boca tímidamente.
-Arianna: ¿Rodear la pared…?
-Angus: ¡MEEEC!
La cara de Angus esbozó una sonrisa que no parecía traer nada bueno.
-Angus: Sólo hay una manera de llegar arriba a tiempo.
Cogió su gigantesca hacha y la sostuvo en alto.
-Angus: ¡Doblegar la montaña!
El arma descendió a toda velocidad y justo antes de impactar contra la roca, se detuvo.
-Angus: Jajaja… Claro que no es eso, mujer. Vamos a escalarla. ¡Arriba!
De un tremendo salto, ascendió y se agarró a un saliente varios metros hacia arriba.
-Angus: ¡Vamos, ahora vosotros!
Arianna y el otro aprendiz de Angus miraron hacia la enorme pared que tenían que escalar.
-Arianna: Adiós, Enbu.
Arianna empezó a elevarse lentamente hacia arriba a la vez que desprendía un leve brillo, y comenzó a dirigirse al punto donde se encontraba su maestro escalando.
-Enbu: ¡Eh! ¡Eso es trampa, Ari! ¡Mierda, ya estamos otra vez!
De un salto similar al de Angus, aunque ni mucho menos tan potente, Enbu se agarró a una roca que sobresalía y empezó a trepar.
-Enbu: ¡Ahí voy!

-Slayer: ¡A tu derecha!
Instintivamente, León dio un sablazo con la katana en la dirección que Slayer le había dicho, matando a un Yaksha con el corte.
-León: ¡Bien! ¿Has visto, Sa…?
Sami estaba rodeada por tres monstruos que amenazaban con comérsela.
-León: ¡Uah! ¡No te muevas, ahora voy a…!
-Sami: ¡Quieto, Leo, no te muevas tú!
-León: ¿Qué…?
León miró preocupado la escena.
-León: ¿Qué vas a hacer?
-Slayer: Déjala, creo que ya se qué planea.
Cogiendo el látigo por el mango, Sami levantó el brazo y empezó a hacer un suave movimiento de muñeca girando sobre si misma. La punta afilada del arma empezó a levantarse del suelo y, finalmente, la escena se convirtió en un torbellino de pinchos y sangre. Los tres Yaksha salieron disparados hacia detrás llenos de heridas, y uno de ellos muerto. Aprovechando el momento que se le brindaba, Slayer se abalanzó sobre los dos que quedaban y, de dos cortes perfectamente enlazados, los partió por la mitad.
-Slayer: Rest In Peace.
-León: Wow… Que fuerte.
-Slayer: Deja de quedarte flipando y mata alguno, que siempre te estoy sacando las castañas del fuego.
-León: Perdón… ¡Eh, espera! ¿Por qué me disculpo yo?
Slayer apoyó la espada sobre su hombro derecho mientras caminaba en dirección al gran muro que se alzaba ante ellos a escasos metros de allí.
-Slayer: Andando, que somos los últimos.
León y Sami siguieron a su maestro hasta llegar a la gigantesca pared de piedra. Slayer se fijó en unos boquetes que había en la roca varios metros hacia arriba.
-Slayer: Uno de los grupos ha decidido escalar el muro. Vamos a sorprenderlos. Venga, cogeos cada uno a uno de mis brazos.
Sami y León obedecieron las órdenes sin rechistar y agarraron cada uno un bíceps de su maestro. Al instante, sintieron una enorme fuerza que los impulsaba hacia arriba.
-León: ¡Uuaaaaaah! ¡La madre que te parió, Slayer!
-Sami: ¡Aaargh! ¡Que me caigooo!
-Slayer: Sois unos flojuchos.
Slayer fue apoyándose en diversos salientes para reimpulsar sus saltos y no perder velocidad. Durante la ascensión, se fue cruzando con el equipo de Angus.
-Slayer: Hey, ¿cómo va, Angus?
Siguió yendo hacia la cima del muro, dejando atrás a Angus.
-Angus: ¡Slayer! ¡Venga, chicos, acelerad o triplicaré el tiempo de entrenamiento!
-Enbu: ¡¿Qué?! ¡Mierda, mierda! ¡Ari, llévame flotando!
-Arianna: Paso.
Arianna aumentó la velocidad con la que flotaba hacia arriba y poco a poco empezó a alejarse de Enbu.
-Enbu: ¡Serás traidora!
Al cabo de un buen rato escalando, Enbu llegó a la cima y se tiró sobre el suelo a respirar mientras buscaba a los miembros de su equipo.
-Enbu: Argh… arf… Ari, eres una mala pécora…
-Arianna: Yo sólo he ido más rápido para salvarme del castigo del maestro.
-Enbu: Sí, sí, pero que sepas que cuando me has adelantado te he visto las bragas.
La expresión calmada de Arianna se transformó en la cara de una fiera.
-Arianna: Enbu… ¡Eres un guarro!
La grandiosa espada que llevaba a la espalda se clavó a cinco centímetros de la cabeza de Enbu.
-Arianna: Como me vuelvas a mirar te corto la cabeza.
Arianna volvió a colgarse su arma y empezó a caminar alejándose de allí.
-Enbu: Maestro… esta a mi me da miedo.
-Angus: ¡Ja! Has sido tu el que le ha mirado las bragas, así que no te quejes. Andando.
-Enbu: ¡¿Qué?! ¡Pero si ha sido sin querer! ¡Ooooh, siempre soy yo el que recibe!

-Raziel: Tres. Dos. Uno…
Raziel tomó aire.
-Raziel: ¡Saltad!
Él y sus pupilos se lanzaron al vacío desde el lomo del pájaro gigante. Raziel hizo unos gestos con las manos y, de repente, su velocidad de caída empezó a disminuir. Una corriente de viento frenaba la caída del grupo. Finalmente, aterrizaron de forma suave sobre un enorme prado de hierba verde y brillante. Se respiraba tranquilidad por todos los poros de la piel.
-Raziel: Que tranquilidad.
Echó un vistazo a su alrededor.
-Raziel: Demasiada tranquilidad… Ume, Anoris, peinad la zona. Yo iré detrás de vosotros.
-Ume: ¡Sí señor!
-Anoris: A la orden.
Ume, una chica de pelo negro azabache que llevaba una espada en la cintura, salió corriendo a investigar la zona. Mientras, con aire aburrido, Anoris, que era un chaval de pelo rojo totalmente desordenado, cogió la lanza retorcida que portaba a la espalda y anduvo por la zona sin demasiadas ganas.

-Sami: ¿Falta mucho?
-Slayer: No lo se, eso depende de cuando encontremos al líder. O de cuando nos encuentre él a nosotros…
-Sami: Iiiiuh… Gracias por la información, me reconfortas…
-León: Oye, tío, ¿Cuánto tiempo llevamos fuera ya?
-Slayer: Más o menos hora y media, la mitad del tiempo, así que más nos vale encontrarlo cuanto antes.
-León: O que nos encuentre él.
-Sami: ¡Haz el favor de callarte!
Sami se escondió detrás de León.
-Sami: ¡Jo, que miedo que me da esto!
-Slayer: Serás quejica…
León emanó aires de grandeza y se agarró de la cintura a la vez que sacaba pecho.
-León: No te preocupes, Súper-León te protegerá.
-Sami: ¡Ajajaja! ¡Gracias, Súper-León!
-Slayer: Precisamente por eso deberías de temer aún más…
De repente, algo se movió entre unos matojos. Slayer se colocó en posición instantáneamente, y unos segundos más tarde sus alumnos tenían las armas en mano.
-Slayer: ¿Preparados? En cuanto salgan, atacad a matar.
-León: Entendido.
-Sami: ¡Señor, sí señor!
Slayer y León miraron a Sami fijamente, matándola con los ojos.
-Sami: Vale, vale… Jo, yo sólo quería relajar el ambiente.
Mientras estaban distraídos, los arbustos se separaron y de ellos salió algo.
-Slayer: ¡Mierda, hemos bajado la guardia! ¡Atacad!
-Hox: ¡Espera, espera, esperaaaaa!
La espada se detuvo a escasos centímetros de la cabeza de Hox.
-Hox: A-¡Asesino! ¡Casi me matas!
-Slayer: Anda, tú eres Hox.
Carmina y Endel salieron detrás de él de entre los arbustos.
-Endel: Madre mía, vaya tardecita que llevamos… Me he cargado ya siete.
Carmina miró a Endel a los ojos.
-Carmina: Yo nueve.
-Endel: Eres una sádica…
Volvió a mirarlo con esos ojos profundos como el océano.
-Carmina: “Los débiles serán castigados por la ira del más fuerte y morirán en un mar de sangre.”
Dicho esto, se giró y fue a ver a León y Sami.
-Endel: ¿E… era una amenaza…?
Sami y León miraron a Carmina de arriba abajo.
-Sami: Guau, que pelo más largo, y que ojazos… Cómo molan esa melena plateada y el iris de color rojo…
-León: Q… ¡Qué mona que es!
Los ojos entrecerrados de Carmina se abrieron de golpe. Sami miró a León con cara de malas pulgas.
-León: Quiero decir… que es guapa… bueno, ya sabes…
-Sami: Sí, sí… Pervertido.
-León: Jo, otra vez con esas…
Carmina se sonrojó. Como Sami y León la vieron ponerse roja, se giró y se puso de rodillas. Cogió un palito y empezó a escribir algo en el suelo.
-León: ¿Eh? ¿Qué estás…?
Roja como un tomate, Carmina señaló con el palo la palabra que había escrito en el suelo.
-León: “Lujúria”…
Intercambiaron miradas entre ellos, a la vez que se sonrojaban.
-León: Ay… ajaja… (¿Me estará tirando los tejos…?)
-Sami: Idiota… Borra esa sonrisa de la cara.
-León: Vale, vale. Jo, cómo estás hoy.
-Sami: ¡¿Cómo que cómo estoy hoy?! ¡Repítelo!
-León: ¡Ah! ¡¿Lo ves?! ¡A eso me refe…! ¡Ay!
-Sami: Jum… Tú a cinco metros de mí durante un rato.
Sami se fue y le dio una patada a una piedra por el camino.
-León: Qué genio…
-Endel: Mujeres, tío, mujeres.
-León: Eso va a ser. Por cierto, me llamo León.
-Endel: Yo Endel.
León y Endel se dieron la mano en señal de compañerismo.
-Slayer: Bueno, Hox, ¿qué tal lo hacen tus chicos?
-Hox: Pues Endel va tirando, y Carmina es una máquina. Nunca había visto tanto potencial en alguien tan joven como ella. ¿Y a tus alumnos cómo les va?
-Slayer: Bueno… tienen su gracia, al menos…
-Hox: ¡Hahaha! Son humanos, ¿no?
-Slayer: Sí. Para ser de su especie y llevar tan poco tiempo luchando no lo hacen mal, pero claro, comparados con cualquier otro alumno son un poco inútiles.
-Hox: Bueno, bueno, ya se arreglará. Recuerda aquel humano que llegó a rango A y se cargó él sólo a un titán.
-Slayer: Sí, bueno, eso también es verdad, pero mis pupilos aún están muy verdes. Espero que no la palmen durante la misión.
-León: ¡¿Qué?!
-Slayer: Es una misión de nivel D, si fueseis en solitario no tendríais ni una oportunidad, así que no te pongas de esa manera.
-León: ¡Igualmente! ¡¿Por que nos has metido en esto?!
-Slayer: En realidad ha sido Elder el que os ha agregado a la fiesta.
De repente, Carmina se puso delante de León y le posó una mano en cada hombro.
-Carmina: Y… yo te protegeré…
-Hox: Guau, nunca había visto a Carmina decir una frase sin cruzar palabras como “muerte”, “sangre” o “víctima”.
-León: ¿Q… qué quieres decir…?
-Slayer: ¡Jajaja! Está coladita por ti, Leo. A Sami no le va a gustar nada.
-León: ¡Te repito que no somos novios!
Carmina sonrió. Soltó a León y se fue tarareando una melodía. Endel, Slayer y Hox miraron a León.
-León: ¿Por que me miráis todos?
-Endel: No disimules, conquistadoooor.
-Hox: ¿Cómo lo haces? Todas van detrás de ti.
-León: ¡Q-que va!
-Slayer: Hombre… no me lo negarás. Míralas.
Slayer señaló en la dirección donde se encontraban las chicas.
-Slayer: Una cantando de alegría y la otra celosa perdida.
-León: ¡No te inventes cosas! ¡Aaaah, me estáis volviendo loco!
León se fue de allí y se adentró entre unos árboles con aire de enfado.
-León: ¡Humpf! Será posible… Siempre dando por saco.
Después de dar vueltas durante unos minutos, un ruido hizo que León se girara y se pusiera en guardia.
-León: Mierda… Como me haya encontrado la he cagado.
León tuvo tiempo para ver dos puntos luminosos en la oscuridad antes sentir como algo lo hacía caer.

JOOO JO JO JO... CONTINUAAARAAAA XDDD


Última edición por Gigathor el 12/04/10, 04:00 pm, editado 1 vez
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MensajeTema: Re: Paranoia número 1   Paranoia número 1 Icon_minitime02/04/10, 11:43 am

RESERVADO

pd: Me he dado cuenta de que poner "RESERVADO" entre este par de símbolos >< (pero puestos al revés) hace que después, en el mensaje público no se vea... que cosas XD





Slayer llamó a todos para que se reunieran.

-Slayer: Sami, ¿has visto a León?

-Sami: ¿Qué si he visto a quien? ¡Jum!

-Slayer: Deja los celos a un lado y ayúdame a buscarlo, anda.

-Sami: ¡¿Cóooooomo que celos?!

-Hox: No hay duda, está celosa.

-Endel: Sep.

-Sami: ¡Que no lo estoy! ¡Al próximo que lo diga le corto la cabeza!

Entonces, Sami notó unos toquecitos en la espalda y se giró. Lo que se encontró fue la profunda mirada de Carmina.

-Carmina: Celosa.

La expresión de Sami cambió totalmente, sus facciones parecían ahora las de un asesino en serie a punto de matar a su víctima.

-Sami: Tú quieres morir, ¿no?

De repente, sin previo aviso, Carmina desplegó su arco, cargó una flecha y la disparó hacia los árboles en un tiempo récord.

-Sami: ¿Q…? ¡¿Es una amenaza?!

-Carmina: Sal de en medio. Molestas.

Apartó a Sami con una mano mientras clavaba su profunda mirada en el bosque.

-Hox: ¿Pasa algo, Carmina?

-Carmina: Se acerca…

-Slayer: Al final nos ha encontrado él a nosotros.

Slayer sacó su espada y se preparó para encarar al líder Yakhsa. Endel, Hox y Sami imitaron a su capitán.

-Slayer: A mi señal, atacad sin piedad. Hox, tú y Carmina me ayudaréis con el grande, y los otros dos se encargarán de la morralla. Joder, a saber por donde anda León.

La duda de Slayer se disipó enseguida. León salió corriendo a toda pastilla de dentro del bosque. Unas manchas de sangre cubrían su camiseta.

-León: ¡Sálvese quien pueda!

-Slayer: ¡Joder, ¿ya te ha tocado?!

-León: ¡Que no, que me persigue porque le he dado yo!

Corriendo mucho más rápido de lo habitual, se escondió detrás de su maestro.

-León: ¡Venga, maestro, confío en ti para que te lo cargues!

-Slayer: ¡Una mierda! ¡Tu te encargarás de…!

Un gran estruendo se hizo, haciendo que por acto reflejo todos se giraran y esquivaran algo que realmente no estaba allí, y varios árboles fueron arrancados de cuajo por una enorme bestia color plata que irrumpió en la escena cargando contra ellos.

-Slayer: ¡Aquí lo tenemos, Hox! ¡Todos a una!

-Hox: ¡De acuerdo! ¡Carmina, vamos!

Mientras Hox y Slayer corrían a toda velocidad contra el enorme monstruo, Carmina sacó del carcaj una flecha con un movimiento lento y fluido. La punta de la flecha empezó a difuminarse, como si se tratase sólo de una vaga imagen. Mientras hacía esto, Slayer forcejeaba con su espada metida en la boca del Yakhsa, y Hox hacía girar sobre si misma a toda velocidad su arma, que empezaba a brillar por momentos.

-Slayer: ¡Leo, encárgate con los demás de cargarte a los Yaksha normales!

-León: ¡Vale, te he oído! ¡Sami, vamos!

-Sami: Huuum… Está bien, ya voy.

Más de una docena de lobos empezaron a arremolinarse en el campo de batalla.

-Endel: ¡Joder, doce contra tres! ¡Nos triplican en número!

-Sami: Nos cuadruplican, idiota.

-Endel: Eso.

-Sami: Hombres…

Endel y León se lanzaron a la carga mientras Sami los cubría desde la retaguardia con el látigo.

-Hox: Aguántalo un momento más, capitán, estoy a punto de encender mi arma.

-Slayer: ¡Estoy en ello, pero no veas como se mueve esto! ¿Dónde se ha metido Carmina?

-Hox: Ahora que lo dices, hace rato que no ha movido un dedo.

Justo en ese momento, notaron una poderosa aura muy cerca de ellos. Endel que acababa de matar un Yaksha, se giró.

-Endel: ¡Carmina!

Carmina estaba sosteniendo la flecha mientras sus brazos temblaban de la fuerza que tenía que hacer. El arco entero estaba brillando con un funesto fulgor azulado, y un líquido de color escarlata se deslizaba por la flecha hacia la punta.

-Hox: No me jodas que eso es sangre.

Cuando llegó al extremo, un aura de color rojo y negro rodeó instantáneamente a Carmina y la envolvió por completo. Lo siguiente que se pudo ver fue una estela negra y carmesí que se dirigía a toda velocidad hacia el demonio. Pocos segundos después, la bestia se encontraba a varios metros por detrás que antes y con un enorme agujero en el hombro izquierdo, mientras respiraba a marchas forzadas.

-Hox: ¡Joder! ¡¿Cómo has hecho eso?!

Se oyó un ruido parecido al de un peso muerto al caer.

-Endel: ¡Carmina!

Un Yaksha se lanzó contra Endel y lo tiró al suelo. Afortunadamente, tuvo tiempo para colocar la cuchilla que llevaba acoplada al brazo entre las mandíbulas del monstruo. El fétido aliento del demonio dio de lleno en la cara de Endel.

-Endel: ¡Ugh…! ¡Carmina!

Tres Yakhsa empezaron a andar en círculos alrededor de ella, mientras babeaban imaginando el festín que se iban a dar. Cada vez estaban más y más cerca, los ataques de Sami eran esquivados fácilmente desde esa distancia, y la muerte de Carmina parecía inevitable. Finalmente, cuando uno de los seres estaba a punto de saltar sobre ella, un amplio movimiento de espada le cercenó las patas traseras y un segundo ataque le atravesó el corazón entrando por el lomo. Rápidamente, León sacó la espada del cuerpo inerte del Yaksha y se encaró hacia los otros dos lobos, que lo miraban con aires de asesino.

-León: Mierda, espero que no se me coman aquí mismo...

Uno de los monstruos se abalanzó sobre él y lo hizo caer al suelo. León se encontraba bloqueando al Yaksha que tenía encima con la fina hoja de su espada.

-León: ¡Mierda, estoy en muy mala posición!

El lobo mordía y se agitaba con más fuerza a cada segundo que pasaba, y León perdía energía por momentos. Al poco de iniciar el forcejeo, la hoja de la katana empezó a agrietarse por el punto en el que estaba siendo forzada.

-León: ¡No, ahora no! ¡Mierda!

El segundo monstruo se lanzó a toda velocidad a morder a León. No tenía escapatoria, uno de ellos estaba a punto de arrancarle la cabeza de un mordisco, y el otro se acercaba a toda velocidad para destrozarlo con sus dientes. El Yaksha que corría a toda velocidad flexionó las patas traseras, saltó, y en medio del aire fue atravesado por una punta metálica, cayendo al suelo mientras agonizaba. El suelo se manchó de sangre, y la punta del látigo volvió a las manos de Sami, que estaba sonriendo con una expresión de satisfacción.

-Slayer: ¡No te muevas, Leo!

La espada de Slayer hizo volar al monstruo en trocitos de carne. Los alrededores se tiñeron de rojo, y los pocos Yakhsa que quedaban se escondieron detrás de su líder.

-Hox: Jejeje… los hemos acorralado, capitán, sólo tenemos que dar unos cuantos golpes más y habremos ganado.

-Slayer: Para nada, Hox… la fiesta acaba de empezar…

El sol acababa de ponerse, y cada vez había menos luz. A medida que el tiempo había pasado, el enorme demonio había ido ganando fuerza, hasta el punto que en aquellos momentos emitía un leve brillo plateado. Abrió la boca plagada de colmillos, inspiró y soltó un profundísimo aullido que sonó por todo el bosque. Todos los guerreros que se encontraban allí se taparon las orejas ante semejante ruido.

-Slayer: ¡Mierda, lo sabía!

De repente, otros dos Yaksha entraron en escena y se colocaron alrededor de su líder.

-Slayer: ¡Está llamando a la manada entera! ¿Cuántos habéis matado?

-Hox: Entre todos unos veinte…

-Slayer: Si vosotros habéis matado veinte y nosotros seis… Calculando que los demás habrán matado como mucho otros veinte entre los dos, habiendo matado nueve aquí y sabiendo que la manada es como mínimo de cincuenta…

Slayer sonrió con la cara de alguien que ha sido engañado.

-Slayer: Je, je, je… El viejo se había equivocado, no eran cincuenta…

Con un movimiento rapidísimo, destrozó en el aire a un Yaksha que acababa de llegar y que ese le estaba abalanzando encima.

-Slayer: ¡Este hombre no sabe donde nos ha metido!

Más de una docena de lobos salieron de todos lados y se juntaron con los demás de su manada para formar un ejército.

-Hox: Joder, esto se pone crudo…

Los ojos del líder brillaban en color rojo en medio de la noche que estaba al caer. Durante un instante, pareció que estaba sonriendo.

-Slayer: El cabrón se mofa de mí. Va a ver…

Slayer intensificó su energía. Las dos circunferencias de su espada se iluminaron y un aura brillante lo envolvió a la vez que se levantaba un viento que ponía los pelos de punta.

-León: ¡Mira, Sami, va a hacer lo mismo que en la playa!

-Sami: Sí, sí… a mi no me mires. ¿Por que no hablas con tu bella durmiente?

León tenía a Carmina, inconsciente, cogida en brazos.

-León: ¡Pero mujer, no te pongas así!

-Endel: Déjalo, tío. ¿No ves que esta celosa?

La punta del látigo pasó entre ellos dos y se clavó en un árbol.

-Sami: Al próximo comentario ya sabéis donde lo clavaré, ¿verdad?

-Endel: V-vale, ya paro, ya…

-León: Jo, Sami…

Mientras los jóvenes protagonizaban esta escena, Hox miraba admirado a Slayer.

-Hox: Así que… esto es un nivel B. Impresionante.

-Slayer: ¡Morid!

Dando un sablazo en el aire, una hoz de energía se dirigió hacia el grupo de Yaksha. El líder esquivó de un salto el ataque y la mayoría de los monstruos inferiores lo esquivaron echándose a un lado, pero cinco de ellos fueron alcanzados y murieron en el acto.

-Hox: ¡Bien! ¡Ahora son muchos menos!

-Slayer: Te equivocas. Ya viene otra oleada…

Repentinamente, un Yaksha salió disparado de entre la maleza y se aplastó contra una roca. Seguidamente aparecieron otros dos demonios que corrieron una suerte parecida, y el grupo de Angus entró en escena.

-Angus: ¡Jaaajaaja! ¡Vaya, parece que llegamos en el mejor momento!

Enbu y Arianna salieron disparados a socorrer a sus compañeros. Con un veloz movimiento, la enorme espada de hierro que ella llevaba a la espalda se desplomó sobre la cabeza de uno de los monstruos, las entrañas del cual mancharon de arriba abajo la ropa de Arianna.

-Enbu: ¡Aparta, Ari!

Antes incluso de que Enbu acabase de hablar, ya se encontraba en el aire tras dar un enorme salto mortal hacia detrás. Mientras aterrizaba al lado de León y Carmina, una especie de llamas azules rodearon las manos de Enbu y seguidamente salieron disparadas a rodear a otro Yaksha, que en pocos segundos cayó al suelo chamuscado. El hechizo volvió a sus manos y se apresuró a ir con los demás.

-Angus: Bien, Enbu.

-Enbu: Lo se, es que soy increíble.

-Arianna: Has tardado demasiado en matarlo.

-Enbu: ¡Tú a callar, que no haces más que quejarte, y eres tú la que ha acabado empapada de sangre!

La espada de Arianna se detuvo a escasos centímetros de Enbu.

-Enbu: ¡Joder, no me des esos sustos! ¡¿Y si un día se te cae?!

Al oír lo que le acababa de decir, Arianna sonrió levemente.

-Enbu: ¡Uah! ¡No te rías tanto, que es a ti a quien se le transparenta la ropa!

Dejó de sonreír. Arianna miró su ropa y advirtió que como estaba mojada con sangre, el tejido se transparentaba y se le veía la ropa interior. Su expresión cambió súbitamente.

-Arianna: Eres un guarro, Enbu…

Espada en mano, se lanzó de nuevo a la carga y destrozó a dos demonios que estaban intentando comérsela.

-Angus: Te la tiene jurada. Da más miedo cuando está así que cuando se pone a destrozar monstruos.

-Enbu: ¿A… a mi me lo dices…?

Mientras el grupo empezaba a movilizarse y volvían a la batalla, Carmina, que estaba en brazos de León, abrió lentamente los ojos.

-León: ¡Heeey, estás bien!

La cara de León se reflejó en la mirada de Carmina.

-Carmina: Sí…

León la ayudó a levantarse.

-León: ¿Cómo estás? ¿Puedes tenerte en pie?

-Carmina: S… sí…

-León: Vale, entonces, quédate aquí y descansa. ¡Yo voy a ayudarlos!

León se dispuso a salir corriendo cuando oyó otra vez la voz de Carmina.

-Carmina: Le… León…

Se giró para poder verla.

-León: ¿Qué pa…?

Carmina se dejó caer sobre León y le dio un abrazo tímidamente. León se quedó paralizado ante la situación. Ella levantó la cabeza y miró directamente a los ojos de León, que no pudo evitar pensar que jamás había visto unos ojos tan profundos y tan llenos de magia. Y entonces, Carmina le dio un beso en la mejilla.

-León: Car… mina…

Los brazos de Carmina soltaron a León. Durante unos segundos se quedaron parados, mirándose, pero un estruendo hizo que volvieran al mundo real.

-León: Eh… oh… creo que me necesitan… Ejeje… ¡Luego nos vemos!

-Carmina: A… adiós…

-León: Adiós, Carmi.

A la vez que León salía corriendo, Carmina se sintió muy sorprendida.

-Carmina: “Car… mi”…

Una sonrisa inocente se dibujó en su rostro.

-Slayer: ¡León, joder, atiende de una vez!

-León: ¡Lo siento, tío, estaba ayudando a esa chica!

-Slayer: ¡Ya tendrás tiempo de ligar más tarde! ¡Detrás de ti!

León empezaba a moverse con frescura en el campo de batalla. De un salto esquivó el ataque que se le venía encima y con un buen corte mató al Yaksha que había intentado atacarle por la espalda.

-León: ¡Ja! ¡Creo que me acabaré acostumbrando a esto!

Hizo un giro de trescientos sesenta grados y mandó por los aires a dos monstruos que tenía cerca. El látigo de Sami atravesó a uno antes de que éste cayera, y el otro voló en trocitos con un ataque giratorio de la lanza de Hox.

-Slayer: ¡Vale, buen trabajo todo el mundo, ya llevamos más de la mitad!

-Angus: ¡Y los que nos quedan! ¡Eh, cuidado!

En el último momento, la espada de Slayer se interpuso en el camino de los dientes del líder de la manada.

-Slayer: ¡Dios, un poco más y se me jala!

-Angus: ¡Ja! ¡Ahora voy!

Angus dio un salto enorme y, haciendo fuerza con los brazos, clavó su enorme hacha en el lomo de la criatura, que gritó de dolor y se alejó varios metros de un salto. La sangre empezó a correrle por la cara y sus ojos fijaron a Slayer. Como si se tratara de telepatía, un gran número de Yaksha empezó a rodearlo.

-Slayer: ¿Pero qué…? Joder…

Se encontraba totalmente rodeado por más de una veintena de lobos hambrientos que gruñían y rugían.

-Sami: ¡Slayer!

Su látigo se dirigió hacia uno de los que rodeaban a su maestro, pero a medio trayecto uno de los monstruos que no estaba en el círculo se interpuso en el camino, sacrificándose para no romper la formación.

-Sami: ¡Mierda!

-Hox: ¡Vamos, a la carga, hay que romper el círculo de Yaksha como sea!

-Slayer: ¡Quietos!

Todos se quedaron mudos.

-Slayer: No deis un paso más… y cuando os lo diga, saltad todo lo que podáis, ¿entendido?

Aún sin saber qué tramaba, todo el grupo asintió.

-Slayer: Bien… empieza la cuenta atrás. Diez… Nueve…

Angus notó como el aire empezaba a cargarse.

-Angus: Hox, ¿te estás dando cuenta?

-Hox: Espero que no, porqué si esta es la fuerza del capitán, Elder nos ha usado de cobayas…

-Slayer: Siete… Seis… Cinco…

Los círculos de la espada de Slayer se estaban iluminando, como la anterior vez en el muelle. Un leve fulgor azul empezaba a emanar de su cuerpo y el pelo empezaba a erizársele.

-Slayer: Cuatro…

-Endel: Jooooder, vuestro maestro tiene una energía impresionante.

-León: ¿Tú crees?

-Slayer: Tres…

León tragó saliva.

-Slayer: Dos…

Todo el grupo flexionó las piernas y se preparó para saltar.

-Slayer: Uno…

Slayer se había iluminado aún más y su mirada se había hecho profunda y penetrante. En aquel momento, observó como uno de los Yaksha empezaba a moverse y dio la señal conveniente.

-Slayer: ¡Ahora!

Todo ocurrió al unísono. En un lapso muy corto de tiempo, los compañeros de Slayer se elevaron todo lo que pudieron, los monstruos saltaron a la vez y Slayer hizo un giro sobre sí mismo empuñando la espada, liberando una onda expansiva que destrozó literalmente a todos los seres que se le abalanzaban. El ataque siguió actuando a ras de suelo y salió disparado en todas direcciones, matando a los que se encontraban fuera del círculo, y levantando todos los arbustos y piedras, dejando el lugar hecho una pena. Después de éste ataque, hizo girar sobre sí misma la espada y la clavó en el suelo. Entonces, se dio la vuelta y le habló al único monstruo que quedaba en pie: el líder de los Yakhsa, que había sido lo suficientemente audaz como para evitar el ataque.

-Slayer: Créeme, te va a doler a ti mucho más que a mi.



El Sol bajaba por el horizonte. Era una imagen que, vista desde las alturas, sobrecogía el alma pero a la vez tranquilizaba el corazón.

-Raziel: La hora punta. Espero que los demás estén bien.

Poco a poco, el enorme pájaro que los llevaba sobre el lomo empezó a descender.

-Raziel: ¿Cuántos han sido?

-Ume: ¡Yo nueve!

-Anoris: Doce.

-Raziel: De acuerdo, veintiuno en total.

La brisa del atardecer acariciaba la melena de Raziel. De repente, una corriente de aire hizo que se alarmase.

-Raziel: Nos bajamos aquí.

De un salto, aterrizó en un saliente de la montaña. Lo siguieron Ume y Anoris, que bajaron a la vez, con la mala suerte de golpearse en el aire y caer uno encima del otro.

-Raziel: Ahí va que ostia…

-Anoris: ¡Au!

-Ume: Ay, mi pierna… Me haces daño, Anoris.

Anoris había caído sobre su compañera.

-Anoris: Anda, ya decía yo que había caído sobre algo blando.

-Ume: Jujujuju… Aaay, ¿qué me vas a hacer?

Ume sonrió de oreja a oreja mientras se sonrojaba rápidamente.

-Anoris: ¿Yo? Nada.

Sin demasiada prisa, se levantó de encima de Ume y echó a andar hacia su maestro.

-Ume: ¡Eh, ¿pero qué te has creído?! ¡¿Me acabas de rechazar?! ¡Venga, ven aquí y sé un hombre si tienes agallas!

-Anoris: Aaah… no es que no tenga agallas, es que no me interesas para nada.

-Ume: ¡Repite eso, estirado! ¡Venga, ven aquí y haz lo que quieras conmigo!

-Anoris: ¡Que te calles, pesada! ¡Que eres tú la que me intenta violar a mí!

-Raziel: Pf… Dejad de revolotear de una vez y mirad qué tenemos delante.

Raziel señaló hacia una cueva que había ante ellos. Estaba tan oscura que no veía el fondo.

-Raziel: De aquí sale una corriente de energía que no me gusta nada, así que vamos a investigar qué pasa.

-Anoris: Aaah… ¿De verdad que tenemos que hacerlo?

-Ume: Mira que eres vago. ¡Claro que tenemos que hacerlo! ¡Hay que proteger a los indefensos, derrotar a los villanos, vigilar el…!

-Anoris: ¿Quieres dejarte de paranoias y entrar de una vez?

Ume era la única que no estaba ya dentro de la gruta. Anoris acababa de entrar y a Raziel apenas se le veía ya.

