Una nueva y extraña historia, nacida de un enigmático sueño

Bueno, os voy a presentar una nueva historia, que espero sea bastante buena, en fin.
Como dice el nombre, la prota es una tía, porque el desarrollo argumental posterior lo necesitaba,xd.
Y sí, al final aparecerán vampiros,xd. Habrá poderes extraños, la prota ya tiene un arma bastante extraña de por sí...además de sus habilidades, pero eso ya lo veré,xd. Creo que tiene algún parecido con Darksiders, me refiero a la espada.
Espero que os guste, colegas.







Prólogo





La espada atravesó el cráneo del demonio alado como si de
mantequilla se tratara, mientras otro grupo de demonios de color rojo sangre,
recién salidos del infierno, la rodeaban. Una extraña luz azulada surgió del
cadáver del demonio recién muerto y fue absorbida por la espada gigante que
portaba, mientras ésta giraba a su alrededor cortando partes de demonios y
manchándose de su sangre oscura.





La ciudad en la que se encontraba la propietaria de la
espada había sido tomada por los demonios no hacía mucho, por lo que los pocos
supervivientes que habían podido escapar la habían contratado para vengar a sus
seres queridos y recuperar su amada ciudad. Ella se sentía estupendamente
destruyendo a esos malditos demonios. Los odiaba con todas sus almas y no
estaba dispuesta a permitir que se llevasen toda una ciudad para ellos solitos.
Aunque los parroquianos de ésta no le hubiesen pagado, habría aceptado
igualmente, tan sólo por sentir el gusto de matar demonios y segar sus almas,
de bañarse en su sangre, de luchar.





Un ejército de demonios estaba enfrente de la extraña mujer,
que portaba una armadura gigantesca y una espada aún más grande. Un yelmo
tapaba casi completamente su rostro, dejando ver tan sólo sus ojos, de un
extraño color naranja claro.


Sus enemigos no dejaban ver ni un asomo de miedo, solo furia
y odio, dejando claro lo que le harían a la chica si podían.


Había al menos un centenar de demonios, variados y
diferentes, algunos eran grandes masas de carne uniforme con garras, otros eran
extraños seres similares a muertos vivientes que poseían guadañas, otros eran
absolutamente rojos, con grandes colmillos y garras, los había realmente
extraños, como unos especies de ojos flotantes que lanzaban magia y rayos.





Si el ejército de demonios no era suficiente para la mujer
con armadura, también había un Súperdemonio, el jefe de todo el ejército,
conocido como Inferno, a saber por qué.


Se decía que Inferno tenía el poder de las llamas de su
lado, por lo que su fuerza era bastante increíble, al parecer también era muy
grande.





Los demonios se lanzaban a gran velocidad hasta la mujer,
pero ésta les repelía con espadazos constantes y extraños ataques combinados.


Un grupo de demonios se vio aniquilado cuando la rodearon y
ella saltó hacia el cielo y cayó con la espada, atravesando el suelo con ella.
De él salieron llamas que deshicieron en cenizas a los demonios. Otro grupo
murió al ser atravesado por un pequeño ciclón que había salido de la espada de
la mujer.


Cuando más o menos quedaba la mitad del ejército, la
armadura de la mujer se ennegreció del todo y, con un puñetazo inmenso al
suelo, un enorme símbolo rúnico de color blanco cubrió a todo el ejército,
luego una inmensa explosión de luz barrió a los demonios, desintegrándolos al
instante.





Cuando la mujer se miró a su alrededor, con la armadura otra
vez de su color original, gris, vio a lo lejos una luz rojiza que no tardó en
identificar como una llama, lo que significaba que…


Un segundo después, la mujer saltó hacia el cielo en el
momento justo en el que una inmensa espada llameante atravesaba el espacio en
el que había estado anteriormente.


La espada parecía controlarse sola, pero al instante unas
llamas rojas como el infierno se encendían a su espalda, descubriendo a un ser
diabólico, enorme, de color blanco rodeado de fuego. Poseía éste colmillos en
su cara, que parecía una extraña controversia, una mezcla de humana y
demoníaca. Unos cuernos salían de su cabeza hacia el cielo, mientras que sus
inmensas garras sujetaban ahora la espada llameante con fuerza.





-Veo que has derrotado a mi ejército, cazadora, pero no
tendrás tanta suerte contra mí, soy el señor del fuego-dijo Inferno con una voz
que parecía surgida de una tumba.


-No ha sido suerte lo que he tenido-respondió firme la
cazadora, su voz parecía la de un ángel.


