Oscuridad Absoluta

bueno, aki os dejo el capitulo final de la saga de Refugio, en el k se perfila un poco como ira la siguiente saga, pero primero tngo que estructurarmelo bien, asik no se para cuando el siguiente
este capitulo es un poko largo, asik espero k os guste


Capítulo 10: Recuerdo de una traición (Fin de la Saga Refugio)

- Ya sabes lo que debes hacer – me dijo con solemnidad mi maestro, envuelto en su colosal armadura negra; el nuevo aporte del casco astado hacia más imponente su figura. – No me defraudes.
- No lo haré, maestro – le respondí con una sonrisa en la cara.
Me di media vuelta y recorrí el tupido bosque lo más rápido que pude. Llegué el primero, así que me tocó esperar. Me senté en un pequeño muro de piedra que estaba invadido por el musgo. De pronto, cuatro figuras llegaron a mi posición de un salto. Me acerqué al que estaba en el centro y le dije:
- Tú debes de ser Lance – a la vez que le tendía la mano.
- Y tú el cachorro de Oscuridad, se habla mucho de ti, NK – me respondió a la vez que me devolvía el saludo.
- Señores – empecé. – Vayamos a por algo de diversión.
Los cinco Demonios nos perdimos en las sombras. En la lejanía, alguien se estremeció al observar la escena.

NK se despertó sobresaltado. Abrió los ojos, pero sólo veía borrones en la oscuridad. Alguien exclamó algo. Un líquido pasó por la garganta de NK y volvió al mundo de los sueños, aunque en este caso eran algo más.

Un inmenso muro nos impedía el paso a la ciudad, y los vigilantes de la puerta le ayudaban.
- Alto ahí – nos dijo uno, tenía la capa roja y la cresta del mismo color en el casco; característico de las fuerzas del orden.
Nos detuvimos de inmediato, a la luz del sol no podíamos matar, bueno, no mucho; estábamos en una misión que requería sigilo.
- ¿Qué venís a hacer en la ciudad? – nos preguntó el otro, haciéndonos ver la alabarda que tenía en la mano.
Respondí yo, era joven, temerario, y extremadamente fuerte; mala combinación.
- Venimos al torneo de Lord Tirmus – respondí henchido de orgullo, y eso que era mentira.
Los soldados nos observaron de arriba abajo, se miraron y rieron.
- Suerte – dijo uno de ellos, entre carcajadas mientras se abría el rastrillo.
No lo maté porque… la verdad es que no sé por qué no lo maté.
Dentro de las murallas la vida era bulliciosa y no nos supuso ningún problema pasar desapercibido hasta que la luz se fue.

Entrar en el castillo fue mucho más fácil que pasar por la muralla. El refuerzo de hombres del rey no había servido para nada. Los pobres caballeros eran apuñalados por los sitios que su bonita armadura no cubría, morían sin gritar, no les daba tiempo. Así, dejamos un rastro de sangre.
Los aposentos del rey estaban vigilados por dos hombres, que estaban bastante dormidos. Lizard se encargó de que siguiesen durmiendo para siempre.
Entré en la habitación. Los sonoros ronquidos de su Alteza tapaban el crujir de la madera bajo mis pies. Allí estaba, boca arriba, con su enorme barriga haciendo una montaña en las mantas. “Que sepan qué ha sido”, pensé con crueldad. Clavé mi espada en su pecho y recorrí con el filo hasta la ingle. Un alarido salió de su boca momentáneamente. “Mejor”, pensé. Las sábanas blancas ahora estaban impregnadas de un intenso rojo que recorría todo. El olor se hizo insoportable; cuando los órganos están desperdigados, campando libremente, no suele ser muy agradable para el sentido del olfato.
Salí de la estancia. Los pasos metálicos se escuchaban a distancia, alertados por el grito de su señor; parecía que algunos de sus hombres sí hacían su trabajo.
“Ahora viene la segunda parte de la misión”, recordé.
Hice un profundo corte en la pierna de Lance, que me miraba asombrado mientras caía al suelo; antes de que pudiese reaccionar, le propiné un brutal golpe a Flora en la cara con la empuñadura de mi espada, la dejé inconsciente; a Straith le di uno parecido, pero con el plano de la espada, también se derrumbó; y Lizard recibió una puñalada entre dos costillas. No eran daños irreversibles, y menos para un Demonio, pero no quería que pudiesen huir; el plan consistía en que ellos pareciesen los culpables y fuese a ellos a quienes torturaran.
- ¡Lo vas a pagar! – me amenazó Lance cuando descubrió el propósito en mis ojos.
- Sí, claro – le respondí irónicamente, confiado. Ya estaba de espaldas, saliendo de allí.