-Ume: Aaay, sí, perdona… ejeje…

-Raziel: Aaah… concentraos en la labor, por lo que más queráis…



-Hox: Ver para creer…

Ante todo el grupo, se estaba desarrollando un duelo a vida o muerte. La espada de Slayer daba corte tras corte en un intento por abatir a su enemigo, y éste daba grandes saltos e intentaba buscar puntos descubiertos por donde atacar. Todos los movimientos eran de gran velocidad y precisión, sin ninguna fisura ni brecha aparente, y costaban de seguir con la mirada. Definitivamente, era una lucha a muerte.

-Hox: Me parece increíble, pero Slayer lleva todo este rato usando toda su fuerza y aún no ha disminuido ni un ápice.

-Angus: Debe de tener una resistencia impresionante, o mucha energía acumulada, pero el caso es que nunca había visto nada parecido. Seguro que dentro de poco uno de los dos recibirá un golpe, y entonces se acabó la fiesta.

Patidifusos, observaban el duelo entre el hombre y la bestia. Enormes sacudidas una detrás de otra hacían que se estremecieran sus entrañas y ponían a prueba su resistencia.

-Angus: Sólo esperemos que el que reciba no sea él…

El tiempo corría, y la batalla no cesaba. Por cada ataque, una acción evasiva, y por cada minuto que pasaba, más energía había en el ambiente. Y finalmente, ocurrió lo inesperado. Un objeto alargado y brillante fue lanzado hacia el escenario de la lucha y se clavó a escasos centímetros del punto donde el anciano Yaksha iba a aterrizar, haciendo que éste perdiera la concentración y esquivara mal la espada que se le venía encima. Un segundo más tarde, un sablazo de potencia descomunal lanzó hacia atrás al enorme monstruo propinándole un enorme corte en el pecho. Seguidamente, se estampó contra un árbol gigantesco que se encontraba en su camino, y la sangre salió a borbotones por sus heridas y boca. La presión ejercida por la combinación de todos esos elementos fue demasiado para su cuerpo, y en un mar de sangre, el cerebro del demonio se apagó y su corazón dejó de latir.

-Slayer: Misión cumplida. Gracias, Leo.

El objeto alargado que había hecho perder la concentración al Yaksha era la espada de León. La había lanzado para ayudar a su maestro y, para sorpresa de él, había funcionado.

-León: Dios… ¡Lo he hecho! ¡Me ha salido bien el plan!

-Sami: ¡Bien, Leo! ¡Lo hemos conseguido entre todos!

Sami y León empezaron a dar saltos de alegría cogidos de la mano.

-Slayer: Je… vaya alumnos los míos…

Slayer no pudo evitar sonreír al verlos tan felices.

-Slayer: ¡Aaahahaha! ¡Venga, que esto hay que celebrarlo!

Corrió hacia ellos y agarró a cada uno con un brazo, y de un enorme salto se alejó de allí con sus aprendices.

-Hox: Acaba de reírse, ¿verdad?

-Angus: No lo creo… Aunque puede ser.

Los seis guerreros que se encontraban allí miraron el cielo estrellado mientras respiraban aliviados por fin.

-Endel: Aaah… ¿Cómo te encuentras, Carmina?

Carmina miraba el cielo con un brillo melancólico en aquellos ojos tan profundos que tenía.

-Carmina: Carmi…

-Endel: ¿Qué?

Una dulce sonrisa se dibujó en sus labios.

-Carmina: Me ha llamado Carmi.

Cuando todos los convocados a la misión regresaron a la sede de la Hermandad de Héroes, se encontraron a Slayer y su grupo junto a Elder, que los recibía con una grata sonrisa que no se veía, pero que se hacía notar bajo la larguísima barba.

-Hox: Que buen humor que tienes, jefe. ¿Qué ha pasado?

-Elder: Jo jo jo… Que tengo buenas noticias para todos vosotros. Venid, venid a escuchar lo que os voy a decir.

Todos los presentes se pusieron al lado del director de la Hermandad para oír lo que les tenía que contar.

-Elder: Los grupos de Slayer, Hox y Angus han participado en la lucha contra el macho alfa de la manda, por lo tanto los seis discípulos ascienden a nivel E.

El mensaje de Elder los dejó a todos mudos, hasta que unos segundos después empezó a levantarse un buen revuelo. Saltos, volteretas y risas llenaban la entrada de la Hermandad. Sin embargo, había gente que no sonreía. El grupo de Raziel, que no había llegado a tiempo a la lucha, no estaba para tirar cohetes.

-Elder: Jajaja… Bueno, bueno, esperad un momento, que no he acabado mi mensaje.

Por un momento, a Raziel le pareció que Elder le guiñaba el ojo.

-Elder: Sí, todos habéis luchado muy bien, en especial Slayer y la maniobra de distracción de Leo, pero la victoria no será lo único que se recompense. El grupo de Raziel, mientras patrullaba desde las alturas, ha descubierto un nido de otro monstruo que la Hermandad no había advertido.

Raziel miró al director de la Hermandad extrañado.

-Elder: Para recompensar su labor, he decidido que participen en una cacería para acabar con lo que sea que hay ahí dentro, y si cumplen con su misión, los alumnos de Raziel también obtendrán nivel E.

Anoris y Ume se miraron con los ojos abiertos de par en par.

-Anoris: ¿Lo has oído, Ume…?

-Ume: ¡S-SEEEEEH! ¡Yujuuu, vamos a ser nivel E!

Ume empezó a usar a su compañero como si fuese un muñeco y se puso a bailar de alegría de un lado para otro.

-Elder: ¡Jaajaja! Bueno, esto es lo único que tenía que deciros, así los que no seáis maestros podéis volver a vuestras casas.

Con un chasquido de dedos, Elder hizo aparecer varios túneles de teletransporte. Uno a uno, los jóvenes guerreros se fueron despidiendo de sus maestros y entrando en los vórtices.

-Slayer: Bueno, parece que el deber me llama. Ya os pasaré a buscar.

-León: De acuerdo, pues ya nos veremos.

-Sami: ¡Adiós, Slayer!

Sami y León se encaminaron hacia el túnel, pero en el último momento algo le detuvo.

-Slayer: Hey, Leo.

León se giró.

-Slayer: Buen trabajo… tío.

A la vez que sonreía, Slayer levantó el pulgar en señal de aprobación. Después de observar la escena un poco desorientado, León le respondió con la misma señal, y seguidamente se adentró en el portal con Sami y se fueron juntos a casa.

FIN DEL CAPÍTULO UNO




Bueno, bueno, bueno...Supongo que ahora intriga no tendréis, pero os aseguro que las cosas ni siquiera han empezado... Niahahaha...
¡Por cierto, en mis horas aburridas (clases de Inglés, de Economia de la empresa, de Francés, de catalán, de castellano...) me dedico a hacer tiras cómicas de la Paranoia! Se trata de escenas sacadas de la historia final pero acabándolas en un chiste verde XDDD
Llevo 3, aunque solo 2 escaneadas, y este finde me he dejado la carpeta en clase... así que ahora después pondré las dos que tengo guardadas.


Última edición por Gigathor el 18/04/10, 10:34 pm, editado 3 veces
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Gigathor

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MensajeTema: Re: Paranoia número 1   Paranoia número 1 Icon_minitime02/04/10, 11:43 am

RESERVADO
¿Sabéis? Tiene su gracia poner un comentario diferente en cada reserva XD


CAPÍTULO DOS

Raziel, Ume y Anoris se adentraban en la cueva junto con otro guerrero, de pelo morado muy oscuro y con una cinta roja en la frente, el cual llevaba dos espadas, cada una colgada al lado de una de sus piernas. Tanto Ume como el chico nuevo avanzaban con paso ligero entre las grietas, mientras que Anoris y Raziel se tomaban con calma la situación.

-Ume: ¡Venga, corred, que no tenemos todo el día!

-Anoris: Voy, voy… Será mandona.

-Raziel: Deja de quejarte, Anoris. Puedo sentir nuestro objetivo.

Raziel empezó a avanzar más rápidamente, pasando entre los agujeros y los espacios, hasta que llegó a adelantar a Ume.

-Raziel: ¡Oye, tú, ven aquí un momento!

Su nuevo compañero se giró y bajó el ritmo para estar al nivel de su capitán.

-Dime, jefe. ¿Pasa algo?

-Raziel: No es que pase nada, pero no nos has dicho nada sobre ti, y para cuando toque luchar mejor será que sepamos al menos qué sabes hacer.

-¡Je je je! Así que quieres que me presente.

-Raziel: En efecto. Lo único que sabemos sobre ti es que Elder nos ha dicho que eres “un chaval muy particular”.

-¡Ja ja ja! ¿Ha dicho eso el viejo?

El nuevo compañero de Raziel y compañía sonrió.

-Winter: Me llamo Winter, y soy un Guerrero mestizo.

Raziel pudo sentir como el calor que había por toda la cueva era sustituido rápidamente por una sensación de frío invernal. Los ojos de Winter, oscuros hasta el momento, empezaban a brillar con un tono azul celeste, y una tenue aura de similar color lo empezaba a rodear.

-Winter: Mi madre era una Yukki Onna y mi padre un elfo guerrero, y ellos me enseñaron cómo combinar la fuerza que me venía de él y el elemento hielo que heredé de mi madre, y éste es el resultado.

En cuestión de segundos, una enorme estalactita que se encontraba delante de ellos se volvió prácticamente hielo y se partió en dos. Los cuatro guerreros pasaron por donde antes había una enorme masa de roca.

-Raziel: Yuki Onna, la mujer de las nieves… Eso significa que eres de la Tierra, ¿verdad? Las mujeres de las nieves sólo viven en las regiones más frías de ese mundo.

-Winter: Pues sí, has dado en el clavo.

Una sombra negra se coló entre ellos dos.

-Anoris: Eh, que ése calor ha vuelto.

Pararon a observar cómo estaba la zona. Anoris y Ume exploraban a su ritmo, y Raziel y Winter se quedaban quietos, intentando percibir algo.

-Winter: Oye, capi, ¿tu sabes que es lo que…?

-Raziel: ¡Apártate, joder!

Rápidamente, Raziel había saltado sobre él y lo había empujado hacia detrás. En cuestión de segundos, una enorme serpiente de color rojo vivo había salido por el suelo, justo en el punto en el que estaba antes Winter.

-Raziel: ¡Tienes que concentrarte en todo, no sólo en la temperatura del aire!

Anoris y Ume vieron la escena y se acercaron al lugar donde había ocurrido.

-Ume: ¡Maestro, ¿estás bien?!

-Raziel: Sí, no me ha pasado nada, pero él habría muerto si yo no hubiese hactuado.

-Winter: Grrr… ¡Ahora verá!

Winter sacó rápidamente las hojas dobles de sus respectivas fundas y se abalanzó sobre el monstruo.

-Winter: ¡Vas a morder el polvo, bicharraco!



-Jolie: ¿Qué… es… esto?

Jolie miraba la escena que tenía ante sus ojos, totalmente colorada.

-Jolie: ¿Creéis que éste es lugar para… eso?

León y Sami estaban tirados por el suelo del salón. Seguramente habrían caído mal al salir del vórtice y León había acabado sobre ella.

-Sami: ¿Qué? ¡N-no! ¡Leo, sal de encima de mí!

-León: Un momento, creo que me he clavado algo…

Frotándose el lomo y haciendo un gran esfuerzo, León se levantó de encima de Sami y se dejó caer sobre el sofá.

-León: Aaaah… que bien estar en casa.

Una sonrisa de idiota se dibujó en su cara.

-Jolie: ¡Agh! ¿Y esa cara de felicidad…?

-León: Nada, cosas nuestras.

Jolié les echó una mirada acusadora y analizó la situación meticulosamente.

-Jolie: Hmm… Pelo alborotado, cansancio, hormonas alteradas… Y una mierda, a mi no me engañáis.

-Sami: ¡Y dale! ¡Que no sigas por ahí!

Jolie puso cara de cabreada.

-Jolie: Hummm… decid lo que queráis, pero tarde o temprano os pillaré, y entonces…

Empezó a caminar hacia detrás en dirección a la cocina, sonriendo mientras desaparecía por el marco de la puerta.

-Jolie: Entonces… ¡Muahahaha!

Instantáneamente se oyó un estruendo como de platos rotos seguido de un chillido de la hermana de León.

-Sami: Aaah… en fin, Leo, ¿puedo usar la ducha?

Cuando se giró, Sami se vio a León dormido en el sofá.

-Sami: Aaah, que mono… parece un niño cuando duerme.

Lentamente, una corriente de calor humano inundó su cuerpo de arriba abajo y una sonrisa afectuosa apareció en su boca.

-Sami: Leo…

Sami se quedó de pie allí, mirando a León largo y tendido, mientras esa cálida sensación le invadía cuerpo y alma como si de un hechizo se tratara.

-Jolie: Te gusta, ¿verdad?

Jolie le dio un susto de muerte. Sami pegó un gran salto a causa de la impresión y se giró deshaciéndose en excusas.

-Sami: ¡Q-que va, que va! ¡No es eso, sólo es que me he quedado embobada…!

-Jolie: Ya, te has quedado embobada mirándolo.

-Sami: ¡J-jolines, eso no…!

Jolie posó un dedo sobre los labios de aquella chica tan nerviosa que tenía delante y la miró, por primera vez, con un atisbo de dulzura en sus ojos.

-Jolie: Tranquila, Sam. Lo que te pasa es muy normal, ¿vale?

La sonrisa que había aparecido en su cara iba cargada de afecto. Sami dejó de sentirse como antes y miró a Jolie a los ojos, sin decir nada.

-Jolie: Así me gusta. No le des más vueltas y ve a darte una ducha, ¿vale? Tu secreto está a salvo conmigo.

Sami asintió con la cabeza, y con paso lento se dirigió a las escaleras y las empezó a subir con calma.

-Jolie: Aaah… que bonito es el amor.

De repente, la cara de serenidad de Jolie se desvaneció para dar paso a una expresión de enfado monumental.

-Jolie: ¡Joder! ¡¿Cuándo encontraré novio yo?!

Ahora era ella la que estaba de los nervios. Se fue a la cocina, cabreada como una mona, para comer algo y levantar la moral.



-Ume: Ostia… Es una machine.

Toda la cueva se encontraba helada. La temperatura había bajado tanto y tan de golpe que todos se habían quedado prácticamente paralizados de frío.

-Winter: Ha…

Raziel miraba, con los ojos abiertos de par en par, lo que el chico nuevo acababa de hacer sin esfuerzo alguno.

-Winter: Ha ha ha ha… ¡Hahahahaha!

A menos de medio metro de Winter, la enorme serpiente de fuego se encontraba en el aire, totalmente congelada en el interior de un enorme bloque de hielo.

-Winter: Menuda basura.

Con un simple chasquido de dedos, el hielo se agrietó y reventó desde dentro, haciendo añicos al monstruo que se hallaba en su interior. Era un espectáculo digno de verse.

-Winter: Venga, vamos a cobrar la recompensa.

Winter echó a andar con toda la tranquilidad del mundo hacia la salida, mientras silbaba una melodía con los labios.

-Anoris: Maestro… este tipo es un fuera de serie.

El maestro de Anoris seguía totalmente callado, observando el panorama. Aquel chico había dejado por los suelos el plan que tenía en mente desde que habían entrado en la gruta, y había derrotado a la serpiente gigante en mucho menos tiempo del que estaba planeado.

-Raziel: Cht… Este tío no me gusta un pelo.

A paso ligero, los tres se dirigieron también hacia la salida.



El agua caliente recorría todos los rincones de su cuerpo. Inmensamente relajada, Sami se metió bajo la ducha y cerró los ojos suavemente. Sentía como el agua pasaba por encima de su piel y la suciedad desaparecía.

-Sami: Aaaah… esto es la gloria…

Empezó a repasar todo lo que había pasado desde aquel día en la playa. La brisa marina, el accidente de León, el tipo de las gafas… De repente, recordó un detalle que hasta el momento había pasado desapercibido.

-Sami: “León quería decirme algo aquel día, en el muelle…”

Sami empezó a pensar en ello. Su mente se inundó de pensamientos como si estos vinieran acompañados por el agua que caía sobre ella, y por primera vez en todo el día, el corazón le dio un vuelco de alegría. Otra vez una sonrisa se posó en sus labios.

-Sami: “Jolie tiene razón…”

Encogiéndose sobre si misma, se sentó en el suelo de la ducha mientras el agua le caía sobre la espalda y el pelo, a la vez que su mente se desplazaba a un mundo de ensueño que hasta el momento le era desconocido.

Mientras tanto, en el cuartel general de la Hermandad de Héroes, Elder, Slayer y otros varios guerreros se encontraban en una sala enorme, que estaba situada bajo tierra. Estaban todos sentados alrededor de una enorme mesa llena de líneas, dibujos y letras.

-Elder: Atención, por favor. Doy por iniciada la reunión extraordinaria número diecinueve de la Hermandad de Héroes. Guerreros de los diferentes mundos, por favor, tomad vuestro asiento si no estáis aún en vuestro sitio, para que podamos proceder con normalidad.

El barullo que estaba inundando la enorme habitación cesó sin demora alguna. Tras esto, Elder se sentó en su enorme butaca, junto a la cual estaba Slayer.

-Elder: Bien, empecemos entonces a tratar el primer tema.

Cruzó los dedos y prosiguió con su discurso.

-Elder: Últimamente se han hecho varios avistamientos de Titanes en la mayoría de los mundos. Esta misma semana, Slayer, a mi derecha, se hizo cargo de uno en la Tierra, y mientras él estaba fuera, hace cosa de dos semanas, otro Titán aprovechó la brecha que se hizo en nuestra barrera para entrar, y en la batalla perdimos varios hombres de alta categoría. Se trataba nada más y nada menos que de Yoma, el que fue conocido como la Flecha de Etéria. Como todos sabéis, es raro que un Titán de semejante rango se moleste a desplazarse hacia aquí en cambio de enviar un escuadrón de monstruos, lo que nos hace pensar que debía de estar por la zona. Y diría que a vosotros también os huele a chamusquina, ¿verdad?

Se oyó un murmullo a la vez que los diferentes guerreros asentían con la cabeza. Algunos intercambiaban miradas de nerviosismo, mientras que algunos repararon en el asiento libre a la izquierda de Elder.

-Elder: Si se tratara de éste caso simplemente no sería nada especial, pero hemos recibido noticias de que otros grandes Titanes han sido vistos dando vueltas cerca de varias capitales importantes. ¿Alguno de vosotros sabe de algún caso concreto?

Una de las manos se levantó por encima de las demás. El propietario de dicha mano era una mujer que vestía ropajes de un material parecido a la piel de algún animal, con dibujos de símbolos extraños; el tatuaje de una especie de dragón corría a través de su cuerpo y terminaba con la cabeza del monstruo en la mejilla derecha, en el pecho tenía un par de pechos impresionantes.

-En el mundo de Jerâsel ha aparecido el Titán del que creemos que fue Grondel, aquel guerrero que se transformó a media misión para subir a rango A. Los monstruos de la zona oeste de Jerâsel han empezado a emigrar a otros lugares, lo que nos hace pensar que si no es Grondel por lo menos tendrá un poder parecido.

La mujer de Jerâsel bajó la mano y volvió a tomar la expresión despreocupada que había mostrado durante toda la reunión, cruzando los brazos y entrecerrando los ojos. Se daba a notar que no le entusiasmaban esas reuniones.

-Elder: Muchas gracias por la información, Lilian, no había oído hablar de ese caso. ¿Cuánto hace que el Titán ronda por la zona?

-Lilian: Pues no llega a un mes.

-Elder: Entonces aún es pronto para preocuparse. Los Titanes requieren tiempo y espacio para estacionarse en algún lugar. Yo creo que, tratándose de Grondel… le faltarán aún tres o cuatro meses para empezar a preocuparnos. Siempre fue muy calmado.

Un breve pero profundo silencio se hizo en la habitación. Posiblemente estaban recordando a su antiguo compañero. Tras el minuto de silencio, Elder prosiguió.

-Elder: Bueno, ¿algún caso más?

Tres o cuatro manos se alzaron. Los guerreros que habían pedido palabra expusieron sus teorías y Elder fue tomando nota de los datos que consideraba importantes. Tras un buen rato de deliberación, dio por zanjado el tema.

-Elder: De acuerdo, dentro de tres meses convocaré una nueva reunión para revisar de nuevo el tema. Por el momento, dejaremos este caso por…

-Un momento.

La puerta de la sala se abrió de golpe, y un calor sofocante invadió el recinto. Todos se giraron hacia la vocecita que había hecho callar a todos y cada uno de los presentes. Se trataba nada más y nada menos que de una niña pequeña, enfundada en un poncho rojo con símbolos negros dibujados, que sostenía en su mano derecha un osito de peluche y en sus ojos una mirada severa y penetrante. Elder sonrió, entre nervioso y aliviado.

-Elder: Jo, jo… por fin llegas a la fiesta, Pandora Blazett.



Lentamente, los ojos de León empezaron a abrirse. Lo primero que vio fue el techo del salón de su casa y una lámpara de estilo moderno, apagada. Sin prisa pero sin pausa, se levantó y fue hacia las escaleras con la intención de subir por ellas.

-León: Waaaah… voy al lavabo, Jo.

Arrastrando el cuerpo, como si se tratara de un lastre excesivamente pesado, se dirigió hacia la puerta del lavabo, y al abrirla se encontró una enorme sorpresa.

-Sami: ¡¡WAAAAH!!

-León: ¡¿Sami?!

-Sami: ¡Sal de aquí, pervertido!

De una patada le cerró la puerta a León delante de las narices.

-Sami: ¡Llama antes de entrar!

-León: ¡Pero si estoy en mi casa…! Además, ¿qué haces tú aquí?

-Sami: Darme una ducha, que por allí he sudado mucho.

-León: Aaah…

Durante unos segundos, se hizo un silencio sepulcral.

-León: Por cierto, hay una cosa que…

-Sami: ¿Qué pasa?

León se sonrojó a la vez que se le dibujaba una sonrisa endemoniada en la boca.

-León: Ju ju ju… ¿Cómo es que llevas la ropa interior rosa a tu edad?

-Sami: ¡T-te quieres callar! ¡¿Y que quieres que lleve?!

La pregunta de Sami empezó a dar vueltas alrededor de la cabeza del chico, mientras la sonrisa y el color de su cara se acentuaban todavía más.

-Sami: Mejor olvida esa pregunta… Espera cinco minutos y ya salgo.

-León: Vale, pero…

Como buscando algo, miró de un lado para otro, mientras apretaba las piernas.

-León: ¿Porqué en una casa tan grande sólo habrá un lavabo?

En el piso de abajo, Jolie leía lo que parecía ser un guión, y subrayaba con un marcador lo que seguramente eran sus frases.

-Jolie: Aaaah… que duro es ser tan buena.

Con cara de no tener ganas de nada, como si de un gato perezoso se tratara, Jolie de puso el marcador en la boca para matar el tiempo mientras inclinaba la silla.

-Jolie: Esta parte es un coñazo, lo mío son las escenas de acción.

Tras intentar matar el aburrimiento de varias maneras, acabó por levantarse y coger el teléfono.

-Jolie: Leo, ven aquí un momento.

León y Sami bajaron las escaleras prácticamente al instante. Jolie les echó una mirada cargada de indirectas.

-Jolie: Vaaaya, que unidos que os veo.

Soltó una risita mientras se tapaba la boca y miraba hacia otro lado.

-León: ¡Quieres dejarme en paz! Aaaah, que estresante tenerte de hermana… Bueno, ¿qué querías?

-Jolie: Pues iba a pedir unas pizzas, y era para preguntaros cómo os gustan.

Los interesados descendieron las escaleras a toda pastilla.

-León: Pepperoni, con extra de queso y carne de ternera.

-Sami: Jamón y queso con champiñones y masa gruesa.

Un tanto aturdida, Jolie apuntó el pedido y llamó al servicio de entrega a domicilio. Para matar el tiempo durante la espera, León encendió la televisión y se dispusieron a cambiar de canal uno tras otro para ver si emitían algún programa interesante, o al menos algo que no fuese un programa del corazón.

-León: Menudo tostón.

-Sami: Y que lo digas. Últimamente no dan más que basura por la tele.

-Jolie: ¿Y si vemos una peli?

La idea pareció gustar a todos y Jolie sacó una enorme pila de carátulas de películas.

-Jolie: Veamos… aquí hay mucho que elegir. ¿De qué estilo os apetece ver la peli? ¿Romántica? ¿De terror? ¿Porno?

-León: Serás animal…

-Jolie: Bueno, perdone, majestad. ¿Entonces qué tipo de peli proponéis?

León se quedó mudo durante unos segundos y empezó a sonrojarse mientras dirigía la mirada hacia el suelo. Jolie levantó una ceja mientras sonreía mirando a su hermano menor.

-Jolie: Ja. Una porno, ¿me equivoco?

León asintió lentamente a la vez que se ponía más rojo por momentos.

-Sami: ¡Leo! ¡Serás guarro!

Jolie apareció tras ella de repente.

-Jolie: Vamos, Sam, no me digas que no estás intrigada…

El sermón de Sami cesó.

-Sami: Pu-pues…

El salón de la casa parecía sacado de la escena de alguna película. Los dos adolescentes estaban rojos de vergüenza, y Jolie, la que se suponía más adulta, se reía a carcajada limpia e intentaba no caerse del sofá.

En aquel preciso momento, alguien llamó a la puerta. León y Sami corrieron a abrirla para intentar evitar aquella situación de locos en la que Jolie los había atrapado. León abrió la puerta, pensando que sería el repartidor de pizzas a domicilio.

-León: ¿Quién e…? ¡Aargh!

Una figura monumental, envuelta en penumbras, los observaba desde los prácticamente dos metros de altura que medía. Sus rojos y brillantes ojos resaltaban en la negra y lluviosa noche y amenazaban con destrozar a los habitantes de la casa en algún arrebato de locura. El enorme cuerpo dio un paso al frente, al tiempo que León y Sami daban tres hacia detrás. Fue entonces cuando comprendieron quién era.

-Slayer: ¿Se puede saber por qué huís de mí?

-León: ¡Slayer! ¡Joder, que susto!

-Sami: ¡Pedazo de idiota, la próxima vez avisa de que vas a venir!

-Slayer: ¿Pero qué os pasa a vosotros dos…?

Con la cara de quien acaba de correr los cien metros lisos, León le invitó a pasar y cerró la puerta tras él. Sami, por su parte, miraba a Slayer con una expresión mezcla de odio y cansancio.

-León: A quien se le ocurre…

-Jolie: ¡Aaaah, Slaaaay!

Jolie se abalanzó sobre Slayer como un depredador sobre su presa y por poco no lo tiró al suelo.

-Slayer: Aaaah… Hola, Jolie.

-Jolie: ¡Hola, Slay! ¿Cómo estás? ¿Dónde estabas? ¿Quieres salir conmigo?

-Slayer: ¡¿Qué?!

León corrió a salvar a su maestro.

-León: J-Jolie, venga, ve a prepararle algo a Slayer.

-Jolie: Haaa. Buen intento, pero las pizzas deben estar al caer.

La mirada felina se clavaba sobre León como una andanada de flechas.

-Slayer: Eh… ¿Dónde está el lavabo, Leo?

-León: Sube las escaleras y ve a la segunda puerta a la izquierda.

Enfiló las escaleras y se dirigió hacia su destino.

-Jolie: Ahora vengo, Leo.

-León: Ah no, que ya se donde vas. Tú te quedas aquí para pagar al repartidor.

Jolie le echó una mirada furiosa a su hermano, el cual no pudo evitar retroceder un paso. Enfadada como una mona, se giró hacia las escaleras y tras subirlas se encerró en su habitación de un portazo.

-León: Vaya, se ha cabreado.

-Sami: Pero Leo… ¿Ahora quien paga?

La expresión despreocupada le cambió a León por una más adecuada para la situación. Mientras el color empezaba a bajarle, Slayer apareció por el rincón de la escalera y bajó al salón.

-Slayer: ¿Y tu hermana?

-Sami: Se ha encerrado en su habitación. Leo la ha cabreado.

-León: Es una cascarrabias. Vaya hermana me ha salido.

-Slayer: Aaaah… en fin, creo que soy el único que puede sacarla de ahí dentro, así que voy a ver si la convenzo.

León se dio cuenta del error de Slayer justo a tiempo para evitar una catástrofe. A toda velocidad, esquivando a Sami y varios obstáculos más, llegó un momento antes de que su maestro llamara a la puerta de Jolie.

-León: ¡Espera, tío, no seas loco?

-Slayer: ¿Pero que…?

-León: Si hubieras llamado a la puerta y Jolie hubiese descubierto quien eres te habría agarrado y encerrado con ella durante horas. Te he salvado el pellejo.

Slayer se quedó flipando.

-Slayer: No había pensado en eso… ¿Entonces qué hacemos?

-León: Llamaré yo pero hablarás tú, para que parezca que eres quien está tras la puerta.

Alumno y maestro procedieron a efectuar la maniobra acordada. León dio un par de golpecitos en la puerta.

-Slayer: ¿Jolie?

Todo ocurrió demasiado rápido. Un movimiento increíblemente veloz arrastró a León hacia la habitación y en menos de un segundo la puerta se cerró con llave.

-Slayer: ¡¿Eh?!

-Jolie: ¡Ha, te tengo!

Antes de que pudiera gritar, León fue lanzado sobre la cama y una sombra se cernió sobre él con una sonrisa de oreja a oreja.

-León: ¡Aaah!

Varios segundos después, la puerta volvió a abrirse lentamente y Jolie y su hermano pequeño salieron de dentro prácticamente arrastrándose.

-Slayer: ¿Qué ha pasado…? ¿Habéis…?

Jolie giró la cabeza, sin fuerzas apenas.

-Jolie: Casi me morreo con mi hermano.

Dicho esto, siguió caminando como un alma en pena hacia las escaleras. León tampoco estaba mucho mejor.

Cuando llegaron al salón, Sami les esperaba, furiosa y rodeada de tres cajas humeantes.

-Sami: Ejem.

-Jolie: Ah… ¿Ha llegado el repartidor?

Sami asintió levemente.

-León: ¿Y has pagado tú?

Volvió a asentir. León y su hermana se sintieron avergonzados y le pagaron cada uno su parte, mientras Slayer miraba la escena con curiosidad y sin entender demasiado qué pasaba. Cuando todo estuvo resuelto, se sentaron a comer en la mesa y encendieron la tele, aparato que dejó boquiabierto al ya sorprendido maestro de Sami y León. Consiguió disimular su reacción ante el electrodoméstico, pero no pudo frenar sus instintos al ver el banquete que estaban a punto de comerse sus pupilos y Jolie.

-Sami: ¿Quieres un poco?

-Slayer: ¡SEH!

Esa noche, por fin y después de varios días, los tres pudieron darse un merecido descanso. Cerca de medianoche Slayer cayó dormido, y un rato después Sami se iba a su casa acompañada de León.

-Sami: De verdad que no hace falta, Leo, se cuidarme yo sola.

-León: Que no, que últimamente hay mucho gamberro suelto por la zona.

-Sami: Vale, vale, me fiaré de que un chico de diecisiete años me acompañe a la una de la madrugada por una calle oscura y deshabitada. ¡Jajaja!

-León: Je… qué graciosa estás, ¿no? Deberías de estar más bien preocupada por que estemos solos en una calle oscura y deshabitada.

-Sami: Si eso es lo que más me gusta, Leo.

En todo el camino no volvieron a decir nada más, pero ambos notaban el nerviosismo de cada uno. Secretamente, cada uno sonrió por su lado, ocultando sus caras a las miradas de la noche.

Al llegar delante del portal, empezó a lloviznear de nuevo.

-León: Vaya por Dios, ahora se tenía que poner a llover.

-Sami: Si quieres puedes esperar aquí hasta que se calme.

-León: ¿En tu casa?

-Sami: No, en el portal. Me gusta mirar la lluvia.

Sami se sentó en el escalón que daba a su puerta y contempló el paisaje.

-Sami: Siéntate conmigo, Leo. Te vas a helar.

Un tanto confuso, León se posó en el fragmento de escalera que le ofrecía su amiga.

-León: Me estoy acordando… de aquel día en el que nos quedamos igual que ahora, mirando la lluvia, cuando volviendo de clase te diste cuenta de que te habías dejado las llaves de casa dentro y tus padres no estaban.

-Sami: También llovía aquel día.

Se quedaron quietos, observando la lluvia que no parecía amainar. Sami había apoyado su cabeza en el hombro de León. El cúmulo de nervios que se había alojado hasta el momento en sus corazones se convertía en una cálida sensación, como la de sentirse tan cerca del cielo que se puedan tocar las estrellas.

-León: Pero aquel día no hice esto.

En el preciso momento en que León iba a abrazar a Sami, la puerta de detrás de ellos se abrió y apareció la madre de ella, prácticamente pillándolos con las manos en la masa.

-Sami: ¿Ma…¡¿Mamá?!

-Vaya, hija, si estabas aquí con Leo.

-León: Bu-buenas noches…

-Ha ha ha… Cómo has crecido desde la última vez. Estás hecho todo un hombre.

-León: ¡L-lo de hace un momento no era…!

-Tranquilo, hombre, si yo estoy a favor de que salgas con mi hija. Ahora, su padre…

-Sami: ¡Mamá!

-¿Qué? Si es algo muy normal. Os conocéis desde pequeños.

-Sami: ¡Pero es que no estamos juntos!

-Ah, bueno, bueno.

