Es igual, se puede decir manada, es un conjunto de animales o algo así
(miré la RAE y todo ésta mañana) Respecto a lo otro llevas razón, me ha
pasado lo mismo hace unas horas entre Freido y Frito (no preguntes XD).
Lapsus que tiene uno...y el resto, es una opinión XD. Pero entonces
cuando termines de leer éste capítulo me vas a matar por lo basto que
son ambos XDDDD
-Sexagésima Cuarta Sensación-
-Lucha por la Supervivencia V:
¡ExSupremo Vs. Supremo! ¡Alpha Vs. Zero! ¿¡Sirvió de Algo Llegar Hasta Aquí!? -
(Mark)
Sigfried llegó hasta a mí con mucha velocidad, demasiada para que Eric pudiese detenerlo o yo pudiese reaccionar. Me cogió del cuello y me lanzó contra el techo, lo atravesé y después, con una voltereta en el aire caí sobre el suelo de la azotea.
Numerosas partes del lugar estaban rotas. ¿Por cuál aparecería Sigfried?
Me arrodillé sobre una pierna. El Doppelgänger reclamaba salir de nuevo.
“No. Nunca. Se acabó, morirás aquí”.
Con un esfuerzo patente – ya que empecé a sudar – me puse en pie y cerré los ojos…
…para aparecer dentro de mí de nuevo, a la orilla de aquel mar extraño que había visto no mucho antes. El Doppelgänger había roto parte del espejo que había a pocos pasos de mí y empezaba a filtrarse.
Corrí hacia él y golpeé el espejo con mi puño. El Doppelgänger cayó hacia atrás, al infinito vacío del espejo y quedó de nuevo quedo encerrado y el cristal rajado se reformó.
“Rápido”.
Abrí los ojos de nuevo, me costó unos segundos y situarme. Parpadeé un par de veces y en ese momento Sigfried atravesó uno de los agujeros de la azotea y se posó en el suelo con su natural elegancia.
-Esto definitivamente me trae recuerdos… - dijo él, fingiendo un suspiro de añoranza.
-Por tu culpa el Doppelgänger está encerrado. Éste combate que tanto ansiabas será el que te lleve a la ruina, Sigfried.
-Eres más débil que la última vez ¿no lo comprendes? No puedes ganar, además, estás herido.
Cogí con fiereza la barra de hierro que llevaba a la espalda y con ella apunté a Sigfried. Entonces me asaltó un recuerdo de hacía meses, el acontecimiento lo había recordado casi todos los días pero, aquella frase casi la había olvidado…
“Sorrow se quitó su Talismán y me lo lanzó - lo necesitarás para liberar los sellos. O al menos úsalo para cortar a Sigfried”.“Sorrow…”.
-¿Por qué lloras Mark? ¿Desde cuando aquél joven que mataba inocentes para vengarse de mí llora?
Me limpié con el brazo libre las lágrimas que habían caído.
“Ha llegado el momento amigo mío. Ésta va por ti…”.
Estiré el brazo libre con fuerza y se abrió la gran cuchilla de Sorrow.
“¿Qué es esto?”. El Talismán de Sorrow, que hasta el momento me había sido prácticamente inútil y por su culpa había perdido gran parte de mi poder, comenzó a oscurecerse hasta volverse completamente negro. Y de él comenzó a surgir una neblina también oscura.
“¿Qué hiciste Sorrow? ¿Previste esto?”.
-¿Estás listo? – me preguntó Sigfried, aburrido.
Agaché la cabeza. Me sentía fuerte…muy fuerte. Y me pareció oír una voz.
-Abréte Portal de los Siete Pecados. Libera toda tu fuerza. Que las cadenas que te apresan se desvanezcan. Que la furia se convierta en calma. Que tu venganza se convierta en justicia. Que con mi muerte, se salve tu vida.Caí al suelo de rodillas.
“La voz de Sorrow”.
Miré hacia los lados. No había nadie.