NK volvió a despertar, pero esta vez sí que fue capaz de observar lo que había a su alrededor. Aun así, se encontraba muy débil, el vendaje que cubría todo su pecho le dijo por qué.
Se encontraba en su habitación, o por lo menos él la consideraba así. Estaba rodeado de personas, pudo reconocer algunos hombres de la milicia e incluso a Cat, sin embargo, quien más le llamó la atención fue Shark.
- ¿Qué tal amigo? – saludó éste, con una sonrisa entrecortada.
- Jodido – respondió NK.
- Ganamos – le informó.
- ¿Pero a qué precio? – se lamentó desde la cama.
Shark bajó la mirada. Su mano había sido cortada por Flora, y ahora tenía un feo muñón; él mismo insistió en que le cerrasen la herida con hierro al rojo vivo para poder recuperarse antes. No podría volver a luchar, al menos con la mano diestra, pero se había erigido como un buen líder de Refugio, dada la dolorosa ausencia del General.
Muchas muertes pasaron por la cabeza de NK, cuando vio a Ann apoyada en el hombro de Shark. La ira lo invadió. Intentó incorporarse, haciendo caso omiso de todas las recomendaciones, pero lo que le obligó a volver a tumbarse fue un lacerante dolor que traspasó todo su cuerpo, haciendo especial hincapié en el pecho.
Por segunda vez, alguien le suministró el líquido que le despojó de todo dolor y le hizo cerrar los ojos.

Corría por el bosque, alejándome lo máximo posible del castillo. Un aleteo llevaba tiempo molestándome. Al llegar a una zona más despejada de árboles, recibí un fuerte empujón y caí de bruces al suelo. Cuando me levanté pude observar al autor: una bella joven con grandes alas de cuero verde, pelo del mismo color del que sobresalían unos pequeños pero afilados cuernos y una fina cola a conjunto que terminaba en punta; descendía suavemente.
- ¿Qué coño eres? – la pregunté extrañado.
- No hace falta que lo sepas – me respondió con una voz dulce, pero cargada de odio.
Sin más dilación, se abalanzó sobre mí. Recibí una infinidad de golpes hasta que pude retroceder y desenfundar mi arma. ¿Pero qué cojones era? ¿Otro tipo de Demonio?
La ataqué lo más rápido que pude, pero lo esquivó. Cada vez que intentaba herirla, lo evitaba y era yo el que salía mal parado. Me limpié con la mano la sangre que caía por la comisura de mis labios. Intenté acertarla en un ala, así dejaría de moverse; el resultado fue que salí despedido de una poderosa patada. Dos dagas aparecieron en sus manos. Se divertía aleteando a mi alrededor, volviéndome loco; no me veía capaz de predecir por donde llegaría el golpe mortal. El frío acero se hundió en mi piel por diversos sitios. Nunca me había encontrado a un ser con tanto potencial para el combate. Ella alzó el vuelo y me miró ladeando la cabeza.
- Pero si no es más que un cachorrito – dijo, burlándose de mí.
La miré con furia, el siguiente ataque la iba a doler. Sin embargo, una voz grave y potente me interrumpió:
- Igual que tú – dijo.
Los ojos de ella se salieron de sus órbitas al reconocer a mi maestro. Se quedó paralizada por el miedo, en medio del aire, aleteando; siempre producía el mismo efecto cuando usaba esa voz.
- ¡Vete! – la ordenó.
La joven se perdió en la inmensidad del cielo en un abrir y cerrar de ojos. Mi maestro se acercó a mí y me dijo:
- Escúchame NK, nunca jamás debes acercarte a una de esas criaturas. ¿Lo entiendes?
- Sí, maestro – respondí. – Gracias por salvarme – añadí inclinando la cabeza.
Él se limitó a revolverme el pelo. Hoy me había llevado una buena dosis de humildad.