La madre de Sami se adentró en la casa mientras seguía hablándoles.

-Ya veréis con el tiempo.

Cerró la puerta para poder dejarlos a solas.

-León: Bueno… creo que mejor si me voy.

-Sami: ¿Ya? Bueno, vale, pero cuidado por el camino. Últimamente hay mucho gamberro suelto.

-León: Tranquila. Se cuidarme por mí mismo.

Se miraron a los ojos durante unos segundos y entonces León se giró y empezó a andar bajo la lluvia.

-Sami: Leo, ¿qué era lo que decías que no hiciste aquel día?

León se giró y levantó la mano en señal de despedida.

-León: Nada, no era nada importante. ¡Hasta mañana!

-Sami: Adiós.

León echó a correr por el asfalto mojado en dirección a su casa. Cuando llegó, se encontró a Jolie y Slayer dormidos en un sofá cada uno, y los restos de la cena sobre la mesa. En un duelo mental contra sí mismo para mantenerse despierto, recogió las sobras y las tiró a la basura, y acto seguido subió a su habitación, y tras ponerse el pijama se dejó caer sobre su cama. Sus ojos se cerraron prácticamente al instante y el cansancio lo venció, transportándolo al mundo de los sueños.


Última edición por Gigathor el 18/04/10, 10:36 pm, editado 1 vez
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Paranoia número 1 Empty
MensajeTema: Re: Paranoia número 1   Paranoia número 1 Icon_minitime02/04/10, 11:45 am

RESERVADO
Lo dicho, que es de risa <_<
Yo naci en una bañeeera que no teeenia tapoooon (icono musical)


-León: Ñmñmñm…

La luz que entraba por la ventana hacia su habitación hizo que León despertara.

-León: Queee sueeeñoo…

Lentamente, se desperezó y salió de entre las sábanas con un movimiento lento, muy lento. Casi hipnótico. Arrastrándose por la casa, llegó a su primer obstáculo: las escaleras. Con gran esfuerzo, logró sobrepasar esta barrera que le impedía el paso hacia la cocina.

-Jolie: Ña ña ña…

-León: ¿Pero qué…?

En el sofá, bajo una manta color naranja cantoso, se encontraban Slayer y Jolie. Ella con una expresión de felicidad indescriptible, y él con cara de amargado.

-León: Vaya panorama…

Cansado de ver la escena por tanto tiempo, se fue por fin a la cocina y cogió un trozo de pizza que había sobrado la noche anterior. Lo calentó en el microondas, lo sacó, y cuando fue a darle el primer bocado… Sonó el timbre.

-León: ¡M-me cago en la!

La porción de pizza se accidentó y cayó al suelo por la parte de encima. Todo un desastre.

-León: ¡NNNOOOOOO!

León cayó de rodillas, traumatizado por lo que le acababa de pasar a su desayuno. Y el timbre volvió a sonar.

-León: Se van a enterar.

Como una exhalación se dirigió hacia la puerta principal, mientras Jolie se despertaba y comprobaba que su queridísimo Slay seguía allí. León abrió la entrada y, si no llega a ver quién era, se habrían oído sus gritos en todo el vecindario.

-Sami: Oh my god…

-León: Ho… hola, Sami…

La mirada de Sami se dirigía más debajo de la cara de León, más debajo de sus hombros, a la vez que cada vez se ponía más roja. Varios segundos después, León se dio cuenta de ello y se giró.

-León: ¡Argh! ¡E-esto me pasa cada mañana, ¿eh?! ¡No lo malinterpretes!

-Sami: ¿Cada mañana…?

-León: ¡No, quiero decir que…!

-Sami: Me da iguaaal, no entres en detalles antes de que nos arrepintamos…

-León: Vale… pasa, pasa. Está todo un poco desordenado porque acabo de levantarme, pero ya iré limpiando.

Sami miró a León con los ojos como platos.

-León: ¿Qué?

-Sami: ¿Cómo que te acabas de levantar? ¿Tú has visto la hora?

León se fijó en el reloj que había en el salón. Era la una y media.

-León: ¡Madre mía! Sí que he dormido entonces… Oye, ¿y tú a que hora te has despertado?

-Sami: A mi me ha despertado mi madre a las once y media. Casi me la cargo, pero no he podido contestarle a su respuesta…

-León: ¿Qué ha dicho?

-Sami: Qué era culpa mía si estaba cansada por hacer manitas contigo en el portal.

León se la quedó mirando fijamente, con los ojos fuera de sus órbitas, y los dos empezaron a ponerse colorados progresivamente.

-Jolie: Ña ña ña… Así que tenía razón yo después de todo, ¿eh?

Jolie había aparecido medio dormida por detrás de ellos como si se tratara de un fantasma.

-Sami: ¡Ay dios que susto me has dado, jodía!

-Jolie: Nooo me cambies de tema, Sam. Así que hicisteis manitas delante de tu casa, ¿eh?

-León: ¡Que no! Se puso a llover, y como no podía volver nos sentamos a esperar a que amainase el aguacero.

-Jolie: Encima lloviendo. Que romáaantico, Leo.

-León: Qué sabrás tú de romántico…

-Jolie: ¡Jo jo! ¡Más de lo que tú crees, hermanito!

-León: No me interesa… Entra, yo iré a vestirme.

León le cedió el paso a Sami y se dirigió a su habitación.

-Sami: Bueno… hola, Jolie.

-Jolie: Llámame Jo, mujer, que ya nos conocemos lo suficiente. Venga, siéntate.

Sami se dejó caer sobre el sillón de una plaza y dio un suspiro de alivio.

-Sami: Aaaah… que descansito.

-Jolie: Oye, Sami, ¿cómo fue anoche? ¿Hubo lío o no?

-Sami: ¿Qué…? ¡No, no pasó nada!

En la cara de Jolie se dibujó una sonrisa felina.

-Jolie: Venga, cuñadita, cuenta qué pasó, que me corroe la impaciencia.

-Sami: ¡¿Cómo que cuñadita?! Te estás precipitando bastante, ¿eh?

-Jolie: Es que seguro que llega el día en el que pueda llamarte así.

-Sami: Ya, ya…

Algo se movió entre las mantas del sofá.

-Slayer: Waaaaah… que sueño…

-Jolie: ¡Slay!

Jolie se abalanzó prácticamente sobre Slayer, mientras éste se despertada de golpe y porrazo a causa de los dos grandes bultos que tenía sobre la cara.

-Slayer: ¡G-gue be ahogo, Golie!

-Sami: Aaaah, l’amour…

-León: ¿Se puede saber qué pasa aquí?

León bajaba por las escaleras vestido con un jersey negro y unos tejanos azules.

-León: No os puede dejar solos uno.

-Sami: Oooh, que cool vas, Leo.

-León: Si vamos a salir tendré que vestirme bien, digo yo.

-Sami: ¿Salir?

Empezó a ponerse roja.

-León: ¡N-no en ése sentido!

-Jolie: Claaaro, Leo, todos te creemos.

-León: ¡Deja de liar las cosas de una vez, Jo!

-Jolie: Bah, que aburridos… vamos, Slay.

-Slayer: E-estooo… Yo no puedo, porque… Ah, porque tengo que hablar con ellos de una cosa. Saldremos un rato.

-Jolie: ¡Oh, me vengo!

-Sami: ¡Es que es sobre nuestro trabajo, y es alto secreto!

-Slayer: ¡Exacto!

-Jolie: ¿Otra vez? Jooo, siempre igual… Bueno, entonces me debes una cita, Slay, que lo sepas.

-Slayer: ¡¿Qué?!

-León: ¡No le hagas caso y tira de una vez!

Los tres salieron por la puerta principal y echaron a andar mientras hablaban.

-León: ¿Qué pasa esta vez?

-Slayer: Hemos tenido una reunión con los representantes de los guerreros de los mundos más importantes y hemos debatido el porqué del movimiento extraño de los Titanes.

-Sami: ¿Conclusión?

-Slayer: Están planeando algo y no lo sabemos.

-León: ¿Razón por la que hablamos tan profesionalmente?

-Slayer: Porque queda que te cagas.

Andando y andando más acabaron en el muelle del día en que todo empezó. Con melancolía miraron el lugar donde había yacido aquel Titán unos días antes.

-Sami: Qué noche aquella.

-León: Sep.

-Slayer: Os metisteis en medio como polillas que van al fuego.

-León: Sep…

-Sami: Pero te salvamos el pellejo.

-Slayer: Para nada, me las habría arreglado sólo.

-Sami: Serás chulo…

Durante un rato se quedaron en silencio, observando el mar, hasta que la voz de Slayer rompió el silencio.

-Slayer: ¿Estáis listos para una excursión?

-León: ¿A Etéria?

-Slayer: Sí. Hay que tramitar vuestra licencia de rango E.

-Sami: ¡A que esperamos entonces! ¡Venga, venga, que se abra ése portal!

-Slayer: Espera, primero tengo que dar las coordenadas en las que estamos.

De la misma forma que la noche en la que se conocieron, hizo una llamada y seguidamente una espiral se abrió ante ellos. Se adentraron en el túnel como quien pasa por una puerta cualquiera y, después de un remolino de luces, aparecieron ante la sede de la Hermandad de Héroes, en el mismo lugar donde desaparecieron la última vez.

-León: La verdad es que la ciudad no se parece nada a cuando la vimos por primera vez.

-Slayer: En aquella ocasión se había evacuado a toda la población por la plaga de Yaksha. La gente ha vuelto a sus casas y la Hermandad ha ayudado a reordenarlo todo.

Mientras hablaban, se estaban dirigiendo hacia la gran puerta principal de la Hermandad. Dos guardias, que se encargaban de la seguridad de la entrada, les abrieron las puertas tras comprobar una tarjeta que Slayer les mostró.

-Sami: ¿Qué era eso?

-Slayer: Mi licencia. Hemos venido justamente a poner en regla las vuestras para que podáis aceptar misiones libremente.

-León: ¡Oh! ¿Y eso donde se consigue?

-Slayer: Hay que ir al departamento de licencias, en la sexta planta, a pedirla. Los datos están prácticamente todos procesados. Mirad, ahí están las escaleras.

-León: Un momento, ¿y el ascensor qué?

-Slayer: ¿El qué?

León y Sami se miraron con cara de desesperación. Diez minutos después, se encontraban en la sexta planta luchando por no caerse de culo.

-Sami: ¡Vaya mierda de edificio, que no tiene ascensor!

-León: No tengo fuerzas ni para criticarlo…

-Slayer: Bah. Debiluchos. Venga, que dentro de nada será hora punta y se formará una cola impresionante.

En pleno centro de la sexta planta se encontraba un mostrador atendido por una chica de aire jovial vestida de uniforme color blanco y rojo. Un joven de pelo oscuro y desordenado, de espaldas a ellos, estaba charlando con ella. La empleada del departamento de licencias parecía que quisiera quitárselo de encima pero que no supiera cómo. Finalmente, vio una luz de esperanza en el grupo de León y compañía.

-¡Ah! E-eh, perdón, parece que tengo trabajo.

-Winter: Vaya, así que era verdad lo de la famosa “hora punta”. Pues nada, te dejo trabajando. Ya pasaré a verte otro día, cuando tenga que cambiar el rango de mi licencia. ¡Au revoir!

Con aires de superioridad, Winter giró en sentido contrario y se alejó mientras la chica del mostrador sonreía forzadamente. Cuando pasó por delante de León, le echó una mirada furtiva y se fue escaleras arriba. En el preciso momento en que desapareció de allí, la cara alegre de la chica uniformada cambió a una expresión de cabreo monumental.

-¿Qué se habrá creído el muy gallito? No puede una estar con naturalidad en el trabajo.

De golpe le salieron del pelo dos orejas de gato, y una cola empezó a serpentear hacia arriba.

-Slayer: Hola, Amy.

-Amy: ¡Aaah, hola, Slayer! Cuanto tiempo. ¿Qué será esta vez?

-Slayer: Vengo a por dos licencias nuevas para estos dos.

-Amy: Ah, ¿participaron en la caza de Yaksha?

-Sami: ¡Seh! Ganamos gracias a mi impresionante habilidad con el látigo y mi coraje inigualable.

-Slayer: Ya, y una mierda…

-León: Oye, macho… ¿Porqué ése me ha mirado de aquella manera?

-Amy: Es Winter, un mujeriego que hace poco se ganó el respeto de los clase E al cargarse él sólo a un áspid de fuego que descubrieron unos compañeros que tuvisteis en la caza de Yaksha. Aquellos que no pasaron la prueba, el grupo de Raziel. Supongo que te considera un enemigo en su cruzada del amor, o como sea que la ha llamado.

-León: Sigo sin pillarlo del todo…

-Amy: Que cree que quieres llevarme a la cama, tontorrón. Groarrr.

León empezó a ponerse colorado varios segundos después de la explicación, cuando por fin había entendido lo que le estaba diciendo Amy.

-Sami: ¿Se puede saber por qué te pones rojo tú?

-León: Por nada en especial…

Sami no lo veía porque estaba de espaldas, pero Amy estaba guiñándole el ojo a León y realzando sus pechos de manera exagerada.

-Slayer: Amy, eres tú peor que él.

-Amy: Para nada, Slay, cariño mío. Lo que pasa es que tú eres un soso de cuidado y no comprendes los gustos de una mujer como yo. Me gustan jovencitos.

-Slayer: Si tienes veinte años…

-Amy: ¡Pues eso, más joven que yo! Insensible que eres.

Sami y León observaban la escena intentando aguantarse la risa. De repente, la mirada felina de Amy se posó sobre León.

-Amy: Bueno, cariñito, ven con Amy a la trastienda, que haremos una licencia los dos juntitos.

-León: V-vale.

Amy y León entraron hacia un cuarto contiguo tapado por una cortina.

-Sami: Lo voy a matar como se aproveche…

-Slayer: No es por alarmarte, pero yo más bien temo lo contrario. Amy está en época de celo, y se vuelve especialmente peligrosa si ve a un chico de su tipo. Y León da de lleno en su definición de “hombre perfecto”…

-Sami: ¿Leo perfecto? El mundo se ha vuelto loco…

-Slayer: El mundo se volvió loco mucho antes de lo que crees, Sami. ¿Y si vas tú también?

-Sami: Eeeh, buena idea. ¡Leo, voy a entrar!

Sami se metió en la sala. El interior estaba iluminado con una luz muy tenue, seguramente para no dañar los materiales que se necesitaban para crear licencias.

-Sami: Guau… No veo nada.

-Amy: Ña ña ña… eso es porque no tienes visión felina, como yo.

Amy apareció detrás de ella como un fantasma.

-Sami: ¡N-no vuelvas a hacer eso nunca más! ¡Me has dado un susto de muerte!

-Amy: Mira que eres aburrida, chica. Leoncín está haciendo su licencia, así que aún no puedo materializar la tuya, pero iré preparando los materiales.

Amy empezó a trastear entre varios cajones y armarios. Mientras tanto, León estaba intentando escribir en un formulario la información necesaria para la licencia.

-León: A ver… ¿Aquí pone nombre…? No, espera. Mierda…

-Sami: ¿Y eso?

-León: Información adicional para la tarjeta de licencia.

-Sami: Ten, usa mi móvil para iluminarte un poco.

-León: ¡Gracias! Bien, ahora ya veo qué pone… Aquí hay cosas muy raras…

León empezó a escribir a la luz del móvil mientras Sami daba vueltas por la sala y Amy cargaba las herramientas necesarias y encendía una especie de horno.

-Amy: Ñaaaa, que calentito que está…

Se empezó a restregar contra el aparato de manera sensual intentando llamar la atención de León, pero enseguida se percató de que era la única que veía algo en toda la sala.

-León: Amy, ya he acabado el cuestionario.

-Amy: Genial, dale uno a Sami mientras esperamos a que el horno se caliente.

-León: Oído cocina. Ten, Sami.

-Sami: Vale, a ver que-¿eh…? ¿Qué si tengo…?

-León: Ya te he dicho que hay cosas muy raras en ése cuestionario.

-Sami: Esta dirá lo que quiera, pero esto es cotilleo puro… Bueno, supongo que no tengo más remedio que ponerme a ello. Leo, como mires te mato.

-León: Vale, vale.

Al cabo de un rato, los tres salieron de la trastienda. León y Sami cerraron los ojos de golpe al verse cegados por la luz que les golpeó la cara.

-Slayer: Al fin, ya creí que os ibais a quedar a vivir ahí dentro.

-Amy: A mi no me importaría si se queda Leoncín.

-León: Ejeje…

-Sami: Será idiota… Más te vale no haberle tocado un pelo.

-León: Eh, que conste que la que me ha tocado ha sido ella, y no al revés.

-Sami: ¿Qué has…?

Sami miró a Amy con los ojos a punto de salírsele de la cara.

-Amy: Soy una mujer con necesidades fisiológicas, ¿vale?

-Sami: Un cuerno una mujer, eres como una niña…

Amy miró a León con cara de vicio.

-Amy: Una niña muy mala.

-León: Tío… que Amy me da miedo.

-Slayer: Pues prepárate, príncipe azul, porque en la cola te espera otra princesita.

León se giró y puso mirada en la cola. Entre el grupo de gente que había en ella pudo distinguir a personas que ya conocía.

-León: ¡Endel! ¡Carmina!

Hox y sus dos alumnos se encontraban al final de la cola.

-Endel: ¡Leo, tío, ven aquí!

León corrió hacia ellos.

-León: ¡Hey! ¿Qué hacéis aquí?

-Endel: Hemos venido con el master a por nuestra licencia. Ya hemos venido por la mañana a solicitarla y la hemos dejado encargada.

-León: Pues nosotros pasaremos a buscarla dentro de un par de horas. Bueno, ¿qué me contáis?

-Hox: Lo único interesante que ha ocurrido desde la última vez es que Carmina se ha vuelto mucho más habladora.

-Endel: Eso es verdad. Siempre está hablando de ti, Leo.

Carmina, que había estado mirando todo el rato a León, se giró hacia Endel sorprendida y seguidamente se puso roja de vergüenza.

-León: Je, je, je… Hola, Carmi.

Carmina miró con los ojos llorosos a León y bajó la cabeza enseguida para que no vieran lo roja que se estaba poniendo.

-Carmina: Hola, Leo…

-Endel: Lo que decíamos, que no calla.

-León: Ah… (pues a mi me sigue pareciendo muy calladita…)

-Sami: ¡Tú, ligón, no te puedo dejar a solas!

-León: ¡Sami, no es lo que parece!

-Sami: Ya, claro. Endel, tenemos que irnos, que aún no hemos comido. Hala, Leo, nos vamos.

Sami se llevó a León prácticamente arrastrándolo y lo obligó a bajar por las escaleras.

-Hox: Nada más peligroso que una chica celosa.

-Endel: Ya ves.

-Carmina: ¿Decíais?

Una mirada asesina los atravesó a los dos.

-Hox: N-nada.

-Endel: Master… habla demasiado.

-Hox: Sep. Hola, Slayer. Se han ido por allí.

-Slayer: Gracias, Hox. Nos vemos luego en el mismo sitio, ¿vale?

-Hox: Allí estaré.

Slayer corrió hacia las escaleras en busca de León y Sami.



-Winter: Quiero que las tengas listas lo más rápido posible. Vendré a por ellas en algún momento durante la tarde.

-De acuerdo, pero no me metas prisa. El trabajo de un herrero no es nada fácil y menos si se trata de recuperar tanto material y unirlo con este tipo de escamas, así que no te prometo tenerlo antes de tres horas.

El herrero cerró la puerta y cambió el título de su puerta de “abierto” a “trabajando”.

-Winter: Bueno, mientras tanto daré una vuelta por la Hermandad. Espero que haya más chicas como Amy.

Echó a andar a través de la inmensidad del gigantesco edificio.

-Winter: Me encantan esas orejas.



-Slayer: Pero bueno, ¿cómo salís corriendo de esa manera? Mira que hay guerreros por aquí con muy mala leche, no todos son como yo.

-León: Si me ha arrastrado ella.

-Slayer: Si te dejas arrastrar por una jovencita es que no te mereces esa licencia, chico…

-Sami: Ejem…

-Slayer: ¿Qué? Sólo digo que… Ah, hola, jefe.

Elder se abría paso entre la multitud.

-Elder: Hola, Slayer. Qué, ¿venís a por las licencias?

-Slayer: Sí, iremos a comer algo y más tarde se las pediremos a Amy.

-Elder: Ah, Amy. ¿Ha hecho algo en especial?

-Slayer: Bueno, le ha tirado la caña a Leo, pero está en época de celo, así que es normal.

-León: ¿Normal? Que me ha tocado el culo…

-Elder: ¡Jo jo jo! Esta Amy… Hace que todo parezca más alegre.

-Sami: ¿Más alegre?

-Elder: Hay mucho caos últimamente. Slayer, te esperaré en el mismo sito de ayer.

-Slayer: No faltaré. Ya he avisado a Hox.

-Elder: Perfecto. Y ahora, si me disculpáis, tengo asuntos que atender.

Elder se alejó de la escena y se perdió entre la multitud.

-Slayer: Bueno, vamos a comer algo. En la penúltima planta están todos los servicios.

-León: Vamos allá. Me muero de hambre.

-Sami: Si te has levantado hace nada.

-León: Pero se me ha caído el trozo de pizza al suelo cuando has tocado el timbre.

-Sami: Ay, pues perdón.

Sami sonrió y le guió un ojo.

-León: Eso no se vale…

Los tres siguieron hablando mientras subían las escaleras hacia el penúltimo piso.

El sector de restauración estaba tan lleno que no cabría ni un alfiler.

-Slayer: Madre mía, la hora punta es horrible. Vamos al restaurante de un amigo, es de la Tierra, así que seguro que os gusta, y nos podremos colar gratis.

-Sami: Pero mira que eres rata, tío.

-Slayer: Una cosa es ser rata y otra ser idiota, Sami. Venga, vamos al restaurante.

Al fondo del todo había un pequeño establecimiento decorado con muebles de madera y manteles blancos a cuadros rojos. Un cocinero uniformado de blanco con un bigote bajo su nariz respingona sonreía a los clientes.

-Slayer: ¡Giovanni!

-Giovanni: ¡Slayer! ¡Ven, amichi, cuanto hace que no parlamos tu e yo, ¿eh?! Pronto, pronto, tomad asiento. ¿Qué será hoy? ¿Pasta? ¿Lasagna? ¿Pizza?

-Slayer: Lo de siempre, Giovanni.

La sonrisa del cocinero desapareció.

-Giovanni: Aah, otra vez lo mismo, tanta carne no puede ser buona. Tienes que comer de tutto para estare en forma.

-Slayer. Mi especie sólo necesita carne para vivir, Giovanni. ¡Pronto!

-Giovanni: Ya voy, ya voy. ¡Eh, bambino, un especciale para nuestro amichi!

León y Sami observaban la escena sin saber muy bien que hacer.

-Giovanni: Ooh, qué modales que tengo, mil perdones, jovencitos. ¿Son los nuevos alumnos, Slayer?

-Slayer: Sep. Les falta mucho por aprender,

-Sami: ¡Oye, que no lo hacemos tan mal!

-Giovanni: Oh, la bambina tiene carácter. ¿Qué querrá entonces?

-Sami: Eh… Pues… canelones.

-Giovanni: Oído cocina, unos caneloni. ¿Y el ragazzo?

-León: Una pizza pepperoni, por favore.

-Giovanni: ¡Haaahaha! ¡Me gusta el bambino, Slayer! ¡Que se pase por aquí cuando quiera!

Giovanni se dirigió hacia la cocina para preparar los platos con una sonrisa bajo el bigote.

-Sami: Oye, si anoche cenaste lo mismo que…

-León: Lo se, pero me encanta.

-Sami: Te pondrás malo de tanta comida basura. A partir de ahora tendré que cuidar yo de lo que comes.

De repente, dejaron de hablar. Casualmente, a los dos se les pasó por la mente la imagen de Sami dándole de comer a León como si se tratara de dos enamorados. Empezaron a ponerse rojos por segundos.

-Slayer: ¿Se puede saber que os pasa?

-León: Nada, es que… Da igual, no es nada importante.

Estuvieron esperando la comida, Giovanni les trajo sus platos con un control del equilibrio impresionante, al igual que la presentación de los platos. Eran prácticamente perfectos.

-León: Oh… my… god…

-Sami: ¡Dios, no voy a poder acabarme todo esto!

-Giovanni: Que entre bien, bambinos. Slayer, la próxima vez pide algo más italiano.

El plato de Slayer era un enorme pedazo de carne que debía de pesar por lo menos tres kilos.

-Sami: ¿Te va a caber todo eso…?

-Slayer: Ha… vas a ver.

No habían pasado ni diez minutos y ya se podía ver el hueso del centro del trozo de carne. La velocidad y voracidad con que Slayer devoraba era digna de elogio.

-Sami: Joder, me das miedo, debes de gastarte una pasta en comida.

-Slayer: A mi la comida me es gratis. Como no tengo casa, ni lugar de origen, la mitad de lo que cobro se invierte en un domicilio y comida gratis en la sede de la hermandad. Luego iremos a verla.

-León: ¿No tienes lugar de origen…?

-Slayer: No. Mi mundo ha quedado abandonado. Un día, cuando estéis preparados, os contaré la historia del lugar donde provengo.

Durante la comida apenas hablaron más. Sami y León se sentían en parte culpables por haber hecho hablar de su pasado a Slayer. Esperaron un poco en el restaurante a que cesara la hora punta y dieron una vuelta por la Hermandad para bajar la comida.

-Slayer: Bueno, aún quedan unas cuantas cosas por hacer, pero sin las tarjetas no podemos hacer nada, así que vayamos a por ellas.

-Sami: ¿Cosas?

-Slayer: Sí, cosas. Es una sorpresa que os tengo reservada.

Dicho esto, Slayer empezó a bajar las escaleras con una sonrisa en la boca.

-León: ¡Un momento! ¿Qué sorpresa? Venga, tío, dinos…

-Slayer: Entonces no sería una sorpresa. ¡Ha ha ha ha!

Desapareció por una esquina y se les adelantó un buen trecho.

-Sami: Está loco.

-León: ¿Vamos?

León y Sami empezaron a bajar sin prisa las escaleras. Eran de mármol, de un color marrón claro, y brillaban prácticamente como un espejo. Un reflejo dio de lleno en la cara de León, el cual se echó inconscientemente para atrás y resbaló.

-Sami: ¡Cuidado!

En el último momento, Sami le cogió la mano y evitó que cayera escaleras abajo.

-León: Dios mío… Gracias, Sami.

-Sami: De nada, hombre. Para eso están los amigos. Vamos tirando.

Al cabo de diez minutos más o menos llegaron a la oficina de Amy, que les esperaba con una sonrisa felina mientras les saludaba levantando todo el brazo izquierdo. Debía de ser zurda. A su lado estaba Slayer, que en una ocasión normal debería de ser el polo opuesto de Sami, pero que parecía estar de muy buen humor.

-Amy: ¡Heeey, aquíiii, Leoncín!

-León: Amy… Qué bien, otra vez nos vemos…

-Sami: Leo, que te suelto una, ¿eh?

-León: ¿A ti que te pasa, Sami? Además, no le hago ni caso.

-Sami: Ya, pero me da rabia esa cara que pones… Seguro que estabas pensando en verde.

-León: ¿Qué yo es…?

Se calló a media frase y miró hacia otro lado.

-Sami: Madre mía…

-León: Sólo soy un chico de diecisiete años con curiosidades sanas y puras…

-Sami: Pues me da a mí que lo que pensabas no encaja con lo de “sanas y puras”.

-Slayer: Ya está bien, ¿no? Siempre os estáis peleando. Leo, tírale la caña de una vez.

-León: ¡Serás capullo! ¡Tú serás el primero al que me cargue cuando tenga rango B!

-Amy: ¡Jaaaañañañaña! Tu grupo es muy divertido, Slayer. ¿Puedo unirme?

-Slayer: Por mí no habría problema, pero tú no tienes permiso para llevar armas.

-Amy: Ñaaa… Siempre me chafas el pastel… ¿Cómo es que hoy estás tan contento?

-Slayer: Les tengo una sorpresa a estos dos. Dales las licencias, sin ellas no podré darles el regalo.

-Amy: Oki, mi capitán. Ahora mismito las traigo.

Amy entró en la trastienda del departamento de licencias, y en unos segundos volvió a salir con dos tarjetas en la mano.

-Amy: Dos tarjetas para los señores. Leoncín, la tuya es de color marrón, para los chicos de rango E. Sami, tú tienes color lila, lo mismo pero para chicas.

Cada uno cogió su respectiva tarjeta y la examinó por encima.

-Sami: Te la cambio, Leo.

-León: Hecho.

-Amy: ¡Quietos paraos! ¡No podéis andar con la licencia de otro por ahí, es ilegal! Además, tiene escrita vuestra información.

-León: En eso lleva razón…

-Sami: Mierda, pues este lila canta que no veas.

-Slayer: ¡Ha! Pues sube a nivel D para cambiarla a azul. Estoy seguro de que con mi regalo podrás.

-León: Pero dánoslo de una vez, me estoy muriendo de intriga.

-Slayer: Paciencia. Hay que ir a buscarlo. Venga, seguidme.

-Amy: ¡Un momento, mi turno acaba en diez minutos! ¿Me esperáis?

-Sami: No.

-Slayer: Bueno, porqué no.

-Sami: ¡Porque no!

-León: Venga, Sami, no seas así. Te esperaremos, Amy.

-Amy: ¡Ñaaa! ¡Gracias, Leoncín! Bueno, mientras se acaba mi hora, matemos el tiempo de alguna manera.

-Slayer: Leo, ¿me enseñas tu tarjeta? Tengo curiosidad.

-León: Vale, pero te aviso de que…

-Slayer: León… ¿Blue…?

-León: Sí, mi padre es extranjero.

-Slayer: Bueno, a ver qué…

Slayer se quedó mirando fijamente la tarjeta.

-Slayer: Tú te crees muy gracioso, ¿no?

-León: Eeejejejeje…

-Slayer: Me gusta tu nota… “Pueden más dos tetas que cien carretas”…

-Sami: ¡¿Qué?!

-León: Como decía antes, soy un joven de diecisiete años… ¿Y tú que has puesto?

-Sami: ¡Ha! ¡Lo mío es mucho mejor!

-León: ¿Y es…?

Sami sacó pecho con cara de superioridad.

-Sami: “Orgullosa de no ser bajita”.

El larguísimo silencio que se hizo dejó el ánimo de Sami por los suelos.

-Sami: ¿Qué tiene de malo…?

-Amy: Nada, pero es una parida impresionante… Me ha quitado hasta las ganas de sobar a Leoncín.

-León: ¡¿Qué?! ¡Sami!

-Sami: ¡O-oye! ¡¿”Sami” qué?!

-Slayer: Dejadlo ya, que se os debe de oír desde el despacho del jefe. Venga, Amy, que no tenemos todo el día.

-Amy: Voooy.

Con uniforme y todo, Amy salió de su puesto de trabajo y subió con ellos las escaleras.

-León: ¿A dónde vamos?

-Slayer: Ya lo veraaaas.

Detrás de ellos, Sami y Amy hablaban de sus cosas.

-Sami: Oye, ¿se puede saber qué le ves tú a Leo?

-Amy: Y yo que se, estoy en época de celo. Hasta el abuelo me parece… Bueno, no, él no. El caso es que en esta época no diferenciaría prácticamente a mi hombre ideal y a otro cualquiera.

Las dos miraron de refilón a León.

-Amy: Pero que sepas que yo tengo más posibilidades que tú.

-Sami: ¡¿Qué?! Oye, eso…

Amy sacó pecho con orgullo.

-Sami: Dios mío… ¿Se puede saber qué tienes ahí dentro?

-Amy: ¡Ha! El uniforme lo disimula, ¿eh? Según el sistema que usáis vosotros… tendría una 95, un poco más.

-Sami: Pero… pero… Mierda, me sacas diez números.

-Amy: Bueno, yo a tu edad estaba como una tabla de planchar, así que no desesperes, chica.

Amy le acarició el pelo a Sami como señal de consuelo.

-Amy: Eso si…

Las orejas se le pusieron de punta y la sonrisa se le agudizó.

-Amy: Leoncín será mío. Ñañañañaña…

Dicho esto, salió corriendo hacia León y Slayer y se agarró del brazo de su presa.

-León: ¡Amy!

-Amy: ¡Ñaaahahaha! Eres miiiooo.

-Slayer: Bueno, dejad el teatro para más tarde. Ya hemos llegado.

-Amy: Aaah, la armería.

La puerta de madera de casi dos metros de altura se abrió, y de ella salió el herrero, un hombre que debía medir lo mismo que la puerta, con unos músculos equiparables a los de Slayer y una barba muy corta que le terminaba en la barbilla.

-Sí, sí, ya tengo tu pedido.


