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El bosque puede ser un lugar peligroso, mas aun cuando la oscuridad recae sobre el; Donde habitan criaturas de pesadilla, monstruos y seres malignos, tan solo los mas poderosos sobreviven en este lugar, el bosque de los cuatro pilares. Una fogata iluminaba un pequeño claro en una parte de aquel oscuro lugar, aquel fuego iluminaba una pequeña tienda hecha con pieles y por los alrededores podían verse extraños artefactos como cráneos humanos cubiertos abiertos por la mitad y rellenos de un extraño liquido o extrañas mandíbulas adornadas con exóticas plumas de diversos colores, bastones, plantas de distintos colores y formas apiladas y clasificadas y una pequeña piedra junto al fuego en la que se encontraba sentada una anciana, no llegaría a medir un metro y en las enormes arrugas de la cara podían verse señalados como dos faros unos pequeños ojos celestes, el pelo sucio cubría toda su espalda y estaba completamente desnuda por excepción de un collar del que colgaban distintos colmillos. Aquella Anciana fumaba de su pipa mientras miraba severamente a su acompañante al otro lado de la hoguera, cubierto completamente por una toga negra desgarrada y sucia.
-Sabía que vendrías– Dijo la Anciana llenando el ambiente de un espeso humo parecido a la niebla que salia por sus orificios nasales.
-¿y por que no has huido? - Respondió el misterioso hombre con voz ronca y afligida.
-El destino nos marca el camino de diversas formas, es algo que ni los mismos dioses pueden controlar, Estas aquí, por que es tu camino y yo... estoy en medio – Explico la anciana soltando la pipa junto a la piedra. ¿quieres saber la verdad?
-Quiero venganza... Quiero una cura a mi enfermedad
La anciana se levanto y fue hacia las plantas que había amontonadas y cogió algunas de ellas según le parecían, luego volvió junto al fuego y levanto los brazos mientras susurraba unas palabras que el misterioso hombre no llego a comprender para luego lanzar esa combinación de hierbas al fuego, en cuanto comenzaron a arder el olor a quemado comenzaba a hacerse mas intenso, fuerte y molesto a cualquier olfato y llamativo para las criaturas de la noche.
-¿que haces? ¡Ellos vendrán! - Dijo el tipo cubierto por la túnica, pero la anciana estaba fuera de si, en un frenesí violento comenzó a girar mientras se levantaba un palmo del suelo, estaba volando. ¿que demonios?
-¡Expulsado de tu hogar... perseguido por humanos y por bestias, llevas sobre ti un peso que jamas nadie a conocido! - La voz de la Anciana se agravó hasta tomar un tono casi infernal mientras miraba a su visitante con los ojos blancos. Maldito desde el nacimiento por aquellos Dioses que venerabas llevas la muerte y la destrucción allí donde pisas.
-¡¿que demonios?! - Gritó alzándose el joven mientras llevaba la mano izquierda a la espalda, donde colgaba una enorme espada color negro con el filo en oro, una espada curvada y afilada por ambos lados.
-Los cuatro pilares son la clave de tu venganza, la justicia esta al alcance de tu vista.... ¡Al alcance de tus ojos rojos!
El viento descubrió el rostro del visitante dejando ver aquellos ojos que brillaban en la oscuridad en un intenso color de la sangre, era un joven de apenas treinta años con una cicatriz en la barbilla que bajaba por el cuello hasta perderse, su piel era pálida y su pelo negro se alzaba de punta como el lomo de una bestia amenazante.
-Los cuatro pilares... - Susurro cubriendo su cara con el brazo. Maldito por dioses...
-¡Busca las respuestas, el destino esta escrito, solo tienes que leerlos con tus propios y maldecidos ojos! - Entonces el viento se hizo aun mas intenso dejando caer al muchacho hacia atrás y cuando se pudo dar cuenta todo lo que ahí se encontraba incluida la anciana desaparecieron, tan solo una frase navegaba por la brisa nocturna. Libera... a la bestia.
En la mas completa oscuridad comenzaron a oírse rugidos, rodeaban al joven de ojos rojos esperando el momento de atacar, los brillantes ojos amarillos se multiplicaban alrededor de el chico mientras el con la cabeza agachada meditaba sobre lo ocurrido. Entonces algo cambió en el, algo pareció despertar, quizás su instinto o posiblemente algo peor. La boca del joven comenzó a cambiar entre crujidos, deformándose hasta parecer tomar forma de un hocico cubierto de pelo negro y dijo susurró: Libera a la bestia.