-¿Qué ha sido eso? – Inquirió ahora Sigfried – esa era la voz de Sorrow sin duda. ¡Veo que ese muchacho se guardó más de un as bajo la manga aún muerto! ¡Será mejor que saque mi Talismán!
Sigfried se envolvió en un manto de luz y, luego, la luz explotó y la fuerza de aquella Esencia, a pesar de que la bloqueé con mi Talismán me desplazó varios metros hacia atrás.
-¡Balmung! ¡La Espada que Sigfrido usó para matar al Dragón!
-El Anillo de los Nibelungos – recordé – sí, ya conozco esa espada.
“Es la que me atravesó y rompió mi Talismán la última vez”.
-¿Sabes porqué soy tan fuerte, Mark?
-Porque eres un Zero.
-Incorrecto – dio un par de golpes al aire y con sólo eso, ondas de luz cortantes salieron despedidas hacia mí – eso es porque soy el primer que sin ser Santo, mi Talismán inicial es Legendario.
-¡Déjate de tanta cháchara! – me lancé a por el y mientras corría, le lancé varios “Llantos” de Sorrow y “Deseperaciones” mías.
No esquivó ninguna y entonces, me bloqueó con su espada.
“Tienes el poder de antes. Los siete sellos se han removido” me dije.
Gané el pulso y lo hice retroceder, lo que aproveché para cogerlo, golpearlo tanto con mi Talismán como con una técnica – el Inferno – cogerlo del cuello y lanzarlo al aire.
Salté desde el suelo y lo agarré en el aire.
-¡Caída Eterna! – Sigfried intentó removerse pero conseguí aferrarme a él. Cuando iba a tocar el suelo, se liberó antes de recibir aquel famoso ataque mío y me cortó el pecho en diagonal con Balmung.
Caí al suelo y atravesé el techo de la azotea, cayendo además varios pisos.
El golpe me dolía pero…la herida, sin sellos hubiese sido fatal. Y ahora podía resistirla perfectamente. Salté y salí al último piso donde estaba Eric luchando.
“Mierda ese ataque… ¡El Doppelgänger está saliendo!”
-Eric…el Doppelgänger intenta retomar el control. No podré…no puedo conseguirlo solo.
-Solo hay una forma… ¡Piensa que Alissa estará esperándote!
Sonreí y tosí. Con gran fuerza de voluntad volví a encerrarlo.
“Seguirá molestándome pero…no puedo hacer otra cosa”.
-La confianza da asco, Eric ¡Preocúpate de ganar a ese…! – mi sonrisa se congeló en mis labios - ¿Sorrow?
El Doppelgänger volvió a abrir otra grieta.
-¡Luego te lo explicaré, pero es Pain, que a la vez es su hermano! – me contó m amigo.
Salté de nuevo en dirección al techo.
-Vaya…parece que el otro Mark tiene ganas de unirse a la fiesta. No podrás controlarlo por siempre.
“Sorrow te lo debo. ¡Tengo que ganar!” Apreté los dientes y conseguí recluir por tercera vez en pocos minutos al Doppelgänger. Cada vez se hacía más fuerte.
Sigfried tampoco anduvo perdiendo el tiempo y acababa de invocar una gran bola dorada.
“Hora de probar alguna que otra vieja habilidad…”
Lanzó aquella increíble onda de Esencia. No me daría tiempo a esquivarla a mi velocidad normal. Pero sólo la normal…
-¡Vendaval! – salí disparado hacia arriba para esquivarla y luego me lancé a por Sigfried, rompiendo la barrera del sonido.
“Gracias por recordarme ésta técnica, Eric. Te perdonaré por plagiármela con la Brisa”.
-¡Y ahora, el fin del concierto, cómo diría Whisper! ¡Amargura del Ángel Caído!
El ataque mortal. La ilusión de las Alas Negras se formó detrás de mí. Y en el parpadeo siguiente yo ya estaba detrás de Sigfried y oí como se abría una herida.
-No está mal… - me giré y vi que le había hecho exactamente la misma herida en el pecho que él a mí minutos antes.