-Ahora lo veremos…¡Prepárate a morir!-dijo Inferno y lanzó
una estocada con su inmensa espada, que la mujer bloqueó con la suya, para
luego saltar sobre las inmensas llamas de la espada enemiga e impulsarse para
llegar hasta la cabeza del inmenso monstruo y propinarle un inmenso corte en la
cara, que le dejó una sangrienta cicatriz.


-¡Maldita seas!-dijo éste mientras la mujer aterrizaba a su
espalda.


Ésta se giró y contempló como las llamas del demonio
aumentaban de intensidad y se volvían azules. La espada y el cuerpo del demonio
se ennegrecieron de repente, a la par que todo el lugar mientras el fuego
barría la zona en una explosión de llamas.


La mujer aguantó como pudo semejante explosión, con su
espada, y esquivó otra estocada del monstruoso demonio, el cual le lanzó una
onda de fuego con la espada que casi le da. La mujer alzó su espada y la clavó
en el suelo, al instante unas extrañas figuras se alzaron a su lado y un aura
de color blanco puro surgió de ella.


-¿Pero qué?-exclamó el demonio al ver que la mujer se
lanzaba hacia él con una velocidad increíble. El demonio logró parar el primer
golpe frontal, pero no así los otros, que parecían surgidos de todos lados,
cortándole la piel escamosa que tenía y llenando de sangre la espada de la
mujer.


El demonio llameante lanzó un grito de furia y odio, a la
vez que una bola de fuego aparecía rodeando a la mujer, que se vio atrapada en
ella. La bola se comprimió, metiendo en su interior a la mujer y luego explotó
en un mar de llamas.


La mujer se encontraba tirada sobre el suelo, con la
armadura ennegrecida por las llamas. El demonio atacó verticalmente con su
espada a la mujer, pero cuál fue su sorpresa cuando la mujer desapareció del
lugar en el que estaba para subir otra vez por su espada, entonces la espada se
convirtió…en una especie de pistola gigantesca de color morado y rojo, con tres
inmensos cañones.


-¡Adiós, amigo!-exclamó la chica y apretó el gatillo con la
pistola gigante en la cara de su enemigo. Una salva de disparos volaron la cara
de éste en pedazos, mientras gritaba de dolor, odio y furia.





La mujer bajó del cadáver del monstruo, mientras éste se
deshacía en pequeñas partículas negras. El alma del demoníaco enemigo, de color
rojo, voló hasta su ya reconvertida espada y se introdujo en ella, produciendo
un brillo rojo en ella, mientras la mujer sentía el poder fluyendo por ella.


Una enorme explosión de llamas barrió lo que quedaba del
lugar, dejando un enorme círculo en el suelo a su alrededor.


-Misión cumplida-dijo la chica mientras se ponía la espada
en la espalda y una sonrisa relumbró en su cara.

Pero que locura es esta xDD

esta bien jeje

Mooola XD. Gramaticalmente, prácticamente todo bien. Algo (que más que decirtelo seguro, yo tampoco lo se al 100%) que he visto extraño es al principio:

La espada atravesó el cráneo del demonio alado como si de
mantequilla se tratara,

Me suena haber visto eso así: "como si de mantequilla se tratase" pero vamos una parida mía XD.

En el antepenúltimo párrafo, repites varias veces seguida "ella", queda algo...recargado, pero vamos, tonterías mínimas.

Está genial, me encanta las guerras, batallas y sangre mwhahaha. Como curiosidad, te digo, que mi amiga (la que está haciendo un dibujo de Mark y va a dibujar SensEssence) estaba escribiendo una historia que se llama "Cazadores de Almas" aunque es bastante diferente... XD

Me encantó el principio xDDD
Esta chula ^^

Debo decir que, después de pelearme con mi sueño, he logrado y, con ayuda de mi mp3 y su encantadora música, escribir este nuevo capi rápidamente.
Sin más preámbulos que decir a Evan y a Rasalos que gracias por los coments, aquí tenéis el nuevo capítulo de la cazadora de almas, que profundizará en los sentimientos de la chica y en alguna cosita más. Sorpresa para el final del capi, realmente un destino no muy agradable, al menos de momento, para cierto personaje,Mwajaja.
Aquí tenéis:






Capítulo 1: Reflexiones interiores y el cuervo. Un jinete y
su caballo.