Última edición por Gigathor el 01/05/10, 12:42 pm, editado 1 vez
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Gigathor

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MensajeTema: Re: Paranoia número 1   Paranoia número 1 Icon_minitime02/04/10, 11:46 am

RESERVADO
Bueno, SUPONGO que con esto habrá suficiente para lo que llevo escrito de momento. O eso espero... O.O

Entre refunfuños, les indicó que entraran con la mano. La sala estaba poco iluminada, y apenas amueblada, aparte de un enorme horno y un par de máquinas más lo único que adornaba las paredes eran las más diversas armas.
-León: Hala, cómo mola.
-Sami: No veo un pimiento. ¿Qué hacemos aquí?
-Slayer: Ahora lo veréis. Amy, deja en paz a León, que te veo.
-Amy: ¿Yo? Si yo no he hecho naaaada… aún.
Con pinta de aburrido, el herrero entró por una puerta escondida tras el horno y salió al cabo de unos segundos con un arma en cada mano.
-Aquí están las armas que me has pedido. No ha sido nada fácil hacer el látigo con esos materiales, he tenido que usar las vértebras de los tentáculos y limarlas lo máximo posible para que pueda manejarse con soltura, y aún así no prometo nada. La espada ha sido bastante fácil de confeccionar, pero dudo que sean capaces de dominarlas.
-Slayer: Quien sabe. Si no pueden, que trabajen duro.
Slayer cogió las armas que el herrero llevaba y se giró hacia Sami y León.
-Slayer: Sorpresa.
Le lanzó a cada uno su arma. León la cogió al vuelo sin demasiado esfuerzo, pero Sami se cayó de culo al coger el látigo.
-León: ¿Y esto? No me digas que…
-Slayer: Son vuestras. Están hechas con los materiales del Titán que me ayudasteis a vencer.
Asombrado, León miró la funda que contenía su nueva espada. Estaba hecha con las escamas del monstruo, de un tono azul oscuro como de océano profundo. Sami se quedó en el suelo admirando su látigo, de color blanco, con púas doradas a lo largo del arma, y con una de mayor tamaño en la punta.
Ambas armas estaban anudadas con una especie de tela rojiza transparente.
-León: Guau… ¿Puedo verla?
León deshizo el nudo y empezó a sacar su nueva espada de la funda.
-Slayer: ¡No, Leo, espera!
Al comenzar a salir la espada de la vaina, una sensación muy extraña invadió a León. Era como si la cabeza intentara separarse del cuerpo. De repente, algo lo arrancó de ése extraño sentimiento entre mareo y sueño.
-Slayer: ¡No seas loco! Aún te va a poseer el poder de la espada.
-León: ¿Qué ha…?
Sami miraba a León con cara de preocupación a la vez que apartaba el látigo de sus piernas.
-Sami: ¿Estás bien, Leo?
-León: Sí. Un poco mareado, pero no me pasa nada.
-Slayer: Eres un loco, Leo. Esa arma lleva el poder de ése Titan.
-León: ¿El poder?
El herrero huyó de la escena. Parecía molesto.
-Novatos… Yo tengo que salir a comprar un material, así que ya cerraréis cuando os vayáis.
Dicho esto, pasó entre ellos y desapareció por la puerta principal.
-Slayer: Si es que tenéis delito. Un poco más y tendría que haberte parado a golpes de espada.
-León: ¡Oye!
-Slayer: Leo, esa espada tiene el poder de Gerges, el nombre que tenía el héroe que acabó convirtiéndose en el Titán de aquella noche. Cuando te fabricas un arma debes tener cuidado de que ella no te supere a ti, o acabarás siendo como una reencarnación del monstruo cuyos materiales se hayan usado para crearla, en este caso Gerges. Lo bueno es que si no te puede dominar serás tú el que la domine, y la espada te concederá más fuerza, velocidad, resistencia… En fin, que una mejor arma no sólo corta más, sino que te mejora a ti mismo.
León, Sami e incluso Amy se quedaron observando a Slayer con cara de sorpresa.
-Sami: Entonces, ¿si cojo mi arma y la domino me volveré una súper mujer? Bueno, eso en la Tierra me haría bastante mal…
-Slayer: Tranquila, mientras no estés en contacto con el aura de tu látigo serás una chica normal. Además, primero tienes que dominarla, y eso es imposible.
-Sami: Bueno, si no lo probamos nunca lo sabremos.
Sami fue a deshacer el lazo de la tela mágica que sellaba su arma, pero una mano la detuvo.
-León: Para, Sami. No hagas locuras, que puedes acabar herida.
El rostro de reproche de León hizo que Sami dejara el lazo y soltara el látigo.
-Sami: Vale, Leo, pero no te enfades conmigo.
-León: No estoy enfadado, pero es que si acabas poseída…
-Slayer: Tranquilo, hombre, en ese caso no hay más que quitarle el arma.
León miró a Slayer con cara de malas pulgas.
-León: Y me lo dices ahora.
-Sami: Da igual, no os peleéis, que parecéis dos niños.
Sami cargó su látigo y abrió la puerta, dejando pasar la luz exterior y cegando a León y Slayer.
-Sami: Venga, que no podemos pasar aquí todo el día.
Entre quejas y collejas, Amy, León y Slayer salieron de la herrería.
-Amy: Ahí va, que tarde es. Gente, me voy para cas, que tengo que hacer un montón de cosas. Adiós, Leoncín.
Le dio un beso en la mejilla a León y se fue tarareando y dando saltitos.
-León: ¿Qué… ha sido eso…?
-Slayer: Ahí va.
-Sami: ¡Aaargh, la mataré la próxima vez que la vea!
-Slayer: ¡Serás celosa!
-Sami: ¡Y una mierda!
Sin entender demasiado de qué iba el asunto, León sostuvo su nueva espada y la miró con curiosidad.
-León: Pues vaya con la espada.
El grupo dio una vuelta por el edificio durante un rato, hasta que volvieron a cruzarse con el grupo de Hox, que bajaban por las enormes escaleras.
-Hox: Hey, Slayer, allí en media hora.
-Slayer: Sí, lo sé.
-Endel: ¡Hey, Leo!
-León: Hola, Endel. ¿Cómo ha ido?
-Endel: Pues después de coger la licencia hemos pasado por la sala de reunión para ver que misiones había a nuestro alcance, y hemos reservado una sesión de entrenamiento para mañana.
-León: Oh, cómo mola. Hey, Sami, ¿nos apuntamos a una nosotros?
-Sami: ¿Nosotros?
-Endel: ¡Sí, así podremos compararnos!
Carmina, que como siempre había pasado prácticamente desapercibida, salió de entre León y Endel.
-Carmina: Batiré un récord.
A Sami se le encendió la mirada, el alma y hasta el pelo si fuese posible.
-Sami: Ya estamos tardando, Leo. ¡Vamos!
-Slayer: Eh, un momento, un momento.
Slayer llamó la atención de los novatos.
-Slayer: Vamos a ver. Ahora Hox y yo tenemos que ir a una reunión importante, así que vais a andar solos por la Hermandad.
-Hox Exactamente, así que intentad no perderos. Vosotros dos llevadlos hasta la sala de reunión, y si eso anulad el entrenamiento al que os habéis apuntado para hacer uno con ellos.
-Endel: Oh, eso es aún mejor idea, Master. ¿Qué me decís?
-Sami: ¡Que ya estamos tardando!
A Sami casi se le caía la baba. Por su mente pasaba una mezcla de imágenes cuyos componentes básicamente se podrían definir como “llamas” y “Carmina pisoteada por Sami”.
-Sami: Naaahahahaha…
-León: Yo también me apunto. Alguien tiene que mantener alejada a la fiera.
-Sami: ¡Eh, tú, que te oigo!
-Hox: ¡Ha ha ha! Tú no te aburres, ¿eh, Slayer?
-Slayer: En realidad es bastante exasperante… Bueno, nosotros vamos tirando.
-Hox: Sí, ya va siendo hora. Endel, Carmina, volved a casa cuando queráis.
-Endel: Siiii, Master.
-Slayer: Leo, Sami, vosotros dos…
Durante unos segundos los miró de arriba a abajo en silencio.
-Slayer: Por dios, intentad no montar un pollo…
Dicho esto, los dos maestros se fueron en dirección a las escaleras.
-León: ¡Que no montemos un pollo!
-Sami: Con ésos ánimos que nos da, no sé qué puñetas quiere que hagamos. ¿Vamos o qué?
-Endel: Sí, seguidme, es en el primer piso, justo encima de recepción.
Al contrario que sus maestros, los cuatro aprendices bajaron las escaleras, en dirección a la sala de reunión. Llegaron al cabo de cinco minutos más o menos. Era una habitación bien grande, con decorados de madera, y con varios mostradores a los lados. Al fondo del todo, una enorme mandíbula adornaba la estancia.
León se acercó a ella para verla.
-León: “Mandíbula de Naren, antiguo héroe de rango S, conocido como más tarde como el Titán de los diez desiertos”…
Se rascó la cabeza como si no entendiera qué hacía eso allí.
-León: ¿No dará mala suerte tener algo como esto aquí?
-Endel: No lo sé, pero la verdad es que eso explicaría muchas cosas… Bueno, ése mostrador de allí es el de los entrenamientos.
Endel señaló a un mostrador de madera apartado, más pequeño que los otros. Una chica con un uniforme parecido al de Amy-éste cambiaba el color naranja por uno azul cielo-se apoyaba sobre éste. Una chica muy rara. En vez de tener orejas y cola, como Amy, lo que tenía eran dos cuernos en la cabeza que se retorcían sobre sí mismos y acababan en punta hacia delante. En un bostezo, se notaron también dos colmillos enormes en su boca.
-Sami: Dios… ¡Seguro que la dejó el novio!
-León: ¿Qué dices, Sa…?
León entendió por fin el chiste y miró a Sami con cara de fiera.
-León: Por Dios, Sami, antes de contar un chiste asegúrate de que tiene gracia…
-Sami: Ji… ji ji ji… No he podido evitarlo.
-Endel: Bueno, id mirando misiones. Carmina y yo vamos al mostrador especial para cancelar nuestra solicitud de entrenamiento.
Mientras iban hacia el mostrador especial, Sami y León se dirigieron hacia la chica de los cuernos.
-Buenas tardes, ¿en qué puedo ayudaros?
-León: Queríamos mirar entrenamientos para novatos, preferiblemente para luchar cuatro a la vez.
-Entrenamientos para novatos, ¿no?
-Sami: Para MUY novatos, si se me permite decirlo…
-Oh, entonces sois de los del grupo que venció a la manada de Yaksha. Tened, tengo unas cuantas a vuestra altura.
La chica sacó diez o doce papeles y los amontonó sobre la mesa.
-Yo tengo que ir a por un informe, así que id mirando lo que queráis.
Dicho esto, se fue y los dejó leyendo la información sobre los entrenamientos. Mientras lo hacían, llegaron Carmina y Endel.
-Endel: ¿Qué, cómo lo veis?
-Sami: Uuuf… Matar cinco Bízils, vencer a una manada de Keops, cazar seis Kerpi…
-León: Es que todo tiene pinta de ser tan difícil y a la vez tan…
Mientras las volvía a hojear, una de las misiones llamó la atención de León.
-León: Vencer al Plounder… ¿Qué es un plounder?
Carmina sacó un grueso libro de debajo del jersey y lo abrió.
-Carmina: “Monstruo originario de planetas áridos, principalmente Turán, Oresia o Gratón, caracterizado por tener complexión de dragón, andar con las patas traseras y una cola que acaba en punta. Es el monstruo que separa los monstruos normales de los grandes, y se puede reconocer a lo lejos por el cuerno que tiene en la cabeza”.
A León, esta descripción le entró a través de la piel, los oídos y los ojos. Una sensación de perfección lo envolvió.
-León: Chicos… Ya tenemos misión.

-Slayer: Buenas tardes a todos.
Slayer se encontraba en un gran balcón, al que se llegaba a través del gran ventanal del despacho del director Elder. Ante él, se encontraban los maestros de la última cacería en el bosque, Elder y Winter. Todos excepto el joven de hielo le devolvieron el saludo cordialmente.
-Winter: Anda, si me he cruzado contigo antes.
-Slayer: Lo se, ha sido en la sección de licencias. Mi nombre es Slayer, y soy rango B.
Winter se apartó el pelo de la cara como si ni siquiera viera a Slayer, y seguidamente le dirigió la palabra.
-Winter: ¿Tú eres el del desastre de hace siete años?
Slayer frunció un poco el ceño.
-Slayer: Sí, soy yo.
-Winter: Ha… ha ha ha ha…
Winter empezó a reírse macabra y escandalosamente.
-Winter: ¡Es imposible que seas nivel B! ¡Oí que eras casi A, y es totalmente imposible que un nivel B pudiera ahuyentar al Dragón blanco!
Slayer clavó la enorme espada en el suelo, y los dos círculos blancos de la hoja brillaron levemente.
-Slayer: Ahora soy nivel B, y punto.
El silencio reinó en el ambiente durante unos segundos. Desde tan arriba se veía gente volver a casa a través de varios portales mágicos situados ante la entrada de la Hermandad. Entonces, en un intento para romper el hielo, Raziel se dirigió a sus compañeros.
-Raziel: Bueno, ¿qué os contáis? ¿Cómo va el caso?
Elder se aclaró la voz y empezó a hablar.
-Elder: Hemos descubierto algo muy interesante sobre los titanes.
Angus y Hox levantaron la mirada, interesados por el comentario del director.
-Elder: No está realmente comprobado, pero es bastante posible que la forma de ser de la persona influye en el comportamiento y la manera de lucha del Titán en el que se convierte. Un buen ejemplo lo encontraríamos ahora en Jerásel. Lilian, la número tres del cuerpo de defensa de Jerásel, me informó en nombre de sus superiores acerca de Grondel. Lleva meses estacionándose en unas llanuras alejadas de la civilización, sin llamar demasiado la atención, cosa que concuerda con la personalidad del Grondel original. Antes de abalanzarse sobre su presa, vigilaba bien las ventajas que podía sacar del medio y planificaba su jugada desde varios ángulos, para pasar desapercibido hasta el momento del ataque.
-Hox: Muy interesante…
-Slayer: A mi se me ocurre otro ejemplo. No hace mucho, cuando conocí a Sami y León, entre los tres vencimos al titán de Gerges. Siempre fue un chulo y un prepotente, y por lo que vi en su forma de atacar una y otra vez sin parar seguía creyéndose el mejor. Supongo que por culpa de su personalidad se transformó.
-Angus: Un momento, ¿entre los tres? No es por meterme con nadie, pero no los veo capaces de vencer a un Titán, por mucho que fuese del nivel de Gerges.
-Slayer: Bueno, su ayuda no fue directa, pero en un momento de despiste mi espada salió volando, y ellos la cogieron y me la trajeron.
-Raziel: Bueno, dejando las anécdotas de lado, ¿para qué nos has llamado aparte de para informarnos sobre esto?
-Elder: Bueno, lo cierto es que…
Elder carraspeó y se peinó la barba.
-Elder: Hace poco que el Dragón Blanco se acercó a los límites de Eteria.

-León: ¡Que nervios!
León y Sami aparecieron ante la puerta principal. La abrieron y pasaron al salón principal, donde León se lanzó sobre el sofá, exhausto.
-León: Ya verás mañana…
-Sami: Calma, Leo, calma. Que no vamos de picnic.
-León: No, aunque la verdad es que sería buena idea…
-Sami: ¡Ja! Deja de decir tonterías, anda.
Se sentó al lado de León.
-Sami: Más importante que eso, ¿no te acuerdas de que pasará en un par de semanas?
Un arpón invisible se clavó en el corazón de León.
-León: No… ¡No jodas! ¡Se acaban las vacaciones de verano!
-Sami: Exactamente. Y creo que se quien no ha hecho los deberes.
León y Sami se miraron fijamente a los ojos durante un rato. Entonces ambos cayeron en la cuenta.
-León: ¡Mierda, ¿tampoco tú?!
-Sami: ¡Mierda, Leo, yo te los iba a pedir a ti!
Sami se llevó las manos a la cabeza mientras León se daba de golpes contra la mesa.
-León: No puede ser, que cagada más grande.
-Sami: ¡Mantén la calma, Leo!
Sami cogió a León por los hombros y lo zarandeó hasta calmarlo.
-Sami: Mañana haremos el entrenamiento con Endel y Carmina, pero a partir de pasado mañana haremos deberes cada día.
-León: Vale, pero hagámoslos aquí, que la mitad no la entiendo y la otra mitad la he olvidado.
-Sami: Pues lo llevamos muy mal…
Se miraron el uno al otro con los ojos llorosos.
-León: ¡Jo, que mal que lo llevamos!
-Sami: Acabo de perder el poco ánimo que me quedaba.
Aquella noche se quedaron lamentándose en el sofá hasta quedarse dormidos.

Era ya oscura noche en Eteria. Un hombre salía por la puerta principal de la Hermandad de Héroes con un uniforme negro, de un material parecido al cuero pero más duro, sin mangas, y con una muñequera negra en la mano derecha. Portaba además una enorme espada sobre los hombros. Detrás de la enorme entrada al cuartel general de la Hermandad, se encontraban Elder y los demás guerreros. Todos excepto Slayer. Estaban sujetando a Winter, que intentaba salir con el guerrero de fuera del edificio.
-Winter: ¡Dejadme a mi también! ¡Tengo el poder suficiente para hacerlo!
-Raziel: ¡No digas tonterías, se necesitarían diez como tú para hacerle frente a Slayer durante cinco minutos!
-Winter: ¡Deja de exagerar, Elfo! ¡A mi no me da órdenes un orejón!
-Hox: Eres tú quien exagera su propia fuerza, niño. Déjalo en manos de profesionales.
-Winter: ¡Tengo una licencia que demuestra que soy un profesional! ¡Dejadme marchar!
Un golpe en la cabeza hizo que Winter parara de moverse de un lado a otro.
-Angus: Ya me he cansado de hacer de niñera, chaval. ¿Cómo se te ocurre compararte con él?
Winter recuperó la noción del tiempo y movió la cabeza de un lado a otro.
-Winter: Vamos, eso de antes no ha sido tanto. ¿Y vosotros os consideráis maestros? Pero si os ha convencido a todos a base de golpes. No es que él sea tan fuerte, sino que vosotros soy unos debiluchos.
Elder se abrió paso entre ellos y dirigió una severa mirada hacia Winter.
-Elder: Eres joven y alocado y no conoces los detalles de la situación, Winter. Te voy a hacer una pregunta. ¿En serio crees que eso que ha demostrado antes bastaría para hacerle algo al Dragón Blanco?
-Winter: P-pues…
Se paró a pensar sobre la pregunta que el director de la Hermandad le acababa de hacer.
-Winter: Pues nunca he visto al Dragón Blanco en persona, ni siquiera he sentido su presencia, así que…
-Elder: Pues ya te digo que con lo que has visto no se le puede hacer daño alguno a su piel. Así que párate a pensar sobre si de verdad puedes equipararte a Slayer.
Finalmente, Winter chasqueó la lengua y se fue hacia el interior de la Hermandad. Después de presenciar la escena, Slayer habló con Elder.
-Slayer: No te preocupes, jefe. Volveré en cuanto zanje este asunto.
Y, dicho esto, dio un potente salto y se perdió en la oscuridad del enorme cielo de Eteria.

-Endel: Ñm, ñm, ñm… Buenos días, Master…
Endel se levantó en una habitación grande pero poco amueblada, sólo tenía un armario, dos camas, un escritorio y dos mesas de noche.
-Endel: Anda, si no está.
Después de desperezarse durante un buen rato, se levantó y se vistió con unas extrañas ropas, mezcla entre uniforme escolar y de combate, de color negro y bandas rojas.
-Endel: Como mola el uniforme de nivel E de Obsidia.
Obsidia era el mundo de donde venía Carmina. Allí se tenía en gran consideración a los Héroes y se los colmaba de bienes, en su caso un uniforme de edición especial que habían visto Carmina y él en un escaparate poco tiempo atrás.
-Endel: ¡Por fin me lo puedo poner!
Después de dar un par de saltos de alegría, se calzó y salió por la puerta. Tras cerrarla, se dirigió a la sala contigua y entró sin avisar ni llamar a la puerta.
-Endel: Hola, Car…
Carmina se giró repentinamente mientras se tapaba el pecho con los brazos. Estaba frente a un espejo y tenía un sujetador en la mano. Endel movió su mirada hacia un lado.
-Carmina: ¡Endel!
-Endel: ¡Ya me he girado, ya me he girado! Avísame cuando ya te lo hayas puesto.
Endel se giró hacia la pared para dejar a su compañera ponerse el sujetador. Pasaron unos minutos y sin embargo no oyó ningún aviso.
-Endel: No me digas que te han vuelto a crecer.
Carmina se puso recta de golpe a la vez que se sonrojaba rápidamente. Lo siguiente que Endel notó fue un zapato con tacón golpeando su cabeza, y seguidamente la fresca temperatura de la pared contra su frente. Después de recibir el zapatazo, se giró hacia Carmina cabreado como un toro.
-Endel: ¡¿Pero estás loca?!
Carmina volvió a taparse por acto reflejo, pero no llegó a tiempo y Endel le vio los pechos descubiertos durante medio segundo. Chillando en silencio-cosa que sólo Carmina sabía hacer-se giró y se tiró sobre su cama. Pero su compañero ya se había quedado con los ojos como platos.
-Endel: E-esperaré fuera…
Al cabo de casi media hora de espera, la puerta se abrió detrás de Endel y Carmina salió por ella, sonrojada como si estuviera quemando por dentro.
-Carmina: H-hola…
Endel la miró de arriba abajo.
-Endel: Qué, te has rendido y no te lo has puesto, ¿no?
Carmina le dio una patada en la entrepierna, se retiró el pelo de la cara y se dirigió a la salida del edificio residencial.
-Endel: B-bestia…
Carmina esperó a Endel sentada en un banco, situado en el jardín de la zona residencial de la Hermandad, que se encontraba a unos cien metros de la sede central. Cuando lo vio a lo lejos, levantó la mano indicándole su posición.
-Endel: Eres una mala pécora…
-Carmina: Y tu un mirón.
-Endel: ¿Sabes que te prefería cuando eras más calladita?
Mientras seguían discutiendo, anduvieron hasta un edificio que debía ser el comedor de la zona residencial. Se sentaron en un banco del fondo y pidieron el desayuno. La sala estaba prácticamente vacía, sólo había cinco o seis personas más. El pedido llegó sin demorarse demasiado y empezaron a comer. Endel tenía un bocadillo de casi medio metro, y Carmina había pedido unas pastas y una jarra de leche bien caliente. Se puso en un vaso y empezó a beberla a grandes tragos.
-Endel: Ahora lo entiendo todo…
Carmina se tapó los pechos por acto reflejo.
-Carmina: ¡Endel…!
-Endel: Vale, ya paro.
Después de desayunar se dirigieron hacia la entrada de la Hermandad. Habían quedado con León y Sami allí. Sin embargo, cuando pasaba más de un cuarto de hora del momento indicado, aún no habían aparecido.
-Endel: Espera, ahora que lo pienso… ¿Estos dos sabían viajar entre mundos? No, ¿no?
-Carmina: No se…
-Endel: ¡Pues la hemos hecho buena! ¿Cómo nos encontramos con ellos ahora?
Carmina sonrió y se le oscureció la cara.
-Endel: No me lo digas… Sabes cómo ir a casa de Leo, ¿verdad?
Carmina asintió con una cara que estaba entre la maldad y el rubor.
-Endel: Anda, vamos…

Debía ser casi mediodía en casa de León. Él y Sami estaban durmiendo en el sofá, ella apoyando la cabeza en el hombro de León. Jolie no había pasado por allí aquella noche, seguramente se había quedado a dormir en la casa que compartía con sus amigas.
Un rayo de luz procedente de la ventana golpeó los ojos de León.
-León: Ugh…
Lentamente, abrió los ojos, y se encontró con el salón de su casa bañado en luz.
-León: Haaa… me pesa el hombro un mon… tón…
Se encontró con la cara de ángel que ponía Sami cuando dormía. No era la primera vez que la veía. El día en el que todo empezó, la vio así en la playa.
León se puso rojo como un tomate.
-León: Ostia, ya me acuerdo de anoche…
Miró a Sami fijamente durante unos segundos y empezó a levantar su mano lentamente. Le acarició el pelo una vez. Ella respiró bien hondo y una sonrisa angelical se dibujo en su cara. Con el corazón a cien por hora, León siguió acariciando el pelo de su queridísima amiga, hasta relajarse de nuevo. Entonces, una extraña luz apareció delante de ellos.
-Endel: Me parece que molestamos…
Los tres se quedaron con los ojos fuera de sus órbitas. El silencio que allí se hizo era tan tenso que Sami se despertó.
-Sami: Waaaah… Anda, si ayer me quedé dormida aquí…
Miró a su alrededor, cerró de nuevo los ojos, y mientras se encogía se apretó contra León. Y de golpe los volvió a abrir y salió del sofá de un enorme salto.
-Sami: ¡Argh! ¡¿Qué me has hecho?!
-León: ¡Nada, yo me acabo de despertar hace un momento!
-Endel: ¿Entonces no hemos interrumpido...?
-León: ¡P-para nada!
-Endel: Ah, es que yo pensaba que erais novios.
Sami y León se miraron a la cara y se pusieron rojos a más no poder.
-¡Que va, que va!
-Endel: Bueno, bueno. Pues buenos días.
-León: H-hola, Endel…
-Sami: Buenos días…
León miró a Carmina.
-León: ¡Hola, Carmi!
Carmina se encogió de hombros y sus ojos se pusieron llorosos.
-León: ¡¿Qué he hecho ahora?!
Después de que León y Sami desayunaran, Carmina, que era la única que sabía usar magia, abrió un portal hacia la Hermandad de Héroes y todos pasaron a través de ella. Al otro lado, salieron a la vez y aterrizaron frente al gigantesco edificio con aspecto de catedral.
-León: Que fuerte, Carmi, no sabía que tú también sabías hacer esto.
Sonriendo, Carmina miró hacia otro lado mientras se sonrojaba.
-León: Bueno.
Tanto Sami como León llevaban sus armas con ellos.
-León: ¿Vamos tirando o qué?

-Winter: Bah…
Winter se encontraba en un paisaje envuelto en árboles y matojos. Se trataba de una selva de estilo tropical, algo parecido a la Amazonia pero sin llegar a serlo.
-Winter: Cómo odio estas misiones tan fáciles… Yo paso de ganar tantos puntos encargándome de…
De repente, oyó un rugido proveniente de ningún lugar.
-Winter: Bueno, por fin empieza lo bueno.
Las dos espadas que llevaba atadas a la cintura aparecieron en sus manos en cuestión de segundos antes de que una mirada luminosa se le clavara directamente en los ojos.
-Winter: Esto va a ser divertido.


Última edición por Gigathor el 11/06/10, 11:01 pm, editado 2 veces
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Evan

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MensajeTema: Re: Paranoia número 1   Paranoia número 1 Icon_minitime02/04/10, 06:25 pm

O.O mola tío, mola. Está bastante bien narrada, algún que otro fallito mínimo (no se vale por ejemplo) y alguna tilde perdida por ahí. Comentando la historia, aunque sea el prólogo ya sabemos bastante de la historia. Sinceramente, me ha gustado mucho ^^ ¡por supuesto que quiero que la continúes!. ¿Slayer y dos n00bs contra titanes? Lol. Respecto a lo de Reservado, en teoría no se puede doblepostear (aquí son más de uno) aunque teniendo en cuenta lo que tú dices, no creo que sea problema. En otro foro en el que yo estoy las cosas se hacen de diferente manera: Un post con la historia y otro post diferente dónde la gente comenta y el autor responde a los comentarios, habiendo así dos subforos: Historias y otro llamado Comentarios.
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MensajeTema: Re: Paranoia número 1   Paranoia número 1 Icon_minitime03/04/10, 05:48 pm

Pues muchas gracias por leer! Ya iré colgando más, pero es que ya sabes que pasa: si ven muchas letras, se asustan y no leen XDDD
Ya verás como, cofnorme avanza la historia, mejora la forma de escribir!
¡Salu2!
COJONUDO... LAS RESERVAS NO HAN LLEGADO NI PARA EL NUDO DE LA HISTORIA XDDD


-León: Ahora que lo pienso…
-Sami: ¿Qué?
-León: Que el bicho este va a ir a por nosotros, ¿no?
-Sami: Interesante deducción.
-León: Ya te vale, Sami… ¿Por qué me atacas de esta manera?
-Sami: No te imaginas lo divertido que es.
El grupo se encontraba tras una enorme reja metálica que daba a una especie de arena de combate del tamaño de una plaza de toros. Con un ruido pesado, la puerta gigante empezó a ascender lentamente, arrastrando los barrotes.
-Endel: ¡Bueno, ya ha llegado la hora!
Endel fue el primero en salir, corriendo a toda pastilla hasta el escenario, mientras sus compañeros andaban con paso lento y no muy decididos a combatir. Pero antes de que llegaran al límite de la puerta, Endel había vuelto con ellos para resguardarse.
-Endel: ¡Joder, menudo bicharraco!
-Sami: Pero que cobarde…
Con Endel detrás de ellos, según él decía cubriéndoles las espaldas, avanzaron con paso decidido hacia el enorme círculo de tierra. Y allí estaba. En el centro del escenario, como si fuera el rey del lugar, se encontraba el Plounder, un monstruo de casi diez metros de largo y por lo menos tres o cuatro de alto, cubierto de escamas de un color entre el barro y la roca, una cola acabada en punta y un cuerno del tamaño de un brazo humano en medio de la cabeza.
Sami se dio la vuelta, tiesa como un palo, y empezó a caminar en sentido contrario como un robot. León la miró a la cara y le echó una mirada burlona
-León: ¿Se puede saber a dónde vas?
-Sami: ¡Aaah, cállate!
Mientras León y Sami discutían y Endel se escondía detrás de sus amigos, Carmina desplegó suavemente su arco, con la forma de media luna, y cargó una flecha. Y, tensando la cuerda con sus finos dedos, se concentro, apuntó, y disparó. Y dio de lleno en el blanco. El disparo se clavó en el hombro derecho del monstruo, que hasta ahora no había reparado en ellos o no les había dado importancia.
-Carmina: Blanco perfecto.
El Plounder, sin comprender de donde venía el ataque, miró a su alrededor, sacando vapor por las fosas nasales, hasta que dio con ellos, y emitió un rugido profundo y penetrante que se habría oído a varios kilómetros de distancia.
-Endel: ¡Mierda, aquí viene! ¡Carmina, siempre la estás liando!
-Carmina: Yo sólo cumplía mi misión.
-León: Sami, joder, no te rebajes tanto…
Sami estaba encogida en el suelo, cogiéndose la cabeza.
-Sami: ¡M-me va a matar!
-León: ¡Qué nos va a matar, anda! ¡Venga, levanta el culo, soldado!
Sami se levantó de golpe y se puso recta como un palo, a la vez que se llevaba la mano a la cabeza como un soldado delante de su superior.
-Sami: ¡Señor, sí, señor!
El viento sopló suavemente y le acarició la melena. León la miró como el que mira a un bicho raro.
-Sami: He visto demasiadas pelis…
Mientras Sami y León montaban la escenita, el Plounder bufó con rabia y empezó a acercarse a ellos a paso ligero.
-Endel: ¡Eh, aquí viene!
Endel ajustó las cuchillas, del tamaño de medio brazo, que llevaba en los brazos, y se preparó para esquivar al enemigo.
-Carmina: “Y entonces, los pecadores fueron abatidos por un mar de flechas”.
Carmina se alejó y cargó otra flecha, mientras un escalofrío recorría la espalda de Endel.
-Endel: Uuuh… Carmina, por dios, estate calladita un rato…
León cogió su larga espada por el mango y se preparó para la lucha.
-León: Bueno, ya no hay vuelta atrás.
-Sami: Que se le va a hacer…
Sami cogió su látigo, no muy segura de sí misma.
-Sami: Ay mi madre…
-León: Eh, tranquila, mujer.
León se giró y le puso la mano en un hombro.
-León: ¿Crees que dejaré que te pase algo? Yo estoy aquí para protegerte.
Sami miró a León. El miedo que sentía hasta el momento empezaba a disiparse, y el hueco que dejaba empezaba a rellenarse, esta vez de un sentimiento mucho más cálido. No sabía por qué, pero tenía ganas de acercarse más a él. Pero este movimiento fue sustituido por un empujón hacia la derecha, que mandó a León contra el suelo. Sami tuvo el tiempo justo para evitar el ataque.
-Sami: ¡Leo, joder, ¿Quién tiene que proteger a quien?!
-León: Ejejeje… los compañeros se prometen mutuamente.
-León: Si yo fuera como Slayer, ahora serías mi mujer de la limpieza hasta que me salvaras la vida tú a mí…
-León: ¡Argh!
El Plounder giró en dirección a Endel y lo miró como a una presa.
-Endel: Parece que me toca a mí.
La bestia rascó el suelo con la pata derecha y empezó a correr hacia él como un toro. Cuando faltaban pocos metros para el impacto, Endel saltó a un lado y dio un rápido corte en la misma pata que había recibido el flechazo de Sami. El monstruo lo notó y se giró, golpeando con la cola el látigo de Sami, que había estado a punto de clavarse entre sus escamas.
-Sami: ¡Mierda!
Endel salió corriendo de allí. Por su parte, el enorme reptil los observaba a todos desde su perspectiva, sin perderlos de vista ni un segundo. Finalmente, optó por atacar a Sami.
-Sami: Este bicho me está mirando raro… Leo, anda, devuélveme el favor…
-León: Ju ju ju… Qué suerte, Sami, hasta los monstruos se fijan en ti.
-Sami: En cuanto salgamos de aquí te voy a torturar como si fueras un maldito prisionero de guerra…
León trago saliva y un escalofrío recorrió su columna vertebral.
El Plounder volvió a rascar el suelo, agachó la cabeza, sopló con fuerza y cargó en contra de Sami a una velocidad increíble.
-Sami: ¡Pe…!
Todo pasó rapidísimo. El cuerno que había estado a punto de partirla en dos pasó a toda velocidad por el lugar donde, hasta segundos antes, ella se encontraba. No recibió ninguna herida, no notó nada que cortara su piel, lo único que sintió fue el golpe que se dio al caer al suelo. Rápidamente, una flecha se clavó de nuevo en la pata del monstruo, en un intento de Carmina de alejarlo de allí.
-Sami: ¿Qué ha…?
-León: Uy…
El Plounder se alejó de allí, aún más cabreado, con un hilo se sangre colgando de la punta del cuerno.
-Sami: ¡L-Leo!
León se había contra Sami en el momento justo para salvarla, pero ahora había una raja ensangrentada en su ropa.
-Sami: ¡Leo, estás herido!
-León: Bueno, un poco, pero solo es una rozadura, tranquila.
Sami miró la herida de León. No era grave para nada, pero había que tratarla sin demasiada demora para evitar infecciones.
-Sami: Aaay… Mira, quédate aquí, Leo, que no estás para estos trotes.
-León: Ni que fuera un viejo…
-Sami: Pues si eres un viejo eres un maldito viejo verde. Aparta la mano de ahí, anda...
Involuntariamente, León había puesto una mano sobre un pecho de Sami.
-León: ¡Uy! Perdón, perdón.
-Sami: Déjame la teta tranquila, que ya está bastante asustada.
Con una expresión bastante rara, Sami miró a Carmina, que estaba preparando la tercera flecha que le iba a lanzar al enemigo.
-León: Lo de asustada no lo dirás por…
Sami sonrió de oreja a oreja.
-León: Lo sabía…
Avergonzada, Sami se dirigió hacia el sitio donde Endel y Carmina estaban luchando con el monstruo, látigo en mano. León suspiró.
-León: Aaah… al final no he podido hacer nada…
El Plounder tenía varias flechas clavadas en la pata, junto a unos cuantos cortes que Endel le había propinado. El monstruo, al verse superado en número y fuerza, empezó a retroceder. En un intento por encontrar una salida, divisó a León a lo lejos.
-León: Ay…
La bestia se giró en dirección a su nuevo objetivo y dio un paso adelante.
-Endel: ¡Mierda, lo hemos dejado sólo!
-Carmina: ¡Leo…!
Antes de que nadie pudiera pensar en qué hacer, el gigante se acercaba a paso ligero a León, el cual se levantó y cogió su espada, sin demasiadas esperanzas de poder evadir el ataque.
-León: Mierda…
Sin embargo, cuando ya todos pensaban que León iba a recibir una muerte horrible, algo que iba a toda velocidad se clavó en la pata derecha del Plounder. Los nervios de la pierna no pudieron aguantar el dolor y los golpes, y el animal resbaló como si estuviera sobre hielo y cayó al suelo, haciendo un gran estruendo y clavándose más las flechas.
-Sami: ¡Ahora, Leo!
Una larguísima cadena, que acababa en la mano de Sami, sujetaba la púa que se había clavado en el enemigo. León, confuso, miró la escena y reaccionó a tiempo.
-León: Esto no es personal…
Cogió su larguísima espada por el mango con ambas manos, la dirigió hacia abajo y la clavó en la cabeza del Plounder. El monstruo, sintiendo una enorme punzada de dolor, emitió un potentísimo grito y empezó a revolverse entre espasmos. La sangre de la cabeza empezó a chorrear y a esparcirse por el suelo, manchando el escenario de la lucha. Pocos segundos después, los espasmos empezaban a cesar, y la sangre siguió emanando, ahora con menos fuerza. El Plounder, después de una feroz batalla, perdió contra los aprendices de héroe y dejó de vivir.