-¡Vamos! – lanzamos una estocada con nuestros Talismanes pero en vista de que esa la iba a ganar él, retiré mi Barra de hierro y lancé una cuchillada con el Talismán de Sorrow. Se apartó por poco y le rocé la mejilla izquierda.
“Vamos. Ahora tienes mucha más Esencia. ¡Úsala!
-¡Maleficarum! – se formaron tres bolas negras detrás de mí. Activar cada una de ellas haría que todas mis habilidades se duplicasen por unos instantes.
Entrechocamos de nuevo nuestras armas así que aproveché para liberar la primera:
-¡Llanto de Caronte! – la primera burbuja negra explotó y gané aquel tercer pulso de armas, ésta vez, con mi impulso, lo mandé al otro extremo de la azotea, pero yo ya estaba allí y le golpeé entre las costillas, algo que le hizo caer al suelo, estamparse con él y rodar.
Justo en ese momento oí el grito de Eric. ¿Habría perdido? Ahora con el Brindelli medio destruido era capaz de analizar la Esencia de dentro. No, estaba vivo, pero su Esencia ahora era mucho más baja.
“Tú puedes amigo, confío en ti”.
Y la azotea estalló. Sigfried y yo salimos volando.
“Volar ¿eh? Sí, creo que estará bien. Dudo que a él le importe que haga esto…”.
-¡Réquiem! – concentré mi Esencia. Era la primera vez que intentaba algo así. Pero gracias a la Amargura del Ángel Caído pude formar las Alas Negras en mi espalda con bastante rapidez y eficacia.
-¡Esto es para darle las gracias a mi maestro Whisper!
Caí en picado en el aire y cogí a Sigfried de la cabeza y grite con todas mis fuerzas:
-¡Érebo! – mi brazo se cargó de Esencia al máximo y se concentró en la mano que sostenía a Sigfried. Un rayo gigantesco de más de cuatro metros de diámetro lanzó a Sigfried volando.
“Eso le habrá dolido”.
-¡Por fin un combate interesante! – gritó Sigfried mientras caía, recompuso su caída y aterrizó en la calle sin impactar duramente contra el suelo.
Yo también baje, aleteando, hasta tomar tierra.
-¡Valquiria! – chilló mi enemigo. En su espalda se formaron dos alas de pura luz, una aureola sobre su cabeza y una armadura de luz - ¡¿Crees que me he limitado a estar sentado en una silla los últimos años?! ¡He desarrollado muchas de las mejores técnicas de otros Essencers pero mejoradas!
Recordé otra cosa y sonreí:
-Whisper recordó esto con otro nombre…quizá tú también:
Alcé una mano y proferí en un nuevo y poderoso grito:
-¡Dimensioner X! – la antigua versión de la Desesperación se precipitó contra Sigfried. Aquella técnica tenía algo menos de poder que la Desesperación pero era más rápida así que no pudo esquivarla.
-Una pena que mi armadura haya bloqueado tu ataque ¿no crees? – se jactó.
Sigfried cogió a Balmung con ambas manos y gritó:
-¡Sleipnir! – un rayo proveniente de toda su luz: alas, aureola, armadura e incluso, de su Talismán recubierto de pura Esencia de Luz salió disparada contra mí.
Clavé la barra en el suelo y cuando iba a ser golpeado por su ataque, usé el Talismán de Sorrow y grité:
-¡Lucifer! – una onda de oscuridad cortó en dos su ataque y la Esencia pasó a mis lados, destruyendo el resto de la calle salvo a mí.
-Esa era de Sorrow.
-Subamos el nivel ¿no? – Cogí de nuevo la barra, decidido a continuar combatiendo - ¡Alpha Status! ¡Beta Status! ¡Gamma Status! ¡Muerte! – recité de carrerilla.