-Aquí tenéis vuestra recompensa, cazadora. Os estamos muy
agradecidos por vuestro trabajo, en realidad. Ni todas las monedas de oro que
tenemos servirían para expresar nuestra gratitud hacia vuestra persona-dijo el
alcalde.
La cazadora recogió
con tranquilidad y una deslumbrante sonrisa el dinero que el alcalde le
entregaba, un par de bolsas enteras de monedas de oro. Se encontraba en el
consejo de la ciudad, semidestruido aún por las recientes luchas, pero que
pronto se empezaría a reconstruir.
-Gracias, buen alcalde. Ya sabe que si necesitan mi ayuda
otra vez deben enviar un mensajero a…
-Sí, desde luego que lo sabemos, muchas gracias por las
molestias, adiós.-dijo el alcalde, interrumpiéndola y echándola fuera
rápidamente. La puerta se cerró en sus narices.
-¿Qué se habrá creído el alcalde éste?-se preguntó en voz
alta la cazadora, algo enojada ante tal falta de educación y amabilidad.-Estos
alcaldes de hoy en día…en fin.
Empezó a caminar hasta las afueras de la ciudad
semidestruida en busca de su caballo, Sleipnir, para volver a su casa, o
“guarida”, como le gustaba llamarla ella.


Los edificios se encontraban ladeados en la ciudad
semidestruida, la sangre demoníaca y la humana se entremezclaban en el suelo de
ésta, formando grandes charcos sanguinolentos, que, desde lejos, parecían un
reflejo fiel del ocaso en el pavimento.
Aún quedaban algunos demonios, que, al ver a la tremenda
cazadora, habían huido miserablemente. Éstos se encontraban ahora deambulando
por las calles, heridos o completamente sumidos en una furiosa y descontrolada
búsqueda del hacedor de sus males: la cazadora.


Los cuervos yacían junto a los cadáveres de sendos bandos,
alimentando sus pequeños estómagos con los restos de la batalla. Por aquí y por
allí los cadáveres humanos e incluso demoníacos inundaban las calles, era de
esperar, de esta guisa, que los cuervos fuesen en bandadas de un lado para otro
devorando todos los restos que encontraban con sus incesantes y desesperados
picos.
La cazadora caminaba tranquilamente, observando con
detenimiento el quehacer de los animales carroñeros, mientras pensaba para sus
adentros sobre toda la batalla.


Un cuervo se encontraba intentando sacar con el pico uno de
los gigantescos globos oculares demoníacos que se encontraban, flotantes,
sumergidos en una especie de líquido azulado. La cazadora se acercó al ojo
flotante, y de un golpe, lo extrajo del líquido en el que se encontraba. El
cuervo le dio las gracias con un graznido.
-De nada. Veo que al menos los cuervos tiene educación y
modales en esta ciudad.-dijo la cazadora mientras sonreía al cuervo, que se
lanzó a la que seguramente sería la única comida exquisita en mucho tiempo.
La cazadora observó al cuervo durante un rato más, viendo
como con su pico, desgarraba el enorme globo ocular y lo devoraba por momentos.
-La verdad es que tener un cuervo de mascota no debe estar
mal-dijo pensativa.
El cuervo dejó de comer durante un instante para mirarla.
-¿Qué me dices? ¿Querrías acompañarme durante mis
viajes?-preguntó la cazadora.
El cuervo siguió mirándola de arriba abajo durante un
instante más, parecía que se lo estaba pensando, cuando soltó un graznido y se
dio la vuelta para seguir comiendo.
-Oh, al menos piénsatelo, ¿de acuerdo?-dijo la cazadora,
arrancando a andar de nuevo.
Al pasar al lado del cuervo, vio que éste le guiñó un ojo y
siguió con su labor.
La cazadora pensó que habrían sido imaginaciones suyas y
siguió adelante, ignorando éstos extraños pensamientos. Se sentía extrañamente
sola, esa era la razón de que le hiciese ilusión tener una mascota tan extraña
como lo era un cuervo negro.


Pero tenía que dejar claro que su soledad era parte de su
labor, pues, al menos, hasta ahora, no había visto a nadie con poderes
similares a los suyos que no fuese un demonio. Era normal que se sintiese sola.
Su montura, una yegua de color gris ceniza, como su armadura, se llamaba Sleipnir,
y aunque la acompañaba para llegar a los lugares, en las luchas no podría
ayudarla. Sentía que quería, al menos durante una vez, luchar codo con codo al
lado de alguien y no contra todos los que se pusieran en su camino, que al
menos alguien estuviese deseoso de ayudarla en su lucha, aunque ella fuera más
poderosa. Pero esto nunca había ocurrido y tenía la desesperanza, el vago
pensamiento, de que no ocurriría, al menos durante circunstancias normales.
-¿Pero cuáles de las circunstancias que ella había vivido se
consideraban normales?-se preguntó mentalmente, riendo ante la respuesta que
ella misma se daba al mirar su reflejo en un charco de agua cercano.
-¿Desde cuándo una mujer de bien se viste con una armadura
encantada y lleva una espada que se convierte en pistola y absorbe almas de los
que asesina, sean quiénes sean?-preguntó retóricamente a la nada y ella misma
se respondió-desde que encontré estas extrañas posesiones, como mínimo.