A kilómetros y kilómetros de la sede de la Hermandad de Héroes, había una gran llanura en la que apenas crecía ni la hierba. Era un lugar lleno de soledad y de muerte, donde sólo los más fuertes podrían sobrevivir. En ése lugar tan inhóspito, dejado de la mano de Dios, un impresionante torbellino de energía se estaba concentrando cada vez más y más. Un choque de energías estaba girando vertiginosamente, levantando el polvo y la arena y esparciéndolos como si se tratara de una especie de magnetismo.
Un grito potentísimo, venido del mismo infierno, retumbó por todo el lugar. La criatura que lo había emitido era, sin duda, una monstruosidad viviente.
-Slayer: Odio tener que hacer esto…
Slayer, la energía del cual era la que giraba con la del monstruo, agarró su espada por el mango y, haciéndola girar, la clavó en el suelo y… la soltó.
-Slayer: Ha pasado tantísimo tiempo desde la última vez que…
Antes de terminar la frase, la energía alrededor del guerrero empezó a cambiar. La presión en el ambiente y entre ambas fuerzas aumentaba segundo a segundo. Un aura celeste empezaba a vislumbrarse alrededor de Slayer, a la vez que empezaba a tornarse morada al contacto con el color rojo de la energía que provenía de aquel demonio terrorífico, gigante, tan imponente… tan blanco.
Una explosión digna de una guerra nuclear se elevó en el campo de batalla entre los dos enemigos y se dejó ver desde kilómetros a la redonda, a la vez que de nuevo se oía un potentísimo rugido que hacía estremecer el alma y el corazón.

-León: Ay, ay…
-Sami: ¿Quieres estarte quieto de una vez?
-León: Pero es que… ¡Au! ¡Cuidado!
Sami y León se encontraban en casa de él, tratándole la herida que había recibido en la lucha contra el Plounder. Sami estaba aplicando una crema a la herida de León, que se encontraba en la espalda del chico. Estaban en el baño, que era donde se encontraban los medicamentos y el botiquín.
-Sami: Nunca he hecho esto antes, pero como te quejes otra te haré puntos sin anestesia, así que no te quejes tanto.
-León: Ugh… si señora.
Sami siguió curando la herida y cogiendo algunas vendas.
-Sami: Por cierto, nunca me había fijado, pero…
-León: ¿Qué pasa?
-Sami: ¿D-desde cuando estás tan… musculado?
-León: Siempre he sido de complexión fuerte…
-Sami: Ya, pero nunca me había fijado en… en…
-León: Mi torso desnudo.
Entre sonrojada y cabreada, Sami golpeó la herida de León.
-León: ¡¡AAAAH!! ¡Serás bruja!
-Sami: Tú eres un maldito pervertido, Leo… No me digas esas cosas, que me da cosa… Yo me refería a que estás musculado. Bueno, ni de lejos como Slayer, pero aún así madre mía lo que tienes aquí.
-León: Bueno, viviendo sólo y sin nadie que te controle, a veces te aburres mucho, así que hace tres o cuatro meses me dio por hacer pesas y ya ves el resultado.
-Sami: Aaaam. Bueno, esto ya está. ¡Levanta de una vez, vago!
León se alzó y abrió la puerta del lavabo para salir de allí, y al abrir la puerta, se encontró con su hermana Jolie, a la cual se le cayeron dos bolsas de plástico que llevaba en las manos.
-Jolie: Sois unos marranos…
El panorama no era para menos. León iba sin camiseta, y salía del lavabo con Sami detrás.
-Sami: Mierda, otra vez tú. Leo, gírate.
-León: ¿Por qué tengo que…? Ah, claro. Mira, Jolie, estábamos ahí dentro por esto.
León se señaló la herida.
-Jolie ¡Argh! Que dolor…
Jolie acercó la mirada hacia Sami lentamente.
-Jolie: Tú eres una fiera, tia.
-Sami: ¡Argh! ¡Que no es eso! ¡Le estaba curando la herida a Leo!
-Jolie: Ya, si eso no lo niego. Lo único que digo es que esa herida tiene que haber salido de algún sitio, y…
-León: ¡Me he caído, Jolie! Hay que ver lo malpensada que eres.
-Jolie: A ver, hijo, ¿qué queires que piense si os veo salir juntitos deñ baño y encima tú me vienes sin camiseta? Lo normal es que… Joder, nunca me había fijado en lo bueno que estás, Leo.
León se tapó el pecho instintivamente mientras daba un paso atrás. Sami se sonrojó, recordando una escena parecida pocos segundos antes.
-Jolie: Aaaah, ahora lo entiendo todo. Leo, Sami sólo te quiere por tu cuerpo, no te ama con el corazón.
-Sami: ¡Q-que dices! ¡Eso no es ver…! Quiero decir… ¡No me gusta Leo! ¡Y aunque me gustara, no sería por el cuerpo!
Sami estaba roja como un tomate a causa de una mezcla entre vergüenza y rabia.
-León: Gracias, Sami, me quedo más tranquilo…
-Sami: A-ay… Oye, Leo, no te he llamado feo ni nada así, ¿eh…?
-León: Tranquila, no me importa…
León se puso la camiseta y se fue andando hacia el sofá, arrastrándose como una marioneta sin dueño.
-Jolie: Uy. ¿He hecho algo mal?
Jolie sonrió a la vez que ponía cara de no haber roto nunca un plato.
-Sami: ¡Argh, que rabia!

-Winter: Pues no lo entiendo, jefe.
Winter estaba sentado frente a una enorme mesa. Con él, se encontraban Elder, Angus, Raziel, Hox y la niña que había estado en la última reunión presidida por el directos de la hermandad, Pandora Blazett.
-Winter: Si esta niña es tan fuerte como dices, podrías haberla mandado con Slayer para asegurar la victoria.
-Elder: No, chico, las cosas no son tan fáciles como tú crees. Pandora es una niña prodigio, casos como el suyo se dan una vez cada cincuenta años por lo menos, pero después de todo es eso, una niña. No puede permitirse recibir ni un golpe porque su cuerpo no lo resistiría, y menos tratándose de este enemigo. Además, esta lucha es algo que Slayer lleva demasiado tiempo esperando. He intentado hacerle entrar en razón en incontables ocasiones, pero es imposible hacer que se eche atrás. Si se pusiera en serio, haría falta todo un escuadrón, y además de los más fuertes, para detenerlo, y eso es algo que no nos favorece. Además, volviendo al tema de Pandora…
Pandora, que había estado escuchando atentamente la conversación, miró a Winter con una mirada vacía mientras cogía su oso de peluche.
-Elder: Si mis cálculos son correctos, en cuanto llegue a la mayoría de edad será prácticamente invencible. De hecho, estoy seguro de que tiene posibilidades de ascender.
Todos los de la sala miraron a Elder con los ojos fuera de las órbitas. Incluso la misma Pandora mostraba cierta sorpresa.
-Raziel: Un momento, un momento. ¿Qué esta niña podría ascender?
-Hox: Es increíble, increíble.
-Elder: Ciertamente, parece mentira que una pequeña como ella vaya a llegar tan alto, pero es algo bastante más que probable. Con sólo siete años, es una respetada maga que fácilmente sería ahora rango A si estuviera en edad de luchar. De hecho, se encuentra ahora aquí para suplir la baja de Sefes, uno de los magos que mantienen viva la barrera alrededor de toda la civilización de Eteria.
-Angus: Tanto poder concentrado en una niña…
Un corto silencio se hizo en la sala.
-Pandora: No os preocupéis por mí, no es algo que me cause nada malo. Además, siempre es un honor servir a la Hermandad de Héroes.
-Winter: Habla como una rata de biblioteca.
-Elder: ¡Jo jo jo! Winter, los de su raza son seres tremendamente inteligentes. Ahora mismo, ella es seguramente mucho más madura que tú.
-Hox: Sin engañarnos, jefe, no es muy difícil ser más maduro que Winter.
-Angus: ¡Ha! Por fin estamos de acuerdo en algo, mago de pacotilla.
Hox: Qué, ¿quieres pelea?
Angus y Hox empezaron a matarse con la mirada.
-Raziel: Vosotros tampoco os quedáis cortos, ¿eh?
Tras darse cuenta de su situación, los dos se retiraron de nuevo a sus respectivos asientos y se callaron.
-Elder: Jo, jo, jo… Bueno, por hoy me parece que estamos listos. Pandora, ¿tienes que volver a ayudar a los magos?
-Pandora: Sí, dentro de poco tendré que estar allí, y la barrera empezará a flaquear.
-Elder: Vale, entonces declaro esta reunión finalizada. Que cada uno vuelva a su casa. Vamos, Pandora.
El director de la hermandad y la niña salieron por la puerta que daba a la sala y dejaron a los cuatro guerreros a solas.
-Raziel: Las cosas están peor de lo que pensábamos.
-Hox: Cierto. Pero lo único que podemos hacer es esforzarnos para aumentar nuestro rango y poder ayudar mejor al jefe.
-Angus: Y también hay que preparar a las generaciones futuras de guerreros.
Un silencio, más largo esta vez, se desplomó sobre la sala.
-Hox: Bueno, va siendo hora de irse.
-Angus: Sí, mejor vamos tirando.
Raziel: Sí, os sigo. ¿Vienes, Winter?
-Winter: Paso.
-Raziel: Como quieras.
Los tres guerreros salieron por la puerta principal y dejaron solo a Winter. Tenía un aire taciturno, y parecía preocupado.
-Winter: Mierda de rangos…
Con rabia, dio un puñetazo contra la pared y dejo un boquete, y con una sensación de ansiedad se fue de allí arrastrando los pies.
-Winter: Ya veremos quién asciende aquí.
FIN DEL CAPÍTULO 2


Última edición por Gigathor el 11/06/10, 11:03 pm, editado 1 vez
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Wulfgar

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MensajeTema: Re: Paranoia número 1   Paranoia número 1 Icon_minitime03/04/10, 06:42 pm

Muy Guapo jajajajjaja me he reido mogollon y mola bastante xD
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Gigathor

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MensajeTema: Re: Paranoia número 1   Paranoia número 1 Icon_minitime04/04/10, 11:45 am

Pues nada, mañana mismo (si me acuerdo <_<) subiré más.
¡Salu2!
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erart

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MensajeTema: Re: Paranoia número 1   Paranoia número 1 Icon_minitime09/04/10, 07:00 pm

eeeeeeeeeeeeee un poco mas y habria colgao una historia mu parecida en la que en el mundo los monstruos siempre han sido mantenidos a raya por la A.M.E.M.
(AGENCIA MUNDIAL DE EXTERMINIO DE MONSTRUOS

PERO ABIEN DO ESTA NO CREO QUE LA CUELGUE XD

POR CIERTO TU HISTORIA FALLARA EN CUANTO DARKSPINUS CRITIQUE

PARA MI ESTA DE PUTA MADREEEEEEEEEEEEEE
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Wulfgar

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MensajeTema: Re: Paranoia número 1   Paranoia número 1 Icon_minitime09/04/10, 07:04 pm

-.-" que pasa Gigathor?? Te han raptado?? no se sabe nada de tí xD

por cierto muy bueno lo de la amén
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Gigathor

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MensajeTema: Re: Paranoia número 1   Paranoia número 1 Icon_minitime11/04/10, 07:48 pm

Pues hoy he escrito 4paginas nuevas... O.O
Así que hala, ya mismo estais entrando, porque ya mismo voy a poner el capi 1 XD

DITO: Vale, parece que el capi 1 aun no, pero voy a poner lo que queda del prólogo... Creá que habia puesto el prologo entero y en realidad es mucho mas grande XDDD
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Wulfgar

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MensajeTema: Re: Paranoia número 1   Paranoia número 1 Icon_minitime11/04/10, 10:46 pm

Pues no está mal, pero se parece a SensEssence de Evan con lo del poder, y que luego se convierte en malo -.-"
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Gigathor

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MensajeTema: Re: Paranoia número 1   Paranoia número 1 Icon_minitime11/04/10, 11:00 pm

Quien? El que? XDDD
Da igual, gracias por el comentario, compañero. Subiré más mañana mismo, a riesgo de que quien entre encuentre tanto que leer que salga por patas de aquí XD

GALERIA DE TIRAS CÓMICAS

Spoiler:


Última edición por Gigathor el 18/04/10, 10:37 pm, editado 2 veces
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erart

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MensajeTema: Re: Paranoia número 1   Paranoia número 1 Icon_minitime11/04/10, 11:38 pm

por los nombres cualquiera diria que este relato es de pokemon esmeralda por lo de leon

pero mui bueno,en serio
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Turdragor

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MensajeTema: Re: Paranoia número 1   Paranoia número 1 Icon_minitime11/04/10, 11:47 pm

me lo akabo de leer y me mola la istoria!!
aver para kuando pones mas Very Happy
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Gigathor

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MensajeTema: Re: Paranoia número 1   Paranoia número 1 Icon_minitime12/04/10, 03:48 pm

La verdad es que nunca jugué al esmeralda... XDDD
¡Y oido cocina, voy a poner más!

ME LO VEÍA VENIR... QUE ME FALTARÍAN MENSAJES DE RESERVA... XD
EN FIN, AHÍ VA EL CAPITULO 3

CAPÍTULO 3
El ambiente estaba sometido a una presión sin igual. Para el que estuviera en aquella habitación, la sensación de un camión sobre la cabeza habría sido hasta relajante.
-León: Ugh…
-Sami: Ay…
En el cuarto de León, los dos amigos miraban con terror sus libros y cuadernos.
-León: Totalmente vacío…
-Sami: ¡Joder, Leo, hasta yo he hecho algo! Bueno, cuatro páginas, pero algo es algo después de todo…
-León: Oye, oye, que no están totalmente en blanco. Mira.
En una esquina de la primera página, en letra pequeña, León tenía su nombre escrito.
-Sami: Impresionante, de veras…
-León: Yo… uno hace lo que puede…
-Sami: Y un rábano frito, Leo… Anda, vamos a ponernos de una vez, que sino nunca acabaremos.
Sin ningunas ganas de trabajar, los dos compañeros de clase se sentaron cada uno en una silla, se apoyaron en el escritorio de León y empezaron a hacer los deberes de verano.
-León: Pásame la calculadora, Sami.
-Sami: Voooy.
Sami le dio la calculadora a León con la mano derecha, mientras que con la izquierda escribía.
-León: Graaacias.
Al cabo de un par de minutos, León volvió a hablar.
-León: Sami, pásame la regla, porfa.
-Sami: Aquí tienes.
Otra vez se la pasó con la mano derecha, mientras con la izquierda escribía.
-León: Muchas graciaaas.
León trazó un par de líneas en una hoja, anotó unas cifras y pasó a la siguiente página.
-León: Sami…
-Sami: ¡¿Pero es que tú no tienes material?!
Sami le echó una mirada asesina a León, el cual instintivamente se apartó unos centímetros de ella.
-León: S… sí, si tengo, pero…
-Sami: ¿Pero qué?
-León: Que… no tengo ganas de levantarme a por las cosas. Ejejeje…
Otra vez la mirada asesina, que obligó a León a levantarse, abrir un cajón que se encontraba junto al ordenador y sacar de ahí los materiales que necesitaba para trabajar. Hecho esto, se volvió a sentar en su silla, mientras Sami le echaba una mirada de aprobación y levantaba el pulgar.
-Sami: Así me gusta, soldado.
-León: Un placer…
Al cabo de casi tres horas, después de acabar casi todos los deberes, Sami, que no podía más, se llevó las manos a la cabeza.
-Sami: Ay dios mío, esto no se puede aguantar. Leo, vayamos a dar una vuelta para airearnos un poco, ¿vale?
-León: V-vale.
Hacía tiempo que León no se montaba una fantasía mental como la que le asaltaba la mente en ese momento.
-León: “¡Ay mi madre, ay mi madre, ay mi madre! ¡Me está pidiendo una cita!”
Sami decidió no prestar atención a la extraña sonrisa de León, se levantó y se estiró. León no pudo evitar fijarse en sus formas.
-Sami: Waaaaaah… Creo que se me ha quedado el culo cuadrado.
-León:¿A-ah, sí…?
León ladeó lentamente la cabeza y le miró el culo a Sami para comprobar la teoría. Ella se giró mientras se ponía las manos encima por acto reflejo.
-Sami: ¡Oye, que era broma! Bueno, espero…
-León: ¿Cómo que “espero”? ¿En serio puede quedarse cuadrado un…?
-Sami: Déjalo, anda. Venga, vámonos.
Sami cogió de la mano a León y se lo llevó de la habitación. Él, ante aquella escena, perdió su capacidad de reacción y simplemente se dejó llevar.
Salieron a la calle. El sol incidió directamente sobre sus ojos, desacostumbrados a la luz natural tras tanto rato metidos en casa, los cuales les dolieron durante un rato.
-León: Mis ojoooos…
-Sami: Los míoooos…
Una vez acostumbrados a la luz, empezaron a caminar en la primera dirección que se les ocurrió. El ambiente estaba mucho más relajado que en la habitación de León, el aire fresco parecía que ayudaba a que los dos jóvenes perdieran la vergüenza, aunque quizás la razón de dicha vergüenza fuera el hecho de estar encerrados en una habitación. Sin ninguna razón aparente, más bien por instinto, empezaron a ir en dirección a la playa. Acabaron en el muelle donde vieron por primera vez a Slayer.
-León: Mira donde hemos ido a parar sin darnos cuenta, Sami.
-Sami: Que recuerdos. Mira, la grieta que dejó la espada de Slay al clavarse. Y esa ruina de lancha debe ser la que usamos para llevarle su arma.
-León: Tampoco hace tanto tiempo de eso, si te paras a pensar.
Una suave brisa marina les acarició el pelo. Un silencio nada incómodo se formó durante unos minutos, hasta que Sami lo rompió.
-Sami: Ahora que lo pienso…
-León: ¿Qué?
-Sami: No, nada. Voy a mojarme los pies un rato.
Sami se fue a un extremo del muelle y se sentó en un lado, dejando colgar los pies, que llegaban a hundirse en el agua, y se sumergió en sus pensamientos.
-Sami: “Aaaah… Aquel día quería decirme algo, seguro. ¿Pero qué era? Igual una declaración… o no, igual soy yo quien se lo imagina.”
Sami se llevó las manos a la cabeza.
-Sami: “Aaaay… ¿Y yo por qué me pregunto estas cosas?”
Se sonrojó al acordarse del día en el que habló con Jolie.
-Sami: “¿Tendrá Jolie razón?”
León se sentó, repentinamente, a su lado, y dejó caer las piernas al mar también.
-León: Que calor, ¿eh?
-Sami: S… sí, ya ves.
Sami, que se veía en un aprieto, seguía con su dilema moral.
-Sami: “¿Me gustará Leo…?”
Finalmente se rindió a sus pensamientos, suspiró, cerró los ojos y apoyó su cabeza en el hombro de León.
-Sami: “Bueno, ya lo descubriré.”
León, un poco sorprendido, miró a Sami de reojo y se preguntó si acariciarle el pelo sería una buena idea. Entonces, cuando ya acercaba la mano a la cabeza de Sami, ella le amonestó.
-Sami: No me hagas cosas raras, ¿eh?
Pillado con las manos en la masa, León apartó el brazo y lo apoyó en el suelo. Entonces, los dos sonrieron, como si lo supieran todo el uno del otro, y como si el mundo fuera a estar siempre así para ellos.
Sin embargo, a mucho pesar para ellos, en cuestión de minutos, cuando empezaba a anochecer y la situación se ponía todavía más romántica, alguien los sacó de aquel estado de ensoñación.
-¡Ay dios, ¿desde cuando sois novios?!
La reacción fue instantánea. León dio un enorme hacia un lado y Sami otro igual en la dirección opuesta. Al girarse, encontraron a un chico de pelo negro, liso y largo que les observaba con una sonrisa maligna en los labios.
-Vaya vaya vaya…
-León: ¡Qué… Gunter!
-Sami: ¡¿Qué?! ¡¿Ése pesado?!
Sami se giró con fuego en los ojos.
-Gunter: ¡Ay, mierda!
-Sami: ¡Oye, tú, que te dejé un juego a principios de verano y no consigo contactar contigo nunca!
-Gunter: Que quieres que le haga, no me funciona bien la conexión…
-Sami: Escusas…
-León: Dejando eso de lado… ¿Qué haces tú por aquí, Gunter?
-Gunter: Leo, hijo, que no hace falta ser muy listo para adivinarlo.
Gunter llevaba encima una caña de pescar, un cubo y una bolsa llena de lo que debían de ser cebos.
-León: No sabía que pescabas.
-Gunter: Bueno, algunas noches de verano me vengo a pescar al muelle. Hasta hace poco había un tío por aquí al que le gustaba mucho verme pescar. Llevaba una especie de tabla de surf e una funda, unas gafas de sol y tenía unos músculos que te cagas. Me caía bastante bien.
León no pudo evitar mirar a Sami con cara de preocupación. Sami le respondió con una expresión parecida.
-Gunter: Bueno, pues no sabía yo que teníais un rollo de verano de esos. Que pillín, ¿eh, Leo?
-Sami: ¡Q-que va, pero que dices!
-León: ¡L-lo que pasa es que hoy hemos hecho los deberes juntos!
-Gunter: ¿En tu habitación?
-León: Pues sí, claro.
-Gunter: ¿Sólos?
-León: Bueno, sí.
-Gunter: Aaay… yo no tengo nada en contra, pero… en esta edad es frecuente cometer “errores”, ya me entendéis.
-Sami: ¡Argh! ¡¿Se puede saber en qué piensas tú?!
-Gunter: Pero si yo no he dicho nada en ningún momento. ¿Qué has imaginado tú?
-Sami: Y-yo nada. Oye, ¿tú has acabado los deberes ya?
-Gunter: La primera semana de vacaciones los hice del tirón y me los quité de encima.
-León: Joder, pero si tú eres de los que no dan un palo al agua…
-Gunter: Me quitaron el ordenador hasta que no los acabara.
-León: Ah, eso lo explica todo.
Gunter se giró.
-Gunter: Bueno, vosotros podéis seguir acarameladitos por aquí, que yo me voy a pescar. Por favor, no hagáis mucho ruido, que necesito concentrarme.
Dicho esto, se fue como si el mundo estuviera a sus pies.
-Sami: Este tío me pone de los nervios…
-León: Bueno, es un poco especial, pero…
-Sami: Da igual, Leo. ¿Nos vamos ya? ¿Pedimos unas pizzas otra vez?
-León: No hay dinero, Sami, no puedo.
-Sami: Venga, hombre, que hoy invito yo. Considéralo como que te invito a una cena.
-León: Bueno, visto así… Vale, vamos a mi casa entonces, pero déjame que te compense de alguna forma.
Una frase que pasó por la mente de Sami, pero nunca llegó a salir de sus labios.
-Sami: “Si ya me compensas estando conmigo, Leo.”
A Sami se le escapó una sonrisita, pero al darse cuenta de lo que estaba pensando sacudió levemente la cabeza.
-Sami: Tranquilo, sólo piensa que a partir de ahora me debes una cena.
Durante el camino de vuelta, Sami llamó a su casa para avisar de que cenaba con León. Su madre, que fue quien cogió el teléfono, le dedicó un “buena suerte y tomad precauciones”, tras lo cual Sami colgó con cara de amargada y continuó hablando con León hasta llegar a su casa.
Al cabo de un rato llegó el repartidor con la cena. Como en anteriores ocasiones, León había pedido una pepperoni.
-Sami: Tú no sales de tus límites, ¿eh?
-León: Déjame, anda. ¿De qué es la tuya?
-Sami: Barbacoa. ¿Quieres un poco?
-León: Bueno, por probar no pasará nada.
León le dio un mordisco a la pizza, y, instantáneamente, notó como un torbellino de sabores azotaba su paladar. La sensación fue única. Casi con lágrimas en los ojos, León miró a Sami directamente a la cara.
-León: Sami, creo que me he enamorado.
Unos segundos después, pasado el shock, empezaron a sonrojarse.
-León: Me refería a la pizza, ¿eh…?
-Sami: Ya, pero es que así, de golpe…
-León: Ya, ya lo sé. Ejejeje…
Después de cenar, vieron un rato la televisión. Entonces, Sami recordó algo.
-Sami: Ah, Leo, ¿puedo usar un momento tu ordenador?
-León: Claro, mujer, solo falta…
De repente, León se acordó de su fondo de pantalla, esa foto en la que salía Sami.
-León: ¡E-espera! E-esto… No va bien, tiene que venir el técnico a arreglarlo.
-Sami: ¿Ah no? Jo, pues vaya lata. Bueno, Leo, creo que me voy ya para casa. No hace falta que me acompañes hoy, ¿vale? Iré corriendo.
-León: Vale, tampoco tenía ganas.
-Sami: Vaya, que amable…
León la acompañó hasta la puerta.
-León: Pues nada, Sami, nos vemos.
-Sami: Sí, te llamaré, ¿vale?
-León: Estaré atento.
-Sami: Adiooos.
-León: Bye bye.
León cerró la puerta.
-León: Anda que no tenía yo ganas de acompañarla…
Mientras León se tiraba en el sofá, hecho polvo, Sami andaba a su ritmo hacia su casa.
-Sami: Ay dios… que presión. “Creo que me he enamorado”. Joder, que susto me ha dado. Aunque me pregunto qué me pasaría por la cabeza si me lo dijera de verdad.
Se llevó la mano a la barbilla mientras pensaba en ello, y empezó a ponerse roja como un tomate.
-Sami: Ni siquiera estoy segura de si me gusta o de si es un “•rollo de verano” de esos, así que mejor no darle demasiadas vueltas.
Finalmente llegó a casa.
-Vaya, que temprano que llegas hoy, hija mía.
-Sami: Y dale, mamá… Me voy a la cama, estoy cansadísima.
-Aaaah, con que sí, ¿eh?
-Sami: ¡Que no, que es de hacer deberes! Ay madre…
Se fue escaleras arriba y se encerró en su habitación. Se puso el pijama, apagó la luz y se metió en la cama.
-Sami: Ay, qué día.
Aunque tenía mucho sueño, no podía parar de dar vueltas en la cama. La razón era bastante sencilla. No paraba de pasarle por la cabeza la imagen del día en que le curó la herida de la espalda a León.
-Sami: ¡M-mierda, pero qué bueno que está!
Aquella noche, muy a su pesar, Sami tardó horas en conciliar el sueño.

-Winter: “Sólo hay una manera de ganarme el respeto de estos.”
Eran altas horas de la noche, y en la sede principal de la Hermandad de Héroes sólo se encontraba el personal de guardia y los trabajadores del turno de noche. Winter se encontraba la planta donde se solicitaban las misiones. Una chica vestida de uniforme, de pelo rubio larguísimo, ojos azules y dos largas orejas que hacían ver que se trataba de una elfa, atendía a Winter en la selección de misiones. Tenía pinta de ser bastante tímida.
-Bueno, pues con tu rango sólo puedes acceder a misiones de dificultad E, así que esto es lo que te puedo dar.
Winter cogió los papeles que la chica le tendía con la mano y los miró sin demasiado interés. Sólo un par de ellos consiguieron llamar levemente su atención antes de que se los tendiera de nuevo.
-Winter: Vaya misiones… Venga, por favor, ¿no me podrías dar alguna de rango D, aunque fuera de las facilitas?
-Pe… pero es que yo no puedo hacer eso…
-Winter: Va, enróllate, anda.
-Winter: C-comprenda que eso no está bajo mi jurisdicción y que puedo recibir una amonestación si le permito…
Winter le cogió la mano suavemente y le miró a los ojos, dibujando una sonrisa de príncipe azul.
-Winter: Si me permites aceptar la misión que yo quiera, te haré lo que quieras.
El último comentario de Winter hizo que la paciencia de la elfa se acabara y que empezara a gritar.
-¡Pero bueno, ¿qué te has creído que es esto, un club de citas?! ¡Haz el favor de elegir una de las misiones que te tocan y dejarme en paz! ¡Y suéltame la mano, cerdo!
Se sacudió la mano de Winter como si nada y le echó una mirada de amonestación. Winter se quedó flipando y, aceptando la derrota, volvió a coger los papeles, eligió uno y se lo tendió a la chica.
-Winter: Qui-quiero esta.
-Bah… no intentes llegar tan alto nada más empezar, o te acabarás estrellando…
Mientras le miraba de nuevo con una mirada severa, le selló el papel con el símbolo de la Hermandad y se lo devolvió.
-Si mañana sigues vivo, me encantará enviarte de nuevo a un páramo dejado de la mano de dios.
-Winter: Ha. Eres muy graciosa.
Se giró con aires de superioridad y se alejó de allí.
-Winter: Por supuesto que volveré. Además, te traeré un regalo.

Una oscura sombra se acercaba, lentamente y apoyando sus pasos en un objeto alargado que portaba, hacia el cuartel general de la Hermandad de Héroes. Luchando por mantenerse en pie, el hombre, malherido, movió la cabeza hacia arriba y observó el gigantesco edificio, lleno de ornamentos y de formas caprichosas. Nunca se había parado a mirarlo detalladamente. Cuando se está cerca de la muerte, las cosas parecen más bellas.
-Slayer: Ha… nunca pensé que me alegraría tanto de verla otra vez.
Dicho esto, Slayer, derrotado por el cansancio, perdió las pocas fuerzas que le quedaban y se dejó caer sobre el duro suelo. Y allí quedó, inconsciente, sin reparar en que alguien se le acercaba sigilosamente, poniendo cuidado en cada paso que daba.