El efecto todas las técnicas sumió a todo mi cuerpo y mi Talismán a no un color oscuro ni negro, si no al color negro del vacío, como si no hubiese nada pero a la vez estaba yo. Mis ojos ahora tenían tres iris: el centro negro siendo bordeado por otro circulo de morado y otro circulo externo de color rojo.
-¡Grim! – alcé un brazo y diez cuchilladas de aire de color violeta se dirigieron hacia Sigfried.
Él esquivó todas y bloqueó la última para contraatacar:
-¡Áureo! – un cañonazo de Esencia dorada salió despedido contra mí.
“La velocidad y la cantidad es igual que mi Érebo…parece que me ha copiado alguna técnica”.
-¡Vendaval! – Esquivé el ataque y entonces, sostuve mi Talismán con ambas manos, apuntando a Sigfried – ¡Disruption!
Un nuevo cañonazo de Esencia igual que el de Érebo salió despedido contra Sigfried. Lo esquivó con una sonrisa burlona en la cara.
-Imbécil… - el rayo explotó cuando la parte frontal fue esquivada por mi enemigo y creó un cráter de varios metros de longitud.
-¡Esa me pilló por sorpresa!
-¡¿Y ésta?! – Salté hacia él con intenciones de terminar con todo - ¡Susurros al aire, lágrimas de cristal, oscuridad impenetrable, ánima espectral! – llegué a tocar a Sigfried pero nada pasó.
-No desapareciste…
Sigfried sonrió:
-Mi turno – no pude reaccionar - ¡Valhalla! – del cuerpo de Sigfried salió una gran cantidad de Esencia dorada que explotó.
Salí volando, me empotré contra la entrada del Brindelli y atravesé toda la sala hasta golpearme contra los ascensores del fondo.
-¡Éste cráter es mucho mejor! ¿No lo ves?, ¡yo tengo más estilo!
Me incorporé. Ese ataque si me había dolido. Otro de esos y quizás no lo contase.
Cerré los ojos.
“Todo bien, todos los órganos, huesos y músculos en general resentidos pero bien. ¡Seguiré luchando!”
-¡Vendaval! – salí del Brindelli de nuevo rompiendo la barrera del sonido, algo que pilló con la guardia baja al portador de Balmung con lo que grité:
-¡Illusoria! – toqué el suelo y me paré a diez pasos de él, caí de rodillas y del cielo bajó un enorme rayo de Esencia negra que dio de lleno a Sigfried. Vi como soportaba toda la onda, clavando sus rodillas en el suelo, agachando la cabeza y brazos. El suelo cedió y Sigfried cayó a las vías del metro de debajo.
Salté. Eso no era suficiente para acabar con él.
-¡¡¡¡¡Mark!!!!! ¡Valhalla! ¡Valhalla! ¡Valhalla! ¡Valhalla! – las cuatro explosiones seguidas hundieron la mitad de la calle, creando una más grande. Y en medio de todo ese caos estaba Sigfried. No respiraba con dificultad, no estaba hincado sobre una rodilla por el cansancio. Tan sólo vestía una mueca deformada por el odio.
-¡Sigfried! ¡Allá va mi ataque más poderoso!
Bajé en picado pues había tenido que volar con el Réquiem para esquivar aquel último ataque de mi oponente y, cuando iba a llegar a golpear a Sigfried grité:
-¡Winged Slash! – no era un ataque sumamente potente, era como el Inferno, un simple corte de Esencia pero…de luz. Esencia pura.
El ataque ésta vez no erró el blanco y Sigfried saltó, elevándose con sus alas doradas:
-¡Winged Slash! – Grité nuevamente – el ataque volvió a errar el blanco pero aproveché y aceleré en una rápida acometida mientras dejaba caer la barra de hierro y con la que subí con rapidez hasta el cielo, a más de ochocientos metros de altura. Golpeé a Sigfried en la cara, lo agarré y grité:
-¡Caída Eterna!
“Ésta vez lo conseguiré”.
Sigfried dejó caer a Balmung y también se agarró a mí:
-¡También te la copié! ¡Esto es una doble Caída Eterna! ¿Quién sobrevivirá?