Recordar ahora los hechos que la llevaron hasta la armadura
y la espada que ahora portaba la entristecían y alegraban al mismo tiempo. Cuán
triste había estado antes de conseguir tamaño tesoro y, a la vez, ruina.


Su vida anterior no era digna de ser recordada como una vida
en sí, sino como un lapsus de tiempo, en su opinión, por lo que no quiso
recordar nada más de ella, por eso se concentró en encontrar la pequeña granja
a las afueras de la ciudad en la cual había dejado a Sleipnir, que la
aguardaría llena de impaciencia, en la cuadra.


Aunque conociendo a esa yegua tan lista, seguramente se las
había arreglado para salir de la granja, a pesar de que la habían cerrado bajo
llave.


Y así era, pues cuando la cazadora llegó a la granja, vio
sin apenas asombro que su yegua la esperaba junto a la puerta abierta del
establo.


-Sleipnir, ¿me has echado de menos, pequeña
belleza?-preguntó con cariño mientras acariciaba suavemente su grupa rojiza. La
yegua relinchó de felicidad y la cazadora montó, cual amazona, de un salto en
su grupa.


-Vamos a casa. ¿Qué tal si relinchas de felicidad una vez
más?


Sleipnir relinchó, tal como dijo la cazadora, de felicidad
una vez más, y entonces empezó a galopar con energía hacia el camino que, tarde
o temprano, las llevaría a casa, o, quién sabe, a algún otro misterioso lugar.





En la ciudad, un graznido se oyó en medio de la noche, y un
cuervo alzó el vuelo hacia las estrellas. Mientras tanto, sus compadres se
preguntaban el porqué de este hecho, si eso era posible, y continuaron su
comida carroñera con efusividad y alegría, olvidándose completamente de ello al
cabo de unos segundos. No todos los cuervos son inteligentes, y el único de
aquellos que lo era acababa de irse volando.





En otro lejano lugar, un negro corcel caminaba
tranquilamente con su jinete encima.
-Que feliz me siento, ahora que me he marchado por fin de
ese maldito castillo, ¿tú no sientes lo mismo, Nightbell?-preguntó éste a su
montura.
La respuesta fue un relincho y un salto que casi consiguen
tirar al joven muchacho del caballo.
-Caray, que vivaz eres, corcel mío-dijo el jinete mientras
acariciaba el hocico del animal.
El caballo no parecía del todo cómodo con su nuevo jinete,
lo cuál se deducía por dos cosas: que el jinete estaba algo nervioso y que su
montura lo estaba aún más que él.


Lo que hacía pensar a alguien que los estuviera observando,
¿el caballo era inicialmente suyo, o lo habrá robado? ¿sería en realidad
antigua propiedad de algún señor, o, por el contrario, el caballo era así de
nervioso normalmente? Tal vez el joven acabase de comprárselo, aunque éste no
parecía ser el caso, pues el joven no tenía una sola moneda en sus bolsillos ni
ropajes.
Un ruido alteró la suave andanza de ambos, procedente de los
arbustos que acababan de dejar atrás.
El jinete miró atrás y descubrió, con gran alivio, como un
gato salía corriendo del arbusto, pero el caballo no cesaba su nerviosismo.
-Mira, solo era un gato, ¿lo ves? No hay nada que temer de
un inofensivo minino como ese-dijo el jinete, intentando tranquilizar a su
montura.
Otro ruido se escuchó a su espalda. El jinete giró la cabeza
y, con un grito, cayó del caballo, víctima del ataque de un siniestro ser.


El caballo empezó a galopar, desbocado, por el largo camino
del bosque, en dirección a quién sabe dónde mientras su jinete yacía en el
suelo, en un charco sanguinolento.


-No…-susurró el jinete, mientras sus labios emanaban hilos
de sangre y sus ojos se cerraron, su cara palideció, su boca se cerró, aún
despidiendo sangre por las comisuras de los labios. El joven jinete se sumió en
la oscuridad de aquella noche sin luna.

muy guapo!!! algún fallito por ahí tonto, nada más. Esta historia pinta muy bien ^^

Bueno, aquí os dejo, a una hora extraña, lo sé, un nuevo capi de esta singular historia, que servirá como precedente a un par de cosas.
Thanks por los coments.






