Acto tercero. Orión y las complicaciones familiares
Lyra, al ver el contenido, retrocedió un poco y se arrodilló en el suelo visíblemente sorprendida. El estado de ánimo de Rain pasó de la ilusión y curiosidad de un niño el día de navidad a sorpresa y, segundos mas tarde, a pesimismo, probablemente el contenido de esa caja no significaba ni mas ni menos que problemas y preocupaciones para el. La pelinegra se incorporó aun en el ataúd y bostezando se quitó con el dedo las lágrimas que le saltaban de los ojos, lo que indicaba que se acababa de despertar. Después, con una mirada cansada recorrió la habitación de derecha a izquierda y de izquierda a derecha. Parpadeó y volvió a repetir el proceso, para luego sonreír de una forma exagerada y, sin previo aviso, saltar hacia una Lyra que llevaba estupefacta desde que se había visto a la muchacha. La albina ni se inmutó cuando la chica le dió un fuerte abrazo.
-¡Hermana!. Gritó alegremente la chica. Rain comenzó a asentir con la cabeza, todo tenía sentido, eran hermanas. Eso lo explicaba pero a su vez daba paso cientos si no miles de preguntas más.
-Ho-hola Orión. Contestó esta, estaba tan sorprendida que apenas podía articular dos palabras. Vista la reacción de Lyra, Rain no solo llegó a la conclusión de que ciertamente eran hermanas si no de que su amiga vampiresa no tenía ni la mas mínima idea de por que se encontraba Orión en ese lugar.
-Me encantan las reuniones familiares. Comentó Vol en voz alta. Lyra se apartó de su hermana y se levantó lentamente, dirigiéndose ante el estrafalario hombre y, dando un pequeño salto, propinándole un golpe con la palma de la mano en toda la cara. Todos se quedaron en silencio, Kitts y Vol sonriendo, Orión con cara de no comprender nada, Rainier con menos idea todavía que Orión y Lyra con un rostro visiblemente enojado.
-¡Como se te ocurre sacar a mi hermana de la protección de mi padre. ¿Tan divertido te parece esto? Estúpido alquimista, sabía que no eras de confianza. La vampiresa enseñaba sus colmillos en gesto agresivo, acusando al de gafas de que su hermana se encontrara allí en ese momento.
-Te equivocas. Nunca antes había tenido el mas mínimo contacto con tu hermana o con alguien a su alrededor. Se defendió sin borrar la habitual sonrisa que poblaba su rostro.
-¡Es cierto! ¡Decidí escapar por mi misma! Orión se puso en pie de forma imponente.
-Te echaba de menos Lyra... desde que huiste Padre me atosiga demasiado y creo que no hay nadie que me entienda en el castillo. Rain se acercó a Lyra y le puso una mano sobre su hombro para intentar tranquilizarla. La vampiresa inspiró y expiró profundamente un par de veces antes de apartar la mano del pelinegro de manera brusca y sentarse apoyándose en una de las paredes de aquella sala. En gesto de desesperación puso sus manos sobre su cara y así se quedo un rato pensando con la habitación totalmente en silencio y tranquilidad, nadie alcanzaba a comprender del todo lo que había pasado.
Orión se acercó gateando a su aparentemente apreciada pariente y le zarandeó suavemente del hombro varias veces. -Hermana... ¿acaso no estas feliz de verme? Me he arriesgado mucho para poder encontrarte. Se lamentó la joven. Era realmente adorable con ese tono de voz que la hacía parecer indefensa.
-No has cambiado nada, hermanita. Lyra le removió el pelo en gesto cariñoso, una imagen realmente conmovedora si no fuera por el tono algo triste y lúgubre con el que lo dijo..
-No quiero interrumpir pero... ¿alguien me puede contar de que va todo esto? Exigió saber Rainier en medio de toda aquella extraña escena de la cual todavía no comprendía ni la mitad de las cosas. Hermanas, huidas, padres... nunca se le habían dado demasiado bien los problemas familiares ya que el técnicamente vivía solo.