-Sami: Waaaah…
Sami dejó salir de su boca un enorme bostezo.
-León: Dios mío, ¿es que no has dormido esta noche?
-Sami: Grrr… es todo por tu culpa…
-León: ¿Has dicho algo?
-Sami: ¡N-no, nada, sólo… pensaba en voz alta! ¡Eso es, es que este problema no se hacerlo! ¿Me ayudas?
-León: Bueno, si no hay más remedio… vamos a ver qué tenemos aquí.
León se acercó a Sami y se puso sobre ella para leer en que consistía el ejercicio, sin darse cuenta de que ella se ponía roja por momentos.
-León: Pues mira, tienes que aislar X y hacer un cambio de variable, y a partir de ahí haces la inversa y en los ejes de coordenadas te saldrán dos gráficas opuestas.
-Sami: Aaaah… y-ya, ya, comprendo.
-León: Bueno, yo a lo mío.
Se volvió a sentar en su silla a la vez que Sami silenciaba un suspiro de alivio.
-Sami: “¿Se puede saber en qué estoy pensando ahora…?”
Sami empezó a hacer el ejercicio. A medio proceso, se dio cuenta de algo.
-Sami: Un momento, ¿desde cuándo sabes tú tanto?
-León: Oye, que me puedo sentir ofendido…
-Sami: Para qué engañarnos, Leo, lo nuestro no son los estudios.
-León: Sí, pero justamente las matemáticas son algo en lo que me desenvuelvo bastante bien.
-Sami: ¿Será cosa de familia…?
-León: Pues ahora que lo dices…
Se pasaron un rato más haciendo deberes, hasta que, otra vez, Sami se vio obligada a respirar aire fresco.
-León: Hay que ver, Sami, no aguantas nada.
Sami giró la cabeza lentamente hacia León, con una expresión mezcla de vergüenza y sorpresa extremas.
-León: Pero bueno…
-Sami: L-lo siento, pero no he podido evitar asociar la frase con… bueno… “eso”.
-León: Y pensar que hace unos días me llamabas pervertido a mi…
-Sami: P-perdón… ¿Vamos ya…?
-León: Si, anda, vamos antes de que pase algo raro.
Sami volvió a poner una expresión parecida.
-Sami: Leo…
-León: Vale, reconozco que esta vez lo he dicho queriendo… ejeje…
-Sami: Ay dios… ¡Ah, Leo! ¿Ya funciona el ordenador? Es que tengo que…
León se acordó del fondo de pantalla. Aún no lo había cambiado, seguía siendo la foto de Sami sonriendo.
-León: ¡Q-que va, aún no está arreglado! Ya te avisaré, ¿vale?
-Sami: Vale, vale. Venga, vamos, que odio estar encerrada tanto rato.
Salieron a la calle y anduvieron un rato por el mismo camino que el día anterior. Como era por la mañana, la calle estaba mucho más repleta de gente, aunque en aquella zona residencial nunca había demasiada multitud.
-León: “Ahora que me fijo, lo mires por donde lo mires, esto parece una cita…”
Un poco tenso, León miró a Sami de reojo, y se encontró con una mirada parecida.
-Sami: Je je je…
-León: Ejejejeje…
Sus miradas se les clavaron como arpones en el corazón. Cada uno por su lado, se mantuvieron la mirada durante varios segundos mientras caminaban. Lentamente, fueron deteniendo el paso, hasta quedar casi totalmente quietos, aún mirándose. Sami empezaba a ruborizarse, y León temblaba por dentro.
-León: “A… ahora o nunca, Leo… Esta es una oportunidad de oro…”
-Sami: “Ay, qué vergüenza, nos estamos mirando a los ojos… ¡Aquí hay feeling!”
Lentamente, sin apenas darse cuenta y dejándose llevar por sus sentimientos, León y Sami se fueron acercando el uno al otro, muy poco a poco. Ya se podían tocar la mano el uno al otro. El momento era tan perfecto que parecía sacado de una novela.
Pero, de repente, ese mundo de ensueño se vio interrumpido por un estruendo que provenía de detrás de ellos.
-Hox: ¡V-vosotros dos!
Hox, con pintas de estar muy cansado y de haberse pegado la carrera de su vida, los señalaba con una mano mientras jadeaba.
-León: ¡¿P-pero qué puñetas…?!
-Sami: ¡A-AAAAH!
Hox les echó una mirada inquisitiva.
-Sami: ¡N-no es lo que parece, ¿eh?!
-Hox: ¡A mí los rollos de verano me dan igual, pero tenéis que venir rápido!
-Sami: “Otro con lo de los rollos de verano…”
-León: ¿Qué… qué pasa?
-Hox: Es Slayer…

-Winter: Esto es demasiado fácil.
Winter estaba rodeado de decenas de cadáveres tendidos en el suelo. Se trataba de una manada de Kuris, una especie de aves incapaces de volar pero que poseían afiladas garras en las extremidades anteriores y posteriores. Su plumaje, usualmente azulado y casi verdoso, estaba teñido de rojo sangre. La maleza y la vegetación los rodeaban como si de una telaraña se tratara.
-Winter: Me toman por un paleto. Las misiones de nivel E son como ir de excursión con la escuela.
Enfadado con la Hermandad y consigo mismo, congeló a un Kuri que había sobrevivido y que intentaba acercarse a él por su espalda con sólo mover una mano. El animal cayó al suelo, dando un golpe seco. No tardaría en morir.
-Winter: Ha sido más entretenido el viaje que la misión.
Encaminándose hacia fuera de esa especie de jungla, aplastó el monstruo congelado con el pie. Los trocitos salieron disparados.
-Winter: Sólo hay una cosa que puedo hacer para subir rápido a nivel D…

La enfermería de la Hermandad de Héroes era un edificio de tres plantas, lleno de pasillos y habitaciones, con decorados sobrios, básicamente todo era de colores blancos o grises.
-León: ¿Pero qué ha pasado?
-Hox: Luchó contra un monstruo demasiado poderoso y acabó malherido.
-León: Pero… está fuera de peligro, ¿no?
-Hox: Técnicamente sí, pero... moralmente hablando, le costará recuperarse de esta. Además…
Sami, que había estado todo el rato cabizbaja, levantó por fin la mirada.
-Sami: ¿Además qué?
-Hox: No, nada, cosas mías.
Hox dejó escapar un suspiro. Era fácil ver que algo pasaba, pero que no querían preocupar a Sami y León con el tema.
-Hox: Bueno, es aquí.
La puerta de la habitación donde se encontraba Slayer era de las últimas, situada en el tercer piso. En la entrada aparecía una placa con un número.
-León: 666… ¿A quién se le ha ocurrido traerlo aquí…? ¿Es que queréis matarlo o qué?
-Hox: ¿A qué viene eso?
-León: Ah, claro… eso de la religión me da a mí que por aquí no…
Con cierto temor, León cogió el pomo de la puerta, lo giró y abrió. Dentro, rodeando una cama, se encontraban Angus, Raziel y Amy.
-Hox: Buenas, gente. He traído a estos dos. Carmina me dijo cómo encontrarlos.
-Amy: Hola, Leo.
-León: Hola, Amy.
Amy cogió una silla y le ofreció asiento.
-León: G… gracias.
-Amy: De nada.
Con cara de preocupación, Amy giró la cara hacia la cama. Por un momento, pareció que las lágrimas iban a brotar de sus ojos.
-Raziel: ¿Quieres sentarte tú también?
Raziel se levantó y le ofreció su silla a Sami. Ella se negó.
-Sami: No, gracias, no me apetece sentarme.
Sami cambió de dirección y se puso al lado de León. Como la silla era grande, él le hizo un hueco para que se sentara. Esta vez, aceptó la oferta.
-Slayer: Je, je… Anda, dejadme ver a esos dos…
La voz de Slayer sonaba grave y quebrada, como si le costara esfuerzos hablar.
Amy, que estaba entre Slayer y sus alumnos, y Angus, que ocupaba mucho espacio, se apartaron y dejaron a los aprendices ver a su maestro.
-Slayer: Ha… hola chicos.
-León: T-tío…
Sami, incapaz de mirar la escena fijamente, se abrazó con fuerza al torso de León y intentó reprimir las ganas de llorar, sin conseguirlo.
El cuerpo de Slayer estaba lleno de arañazos, morados y rasgaduras. Aun habiendo limpiado al paciente y tratado sus heridas, seguía sangrando como si acabara de salir de un campo de batalla. En la cabeza tenía unas vendas que le cubrían toda la frente y la parte trasera del cráneo, y una gasa tapaba su ojo derecho.
Sacando fuerzas de flaqueza, Slayer alzó el brazo y levantó el pulgar.
-Slayer: Ya me han contado lo que… hicisteis en el entrenamiento. Buen trabajo.
Slayer sonrió y volvió a cerrar los ojos. Amy no lo pudo soportar más y pequeñas lágrimas empezaron a caer por sus mejillas. León dejó salir una amarga sonrisa y acarició el pelo de Sami. Ella, afectada por lo que estaba pasando, no pudo evitar cogerse con fuerza a él.
-Angus: Nunca pensé que la cosa acabaría tan mal.
León, que no entendía nada, frunció el ceño.
-León: Pero bueno, ¿aquí que ha pasado? Los miréis por donde lo miréis, a mi no me engañáis.
-Elder: Bueno, no hay por qué ocultar la verdad.
Elder acababa de entrar en la habitación.
-Hox: Hola, jefe.
-Raziel: Buenas tardes, maestro.
-Angus: Hola, señor director.
-Elder: Vamos, que tampoco hacen falta tantos respetos.
Con paso decidido, pero mostrando respeto hacia el herido, se acercó para ver la situación. Entonces, algo llamó su atención.
-Elder: ¿Dónde está la espada?
-Raziel: Está en el armario, en la parte más alta.
-Elder: Menos mal… León, ¿quieres ir a por ella?
-León:Ah-sí, señor.
Sami le dio unas palmaditas en la espalda a Sami para que se levantara, y se dirigió hacia el armario. Entonces, cuando se encaminó hacia éste, notó algo que se cogía de su brazo.
-León: Sami…
Sami no dijo nada, sólo siguió cogida a León como si jamás quisiera separarse de él.
-Hox: Estos rollos de verano…
-León: Pero bueno… En fin, da igual, cogeré la espada.
Con dificultad debido al peso de más que tenía que soportar, consiguió llegar a coger el arma de Slayer. Sin embargo, cuando recordó que pesaba tanto, ya era demasiado tarde para frenar.
-Angus: ¡Pero será posible!
Angus consiguió agarrar la espada antes de que cayera sobre ellos.
-León: G-gracias…
-Angus: De nada, hombre. Estos músculos sirven para algo.
Angus miró de reojo a Hox, disimulando una sonrisa. Éste le respondió levantando una ceja y agudizando la mirada.
-Elder: Bueno, a partir de ahora, en caso de que pase algo parecido a esto, nunca, bajo ningún concepto, podéis dejar que la espada se encuentre alejada de Slayer. Bajo ningún concepto, ¿entendido? Y si podéis hacer que tampoco pase, aunque esté en plena forma, aún mejor.
-León: Está bien, pero ¿por qué?
-Elder: La razón es algo que sólo el mismo Slayer tiene derecho a contar. Yo sólo puedo hablaros superficialmente sobre lo que le ha pasado.
Un sillón apareció de la nada. Elder se sentó sobre él y empezó a hablar. Sami, ya más calmada, sacó la cabeza de entre los brazos de León y, con lágrimas en los ojos, miró al director de la Hermandad.
-Elder: León y Sami, ha llegado la hora de hablaros sobre el Dragón Blanco.
Los integrantes de la sala que conocían algo sobre el tema no pudieron evitar sentirse incómodos.
-León: ¿Dragón Blanco?
-Elder: Es, probablemente, uno de los Titanes más poderosos que jamás han existido. Ya nadie conoce su nombre, excepto tres personas, entre las cuales estamos Slayer y yo.
-León: Entiendo. Entonces… ¿Slayer ha luchado contra él?
-Elder: Muy de vez en cuando, cada varios años, el Dragón Blanco pasa por Etéria y se aproxima peligrosamente a esta ciudad. Hay varias teorías, pero ninguna está comprobada. El caso es que Slayer conoció al Dragón Blanco cuando era un Héroe.
León y Sami se sorprendieron sobremanera. Sin embargo, a los que más pareció afectarles lo que Elder acababa de decir fue a los demás.
-Raziel: No tenía ni idea sobre ello…
-Elder: Así es. Y no sólo eso. Slayer y él eran muy amigos. Eran, junto con otros dos héroes, un escuadrón de lucha prácticamente perfecto. Ellos dos, además, destacaban sobre el resto. Los llamaban El Dúo Dinámico.
-Hox: ¡¿El famoso Dúo Dinámico de Etéria?!
-Angus: Un momento, que yo recuerde, los dos guerreros del Dúo Dinámico eran rango S, y Slayer…
-Elder: En efecto, Angus.
La expresión de Elder cambió por completo.
-Elder: Slayer fue rango S en su día.

-Winter: Te lo dije.
Aquella noche, Winter volvió a la Hermandad solo para volver a ver a la elfa que le asignó su anterior misión. Llevaba una colorida pluma de Kuri en la mano que le tendía a la chica.
-Vaaaya… Confieso que no esperaba volver a verte por aquí.
-Winter: Pues ya ves que no soy tan fácil de matar.
-Ya, ya… ¿Has venido a por más o qué?
-Winter: La verdad es que no, pero ahora que lo dices… Había otra de esas misiones de pacotilla que me llamó bastante la atención.
Con una sonrisa desafiante, la elfa volvió a sacar las notas de la otra noche y se las dio de nuevo a Winter.
-Winter: Gracias, preciosa. Veamos, a ver si la encuentro.
Con cara de desinterés, la chica levantó una ceja ante el piropo que acababa de recibir.
-Decir que eres directo se queda corto, ¿lo sabías?
-Winter: Je. Es mi filosofía de vida.
Con un papel en la mano, Winter alzó el cuello, como si mirara a un cielo que no estaba ahí.
-Winter: El que llega antes es el que se lo queda.
Bajó la cabeza y la miró fijamente.
-Winter: Además, es más divertido hacer las cosas sin pensar.
-Tú estás loco…
Sin embargo, saltaba a la vista. Winter decía todas aquellas locuras en serio.
-Winter: Puede que lo esté o puede que no, quien sabe. Bueno, séllame esta.
La elfa de melena rubia tomó el folleto de la misión que Winter había elegido y, al ver en qué consistía, apartó la mirada de la hoja y miró al guerrero, con una leve expresión de preocupación.
-¿No vas demasiado rápido?
-Winter: Tú simplemente haz tu trabajo, preciosa. Yo ya te traeré un regalito.
-Aaaah… No hace falta, pero si te empeñas…
A regañadientes, le selló el folio de la misión a Winter y se lo devolvió.
-Pero más te vale no morir, eh… tú.
-Winter: Winter, me llamo Winter.
-De acuerdo… Winter. Mi nombre es…
-Winter: ¿Sabes qué? Ya me lo dirás cuando vuelva.
La chica lo miró preguntándose qué planeaba Winter.
-Winter: Considéralo una recompensa más.
Dando un giro de ciento ochenta grados, y con aire despreocupado, Winter se fue de esa sala, mientras se despedía de la chica con la mano.
-Aaah… Que rarito que es…
Se llevó la mano a la cabeza, poniendo expresión de estrés.

León y Sami estaban solos, con las luces apagadas, sentados en el sofá. Ninguno de los dos decía nada, no tenían energías para dejar en el aire una sola palabra. Sami, aún conmocionada, seguía apoyada en el hombro de León, mientras él era incapaz de prestarle la atención que le habría prestado al asunto en cualquier situación normal. Ninguno de los dos estaba en ese momento para pensar en amores. Lo único que querían era tener a alguien en quien apoyarse.
Finalmente, mientras la poca luz solar que quedaba empezaba a desvanecerse como un helado expuesto al calor demasiado tiempo, cruzaron por fin unas palabras.
-Sami: Leo, ¿puedo quedarme a dormir esta noche?
León apoyó su cabeza en la de Sami.
-León: Esta es tu casa.
Sami, un poco más calmada, se levantó lentamente y se estiró. Acto seguido, miró a León con cara de preocupación.
-Sami: Nunca nos habíamos parado a pensar en que algo como esto podría ocurrir.
León se puso recto y apoyó las manos en las rodillas.
-León: Ya… en realidad, siempre pensé que podríamos salir heridos, pero ahora que he visto lo peligroso que es el mundo…
Se llevó la mano al pelo.
-León: Es que no me entra en la cabeza. Cuando fuimos a cazar a los Yaksha, Slayer demostró una fuerza que aún me sigue pareciendo increíble, pero viendo cómo lo han dejado…
-Sami: A mí lo que me preocupa es que uno de nosotros acabe así. O peor…
León se levantó antes de que Sami siguiera hablando.
-Sami: Sami, deja de pensar así. Hagamos una cosa, ¿vale?
Sami lo miró, con los ojos llorosos.
-Sami: D-dime.
-León: A partir de ahora, nos esforzaremos para ser más fuertes. Así, algún día, podremos ser de ayuda para Slayer.
-Sami: Vale. Pero las clases están a la vuelta de la esquina, Leo.
-León: Habrá que invertir todo nuestro tiempo para hacerlo. Lo bueno es que tengo un patio trasero muy grande, y podría arreglármelas para convertirlo en una especie de campo de entrenamiento.
-Sami: ¿Y las armas?
-León: Tengo entendido que podemos llevárnoslas a casa. Ya me encargaré yo mismo de guardarlas, ¿vale?
-Sami: Vale, pero entonces deja que te ayude a montar el campo de entrenamiento.
-León: Entonces mañana por la mañana, cuando nos levantemos…
-Sami: Ah, espera, que llamo a casa para avisar de que me quedo a dormir.
Sami cogió el teléfono y marcó el número de su casa. Unos segundos después, empezó a hablar con un tono mucho más alegre. Había contestado su padre.
-Sami: Aaah… hola papi… ¿me puedes pasar con mamá?
Se hizo un silencio durante diez o quince segundos, tras los cuales Sami volvió a tomar el tono de voz animado de antes.
-Sami: Sí, eh, bueno, esta noche también me quedo a dormir en casa de Leo. ¡Q-qué?! ¡N-no, no es eso! ¡Que no! N-no, no creo que necesite de eso…
Sami miró de refilón a León mientras se sonrojaba un poco. Él no pudo evitar preguntarse sobre qué hablaban.
-Sami: Bueno, te dejo, ¿eh? Y no vayas contando esas cosas por ahí, que la gente podría tragárselo y me verían como una… bueno, buenas noches.
Colgó. Instantáneamente, los hombros le bajaron varios centímetros ye l cansancio volvió a su cara.
-Sami: Qué mujer.
-León: ¿De qué estabais…?
-Sami: No te lo creerás, pero en casa están empeñados en que estas noches que me quedo a dormir contigo…
León puso una cara rara, entre vergüenza y sorpresa.
-Sami: Eeer… estas noches que me quedo a dormir en ti casa… je je je… se piensan que… bueno, que… que lo hacemos.
León se llevó la mano a la cara.
-León: A-ay, no, también en tu casa…
-Sami: Sí, qué faena, ¿eh? Eje je je je…
Durante un momento, los dos jóvenes cruzaron sus miradas, pero debido a la tensión, las apartaron enseguida. Pero, por lo menos, el ambiente ya no estaba tan cargado.
-León: Bueno, ahora que hemos dejado la tristeza un poco apartada, ¿comemos algo?
-Sami: Bueno, lo cierto es que me estoy muriendo de hambre. Ahora que lo pienso, hoy no hemos comido.
Más tarde, el efecto de la tristeza, que había desaparecido temporalmente, volvía a estar en el aire. Sólo la imagen mental de que a uno de ellos le pudiera pasar algo parecido a lo que había vivido Slayer les ponía la piel de gallina. Intentaban calmar los ánimos mirando la televisión, relajados en el sofá, sin tener demasiado éxito en su empresa.
-León: Sami, prométeme que si un día te ves en peligro, correrás.
-Sami: ¿A qué viene eso ahora?
-León: Es que… no puedo soportar la idea de que te paso algo así. Sólo es eso.
-Sami: Gracias, Leo.
Sami, sonriendo de verdad por primera vez en cuestión de horas, se agarró de nuevo a León y cerró los ojos.
-Sami: Muchas gracias por preocuparte por mí.
Con la dulzura y la delicadeza de la más fina de las sedas, Sami rodeó el cuello de León con los brazos y le dio un beso en la mejilla.
-Sami: Ése es tu premio.
Sami, ante la sorpresa de León, dejó escapar una risita.
-Sami: Ji ji ji… Ay, Leo… Qué inocente que eres a veces.
Sami se despegó del cuerpo de León y se tumbó en el sofá, apoyando las piernas en las rodillas de León.
-León: Pero bueno, ¿todo ese teatro ha sido para usarme de reposapiés?
-Sami: Ju ju ju… puede ser, puede ser.
El ambiente volvió a aligerarse. León, en parte sorprendido por la reacción de Sami, se tocaba disimuladamente la mejilla en la que había recibido el beso. Un rato después, cuando ambos estaban relajados, a León se le ocurrió una idea.
-León: ¿Qué te parece si jugamos un rato a algún juego para desestresarnos?
Sami se levantó lentamente y se puso recta como un palo. Recordaba al despertar del monstruo de Frankenstein.
-Sami: Tendrás de lucha, supongo.
Una especie de aura llameante invisible la rodeaba.
-León: Desde luego. ¿Vamos?
Sami se levantó a toda velocidad, clavándole las piernas a León.
-Sami: ¡Venga, ya estás tardando!
-León: Madre mía, qué cambios de humor que tienes, hija.
León dejó salir un leve suspiro.
-León: Bueno, por lo menos estás contenta. ¡Te voy a dar la paliza de tu vida!
Durante horas, León y Sami estuvieron viciándose a un videojuego de lucha que acababa de salir al mercado y que estaba batiendo récords de ventas.
-Sami: ¡Hahahahaha! ¡Chúpate esta, es la técnica final!
-León: ¿Ah, sí? Ahora verás.
-Sami: ¡Mierda, ¿cómo la has esquivado?!
-León: ¡HA! ¡Detrás de ti, Sami!
-Sami: ¡Argh!
En la pantalla salieron en letras grandes mayúsculas las letras KO.
-Sami: Ja ja ja, muy bonito… Que sepas que aprendo rápido.
-León: Eso habrá que verlo.
Un rato después, León se encontraba en apuros intentando no perder ante su amiga.
-Sami: ¡Hahahaha! Este personaje es mucho mejor!
-León: ¡S-serás…!
La velocidad a la que movían los dedos era de vértigo. Se notaba que llevaban varias horas jugando. Finalmente, León, que hasta entonces había sido el campeón invicto, cayó derrotado ante Sami.
-León: ¡N-nooo!
-Sami: ¡Oh dios, he ganado, he ganado! ¡HA! ¡Chincha, chincha!
León le echó una mirada asesina a Sami.
-León: Eres como una niña…
-Sami: Eeejejeje… lo siento…
Cansada de jugar a la consola durante tanto rato, Sami se dejó caer sobre la habitación de León mientras echaba un largo suspiro.
-Sami: Aaaah… empiezo a tener sueño. ¿Nos vamos a dormir?
-León: No aguantas nada, ¿eh?
-Sami: Ya, ¿y quién lleva dos horas bostezando?
-León: S-son las dos, ¿vale? Es normal tener sueño…
-Sami: Ya, ya…
Mientras le echaba una mirada burlona, Sami empezó a coger su camiseta por la parte de abajo. De repente, paró y miró a León.
-Sami: Esto… ¿puedes salir mientras me quito la ropa?
-León: ¡D-¿duermes desnuda?!
-Sami: ¡No, idiota, duermo en ropa interior! Lo que pasa es que… que soy vergonzosa y punto, ¿vale? Venga, venga, fuera.
-León: Bueno, bueno, ya salgo.
Llevándose las manos a la boca para tapar un bostezo, cogió su pijama y salió por la puerta.
-León: Yo me cambiaré fuera. Avisa cuando estés lista.
-Sami: Que siiii.
León cerró la puerta. Un poco exaltado, empezó a quitarse la ropa pieza por pieza y se puso el pijama, que era de manga corta.
-Sami: Y-ya está, Leo.
León abrió la puerta y se encontró con la cabeza de Sami que salía de dentro de su cama.
-León: P… pero… ¿Qué haces en mi cama?
-Sami: Ahora que lo dices…
Sami se puso roja como un tomate.
-León: Aaaay… venga, vete a dormir a la habitación de mi hermana. Tranquila, que me taparé los ojos.
-Sami: E-es que…
Sami se metió bajo las mantas.
-Sami: D-después de ver a Slayer en ese estado… me da miedo dormir sola…
León se sonrojó a la vez que sentía vergüenza ajena.
-León: No digas tonterías… ¿Cómo vas a tener miedo por…?
Los ojos llorosos de Sami, implorándole a León que no la dejara sola, asomaron por encima de la manta.
-León: Cobarde…
-Sami: D-déjame, que bastante tengo con no poder dormir sola… Trae el colchón de tu hermana, o algo, y lo pones en el suelo.
-León: Ah no, si acaso tú duermes en un colchón en el suelo, que esa es mi cama.
-Sami: Es que… ya estoy acomodada, y estoy tan calentita que, la verdad… no me apetece salir de aquí dentro.
León se llevó la mano a la frente.
-León: Aaaah… pues por esta puerta no cabe otro colchón.
-Sami: E-espera, ¿y este qué hace aquí entonces?
-León: Es que tanto la de Jolie como la de mis padres son más grandes que está, y ya nos costó meterla, así que físicamente es imposible meter otra cama.
-Sami: En… tonces…
Sami se ponía roja por momentos. En cualquier momento iba a salirle vapor por las orejas. León reaccionó de una manera parecida.
-León: Ya dormiré en el suelo, tranquila… si no se está tan mal…
Sami asintió levemente, mientras se enrollaba en las mantas. León apagó la luz y se tumbó en el suelo. Al principio resultaba relajante, pero a los cinco minutos no había manera de encontrar la posición adecuada. No paraba de moverse de un lado para otro. Giraba, cambiaba la cabeza de lado, juntaba las manos… Incluso quitándose la camiseta para no pasar calor, no había manera de sentirse cómodo.
-Sami: Eee… L-leo... entra si quieres…
-León: No hace falta, si yo ya…
-Sami: Es que me pones de los nervios, moviéndote de un lado para otro como un bicho.
-León: Bueno, visto de esa manera…
Lentamente, y intentando reprimir cualquier pensamiento no adecuado, León se metió en su cama mientras Sami se echaba a un lado. Aunque la cama era bastante grande, seguía siendo un poco justa para dos personas. Sami se acurrucó contra la pared. La habitación se encontraba totalmente a oscuras, cosa que agudizaba los sentidos del tacto y el oído. Cada roce, por mínimo que fuera, exaltaba a los dos jóvenes como una bocina en toda la oreja.
-Sami: “Ay, ay, ay… noooo… ¡N-no estoy preparada para esto! ¡¿Porqué se habrá quitado la camiseta?!”
-León: “L-león, contrólate… En la playa la viste en bikini… Aunque reconoce que la ropa interior es mucho más sexy, y el hecho de dormir en la misma cama…”
Ninguno de los dos era capaz de frenar las reacciones que cualquier cuerpo humano tendría en un caso parecido.
-Sami: L-Leo… Una pregunta…
-León: ¿Qué…?
-Sami: No usas calzoncillos cuando duermes… ¿verdad…?
Por acto reflejo, León se giró hacia el otro lado, cada vez más avergonzado de si mismo.
-León: P-p-perdón, Sami, es que…
-Sami: Ay… a ver, eso normal, no te culparé por ello, pero… intenta mantenerlo alejado de mi, si puedes…
-León: S-sí, sí, lo haré…
La presión que en aquel momento había en la habitación era diez veces mayor que la de aquella mañana, cuando los dos estaban haciendo inocentemente sus deberes cerrados en aquella estancia.
Tardaron mucho más rato en dormirse. El primero en caer fue León, casi una hora más tarde. Se hizo notar que se había dormido porque su respiración pasó a ser mucho más tranquila y pausada.
-Sami: “Ya se ha dormido… “
Sami silenció un suspiro con tal de no despertar a su compañero de cama.
-Sami: “Uuuh… que frío empieza a hacer…”
Sami giró la cabeza levemente. Sus ojos, ya acostumbrados a la oscuridad, vislumbraban la silueta de León.
-Sami: “¿Se despertará si me pego a él…? Vamos a comprobarlo.”
Despacio y con cautela, Sami acercó una mano a la espalda de León y la puso encima. Estaba mucho más caliente de lo que pensaba. León siguió durmiendo.
-Sami: “Bueno, no hay nada que hacer excepto…”
Avergonzándose de sí misma, se giró y se acercó suavemente a León, hasta pegarse a su piel. El calor corporal que irradiaba se propagó por la piel de Sami como una gota de agua se propaga por el lago.
-Sami: “Pues… no está tan mal.”
Sin darse cuenta, Sami dejó escapar una sonrisa y, por fin, pudo cerrar los ojos sin sentir como luchaban por abrirse.
-Sami: “Aaaah… Creo que me podría acostumbrar a esto.”
Su respiración se normalizó. Por fin, y por primera vez en cuestión de horas, el sueño empezó a invadir lentamente el cuerpo de Sami, como la lluvia que lentamente llena el pozo de agua. Un calor humano, proveniente del contacto entre la piel de ambos, llenó el cuerpo de Sami, quien, finalmente, se durmió con una inocente sonrisa en sus labios.


Última edición por Gigathor el 19/06/10, 10:17 pm, editado 1 vez
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Evan

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MensajeTema: Re: Paranoia número 1   Paranoia número 1 Icon_minitime13/04/10, 08:17 pm

Está muy bien, aunque los capis son demasiado largos, para historias de un foro a así quizá es mejor capítulos más cortos ^^. Nada, continúa jejej
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Wulfgar

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MensajeTema: Re: Paranoia número 1   Paranoia número 1 Icon_minitime13/04/10, 10:09 pm

Está wapo, pero eso, haz los cap mas cortos xDDD espero la conti
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Gigathor

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MensajeTema: Re: Paranoia número 1   Paranoia número 1 Icon_minitime14/04/10, 05:53 pm

En realidad la historia no iba destinada a ningún foro y por eso hago así los capis (y no pienso cambiarlo XD), pero digamos que cada capítulo tiene "partes" (de hecho, creo que el capi 1 no está entero), así que puedo ir colgandolo parte a parte en vez de capitulo a capitulo.
¡Salu2!

EDITO: Ahí va otro fragmentillo, gente. Disfrutaaaadloooo <_<

-Winter: Hahahahaha…
Winter se encontraba totalmente rodeado por una manada de Kuris, que amenazaban con destrozarlo al mínimo descuido. Las dos espadas de Winter, recubiertas de una fría y afilada capa de hielo, estaban llenas de sangre, al igual que el traje que llevaba. Era bastante parecido al que Endel usaba, pero los detalles eran azules en lugar de rojos y tenía dos hombreras que destacaban por encima de los hombros.
-Winter: La verdad es que me esperaba menos. Tendré que llevar cuidado o acabaré palmándola antes de tiempo…
Ante él, rodeado de restos de huesos y de un olor nauseabundo, un monstruo, muy parecido a un Kuri pero mucho más grande y con una gran cresta de coloridos tonos, lo miraba desde una altura de casi cuatro metros, mientras se relamía el pico y giraba los ojos en dirección a su presa.
El líder de los Kuri, conocido como Kukuri, estiró el cuello hacia arriba mientras abría la boca y emitió un grito. Al escucharlo, todos los Kuri que rodeaban a Winter pusieron sus plumas de punta y se lanzaron al unísono hacia el intruso. Winter dio un rápido vistazo a su alrededor y calculó el ángulo en que debía cortar y con qué fuerza hacerlo.
-Winter: ¿Tan poco te parezco que me lanzas a estos?
En cuestión de segundos, cuando los Kuri se encontraban a unos metros sobre él y estaban a punto de caer, una corriente gélida se arremolinó alrededor de Winter y sus dagas aumentaron de tamaño. En el mismo momento en que los pájaros se ponían en su rango de ataque, dio un giro de casi trescientos sesenta grados sobre sí mismo, destrozando a los Kuri que se encontraban dentro de su alcance, y congelando a los que se encontraban más lejos con una ola de energía gélida que se había engendrado durante el ataque. En cosa de segundos, la manada de Kuris había quedado reducida a los pocos que habían conseguido escapar del ataque y a su líder, quien miraba desde sus alturas, ahora interesado, a Winter, mientras se volvía a relamer, esta vez mostrando un brillo en los ojos que no tenía antes.
-Winter: Bueno, parece que por fin vamos en serio.
Winter afiló una espada contra la otra mientras concentraba el frío en sus venas. El Kukuri rascó el suelo con una de sus patas traseras y esbozó una especie de sonrisa. La lucha entre cazador y presa estaba a punto de comenzar, sin saber siquiera quien era el que iba a ser cazado.