Capítulo 2: Hechos





Las montañas estaban siendo azotadas por una letal tormenta
de hielo, el viento congelado penetraba en los huesos del pequeño grupo de
cazadores, que habían salido victoriosos y llevaban, orgullosos, su trofeo
sujeto en el centro por un palo.


El grupo estaba compuesto por 15 hombres de las tribus
nevadas y su líder, que encabezaba la marcha hacia su pueblo. El líder era
llamado Iron, por su resistencia.


Éste, al que el viento calaba en los huesos, avisó a sus
colegas cazadores al parecerle escuchar un misterioso ruido, aunque estos
replicaron que debería de haber sido el viento y sus misteriosas voces, algunos
se inquietaron, sabiendo la enorme experiencia de Iron en combate.


Éste había sido elegido líder de una de las tribus de las
nieves hacía poco, pero su experiencia superaba con creces a cualquier otro
cazador de las nieves.


Iron tenía un oído muy fino y le había parecido notar un
sonido como el de algo rompiendo hielo no muy lejos, no hacía falta decir que
esto le había preocupado sobremanera, ya que el hielo de esta región era
enormemente resistente.


-¡Esperad! He oído algo extraño…-dijo éste, al escuchar por
segunda vez, pero mucho más nítidamente el mismo sonido, lo que significaba que
no debía andar lejos lo que fuese que lo producía.


Al instante, la nieve salió del suelo con una brutalidad
increíble, lanzando por los aires a muchos de los cazadores. Iron se giró para
descubrir que no sólo nieve salía del suelo, sino también sangre. La sangre de
sus amigos cazadores parecía manar del espeso manto de nieve que le impedía ver
más allá, como si fuera una enorme cortina.


-¡Maldita sea!-gritó éste, y desenfundó la enorme lanza de
acero que portaba para clavarla en el manto de nieve, que se llenó de sangre
azulada, que Iron observó sorprendido.


-Así que era eso…-se dijo a sí mismo, mientras el velo de
nieve parecía transformarse en un enorme monstruo con forma de perro blanco- un
demonio.








La oscuridad en la que estaba sumido el joven jinete parecía
absorberlo, mientras su sangre caía, goteante, desde su boca. Alguien se acercó
al pobre diablo, y lo cargó en su hombro, para luego subirse a un enorme
caballo negro y corpulento, que llevaba una armadura oscura. Luego miró hacia
el camino del que éste provenía al ser atacado, y decidió seguirlo para
descubrir si debía o no ayudarle.


Mientras tanto, la vida del joven muchacho se escapaba de
entre sus dedos como partículas de humo, como el agua de un recipiente
agujereado.


Éste recordaba con pesadumbre sus últimos años de vida y la llegada
a lo que sería una especie de pesadilla personal: el castillo.


El castillo en el que había servido, como siervo, durante
dos míseros e inaguantables años, en los cuales se le había tratado de las
peores maneras posibles.


Y al final había decidido huir de aquel lugar, había logrado
robar uno de los caballos de la cuadra y se había ido, con tan solo una especie
de tela negra que consiguió anteriormente y una pequeña daga de acero que había
ganado una vez en una pelea.


Pero no le sirvieron de nada cuando fue atacado por un
extraño ser oscuro, una criatura de la noche como ninguna, que, de cierto modo,
temía a la luz del día.





La cazadora dejó a Sleipnir, su yegua, en la cuadra y le dio
una moneda de oro al chico que se encargaba de las tareas propias de tal lugar.


-¡Muchas gracias!-exclamó el chico, lleno de alegría, ante
tan desmesurada generosidad.


-Pero recuerda, chiquillo, trátala bien…-dijo la mujer
mientras se encaminaba hacia la posada.


-Así lo haré, bella señora-dijo el niño mientras corría
hacia el interior de las cuadras.


-Eso espero-pensó para sí la cazadora, mientras observaba la
posada.


Hacía un extraño frío en el exterior y el viento azotaba con
fuerza. La oscuridad dominaba el espacio, pues la noche había llegado, y con
ella las ganas de descansar.


La posada tenía un cierto aire desvencijado, ciertamente
elevada sobre una pequeña planicie, su nombre era “Propiedad Durmiente”, el
cual era extraño incluso para una posada, pero al menos parecía
acogedora, con las pocas ventanas existentes totalmente iluminadas a la luz de
cenicientas lámparas.


La cazadora abrió la puerta de la posada y entró con
tranquilidad.