Caímos a una velocidad vertiginosa. Nuestras alas se rompieron mientras acelerábamos al caer para provocar más daño.
-¡Vendaval! – aceleré aún más, eso también haría que me doliese más a mí pero, causaría más daño.
Nos golpeamos contra el suelo, hundimos aún más la calle, creando un agujero de varios metros de profundidad por debajo del metro.
Y en mi mente se repitió todo el proceso cien veces. Cien caídas a esa velocidad y altura. Cien golpes que con uno sólo hubiesen acabado con cualquier Essencer.
-No estuvo mal – dijo Sigfried, tirado en el suelo y sangrando por todos los poros de su piel a mi lado.
-Lo mismo digo.
-Pero esto no puede ser un empate.
-Claro que no…
Me di la vuelta para ponerme boca abajo y traté de levantarme. No tenía mucha fuerza pero si la suficiente, podía seguir luchando, Sigfried también parecía estar como yo. Y entonces el Doppelgänger intentó controlarme.
“No puedo encerrarlo… ¡Espera! Entonces usaré también su poder, tan sólo tengo que mantenerme como Essencer y no convertirme en Caído.
El Doppelgänger intentaba hacer que me quedase tirado en el suelo y yo levantarme.
“Aún tengo dos que no usé…”.
-¡Llanto de Caronte! – una segunda bubuja de oscuridad se fundió y me dio más poder.
Me levanté y liberé la tercera burbuja y embestí contra Sigfried con el Talismán de mi mano. El me paró cogiéndome del brazo y me pegó un puñetazo que me tiró a varios pasos de él.
-No puedo ganar pero…puedo acabar con todo, Mark…y eso te incluye. ¿Sabes? Un Essencer con un poco de Esencia y sacrificando su vida puede inmolar un pequeño pueblo. Si yo hago eso… ¿Qué pasará? ¿Quizás destruya toda Italia?
-Nadie haría eso – dije, limpiándome la sangre que goteaba por mi boca con un brazo.
-Lo sé. Ni el más fiel seguidor de los Caídos sacrificaría su vida para destruir el Consejo Essencer y provocar el Caos. Son demasiado egoístas…pero yo soy mejor. Soy un Zero.
-No voy a dejar que aniquiles a miles de personas. Puede que yo haya matado a más de una veintena de inocentes pero, sigo siendo un Essencer. Proteger vidas es mi trabajo.
El Doppelgänger ganaba cada vez más terreno.
-Es mi fin. No puedo vencerte…pero tú tampoco puedes hacerlo, no puedes detenerme. Es un empate.
Sigfried se tambaleó hasta Balmung y la recogió. Yo hice lo mismo con la barra de hierro.
-Seamos sinceros Mark. Ambos hemos pasado el límite de nuestra Esencia. Hemos luchado más que al máximo, dentro de unos minutos estaremos sufriendo por ello, es un dolor atroz. Apuesto que lo has experimentado alguna vez…por eso, aunque después de eso yo sobreviva, habré perdido. Aunque yo liberé las Cuatro Cadenas y con no sólo destruí al Sigfried bueno, si no que también absorbí automáticamente la Esencia de los sacrificios. Por eso siento que he perdido, porque tú, con tu poder, eres capaz de plantarme cara a mí, y a los cuatro Caídos o Nigromantes que han muerto por mí. ¿Y sabes lo que significa eso?
-No. Tampoco me interesa. Tengo que acabar contigo.
-¿Ya ni me dejas hablar? – Sigfried sonrió con tristeza – eso significa que eres el Essencer más fuerte sobre la faz de la tierra. Con tu poder podrías destruir el mundo, al consejo Essencer, a los Caídos…lo que tú quisieses. Nadie te lo podría impedir.
-Te equivocas. Hay alguien que si podría hacerlo.
-¿Quién? ¡No hay nadie más fuerte! ¿Qué técnica podría derrotarte a ti?