La luz del sol entraba a la habitación por una pequeña rendija que había en la persiana. Se adentraba en la estancia con cada vez más fuerza, hasta que alcanzó los ojos de Sami, quien, molesta, no pudo evitar abrir lentamente los ojos y volver a cerrarlos.
-Sami: “Waaagh… Qué sueñecito…”
Con más morriña que sueño, se metió bajo las sábanas para evitar la luz del sol y se enroscó sobre si misma. Al cambiar de posición, se encontró con el calor de otro cuerpo junto al de ella. Después de tomarse unos segundos para analizar la situación, recordó lo que pasó la noche anterior y empezó a calentarse la cabeza.
-Sami: “Ay mi madre, que he dormido con Leo…”
Entre avergonzada y curiosa, Sami se giró y, apretando los ojos, miró a su compañero de cama, que estaba durmiendo boca arriba.
-Sami: “La verdad es que resulta… un poco tentador.”
Se acercó lentamente al cuerpo de León, intentando no despertarlo, y, con cuidado, le tocó el brazo con un dedo. Al ver que no se despertaba, posó la mano entera sobre el bíceps, y más tarde, dejándose llevar por una especie de instinto, acabó apoyando la cabeza sobre el hombro de León y el brazo sobre su pecho, representando una especie de abrazo. Avergonzada de ella misma, aunque en parte más feliz que nunca, Sami sacó disimuladamente la cabeza de las sábanas y miró la cara de León, que estaba enfocada en dirección a ella.
-Sami: “Que mono cuando duerme.”
Sin darse cuenta de ello, una sonrisa empezó a nacer en sus labios. Al reparar en que ni su propio cuerpo le obedecía ante León, Sami cesó la sonrisa y se llevó la mano a los labios. Sentía unas incontenibles ganas de acercarlos a los de León. Quería besarlo. Fundirse con él en un tierno abrazo que durara para siempre y que nada sería capaz de romper.
Una lágrima, de alegría o de pena, empezó a salir por uno de los ojos de Sami y se dirigió hacia la almohada a través de sus mejillas.
Ni ella misma entendía sus sentimientos.
-Sami: “¿En serio que esto es un rollo de verano?”
Sami se llevó la mano al pecho, con una extraña sensación que le oprimía el corazón.
-Sami: “Si es eso… duele.”

Aún siendo por la mañana, el edificio de la Hermandad de Héroes estaba abarrotado de gente. Guerreros, empleados, visitantes… el lugar estaba plagado de gente que revoloteaba de una punta a la otra. El único lugar dentro de la jurisdicción de la Hermandad que estaba libre de gente era el edificio del hospital.
Amy decidió tomarse el día libre. Tanto los demás maestros como Elder estaban demasiado ocupados como para darle compañía a Slayer durante todo el día, así que ella era la única que podía hacerle algo. O al menos, sí durante ése día. Después de subir las escaleras con cara de no haber dormido lo suficiente, se dirigió calmadamente hacia la habitación de Slayer. Al llegar, dio un par de toquecitos a la puerta.
-Amy: Buenos días, Slayer. ¿Puedo pasar?
No obtuvo respuesta alguna, por lo que dedujo que estaría durmiendo. Así pues, decidió entrar sin pedir permiso de nuevo. Cuidadosamente, cerró la puerta de manera que ningún ruido despertara a su amigo convaleciente, y, andando de puntillas, se sentó en una silla. Aquel día no vestía el uniforme de siempre, sino que llevaba una vestimenta mucho más desenfadada. Una camiseta rosa de tirantes y unos shorts tejanos eran lo único que adornaba su cuerpo, que se mostraba mucho más esplendoroso sin los llamativos pero aparatosos adornos del uniforme de la Hermandad.
-Amy: Supongo que no me puedes oír, pero…
Amy juntó las manos.
-Amy: Esta noche… no he podido dormir.
Bajó un poco la cabeza y su mirada se volvió más profunda.
-Amy: No paraba de aparecérseme la imagen de tú envuelto en heridas y vendas.
Con una expresión de tremenda tristeza, Amy puso su mano sobre la de Slayer.
-Amy: Lo único que espero ahora es que te recuperes, ¿vale, Slayer?
No obtuvo ninguna respuesta. Tras dejar escapar un suspiro, agachó la cabeza hasta dejarla apoyada en la cama donde descansaba su amigo. Sus ojos empezaron a cerrarse por el cansancio. Parecía obra de hipnotismo. Los párpados le pesaban cada vez más y más, hasta que, cuando estaban a punto de cerrarse definitivamente, recibió una pequeña respuesta.
Slayer le apretó suavemente la mano, con el cuidado del que está sujetando un pájaro de papel.
-Slayer: Peores cosas he soportado para morirme ahora de esta manera.
Los ojos de Amy perdieron todo su peso excesivo y se abrieron de par en par. A toda velocidad, levantó la cabeza para ver a su amigo, por fin despierto.
-Amy: ¡S-Slay!
-Slayer: Hey, buenos días, Amy.
-Amy: Menos mal, estás bien.
-Slayer: Pues claro, mujer. Fue peor hace un par de años, cuando luché contra aquel… No recuerdo ni como se llamaba, pero creo que era un Titán.
-Amy: Se llamaba Vorbos, y te dejó hecho una pena. En serio, creí que morirías.
-Slayer: Bueno, el caso es que ahora estoy aquí y me encuentro perfectamente. Eso es lo único que importa ahora.
Slayer sonrió y miró por la ventana.
-Slayer: Aunque a decir verdad… odio estar metido aquí dentro, sin poder hacer nada.
Las orejas de Amy se agudizaron y su mirada se endureció.
-Amy: Ni se te ocurra salir de aquí sin que te den el alta, ¿me oyes?
-Slayer: En ningún momento he dicho nada de salir.
-Amy: Pero lo has pensado.
Amy examinó a Slayer de arriba abajo con la mirada.
-Slayer: P… puede ser…
-Amy: Como se te ocurra levantar el culo de esa cama te pegaré un mordisco que recordarás el resto de tu vida, grandísimo idiota. Además, seguro que ni siquiera puedes tenerte en pie.
-Slayer: ¿Ah, no? Eso habrá que verlo.
Slayer se quitó las sábanas de encima y dirigió los pies al suelo.
-Slayer: ¡Ha! ¿Lo ves?
Sin embargo, antes de que Amy pudiera regañarle siquiera, las fuerzas le fallaron y cayó hacia delante, acabando en las piernas de su compañera.
-Amy: ¡S-Slay!
Lo cogió por los hombros y le levantó la cabeza, entre sonrojada y cabreada.
-Amy: ¿S… se puede saber qué te ha pasado?
Slayer también se había ruborizado un poco.
-Slayer: Creí que podría tenerme en pie, por lo menos, pero veo que…
-Amy: Ay, señor… Si es que una no se puede descuidar contigo.
Amy le lanzó una mirada severa, pero enseguida la borró de su cara y se sonrojó un poco.
-Amy: Anda, siéntate en mis piernas.
Con gran esfuerzo y ayuda de Amy, Slayer se sentó en la falda de la chica gato.
-Amy: Bueno, ¿cómo te encuentras?
-Slayer: La verdad es que estoy bastante jodido, pero podría estar peor. Además, no me puedo quejar de la compañía.
Slayer acarició la cabeza de Amy, que no pudo evitar ronronear.
-Amy: Puuuurrr… U… ups… Perdón, es que… A los felinos nos gusta que nos acaricien la cabeza y se nos escapan los ronroneos. Je je je…
Slayer, al oír la explicación de Amy, se echó a reir.
-Slayer: ¡Ha ha ha ha! Pues es una pasada, ¿sabes? Mira.
Vovió a acariciar su cabeza. Ella ronroneó de nuevo.
-Amy: ¡Vale, para ya, que me da vergüenza!
-Slayer: Je, je, je… Eres demasiado.
Slayer mostró otra sonrisa. A Amy le parecieron demasiadas para tan poco rato. Sin embargo, casi instantáneamente, la nueva sonrisa se vio reemplazada por una expresión de curiosidad.
-Slayer: Ahora que me fijo, Amy, hay algo que no me encaja.
-Amy: ¿Qué? ¿Y eso?
-Slayer: Pues que no tengo ni idea de cómo llegué hasta aquí.
Amy le echó una mirada muy rara a Slayer.
-Amy: Bueno… pues cuando un señor y una señora se quieren… y llevan mucho tiempo juntos… deciden tener un hijito y…
-Slayer: Me refiero al hospital, Amy…
-Amy: Ah… ya… claro, claro, si sólo bromeaba. Aaajajaja…
Después de sonrojarse un poco, volvió al tema principal.
-Amy: Bueno, pues resulta que alguien de la Hermandad te encontró.
-Slayer: Anda. ¿Lo conozco?
Las orejas de Amy se echaron hacia detrás.
-Amy: Sí, y además has tenido tus roces con ella…
-Slayer: ¿Roces?
-Amy: Sí, ya me entiendes, ella no te cae demasiado bien, y tú a ella tampoco, y a causa de ésa enemistad alguna vez os habéis peleado.
Una horrible sensación invadió el cuerpo de Slayer.
-Slayer: ¡¿C-cómo?! ¡No me jodas que Faith ha vuelto!
-Amy: Exactamente.
-Slayer: Mierda…
Slayer puso una expresión de rabieta infantil.
-Slayer: Ahora se aprovechará de que me ha salvado y me lo echará en cara…
-Amy: Tsé… hombres…

-Sami: “Uuuugh… Qué hago, ¿lo despierto?”
Aún metida en la cama con León, Sami era incapaz de quedarse quieta durante diez segundos. Estaba demasiado nerviosa. Nerviosa y excitada.
-Sami: “Maldita sea… ¡Por su culpa no paro de temblar!”
Cabreada con el mundo y consigo misma, se puso de rodillas, recta como un poste, tomo aire y…
-Sami: ¡Arriba, marmota, que ya es hora de levantarse!
El grito de Sami en medio del silencio de la mañana fue tan rompedor que León, sorprendido, dio un enorme salto y acabó de pie en el suelo.
-León: ¡¿Q-qué pasa?!
Sami se llevó las manos a la boca e intentó contener la risa, pero finalmente, al cabo de pocos segundos, sus esfuerzos se vieron frustrados.
-Sami: ¡Aaaajajajaja! ¡Te-tenías que haberte visto!
Sin comprender demasiado la situación, León se giró hacia Sami y se le acercó lentamente, haciendo que, progresivamente, la fuerza de sus carcajadas disminuyera, hasta quedarse en una simple sonrisa.
-SamI: Eeejejeje… Buenos días, Leo.
-León: Tú te crees muy graciosa, ¿no?
Sami sonrió y se sonrojó.
-Sami: Je… Un poco.
La risa volvió a asaltarla sin ninguna piedad, obligándola a tirarse de nuevo sobre la cama para intentar acallarla.
-León: Estás loca… Cuando quieras, baja. Voy a hacer algo para desayunar.
León se giró, mostrándole la espalda a Sami mientras salía de la habitación. La risa intercambió posiciones entonces con una simple sonrisa. Esta sonrisa, sin embargo, era diferente a la anterior. Era una mezcla entre felicidad y algo más.
-Sami: Waaaagh…
Cansada ya de buena mañana, Sami se dejó caer sobre las sábanas de nuevo, derrotada por sus propias emociones.
-Sami: Bueno… al menos ha servido para romper el hielo.
Se giró y se puso de lado. Volvió a cerrar los ojos, pero no tardó en volver a abrirlos, atraída por un olor enloquecedor.
-Sami: Aaaah… En este lado ha dormido Leo…
Mientras miraba las sábanas como si estuviera viendo el más erótico cuadro del mundo, el color rojo se fue apropiando de toda la cara de Sami. Lentamente, guiada por una especie de instinto, empezó a acercarse a la parte de cama que había usado León, y, como un gato que explora un nuevo rincón, acercó la nariz e inspiró, con suavidad, el perfume que había dejado en él el chico que se encontraba ahora en el piso de abajo. Se quedó unos instantes aspirando el aroma a hombre que había en la cama, pero, finalmente, el sentido común y la vergüenza la asaltaron, obligándola a retirarse de ahí sin saber del todo lo que acababa de pasar.
-Sami: ¿Pero qué…? ¡Mierda, me estoy volviendo una pervertida en potencia!
Se llevó las manos a la cabeza y apretó los dientes. Finalmente, rindiéndose ante el hambre, otro de los instintos animales que la estaban asaltando, acabó por dirigirse a las escaleras. Como un alma en pena, bajó los escalones uno a uno y se metió en la cocina, aún medio sonámbula. Acabó dejándose caer sobre una silla.
-Sami: Aaaaagh… Prepárame un café, Leo, que me muero de sueño.
-León: Vale, pero ¿podrías ponerte algo de ropa primero? Me desconcentras si andas en ropa interior por la casa.
-Sami: Hemos dormido juntos, así que deberías estar hasta acostumbrado a esto. Además hace un calor que no veas, así que paso. No mires y punto.
-León: Aún así…
Dejando escapar un suspiro, León se giró y empezó a sacar trastos y botes de los armarios y los cajones. En cuestión de minutos, Sami luchaba por mantener los ojos abiertos mientras se bebía el café en una taza, mientras León dominaba a un bocadillo del tamaño de media barra de pan y grueso como un diccionario.
-Sami: Me estoy cansando sólo de pensar lo que te estás comiendo…
-León: No exageres, anda. Además, el desayuno es la comida más importante del día.
-Sami: A ti eso te da igual, tú te comerías uno de esos para cenar, que nos conocemos y todos te vimos pelearte con tu pizza la otra noche.
-León: Es que la mozzarella se me quedaba pegada… ¡Da igual! ¡Venga, que tenemos que montarnos el campo de entrenamiento en el patio trasero!
León empezó a devorar su desayuno como un tigre que se come a su presa recién cazada. Sami se apartó instintivamente.
-Sami: Guau… Si no me ha dado tiempo a acabarme el café…
-León: Es que eres una lenta, y encima con el sueño que llevas aún vas más despacio.
-Sami: ¿Sí? ¡Ha! Pues no será a mí a quien le siente mal el desayuno. Y ahora me voy a vestir.
Se acabó el contenido de la taza de un solo sorbo y, más despierta, empezó a subir las escaleras en dirección a la habitación en la que habían dormido.

-Amy: Oye, ¿y tú de qué conoces a Faith?
-Slayer: Bueno, una vez coincidimos… De hecho, fue en las pruebas para entrar al Escuadrón Omega. Digamos que… la muy cabrona me quitó el puesto.
Amy miró a Slayer como si tuviera delante a un idiota en potencia.
-Amy: ¿Me estás contando que… aquella lucha que… fue por esa tontería?
-Slayer: Tampoco te pases, que no es una tontería, ¿eh?
-Amy: No, tienes razón. ¡Es una gilipollez! Yo pensaba que era una tía lista, pero después de saber esto… ya no os puedo tomar en serio a ninguno de los dos.
-Slayer: Exagerada…
-Amy: Mira quién habla, el que acabó hecho una pena porque la otra le quitó el puesto…

El patio trasero de la casa de León era enorme. En él cabría perfectamente un equipo de fútbol entrenando y aún sobraría espacio. El único problema radicaba en que gran parte del espacio estaba siendo consumido por un mar de trastos inútiles. Una bicicleta llena de polvo, un cortacésped en desuso, un montón de tablones… y la hierba, que llevaba una eternidad sin que nadie se hubiera dignado a cortarla no ayudaba en absoluto. El desorden habitaba en el patio trasero de León.
-León: Joder… ¿Cuánto hará que no paso el cortacésped por aquí?
-Sami: Je… Mejor coge el machete y acabaremos antes… Y por si acaso busca una escopeta, porque no quiero ni imaginar qué andará suelto por aquí.
-León: Anda, anda, no exageres.
-Sami: Joder, que el césped me llega casi a las rodillas, Leo.
-León: Pues a mí apenas me pasa de las espinillas. Ah, claro, tú eres más bajita que yo.
Sami cerró el puño y se lo enseñó a León a la vez que le lanzaba una mirada asesina.
-Sami: Mira que te la ganas.
-León: P-perdón…
Sami, dejando de hacer caso al comentario, se estiró para acabar de desperezarse.
-Sami: Bueno, hace mucho calor, pero habrá que ordenar esto un poco antes de…
Entonces, una pregunta pasó por su mente.
-Sami: Esto… ¿Cómo se hace un campo de entrenamiento?
-León: Pues ahora que lo mencionas…
Ambos echaron un vistazo a su alrededor, sintiéndose cada vez más y más perdidos.
-León: Supongo que con tener esto limpio bastará…
-Sami: Pues supongo que sí…
-León: Bueno, pues habrá que ponerse. Voy a enchufar el cortacésped, que está por ahí, entre las hierbas. Tú…
-Sami: ¿Yo qué?
-León: En ese armario metálico hay la tira de herramientas, busca algo para cortar las capas altas de las plantas.
-Sami: ¡Sí, señor!
Cada uno se fue por su lado a hacer su trabajo, como si se tratara de un juego, y casi quitándole importancia al asunto.

-Winter: Hecho.
-G-Gracias…
Winter, que volvía victorioso de su misión, le estaba tendiendo una enorme pluma de colores a la chica del mostrador. Era de la cresta del Kukuri al que había matado horas antes. Mirándola como si fuese un insecto enorme y asqueroso, la cogió sin demasiada delicadeza y la guardó en un cajón.
-Vale, confieso que no me esperaba que volvieras de una pieza, pensaba que regresarías sin un dedo, o algo así.
-Winter: Vaya, gracias. Deberías saber desde hace tiempo que no soy un tipo cualquiera.
- Es que llevas poco tiempo ejerciendo para haber matado un Kukuri. Lo normal es tardar un tiempo en tener la fuerza para enfrentarse a un bicho de esos. La verdad es que una vez me encontré con uno. Nunca he corrido tanto, en serio…
-Winter: ¡Ja ja ja ja! Pues no tienes pinta de ser miedosa, ¿sabes?
- Oye, que era muy grande, y yo no se luchar, es normal que huyera de allí por patas.
-Winter: Ya, ya. Bueno, dejando las batallitas de lado, ¿no recuerdas que me debes cierta recompensa?
La elfa de largo pelo rubio se llevó una mano a la barbilla y adoptó una expresión pensativa. Tardando un poco más de lo normal, acabó cayendo en la cuenta.
-¡Es verdad! Te prometí que te diría mi nombre si volvías vivo.
-Winter: Guau… Has tardado mucho más de lo que pensaba… Pues tenías pintas de ser lista…
-¡Cállate de una vez, pedazo de plasta! Aaaah, mira que ir a prometer cosas como esta…
La joven se aclaró la voz y adoptó una pose mucho más tensa que de costumbre, llevando las manos a la falda y sonrojándose un poco. Un tanto avergonzada, miró hacia otro lado y abrió la boca.
-M-me llamo… Aria.

Era ya más de mediodía en casa de León. En el patio trasero, los dos jóvenes trabajaban como si sus vidas fueran en ello. Cortaban el césped, ordenaban cajas, tiraban trastos inútiles… El calor del verano, sin piedad alguna, incidía sobre ellos como una lenta y ardiente tortura, drenando poco a poco sus fuerzas, hasta que al fin uno de ellos dijo basta.
-León: ¡Aaaargh! ¡No aguanto más!
Derrotado por el cansancio, León soltó el cortacésped y se dejó caer sobre la hierba recién cortada.
-León: Esto es un infierno…
-Sami: Madre mía, Leo, eres un flojeras.
-León: Oye, que tú te has parado la tira de veces, y yo no me he quedado quiero ni un momento.
-Sami: Seh, seh… excusas.
-León: Serás traidora… Anda, vamos adentro, que hay aire acondicionado y refrescos gratis.
Como si ya se hubiera repuesto del cansancio, se levantó de un salto y echó a andar hacia la casa. Una vez dentro, una sensación de descanso los invadió de golpe.
-Sami: Aaaaah, que fresquito…
-León: ¿A que sí?
León, totalmente recuperado del trabajo gracias al frescor del hogar, se dirigió a la cocina, abrió la nevera y sacó un par de latas de refresco. Le lanzó una a Sami, que la cogió al vuelo. Mientras se lo bebían sin prisa alguna, se sentaron a descansar en el sofá.
-Sami: Ahora que lo pienso, debería llamar a mis padres.
-León: El teléfono está ahí mismo.
Sami miró en la dirección a la que apuntaba León y se quedó con la mirada fija en el teléfono durante unos segundos.
-Sami: Buaaaah… Paso de levantarme.
Como si el hecho de mirar hacia otro lado la hubiera cansado como correr una maratón, se dejó caer sobre el sofá y cerró los ojos.
-Sami: Con perdón, pero aquí se está que te cagas.
-León: Eres más burra que un martillo de piedra…
León, por su lado, siguió bebiendo de su lata, y después de dejarla sobre la mesa, se dejó caer sobre el sofá al igual que Sami. Poco a poco, la cabeza se le fue ladeando hacia el lado en el que descansaba su amiga, como si se tratara de imantación. Sami tenía una expresión calmada y respiraba lenta y profundamente, como si estuviera dormida. León se sonrojó un poco y se acercó unos centímetros a ella. Sin darse cuenta, se encontró ante la incapacidad de parar. Algo lo obligaba a seguir acercándose a la chica que desde hacía tanto tiempo lo había cautivado como un hechizo. Finalmente, rendido ante sí mismo, dejó caer su cabeza sobre el hombro de Sami. Ella, un poco sorprendida, pasó su mano por el pelo del chico. Un pelo de un color peculiar, de camino entre el rubio y el castaño, y largo y voluminoso a la vez. Era como la melena de un león.
La escena no podía ser más perfecta en ese momento. Lo único que deseaban los protagonistas de la obra en aquel momento era que, por nada del mundo, esa situación tan enternecedora acabara.
Sami se quedó a comer aquel mediodía. León, demostrando una habilidad que nadie habría dicho que poseería, logró cocinar una comida digna de reyes. Más tarde, después de comer, empezaron a hablar, sentados en el sofá.
-Sami: No sabía que cocinabas tan bien, Leo, eres una máquina.
-León: Bueno, es lo que tiene vivir sin padres y con una hermana como la mía, que tienes que aprender a sobrevivir por ti mismo.
-Sami: Pues vaya. La verdad es que resultaría muy práctico, porque yo no tengo ni idea de cocinar.
-León: ¿Y eso a qué viene?
A León se le aceleró un poco el corazón, pensando que sólo había malinterpretado las palabras de Sami.
-Sami: ¡N-nada, hombre, nada! E…es que…
En el último momento, la respuesta idónea para aquella situación apareció en la mente de Sami como caída del cielo. Y lo mejor era que no se trataba de ninguna mentira.
-Sami: Es que una vez al año mis padres salen de viaje al extranjero por cuestiones de negocios, y yo me quedo sola y desamparada, y además con el saque que tengo la comida que me deja preparada mi madre se acaba a los tres días, así que… Si no te importa, durante esos días me pasaré por aquí.
-León: Bueno, por mí perfecto, mi casa es tu casa.
León había hablado con tono y expresión alegres, pero por dentro se sentía decepcionado. Había pensado que Sami hablaba del futuro, de su futuro. Pero, en lugar de eso, le había salido con aquella anécdota.
Después de la conversación, descansaron un rato en el sofá, el uno al lado del otro. León se tumbó y miró al techo como si hubiera algo en él.
-Sami: “Ay mi madre… tengo que tener más cuidado con lo que digo o acabará pensando mal.”
Pero de este pensamiento surgió una duda. Una duda existencial que representaba la decisión más importante que tendría que tomar Sami en mucho tiempo.
-Sami: “Pero en realidad… yo lo que quiero es que sepa que me… gusta. Bueno, creo que me gusta, al menos.”
Giró levemente la cabeza y miró a León, que seguía con la mirada perdida.
-Sami: “Si no me entiendo ni yo misma, me va a entender él…”
Al final, acabó soltando un suspiro, como si dejara escapar por la boca las ganas de pensar más sobre ello, y, apoyando los brazos en las piernas de León, que seguía tumbado boca arriba, empezó a preguntarle cosas con tal de oír su voz.
-Sami: Oye, Leo, ¿cómo crees que estará Slayer?
León, que acababa de ser arrancado de un profundo trance, tardó un tiempo en responder a la pregunta.
-León: Éste tío no se muere tan fácilmente. Estará bien.
Se llevó las manos a la nuca para estar más cómodo.
-León: De todas formas, ¿quieres que vayamos a verlo?
-Sami: Eso estaría bien. ¿Vamos?
León asintió y se quedó quieto durante unos segundos, con expresión de estar forzando la mente. Finalmente, cesó en su esfuerzo y abrió la boca de nuevo.
-León: ¿Y cómo puñetas vamos?
-Sami: M-me cago en la…
Los dos se llevaron la mano a la frente ante tal descuido.
-Sami: Tendríamos que haber preguntado cómo volver…
-León: Y encima Slayer es quien nos guarda las armas.
León se levantó como si el mundo fuese a acabar en ése instante y se llevó las manos a la cabeza en esta ocasión.
-León: ¡Aaaargh, tenemos que volver como sea!
De repente, sin previo aviso, una penetrante luz apareció detrás del sofá.
-Sami: ¡¿P-pero qué…?!
Un portal directo desde Eteria se abrió. Lo primero que vieron salir de él fue un hermoso rostro dulce como el caramelo con unos ojos tan profundos como el océano y del color de la sangre fresca, seguido de una larga melena plateada y unas orejas alargadas, que acompañaban a un escultural cuerpo femenino.
Carmina, como si acabara de bajar del mismísimo cielo, apareció en aquella habitación, pisando con sus pies desnudos el suelo de la casa de León. Los dos jóvenes que hasta entonces habían ocupado la sala se quedaron anonadados ante la aparición. Sami, que había estado en primera línea de fuego, estaba blanca, tono que contrastaba con su pelo oscuro.
-Carmina: Hola.
-Sami: ¡¡J-j-joder, que susto me has pegado, so cabrona!!
-León: Reconozco que yo también me he cagado de miedo… Es que, Carmi, eso de entrar en las casa de los demás sin avisar no está bien.
Carmina miró a su alrededor y luego dirigió los ojos hacia León.
-Carmina: ¿Acaso hacíais algo malo?
Lanzó una mirada furtiva en dirección a Sami y se pasó el dedo por el cuello en señal de amenaza. Si las miradas mataran, Sami estaría ya en el otro barrio.
Dejando la situación de lado, León corrió hacia Carmina y le cogió la mano.
-León: Bueno, eso da igual. Carmi, por favor, necesito que nos lleves a Eteria.
Carmina y Sami estaban cada vez más rojas. La primera lo estaba por puro rubor, mientras que la otra estaba cabreadísima, a punto de sacar humo por las orejas.
-Carmina: V… vale, Leo.
Carmina apretó la mano de León con las suyas y sonrió como nunca antes se la había visto hacerlo.
-Carmina: Por ti haría cualquier cosa.
Sami intentó encajar lo mejor que pudo la situación, conteniendo su rabia dentro de ella misma, pero sin poder evitar pensar lo que quería decir.
-Sami: “¡C-cuidado, Leo, proposición indecente! ¡La muy harpía lo que quiere es llevarte al sobre! ¡No caigas en la…!”
Analizando lo que estaba pensando, Sami se dio cuenta de que estaba exagerando la situación sobremanera.
-Sami: “Anda que a mí ya me vale…”
Por su lado, Leo se había sonrojado un poco y dirigía su mirada en dirección a Sami en busca de ayuda. Ella le echó una mirada asesina y miró para otro lado.
-León: “¡Argh! ¡Pero qué traidora!”
Carmina, que no tenía pelos en la lengua, soltó a León, miró a Sami como quien mira a un ser inferior y le confesó lo que pensaba de ella.
-Carmina: Celosa…
“Celosa”. La palabra que acababa de pronunciar la chica de la melena plateada resultó una auténtica patada mental dirigida hacia Sami. Haciendo acopio de una voluntad de hierro, la víctima del ataque se quedó con la boca cerrada, y con los ojos medio llorosos, miró a León, buscando un hombro en el que llorar sus penas. Pero el hombro llamado León, sediento de venganza y lleno de rencor, sonrió con malicia y cambió la mirada de dirección. Sami acababa de perder el segundo asalto.
Mientras la otra joven, desesperada, se daba cabezazos contra el sofá, Carmina emitía una leve luz a la vez que movía las manos casi con sensualidad y un vórtice empezaba a abrirse. Finalmente, el portal se completó sin problemas.
-Carmina: Ya está.
-León: Bien, entonces no esperemos más. Vamos, Sami.
-Sami: Dejad a esta pobre desgraciada a solas con sus penas…
-León: Mira que se te da bien hacer teatro…
Como si llevara a una niña pequeña, León le cogió de la mano y la llevó hacia el portal. Por el camino hacia el vórtice, Sami levantó la cabeza y le dedicó una mirada vengativa a Carmina mientras señalaba cómo León le cogía de la mano, justo antes de desaparecer en un mar de luces. Carmina, sintiendo una ira y una celosía tremendas, apretó los dientes y, cabreada como una mona, los siguió hacia Eteria.
CONTINUARÁ...


Última edición por Gigathor el 28/07/10, 10:44 pm, editado 1 vez
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Evan

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MensajeTema: Re: Paranoia número 1   Paranoia número 1 Icon_minitime14/04/10, 05:58 pm

XDDD. A mí no me importa mucho que sean largos, lo malo es q leer en el pc tanto me cansa XD, de todas formas no pienso parar de leerlo Razz (modo pelota /off)
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MensajeTema: Re: Paranoia número 1   Paranoia número 1 Icon_minitime15/04/10, 03:03 am

Dios-dijo la figura de negro relamiéndose los labios con la sangre fresca-odio el sabor de esos escritores anti-gramática. ¿Pero qué tenemos aquí?-se preguntó, mientras echaba las manos a la espalda y asentía con la cabeza.
-¡Me encanta!-dijo haciendo sonar un crack al girar los pulsos de ambas manos.
-Está muy bien escrita en todos los sentidos, tiene gracia, y sus personajes parecen reales y constan de personalidad. No he visto ningún fallo perceptible, y me ha gustado mucho.
Debo darte mi enhorabuena, eres otro de los mejores que escribimos en el foro.

Un saludo malvado y atemporal de un ser desgraciado e innatural.

Post-data:¡Sigue escribiendo! Alegras mi imaginación.
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Gigathor

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MensajeTema: Re: Paranoia número 1   Paranoia número 1 Icon_minitime16/04/10, 03:31 pm

-¡Muchas gracias!-Dijo el... escritor-Me encanta que me digan que me queda bien,la historia, es la gente como vosotros-una sonrisa se le dibujó en la cara-la que me hace contiuar =D

Bueno, después de idolatrar la forma de habla de Darkspinus (XD) informo de que esta noche pondré más, porque... leéis más rapido de lo que creía XD

EDITO: Y ahí va el último trozo de historia que me queda. Sin embargo... bueno, descubrid vosotros mismos el último secreto que os brindo.