Todos los rostros se giraron en su dirección al notar el
frío del exterior penetrar en el acogedor ambiente. La gente, mayormente hombres
borrachos, volvió su atención hacia sus respectivos asuntos, mientras la
cazadora se plantaba frente a la barra.


-¿Qué quiere usted, caballero?-preguntó el posadero, con un
acento de codicia inconfundible.


-Querría algo de comer y una habitación para dormir-dijo la
cazadora, entendiendo que su grisácea armadura la hacía parecer un hombre.


-Serán cinco monedas de bronce y una de plata-dijo el
tabernero, tendiendo la mano frente a ella-pago por adelantado.


-Toma, no tengo cambio alguno-dijo la mujer, dándole una
moneda de oro al tabernero.


-Pero…no tengo tanto dinero para darle el cambio
tampoco…-exclamó el tabernero al ver tamaña cantidad de dinero en su posada.


-Es igual, me conformo con un trato exquisito.


-Y lo tendrá, maese-dijo el tabernero mientras un brillo
febril de codicia iluminaba sus ojos.


-En ese caso, me sentaré en esa mesa-dijo la cazadora
señalando la mesa más oscura y alejada de la luz que había en la posada-allí me
darás la comida.


-Lo que usted mande-contestó el tabernero llamando a gritos
a la cocinera y demás ayudantes.


La cazadora se sentó en la mesa y apoyó los codos sobre
ella, mientras escuchaba los gritos aireados del posadero hacia sus siervos.


Al poco rato llegaron éstos con su comida: ciervo asado y
agua natural del arroyo más cercano.


-¡Perfecto!-exclamó la mujer mientras cogía el cuchillo y el
cubierto con una delicadeza extrema y empezaba a comer de la misma guisa.








En ese mismo instante, una figura cubierta completamente de
negro llegaba a las puertas de un castillo de piedra no demasiado lejano.


Había un puente de madera, ahora recogido, que servía para
pasar al castillo, pues un foso de agua lo circundaba al completo, dejando esa
como única entrada a éste.


Unos jóvenes sirvientes hacían guardia enfrente del mismo,
casi dormidos.


El hombre de la armadura tuvo que hacer más ruido a
propósito para que se despertaran, para no herir su orgullo.


-¡Alto! ¿Quién va?-preguntó uno, mientras se acercaba y le
cortaba el paso al hombre, aunque éste pudo ver como soltaba un pequeño bostezo
antes de llegar a él.


-Yo-fue la escueta respuesta del hombre.


-¿Quién es Yo?-preguntó el guardia a su vez.


-Un caballero que necesita un lugar para dormir, además,
creo que tal vez conozcan a éste individuo-dijo el hombre mientras les enseñaba
el rostro del joven que había encontrado.


El guardia miró hacia el joven y el hombre notó como su
miraba cambiaba.


-Pase-dijo mientras ordenaba al otro guardia que moviese la
cadena que bajaba el puente.


El guardia se fijó un poco más en el aspecto del extraño
caballero: una armadura negra como la noche cubría todo su cuerpo, mientras que
uno de los brazos parecía más claro que el otro, pero eso lo atribuyó al
reflejo de la luna ante una armadura tan pulida como la que llevaba el hombre.
El caballo también era negro, y portaba una armadura del mismo color sobre su
cuerpo.


Hombre, caballo y joven pasaron hacia el interior del
castillo, tenebroso ante tanta oscuridad sobre sus rocas, que parecían llorar
mientras el viento congelado las perforaba sin piedad.


Una inmensa puerta de madera rojiza apareció ante éstos, a
la par que una figura justo enfrente de ésta, que hizo una reverencia antes de
pronunciar con una extraña voz:


-Bienvenidos al castillo de Truthwell.








La cazadora subió hasta la parte superior de la posada, lugar
en el que se situaban las habitaciones, para descansar un rato. Ir cargada con
una armadura encantada y una espada gigante no era para menos.


El posadero le había indicado el camino hacia su habitación
y, cuando llegó, se desvistió rápidamente, dejando su armadura en el armario y
su espada en el suelo, junto a su cama.


Cogió una jarra de agua que habían dejado al lado de una
pequeña mesita y se la echó sobre el pelo, de un color negro perlado, del que
salió un humo blanco al instante.


-Dichosa alma de fuego-dijo la cazadora mientras se acostaba
en la inmensa y cómoda cama, aunque ciertamente austera, tenía su comodidad en
su dureza contra la espalda.


El sueño le sobrevino rápidamente, mientras repasaba los
últimos acontecimientos.