-Una mirada. Una mirada suya impediría que hiciese cualquiera de esas locuras. Y esa estúpida ni siquiera sabe usar su Esencia como es debido… - dije pensando en voz alta
Sigfried cayó de rodillas.
-Voy a inmolarme Mark. Es quizá lo único que no podrás impedir en tu estado actual. Esto, por supuesto, te matará. No pienso dejar que seas el mejor. Y claro que me llevaré éste país, incluso, quizá alguno más, a la destrucción.
-¡Nunca! – gritó alguien.
-¿Quién eres? – pregunté al tipo que venía vestido del ejército estadounidense.
-¡John Ramírez a su servicio! – gritó mientras disparaba con un lanzacohetes a Sigfried.
“Eso tiene Esencia…pero él no es un Essencer. Entonces, ¿Cómo…?”.
-¡Vamos a evitar una catástrofe mundial Mark!
-¿Sabes quién soy?
-Vengo de parte de Korhil. Él ésta ayudando a Eric, yo me retrasé un poco preparando algo…
“¿Korhil? Entonces es cierto que no murió…”.
-Me gustaría preguntarte algunas cosas pero parece que tendremos que dejarlo para después – le dije al soldado.
-Creéme Mark, no habrá un después. Al menos no para mí - John extrajo una bola del tamaño de un puño y de color negro de su bolsillo.
-Eso es… ¡una de las bombas de Esencia! – era lo que Sorrow y yo habíamos usado para matar a todos los Essencers de Feather Steel.
-No, pero casi: Es una bomba de segunda generación. Matará a cualquier persona cuya Esencia no sea la de un humano normal, cualquier persona con algo de sobra de Esencia morirá, aunque no sean Essencer. Tiene un alcance de cien metros.
-¿Creéis que podéis pararme con eso? – dijo Sigfried.
-Ocúpate de entretenerlo para que no se inmole, tengo que activarla, tardaré un poco.
Mientras combatía con Sigfried sin usar ya siquiera técnicas, oí como John se despedía de alguien. Localicé a dos Essencers que se alejaban.
-Están a ciento cinco metros. Ellos saldrán ilesos – me dijo el soldado una vez activada – yo la lanzaré. Tendrás cinco segundos para huir los cien metros o morirás.
Sigfried me encajó una patada.
-No lo permitiré – dijo el Zero. Me cogió de la cabeza y me lanzó volando varios metros.
-¡Está cargando energía! – gritó John.
“Inmolarse es un proceso rápido… ¡tengo que detenerlo!”
Me puse en pie y salté sobre él, golpeándole en la mandíbula con el codo y echándolo al suelo.
-¡Úsalo! ¡En cuanto deje de sujetarlo tardará dos segundos en inmolarse!
-¡No te dará tiempo a escapar! – me gritó John.
-Lo sé… ¡Úsalo!
John pulsó un botón. La esfera negra emitió un pitido constante.
“Lo siento Alissa, aquí se acaba todo. Al final, ni siquiera pude decirte “te quiero” debidamente…”.
El pitido terminó en silencio y la bomba explotó.
(Alissa)
-¿Qué te pasa? – me preguntó el Maestro Essencer que me entrenaba.
-Nada…tan sólo…tuve un mal presentimiento.
Se me había encogido el corazón por alguna razón.
“No tendrá importancia” me convencí a mí misma.
(Korhil)
Seguí admirando la azotea del Brindelli. Cuando John usase la Bomba, también lo destruiría completamente porque era un Talismán.
Oí un pitido lejano. Conté los cinco segundos y se apagó…
El Brindelli se tambaleó un momento y luego, se inclinó un poco hacia un lado, hasta que entonces, comenzó a derrumbarse.
Cerré los ojos unos segundos. Sobrecogido.
-Hasta siempre…
Abrí los ojos y observé el vacío del Brindelli. Sacudí la cabeza con tristeza y me cargué a Eric a la espalda. Sin Esencia como estaba tendría que bajar a la planta baja en ascensor.
“Todo ha acabado. Estamos salvados”.