Aparecieron ante el cuartel general de la Hermandad a través de uno de los portales que vigilaba el anciano de la entrada.
-León: ¿Dónde está la enfermería?
Carmina, con la misma expresión tímida de siempre, señaló hacia el edificio donde Slayer estaba hospitalizado. Sin prisa pero sin pausa, el grupo se encaminó hacia su destino. Carmina iba prácticamente pegada a León, mientras Sami los observaba desde unos metros hacia detrás con cara de malas pulgas. León podía sentir un millón de agujas clavándose sobre él.
En cuestión de minutos, llegaron a la puerta principal de la enfermería y entraron por ella. Esquivando pacientes y médicos, se perdieron en un mar de paredes blancas hasta llegar a la habitación donde Slayer reposaba.
-Slayer: Hombreee, mira quien se ha dignado a venir. Pero si son mis alumnos preferidos.
-Sami: Somos tus únicos alumnos, Slayer.
-Slayer: ¿Estás segura?
Sami miró a Slayer por encima del hombro de León.
-Slayer: Vale, sois los únicos.
-Sami: Seh.
-León: ¿Qué tal, tío? ¿Cómo te encuentras?
Slayer miró a León levantando una ceja.
-Slayer: No hace falta ser adivino para saber que estoy jodido, ¿no crees?
-León: Mira que la próxima vez no pregunto.
-Slayer: ¡HA! No habrá próxima vez.
Amy, que hasta entonces había pasado prácticamente desapercibida, miró a Slayer con expresión traviesa.
-Amy: Uuuy, alguien se está poniendo chulito.
-Slayer: Tú no líes las cosas, anda, que bastante has hecho ya.
-Amy: Mira que eres susceptible. En fin, hola, chicos.
León y Sami saludaron a Amy, mientras Carmina se escudaba tras él.
-Amy: Anda, ¿y esa monada? ¿Otra novia, Leo? Mira que me enfadaré. Groaaarg.
León dio instintivamente un paso hacia detrás.
-León: ¡Q-que va! ¡¿Y cómo que “otra”?!
Amy dirigió la mirada hacia Sami y levantó las cejas. Ella, dándose por aludida, empezó a ponerse nerviosa y a ruborizarse por momentos.
-Sami: ¡A-aaargh!
-Slayer: Confiésalo, Amy… te lo estás pasando en grande.
-Amy: Jeeeejejejeje… Puede ser, puede ser.
Mientras, Carmina, que hasta entonces había estado escuchando las cosas desde detrás de León, se había puesto tan colorada que empezaban a confundirse sus ojos de color carmesí con su piel.
-Amy: Oye, Leo… que a tu amiguita le va a dar un chungo.
-León: ¿Carmina…?
Carmina, avergonzadísima y hecha un manojo de nervios, levantó la cara hacia León.
-Carmina: ¡¿Q-qué?!
León la cogió por los hombres, cosa que empeoró aún más la situación.
-León: ¿Estás bien?
-Carmina: ¡S-sí, sí, estoy perfectamente! ¡De hecho, me encuentro mejor que nunca! ¡Mira, mira cómo me muevo!
Carmina, increíblemente habladora, empezó a hacer unos extraños movimientos que seguramente pretendían ser estiramientos.
-Sami: Joder.
-León: ¿C…Carmina?
-Carmina: ¡E-estoy bien! ¡Tengo cosas que hacer, nos vemos!
Carmina desapareció por la puerta a toda velocidad y aceleró en dirección a la salida del edificio.
-Amy: Si llego a saber que se monta éste pollo, me habría callado…
-Sami: Bueno, qué se le va a hacer, ya se ha ido la mosquita muerta. ¿Cómo lo llevas, Slayer?
-Slayer: ¿Pero vosotros dos sois idiotas o sólo me tomáis el pelo?
-Sami: Joder, que yo preguntaba por cortesía.
Pasaron un buen rato hablando, más de dos horas, sobre cualquier cosa, como si hubieran ido a visitar a un amigo a casa. Después de la larga conversación, los dos jóvenes decidieron que era hora de irse.
-Sami: Oye, Leo, empieza a ser tarde, y hace un día que no me paso por casa. ¿Nos vamos?
-León: Ahora que lo dices, se ha hecho muy tarde. El tiempo ha pasado volando.
-Amy: ¿Eeeh? ¿Ya os vais?
-León: Es que Sami tiene que ir a su casa, y la verdad es que yo estoy hecho polvo.
-Slayer: Tranquilos, vosotros id para casa, que yo me quedo aguantando a Amy.
-Amy: Oye, ni que fuera un tormento estar conmigo.
-Slayer: Bueno… Sin comentarios.
-Amy: ¡P-pero bueno! ¡Aaaargh! Hombres…
Sami y León se despidieron de sus amigos y se dirigieron a la puerta de la habitación. Cuando estaban a punto de cruzarla, Slayer los detuvo.
-Slayer: Esperad un momento. Leo, si queréis volver, necesitaréis esto.
León cogió por los pelos lo que Slayer le lanzó.
-León: ¿Qué es?
-Slayer: Yo no necesito el móvil para nada, ya que dudo que vuelva por la Tierra. Sólo tiene un número guardado, el de un mago que vive en vuestro mundo. Si queréis volver, no tenéis más que decirle que os abra un portal, igual que el día en que nos conocimos.
-León: Ah, mola. Bueno, nos vemos otro día.
-Sami: Adiooos.
-Slayer: Hala, hasta otra.
León y Sami desaparecieron por la puerta y se fueron en dirección a la entrada de la sede de la Hermandad.
-Slayer: A esos dos les ha pasado algo.
-Amy: Pues yo no he notado que les pasara nada.
-Slayer: Mira que eres cortita… Me refiero a que ha pasado algo entre ellos.
Amy puso la cola y las orejas de punta.
-Amy: ¡¿Q-qué?! ¡Aaaargh, esa maldita zorra lo ha estrenado antes que yo!
-Slayer: No seas animal, mujer. Además, con lo echados para atrás que son, dudo que hayan llegado tan lejos.
El cabreo de Amy bajó de nivel a la vez que su cola y sus orejas volvían a su posición original.
-Amy: Bueno, no te quito la razón.
Cerró el puño con furia.
-Amy: Pero como la mosquita muerta ésta se lo lleve a la cama antes que yo… ¡Te juro que me la cargo!
Slayer miró a Amy con la cara de quien ve al tonto del pueblo.
-Slayer: ¿Y se puede saber qué ves tú en León?
-Amy: Bueno…
Amy se llevó la mano a la barbilla y cerró los ojos, y, tras mucho pensar, sonrió de una forma un tanto extraña y levantó los hombros.
-Amy: Yo que sé. Será cosa del celo.
-Slayer: Ya me parecía a mi…
Aquella noche, León y Sami se separaron. Cada uno fue a su casa. Jolie, por su parte, llegó cuando su hermano estaba a punto de cenar, así que aprovechó para comer con él, mientras Sami se daba un baño desde la tranquilidad de su casa.
-Sami: Aaaay, gloria bendita…
El calorcillo y el tacto del agua, junto con la quietud y el silencio que moraban en el baño, empezaron a adueñarse del cuerpo y la mente de Sami hasta llevarla a un estado de trance, una especie de hipnosis inducida por el placer y el cansancio. En esas condiciones, apenas respondía de sus actos y le costaba pensar con claridad, pero estaba claro qué era lo único en lo que estaba pensando en ese momento.
-Sami: “Leo… ¿Por qué siempre me aparece su imagen en la cabeza cuando estoy relajada?”
Cerró los ojos para ver mejor las imágenes que le pasaban por la cabeza. Imágenes en las que León y ella estaban juntos, como si el mundo fuera suyo.
-Sami: “Está claro, algo siento por él, pero… ¿Qué pasa si es un rollo de verano, como decían Gunter y Hox…?”
El trance empezaba a desaparecer. Las preocupaciones se arremolinaban en su cabeza de adolescente, impidiendo que pudiera sentirse cómoda incluso en aquella situación.
-Sami: “De todas formas, supongo que me gusta, pero…”
Los ojos de Sami empezaron a abrirse, como si, aparte de sus pupilas, algo más fuera a revelarse.
-Sami: “…cuando te gusta alguien, las circunstancias no importan. Lo que importa de decirlo…”
Finalmente, sus ojos se abrieron definitivamente para dar paso a un nuevo pensamiento, un nuevo sentimiento.
-Sami: “Le quiero”

-Jolie: Hey, Leo, dime una cosa.
León, que estaba entre despistado y meditabundo, miró a su hermana y le respondió sin ganas.
-León: ¿Qué?
-Jolie: ¿Vosotros dos estais juntos?
León salió de su estado de despiste mental y, abriendo los ojos como platos, miró de arriba abajo a su hermana.
-León: ¿P-pero tú estás loca…?
-Jolie: Venga, Leo, que soy tu hermana. A ti te gusta Sami, ¿verdad?
León, pillado con las manos en la masa, bajó la cabeza y, sonrojado, asintió levemente.
-Jolie: Pues no sé a qué esperas, chico, yo estoy segura de que ella siente lo mismo por ti.
-León: A… anda ya, Jolie, no…
-Jolie: Que sí, Leo, que las mujeres nos entendemos. Yo creo que está coladita por ti.
-León: ¿En… serio?
-Jolie: Sólo hay un problema.
A León se le cayó el alma a los pies.
-León: ¿Qué problema?
Jolie puso cara de seria.
-Jolie: Los dos sois unos echaos p’atrás, y así no hay quien se coma una rosca.
Miró a su hermana como el que mira al tonto de la clase.
-León: ¿Será posible que tengas razón despues de todo…?
-Jolie: Jo jo jo. Pues claro, soy tu hermana al fin y al cabo. Yo me declararía.
-León: Bueno… lo pensaré.
León se levantó del sofá que compartía con su hermana.
-León: Me voy a la cama.
-Jolie: Ya que vas arriba, cambia el fondo de pantalla, o pensará raro.
León miró a Jolie y la interrogó con la mirada.
-León: ¿Y tú cómo sabes cual es mi fondo, si tengo contraseña?
-Jolie: Por dios, Leo, ya te he dicho que soy tu hermana.
-León: Malvada… Me voy a dormir antes de que me de un ataque.
Sin ganas de hacer nada, arrastrando el cuerpo, León subió las escaleras y se dirigió a su habitación. Hizo una escala en el lavabo y acabó el viaje en su cuarto. Tras cruzar la puerta y cerrarla con cuidado, miró el ordenador y, tras pensárselo unos segundos, lo encendió. Al abrir su cuenta, miró, por última vez, ése fondo de pantalla. Sami sonriendo… Esa imagen era capaz de aliviar las penas más profundas de León y a la vez despertar sus más oscuros deseos. Le echó el último vistazo y, finalmente, se puso a buscar imágenes en el disco duro. Una de ellas llamó su atención. Se trataba de un dibujo manga de una chica pelirroja en bikini. Era una imagen, ciertamente, muy sexy.
-León: Bueeeno, ya que tengo que cambiar el fondo de pantalla… Que almenos sea divertido.
Clicó con el botón derecho del ratón sobre la imagen y seleccionó la opción que convertiría ésa imagen en su fondo de escritorio. Cerró la carpeta y se encontró con su nueva imagen.
-León: Jeeejejejeje… Precioso. Mejor me duermo ya.
Apagó el ordenador, abrió la cama y se dejó caer sobre el colchón sin pensárselo dos veces. La comodidad del colchón fue tan reconfortante que, unida al cansancio que León llevaba encima, consiguió dejarlo KO casi instantáneamente. Sólo tuvo tiempo de pensar en una palabra antes de caer rendido.
-León: “Sami…”

Amy y Slayer seguían en la habitación 666 del hospital de la Hermandad. El sol, o lo que debía ser el sol, empezaba a esconderse en Eteria.
-Amy: Oye, Slay, yo tengo que irme ya o no encontraré al viejo de los portales.
-Slayer: Hala, corre, corre. Mañana nos vemos.
-Amy: Vale, ya pasaré a verte después del trabajo. Hasta mañanaaa.
Amy cruzó la puerta y se fue, ondeando su cola felina. El silencio se apoderó de la habitación.
-Slayer: Waaah… Qué dificil es aguantar a estos chiquillos.
Dicho esto, se relajó, cerró los ojos y empezó a pensar. A reflexionar. Imágenes de un pasado cada vez más vivas pasaban por su mente. Un grupo de amigos, luchando juntos. Un accidente. Y, finalmente, un enorme dragón de color blanco puro con el poder de destruir todo lo bueno y lo justo en este mundo.
Amy ya había salido del recinto hospitalário y se dirigía a la entrada de la Hermandad cuando se cruzó con alguien conocido.
-Amy: “Mierda, es el pesado este…”
Amy miró a la persona que tenía delante y sonrió para disimular su enfado.
-Amy: Hola, Winter. ¿Cómo tú por aquí?
Winter no contestó con palabras, sinó con hechos. Mientras una diabólica sonrisa crecía más y más en sus labios, empezó a verse cómo sacaba un papel de entre las manos. Lo desplegó, lo aguantó con una mano y rió levemente a la vez que se lo tendía a Amy.
-Amy: ¿Y esto qué…?
Amy se quedó callada en cuanto vio el papel. Finalmente, cuando recuperó sus facultades mentales, se dirigió con seriedad a Winter.
-Amy: ¿Cómo has conseguido esto tan rápido?
-Winter: Je…
Las facciones de Winter, ya de por sí delgadas, empezaron a alargarse hasta tal punto que, cuando empezó a reir, acabó pareciendo un maníaco.
-Winter: Je, je, je, je… ¡Haaa ha ha ha ha!
Winter arrancó el papel de las manos de Amy y, expandiendo los brazos como si fuese alguien de la importancia de un dios mientras seguía riéndose, anunció una nueva noticia al mundo.
-Winter: ¡Haaa ha ha ha! ¡Voy a subir a nivel D!

Tanto Sami como León durmieron del tirón toda la noche. No había sido tanto el esfuerzo por limpiar el patio trasero de León como el esfuerzo y presión mentales que los habían estado azorando los últimos días. Al día siguiente, cuando ya se alzaba el mediodía, un brusco despertar arrolló el sueño de Sami como un toro que abate a su enemigo.
-Sami: Uu… uuuuh…
Abriendo perezosamente los ojos y bostezando, se estiró para quitarse el sueño y se llevó la mano a la cabeza.
-Sami: Aaaah… Tengo la cabeza como un bombo…
Se frotó el pelo sin demasiadas ganas y recordó sus últimos días.
-Sami: Vaya semanita. Y encima, tengo que ir a hacer deberes con Leo.
Sami se despertó de golpe al pensar en León.
-Sami: Espera, ¿y yo ahora cómo le miro a la cara? Me pondré roja, se dará cuenta, y… Aunque por otro lado, se supone que tengo que decírselo. Pero…
Al final, vencida por sus própios pensamientos, volvió a dejarse caer sobre la cama y soltó un suspiro.
-Sami: Aaay… Mi pobre cabecita de adolescente va a explotar…
Al cabo de un rato, ya más calmada, se levantó sin ganas y se arrastró hacia ningún lugar. Por la casa se cruzó con su madre, que le dio los buenos días.
-Hombre, mira quien se acaba de levantar, la bella durmiente.
-Sami: Buenos días, mamá.
Sami se frotó los ojos por acto reflejo.
-Sami: Que sueñecito que tengo…
Su madre se le acercó con aire confidente y le susurró algo a la oreja.
-No te preocupes, cuando tuve mi primera vez también acabé cansada. Yo te cubro.
Sami se apartó de su madre a toda velocidad.
-Sami: ¡P-¿Pero que dices, mamá?! ¡No te montes la película tú sola, que deliras!
Con aire de enfadada, Sami se dio la vuelta y cambió de dirección. Cuando por fin se situó un poco, volvió a ir a su habitación y abrió el armario para elegir la ropa que se iba a poner.
-Sami: Bueeeno, veamos qué me pongo hoy.
Sin embargo, aquel día se encontró con un nuevo dilema que nunca la había asaltado.
-Sami: S… si me pongo esto, ¿qué pensará Leo? Pero si usamos el patio de detrás, necesitaré ropa de deporte.
Sami miró una camiseta de tirantes y unos pantalones cortos ajustados y apartó la vista enseguida, ruborizándose.
-Sami: ¡N-no, eso marca demasiado!
Lentamente, volvió a girar la cabeza en dirección a la ropa de deporte. La miró de arriba abajo y empezó a analizar la situación.
-Sami: Pero por otro lado, tengo que usar todas las armas posibles… ¡D-digo… para hacer deporte es mucho más cómodo!
Ésta última reflexión empezó a rebotar por las paredes del cerebro de Sami, cobrando todos los sentidos posibles, desde el más inocente al más erótico. No hubo manera de evitar que su piel se pusiera roja como la lava fundida.
-Sami: ¡C-¿cómo se me ocurre pensar ya en eso?!
Combatiendo con su propia idiotez, empezó a darse golpes en la cabeza hasta calmarse. Finalmente, dejó caer los hombros y sonrio levemente.
-Sami: Bueno, si hay que hacerlo…
Finalmente, a regañadientes por un lado y avergonzada por el otro, cogió la ropa deportiva y la colocó sobre la cama. Ahroa tocaba elegir ropa interior. Sami abrió el cajón donde la guardaba y se encontró unas braguitas de color negro. Cabreada con el mundo, lo cerró de golpe y dejó escapar una sonrisa de enfado.
-Sami: No hace falta llegar a esos extremos…
Aquella tarde, después de comer y de hacer la digestión, Sami salió de casa con la ropa de deporte puesta y una mochila cargada a la espalda en la que llevaba sus cuadernos de deberes. Intentando pasar por lugares con sombre de camino a casa de León, el calor empezó a afectarle.
-Sami: Aaaargh, que calooor…
Finalmente llegó a su destino y tocó el timbre, la puerta se abrió pocos segundos después monstrando a un León sin camiseta, sudando y con el pelo alborotado.
-León: ¡Hola, Sami!
-Sami: Ah… ah…
Sami dio un paso atrás mientras ponía cara de asustada.
-León: ¿Qué pasa?
-Sami: ¿S-se puede saber qué haces tú así?
-León: Aaaah. Es que hoy he aprovechado el tiempo. Me he levantado temprano, he acabado los deberes de verano y he ido a pedirse a Slayer que me diera nuestras armas para que pudiéramos usarlas aquí. He estado probando la espada contra un tronco de los que quitamos el otro día y después me he puesto a hacer flexiones y abdominales.
-Sami: Q-¿Qué has hecho qué?
-León: ¿Lo repito?
-Sami: ¡No hombre, era una pregunta retórica! ¿Cómo has podido acabar los deberes tan rápido?
-León: Bueno, es que así podríamos aprovechar más el tiempo, y por eso me he esforzado para acabarlos rápido.
-Sami: Ah. Pues… gracias.
Sami, que había puesto una expresión tierna, cambió sus facciones por unas más agudas y penetrantes.
-Sami: Entonces, si quieres que aprovechemos más el tiempo, ¿a que me los dejas?
-León: Pero mira que eres vaga…
La cara de Sami cambió a una expresión de súplica.
-Sami: ¡Porfa! ¡Haré lo que quieras! ¡Cualquier cosa!
Después de unos segundos de silencio, ambos analizaron la frase y empezaron a enrojecerse.
-Sami: Bueno, cualquier cosa no…
-León: Ya, ya lo entiendo… Vale, te los dejaré, pero me debes una.
Sami sonrió de oreja a oreja y acarició el pelo de León como quien acaricia a un perrito.
-Sami: ¡Bieeen! ¡Gracias, Leo!
Contenta como un niño con zapatos nuevos, Sami se metió en casa de León, y se lanzó automáticamente sobre el sofá.
-Sami: Aaaah, que fresquito que se está aquí dentro.
-León: Eh, eh, que no hemos venido a pegarnos una siesta. Al patio trasero, va.
-Sami: ¿Qué? Jo, Leo, es que me estoy muriendo de calor.
-León: ¡Que salgas de una vez, te digo!
-Sami: Vale, vale, pesado…
Sin ganas, se levantó del sillón, se estiró y se fue por la puerta trasera de la casa. León la siguió como un padre que va detrás de un hijo desobediente. Al salir, una bofetada de calor los hizo parar en seco.
-Sami: ¡Aaaay, me mueeero! ¡Qué calor!
-León: Oye, bonita, que yo he estado rompiéndome la espalda aquí hace nada y no me ha pasado nada, así que venga, ponte a dar vueltas al patio.
-Sami: ¿Vueltas al patio? Ni que estuviéramos en clase de educación física.
-León: ¿Quieres dejar de hablar y correr de una vez? ¡Así nunca subiremos de rango!
-Sami: ¡Pero bueno, no seas tan estricto! ¿Por qué de repente te has vuelto tan serio?
León, como si hubieran descubierto su plan, dio un paso atrás. Dándose cuenta de lo que había logrado, Sami acortó distancia con él.
-Sami: Ahá, con que había algo más… ¡No será una chica!
-León: ¡No, no, nada de eso, Sami! ¡Te juro que no!
Sami lo analizó de arriba abajo con la mirada, como buscando alguna brecha por donde colar su teoría.
-León: Es que, cuando completas una misión, te dan una recompensa, y… y necesito pasta.
La mirada de la joven cambió. Ahora miraba a León como si estuviera ante un idiota.
-Sami: ¿Y sólo por eso me querías hacer dar vueltas al patio como un pato mareado?
-León: Bueno, sí, en parte sí, pero reconoce que no nos iría nada mal.
-Sami: ¡¿Me estás llamando gorda?!
-León: ¡Que no, que no, que tu estás buenísima! ¡Y con esa ropa ni te digo!
La cara de alarma de León se transformó poco a poco en una sonrisa de aspecto idiota.
-Sami: ¡Argh! ¡Vale, me ha quedado claro, pero deja de mirarme así!
A regañadientes, Sami empezó a correr alrededor del patio a una velocidad leve pero constante. León, enorgullecido como un profesor que ha conseguido que su alumno estudio, cruzó los brazos y asintió mientras sonreía.
-Sami: ¡Eh, tú, no te veo correr!
-León: Anda, es verdad. De todas formas, yo no voy a correr. Voy a por las pesas.
León se adentró en su casa y salió unos minutos más tarde con un juego de pesas.
-León: No habrás parado mientras estaba dentro, ¿no?
-Sami: Pero bueno, ¿por quien me tomas?
La mirada de León se clavó como una bala en los ojos de Sami. Una mirada acusadora y penetrante. La presión acabó siendo demasiado para ella.
-Sami: ¡Está bien, lo confieso, he parado un momento, pero han sido sólo un par de segundos!
León levantó una ceja.
-Sami: Bueno, quizás ha sido un poco más.
Una sonrisa traviesa se dibujó en los labios de León.
-Sami: ¡¿Y tú de qué te ríes?!
Levantó los dedos índice y corazón en señal de victoria.
-León: Victoria.
-Sami: Estás loco…
Como si fuera lo más normal del mundo, Sami dejó de hacerle caso a su amigo y volvió a correr alrededor del solar, mientras León hacía pesas sentado en un tronco que habían retirado el día anterior.
-Sami: Ah… uf… ah… uf… Respira, no pienses, respira, no pienses…
-León: Uno… dos… uno… dos… uno… dos…
Sin embargo, aún intentando con todas sus fuerzas no desconcentrarse, sus jóvenes mentes les jugaron una mala pasada a los dos. Sami no podía apartar la mirada del brazo de León, ni de aquel bíceps tan duro que sobresalía cada vez que hacía fuerza para levantar una pesa. León, por su lado, luchaba en vano por apartar la mirada de los pechos de Sami, que botaban arriba y abajo mientras corría. Inevitablemente, el mismo pensamiento pasó por sus cabezas a la misma vez.
-“Dios, esto es una doble tortura…”

Lejos de la civilización, en las planicies de Eteria, una figura alta y esbelta se entrenaba luchando contra las criaturas que habitaban en lugar. En cualquier momento podía saltar un monstruo desde algún sitio y atacar a cualquiera que se acercase. Varios metros a la derecha del guerrero que caminaba despreocupado entre la hierba alta, una criatura, mitad lagarto y mitad insecto gigante, apareció de un salto de detrás de unos matorrales y se lanzó sobre él. Sin embargo, en cuestión de segundos, el joven hizo un rápido movimiento con la mano derecha y, como por arte de magia, congeló al monstruoso ser en el aire. Winter, con aires de grandeza, se apartó un mechón de pelo de la cara y destrozó de un pisotón el cuerpo congelado del monstruo. Varias criaturas, que hasta entonces habían estado al acecho, salieron de sus escondites y corrieron en dirección contraria, huyendo de un enemigo demasiado fuerte para ellas. Un poco impresionado por la reacción, Winter empezó a acumular frío en su mano derecha mientras cerraba el puño, emitiendo una luz blanquecina.
-Winter: Cobardes…
Con un violento movimiento de muñeca de trescientos sesenta grados, decenas de pequeñas estacas de hielo salieron volando hacia todas direcciones, alcanzando a los pobres monstruos que huían despavoridos de él. Segundos después, las planicies que antes habían sido un bonito paisaje de hierba verde y cielo azul se convirtieron en una masacre de color rojo. Winter, como si acabara de barrer el polvo, se retiró de nuevo un mechón de la cara y se giró. Detrás de él le esperaba un monstruo mucho mayor que los anteriores, Era un ser con aspecto de dragón, de color rojo, muy corpulento y con pequeños pero afilados pinchos alrededor del cuerpo. Unas mandíbulas que parecían sacadas del infierno y una cola capaz de romper una pared le daban un aspecto tremendamente peligroso. Pero sólo era eso. Aspecto y nada más.
-Winter: En este lugar no hay más que…
Todo fue demasiado rápido para la enorme criatura. Un brillo blanquecino lo cegó momentáneamente, y para cuando podría haber abierto los ojos, se oyó un estruendo, como el de un enorme peso muerto cayendo al suelo. Al otro lado del cadáver, una espada de casi dos metros, hecha enteramente de hielo, salía de la muñeca de Winter. La hoja, brillante y transparente como el cristal más puro, estaba recubierto de una espesa sangre carmesí, acompañada por un tirón de piel. Controlando el hielo a voluntad, Winter hizo desaparecer rápidamente la espada gélida y se llevó las manos a la cabeza mientras volvía hacia la sede de la Hermandad de Héroes.
-Winter: Ni siquiera he tenido que usar mis espadas… Espero que ése bicho me de un poco más de guerra que estos.

-Sami: Me… me muero…
Sami, agotada como si hubiera corrido una maratón a toda velocidad, estaba tumbada sobre el césped, jadeando a ritmo constante. León seguía levantando pesas a su lado.
-León: Psé… mira que eres floja.
-Sami: ¡A callar! ¡Yo soy una señorita, no estoy hecha para pegarme estas carreras!
-León: ¿Una señorita…?
León empezó a reirse por lo bajo, intentando evitar que Sami lo descubrieran.
-Sami: Sí, tú riete, pero a partir de ahora yo de ti vigilaría lo que comes…
La risita de León cesó de golpe, y se giró hacia su compañera con expresión de seriedad.
-León: Eres sucia y rastrera, Sami…
-Sami: Eh, eh, tampoco te pases. Bueno, ya estoy harta de esto, así que, me retiro. ¿Vamos adentro?
-León: Bueno, qué remedio.
Como si el ejercicio no le hubiera afectado lo más mínimo, León se levantó de un salto. Acto seguido, se dirigieron a la puerta que daba al interior de la casa, y en cuanto entraron el frescor de la casa inundó sus cuerpos.
-Sami: Dios, esto es vida.
-León: Pues quédate viviendo aquí mientras yo me ducho, que empiezo a oler a tigre…
-Sami: Esas cosas se piensan pero no se dicen, pedazo de guarro, y menos delante de una señorita.
-León: No empieces otra vez con lo de señorita, anda. Bueno, yo voy a ducharme.
Con más pausa que prisa, León empezó a subir las escaleras y acabó entrando en el baño. Segundos después, Sami oyó cómo el agua empezaba a manar de la ducha.
-León: ¡La hostia, que fría que está!
-Sami: ¿Pero que…? Madre mia…
Haciendo caso omiso de lo que ocurría tras la puerta del lavabo, Sami, cargada de cansancio, apoyó todo su cuerpo en el sofá.
-Sami: Aaaaargh… Ya puede tardar lo que quiera, que yo aquí estoy de maravilla. ¿Me has oído, Leo? No hace falta que te des prisa, que yo aquí estoy que te cagas.
-León: Para ser una señorita, utilizas un lenguaje muy sutil, ¿eh?
Un largo silencio invadió la casa. Pillada con las manos en la masa, Sami apretó el puño y frunció el ceño.
-Sami: M-maldición…
El sonido de la ducha cayendo sobre el cuerpo de León seguía invadiendo la casa. Era un sonido tranquilizador, de fondo, como la lluvia. Pero algo más venía con esa tranquilidad.
-Sami: Ahora que me fijo, se está duchando a unos metros de aquí… Y se está duchando desnudo…
La mente de Sami reaccionó ante su propio comentario, como si se tratara de una segunda personalidad.
-Sami: “Je… enhorabuena, Sami, date un premio… anda que yo soy tonta, claro que se duha desnudo.”
Sin embargo, sus comentarios mentales no conseguían apartarla de la idea principal que tenía rondando por su cabeza.
-Sami: “Ahora el agua estará cayendo sobre él… Sobre sus hombros, sus brazos, su pecho… Su… su…”
El silencio que reinaba en la casa pasó también a la mente de la joven adolescente, que luchaba mentalmente con ella misma.
-Sami: “I-intenta evitar imaginar ciertas cosas… No te dejes llevar por el líbido…”
Pero obviamente, para una joven de diecisiete años eso era una tarea imposible.
-Sami: “¡Aaaaargh! ¡Piensa en cosas felices, piensa en cosas felices!”
Hecha un manojo de nervios, Sami inentó por todos los medios ahuyentar de su mente la imagen que acababa de formar en su interior. Con gran esfuerzo, consiguió dejar de pensar en ello, suspiró aliviada, cerró los ojos, y instantes después los volvió a abrir, esta vez, no le hizo falta imaginar nada. León salió prácticamente desnudo por la puerta del baño, lo único que tapaba su cuerpo era una toalla atada a la cintura. Como si nadie estuviera mirando, pasó por delante de la escalera y se dirigió a su habitación. Sami, pillada por sorpresa, no tuvo tiempo de apartar la mirada.
-Sami: ¡¿P-pero cómo se te ocurre…?!
La espalda de León salió a relucir. Allí donde pocos días antes se encontraba una herida, ahora sólo había una cicatriz alargada. Aún así, Sami no pudo evitar acordarse de la razón por la que aquella marca se encontraba ahí. León, en un intento por protegerla del ataque del Plounder, recibió una cornada en la espalda y acabó herido. Levemente, pero herido después de todo. Y sólo por culpa de ella.
Como si ignorara lo que pasaba por la mente de su amiga, León siguió su camino hacia la habitación mientras le hablaba.
-León: Te toca ducharte, Sami. Aprovecha ahora o el agua se enfriará.
-Sami: V-voy.
Con un leve sentimiento de culpabilidad, Sami se levantó lentamente y se dirigió al baño para ducharse. Una vez dentro, empezó a quitarse la ropa con desgana. La camiseta, los pantalones… Se giró y se miró en el espejo. Estaba en ropa interior.
-Sami: Al final las he cogido rosas. Después de todo, soy una niña…
Dejando escapar un suspiro, se desabrochó el sujetador, dejando ver un busto que no era plano pero tampoco destacaba por su volúmen. Con cara de decepción, miró la pieza de lencería que acababa de quitarse y dejó salir un nuevo suspiro.
-Sami: Aaaah… algún día crecerán, algún día.
Sin demorarse más, retiró las braguitas de su cuerpo y se metió en la ducha. El agua salió templada, a una temperatura perfecta para el calor que hacía. Dejando que el agua acariciara sus sentidos, Sami cerró los ojos y se sumió en un mar de dudas y sentimientos.
-Sami: “Aaaah… Leo… Por lo menos ahora se que me gusta, pero alomejor Gunter y ése tío de Eteria tienen razón y sólo es un rollo veraniego, un amor de verano…”
Al contrario de lo que las metáforas dirían, en aquella ocasión el agua no arrastró ninguna de sus dudas, sólo le hizo concentrarse más en ellas.
-Sami: “Además, aunque me guste de verdad, ¿qué hago? Me da demasiada vergüenza declararme, pero si no lo hago seguiré así toda la vida.”
Como si una revelación acabase de pasar por su mente, sus ojos se abrieron de par en par y su expresión cambió.
-Sami: “Pero Jolie me dijo que… bueno, no estoy muy segura de lo que dijo, pero supongo que quería decirme que me declarara.”
Sin embargo, ante la duda sobre la única persona que parecía haberle dado una respuesta, Sami, más asustada que nerviosa, volvió a cerrar los ojos.
-Sami: “No, no, no… No quiero estropearlo declarándome a alguien que no me quiere. Prefiero que sigamos siendo amigos y…”
La expresión de su cara cambió por completo. Ahora, mostraba una inmensa tristeza, tan profunda como el océano azul.
-Sami: “Y nada más.”
Sami se retiró una lágrima que no había conseguido retener y paró el agua. Entristecida consigo misma, salió de la ducha y empezó a secarse con una toalla. Después de retirar toda el agua de su cuerpo, volvió a vestirse y salió del baño. Arrastrando un mar de sentimientos, se deslizó pobremente hacia el cuarto de León, llamó a la puerta y entró. León estaba tirado sobre su cama.
-Sami: Aaaah… me he quedado en la gloria.
-León: Waaaagh… no me puedo levantaaar…
Sami se sentó a los pies de la cama y miró con pena a León. Entonces, reparó en que el ordenador estaba encendido.
-Sami: Anda, ¿ya funciona el ordenador?
-León: ¿Eh? Ah, sí, sí, sírvete.
Sin dudarlo, Sami se levantó y se sentó de nuevo en la silla de delante del ordenador, y al encender la pantalla, se encontró con la sorpresa.
-Sami: Eeeh… Leo… ¿Qué es esto?
Dándose cuenta del error que acababa de cometer, León se levantó de golpe, como agarrado por una fuerza mística.
-León: ¡Eh-eh… bueno, pues…! Eeeejejejeje…
La chica del salvapantallas, semidesnuda, miraba al usuario del ordenador con una dulce cara de pena, mientras mostraba osadamente su escote y sus curvas perfectas. Sami apartó la mirada y se levantó, cediéndole la silla a León.
-Sami: Cambia el fondo, anda. Yo no he visto nada.
Sin decir una palabra, conteniendo su vergüenza, León se sentó ante la pantalla y buscó en los archivos una imagen que le sirviera como fondo. Navegando por las carpetas y subcarpetas, encontró una imagen, una que le llamó la atención por encima de todas las demás. Con una sonrisa en los labios, seleccionó la fotografía y la estableció como fondo de escritorio.
-León: Vale, Sami, ya puedes mirar.
-Sami: Bueno, vamos a ver qué has…
Sami se quedó muda. Efectivamente, el fondo había cambiado totalmente. Pero no sólo había cambiado la imagen. El significado del fondo de pantalla había cambiado también. En el monitor, debajo de las carpetas y los accesos directos del escritorio, se encontraba una foto. Una foto muy familiar. En ella, León y ella estaban en la playa, jugando juntos como si no existiera el mañana, una hermosa imagen decorada con unas letras preciosas en las que ponía “Sami y León”.
-Sami: Sami y León…
León echó el cuello hacia detrás mientras sonreía, para mirar cómo reaccionaba la chica a la que amaba. Junto al fondo de escritorio, algo más había cambiado. La decisión que Sami había tomado minutos antes cambió totalmente de rumbo en décimas de segundo, y, de repente, y sin pensarlo, se lanzó hacia León, le cogió la cara con un dule y a la vez violento movimiento de manos y, finalmente, presa de un instinto, acercó sus labios a los de él. Y, por fin, después de las penúrias que, juntos, pudieron superar gracias a los sentimientos del uno por el otro, los labios de los dos se juntaron y se fundieron en un dulce y cálido abrazo, un abrazo llamado primer beso.
FIN DEL CAPÍTULO 3


Última edición por Gigathor el 13/08/10, 04:49 pm, editado 1 vez
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MensajeTema: Re: Paranoia número 1   Paranoia número 1 Icon_minitime16/04/10, 06:04 pm

Mwahaha, no nos subestimes ¬¬ XD y espero ver ya el siguiente...y q sea largo, me apetece leer hoy XDD (exigiendo XD)
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