Algo le llamó la atención justo antes de quedarse dormida y
olvidarlo: el niño de la cuadra se había dado cuenta de que ella era una mujer
y no un caballero…





El hombre de la armadura se preguntaba, mientras avanzaba
por los pasillos del oscuro castillo, por la historia del joven que acababa de
rescatar, y que, sin duda, pertenecía a este castillo como siervo.


¿Le serviría éste como ayudante? ¿Querría serlo él? ¿Sería
lo suficiente fuerte?


Había algo más que le carcomía, y era la posibilidad de que
la herida producida por aquel monstruo hiciese que él también se transformase
en uno de ellos, en ese caso…


¿Porqué no habría de llevárselo con él como su ayudante?
Dudaba que el joven hubiese sido feliz en el castillo en el que se encontraba,
pues por algo había huido de él, ¿no?


Y, en ese caso, ¿sería lo suficientemente fuerte para ello?
¿le ayudaría lo suficiente? ¿sería buen muchacho?


Tendría que enseñarle varias cosas antes de llevárselo con
él, tales como su dieta en el caso de que…pero eso ya se vería. Tendría que
hacerlo fuese o no con él.








-Vaya, el joven ha sido atacado por algún tipo de animal en
el cuello, ¿no?-preguntó la enfermera al hombre de armadura negra mientras
examinaba los extraños signos en el cuello del joven-aunque también parece
haber sido herido en el pecho.


-Creo que no fue exactamente un animal-dijo el hombre
enigmáticamente.


-¿Y qué cree entonces que pudo haberle mordido?-preguntó al
instante la enfermera.


El hombre guardó silencio mientras observaba el rostro
contraído de dolor del joven.


Mientras tanto, una palabra resonaba en su mente: Vampiro.

wooooo vampiros!! ¿cómo podían faltar vampiros? XD. El chico del establo la reconoció...uhm, si te digo la verdad me di cuenta y pensé en ese momento "¿con esa armadura es una bella dama?" pero cuando los demás no la reconocieron no me di cuenta de que parecía extraño y sospechoso....uhm. Sigue pronto!!!

PD: También me gustan tus sueños spoiler XD

Si no salen vampiros a ti no te calienta el sol eh? XD Esta muy bien la historia no hay fallos visibles. y por alguna extraña razon no puedo evitar imaginarme a la cazadora como Bayonetta con la armadura de Guerra de Darksiders XD

Me gusta mucho, ademas si lo has soñado me gusta como funciona tu mente, genio puro ^^

sublime darkspinus es realmente una opus magnus(obra maestra)ese vampiro se considera un nosferatu que nerviosssssss.oyes una pregunta no te gustara crepusculo?
espero que no nya

Xddd. ¿Porqué a nadie le gusta Crepus? Ahora en serio, solo un poco,xdd.
Y ahora pongo un mini-capi, que no doy para más en estos tiempos, la verdad.

Ya pondré algo mejor en el finde si puedo.





Capítulo 3: Trampa





El castillo se alzaba, como una siniestra gárgola, sobre la
luz plateada de la luna nocturna, mientras en su interior bullían las tinieblas
y los acontecimientos extraños.


El castillo de Truthven poseía cuatro siniestros torreones,
cada uno en una dirección.


Las piedras aguantaban con estoicismo las continuas ráfagas
de viento helado mientras los guardias permanecían, felizmente dormidos, en una
pequeña edificación al lado de la entrada, junto al puente. Éstos, que se
habían vuelto a entregar a sus meditaciones, tales como observar el viento y
mirar a las musarañas, habían tardado poco en entregarse a los brazos del mundo
que era el sueño, dejando otra vez vergonzosamente desprotegido el puente y el
mecanismo pertinente a su bajada.





Una figura extraña, insustancial, atravesaba un valle en
dirección al fantasmagórico castillo.


Llevaba un extraño trozo de espejo que reflejaba su
siniestra imagen, brillando con una luz extraña.


Un lobo pasó por el lugar, y, al ver a la figura translúcida
e insustancial, se lanzó hacia ella. Cuál fue su sorpresa al atravesarla
completamente y caer de bruces a su espalda.


La figura lanzó una terrible risa mientras el lobo gruñía
hacia ella.


En ese instante ambos se lanzaron al cuello de su enemigo.


La sangre salpicó el valle en carmesíes charcos mientras la
luz de la luna iluminaba tan macabro paisaje, otorgándole una extraña belleza.








-Que bien he dormido-dijo animada la cazadora mientras se
estiraba sobre la mullida cama. La ventana mostraba como amanecía en el
exterior. Un pájaro se posó en ésta.


-¡Quita, bicho!-exclamó la mujer, dando un manotazo hacia el
pájaro, que voló asustado hacia su querido nido.-No me gustan los pájaros, solo
hay una excepción…-dijo pensativa, recordando.


Recordando el extraño cuervo que parecía entenderla la noche
anterior, junto a los cadáveres.


Se levantó de la cama mientras reflexionaba sobre lo
ocurrido últimamente, y sacó una de sus prendas interiores de una pequeña
bolsa, y se la puso, pues había dormido completamente desnuda.


Se acercó hasta la mesa de noche y cogió el cubo de agua que
allí estaba, y se lo echó sobre el pelo. Humeó.


-Odiaré haber absorbido esa maldita alma ígnea-dijo la
mujer, irritada. Se sentía como si estuviese a punto de estallar en una
explosión llameante.


Entonces reparó en que la noche anterior había hecho
exactamente lo mismo, por lo que no debería haber agua en el cubo, lo que solo
dejaba una explicación razonable…


-¿Han entrado en mi habitación?-se preguntó, como si tal
cosa fuese imposible.


Después de intentar buscar una explicación racional, se dio
por vencida y se puso la armadura gris ceniza, la cual refrescó a la cazadora
como si fueran un montón de hielos los que la tocaran. Puso la mano sobre el
mango de la espada y la levantó, para luego colgarla en su espalda. Por último,
cogió sus provisiones y su dinero embolsado y abrió la puerta de la habitación
hacia el pasillo.


El olor de la sangre chocó contra ella, aturdiéndola con una
tremenda intensidad, que la hizo poner instintivamente una mano sobre la nariz.


Vio como las paredes del pasillo estaban llenas de sangre y
se sacó la mano de la nariz con asco en las facciones mientras empezaba a
avanzar hacia las escaleras, a la par que situaba la otra mano sobre el mango
de la espada.


Con precaución, empezó a bajar los escalones de madera, de
los cuales caían pequeños ríos de sangre hacia el piso inferior.


Al llegar abajo una escena dantesca la sorprendió a la par
que la hizo tambalearse de asco y estar a punto de vomitar.


Cuerpos humanos colgaban de las diferentes vigas de madera
de la posada, con las cuencas vacías de ojos y vida, con la sangre goteante en
sus heridas, con las tripas cayendo, con los órganos sobresaliendo de enormes
heridas.


En la barra, la mujer vio como estaba un corazón con un
cuchillo clavado en él. Vio también a su lado una moneda de oro, que ella misma
había llevado la noche anterior antes de dársela al tabernero codicioso.


Se acercó hasta el corazón atravesado y extrajo el cuchillo,
descubriendo un pequeño papelito que ponía algo en latín por los lados a la par
que unos extraños símbolos.


“La codicia mata a veces, aunque a veces te matan por ella.


Ve al castillo de Truthven, cazadora, y descubre quién fue
el hacedor de todo este espectáculo.”


La cazadora leyó la nota, estupefacta ante la gran matanza
producida.


-Seas quién seas, morirás-dijo resueltamente ésta, mientras
lanzaba el cuchillo contra un círculo, acertando justo en el medio.





Mientras tanto, la figura incorpórea llegaba al puente del
castillo, y, como si no fuese nada, se lanzó de un salto y atravesó el pesado
puente de madera, penetrando en el interior del castillo con parsimonia.


Al llegar hasta la gran puerta de madera la figura tiró el
espejo hacia el jardín que se extendía, inmenso, a su espalda, volviéndose del
todo sólida y material.


Luego extrajo un manojo de llaves de uno de los bolsillos de
su abrigo negro e introdujo una llave en la cerradura de la puerta. Al girarla,
se oyó un chasquido y la puerta se abrió lentamente, mientras la siniestra
figura se deslizaba hacia el interior. La felicidad reposaba en la mente de
ésta, al igual que la satisfacción del trabajo bien hecho, pues estaba segura
de ella había caído en el anzuelo y acudiría hacia allí en poco tiempo.

No es muy brillante, pero bueno. Espero ponerme a valer en poco tiempo, debo escribir algo para no perder mis dotes,xd.

Un saludo malvado y perdonadme por no poder escribir nunca últimamente.

Sangre, visceras... definitivamente has vuelto darki XD

Lol a Zeromaru, sí, nos faltaba la historias sangrientas (expertos en ello tú y Rasalos jajaj).

Está bien, me ha gustado la descripción de la matanza y del castillo. Un tanto corto para lo que nos tienes acostumbrados T.T espero el siguiente.