NK abrió los ojos, se encontraba mucho mejor. Todo estaba a oscuras, y el encargado de vigilarle se había quedado dormido. No supo decir cuánto tiempo había pasado.
Se levantó, sonrió sólo por el hecho de haberlo conseguido. Se puso su ropa con dificultad y se colgó su espada en la cintura. Cogió un trozo de papel, en el que escribió las últimas declaraciones de Lance; Shark sabría qué hacer con Ann. Abrió la puerta y se fue de Refugio, posiblemente para no volver jamás, pero aún tenía que descubrir lo que había en la luz del horizonte.

Recorría su camino, sin desviarse del brillo. Hacía tiempo que si volvía la cabeza dejaba de ver Refugio. El terreno se había vuelto más escarpado. Divisó un grupo de personas a lo lejos y decidió que iría hacia ellos, a lo mejor conseguía algo de información. A mitad de recorrido, el dolor atravesó su pecho tal como lo había hecho la lanza de Lance, lo que le hizo replantearse su decisión; en ese estado no podría defenderse como le hubiese gustado y no sabía si esas personas eran saqueadores. Se escondió detrás de unas rocas, en el momento adecuado para no ver como numerosos pares de alas se desplegaban en las espaldas de esas personas. Unas alas de un profundo verde resaltaban en el pequeño grupo.

oooooohh..... ¿Nos quedamos sin saber que haran con esa amante de las puñaladas traperas?

espero que nos sorprendas con esa tia... ¿Dragon? ¿pajaro? ¿Cosa? lo que sea. pero me interesa

Yo diría que Arpía...o algo así XD, supongo q será algo como un Demonio evolucionado. Turdragor, voy a hacer mi planteamiento: una vez que un Demonio recupera sus recuerdos, las muertes lo hacen mas fuerte, evolucionando de forma. Al menos, ahora mismo eso me recorre la cabeza...Bueno y la verdad es que no creo que lo de Ann acabe aquí...veo un poco raro un "Shark se ocupará" me temo que quizá pronto o quizás tarde, volverá a jugársela a NK...y quizás ella sea más de lo que aparenta ser...

Genial capítulo.

fucking Evan! xD
no sé cómo, pero as adivinado que Arpía es el nombre k m rondaba x la cabeza (alomejor x lo del Final Fantasy )
y n cuanto al planteamiento, e de admitir k la idea m a gustado, nisiquiera habia pensado qué le pasa a un Demonio cuando recupera todos sus recuerdos... pero m parece k sera otra cosa... xD
Ya se verá qué pasa con esos dos

gracias x comentar

bueno, con este capitulo doy comienzo a una nueva saga, a ver q os parece
espero k os guste


Capítulo 11: Debilidad (Principio de la Saga Presa)

Saltó a la vez que se impulsaba con sus alas verdes, quería remontar el vuelo. Una poderosa mano se aferró a su tobillo, tiró de ella y la estampó violentamente contra el suelo. Un hilo de sangre brotó de su nariz, acompañado por otro que recorría la comisura de sus labios. Casi pierde la consciencia. La dieron la vuelta, poniéndola boca arriba. Seis miradas que antes fueron amigas la taladraron. Cuatro de ellos se encargaron de inmovilizar sus extremidades. Un quinto extendió el ala derecha de la chica, en contra de su voluntad. Y la sexta, envuelta en una espesa capucha negra, sacó un puñal curvo sumamente afilado que desprendía reflejos azules.
- Como te volvamos a ver, va a ser mucho peor – le amenazó la propietaria de la daga.
Entonces el ritual comenzó. Ella se retorció, gritó de dolor e intentó resistirse; pero sus captores se lo impidieron. La sangre salió a borbotones, bañando el suelo. Cuando no tenía más fuerzas para chillar, las lágrimas suplieron la forma de expresar el terrible dolor que experimentaba.

NK observó lo ocurrido desde lejos. Pudo ver cómo seis de esas criaturas se alejaron volando, él se escondió entre las rocas para que no le vieran.
Cuando el peligro pasó, la curiosidad le incitó a comprobar qué había pasado. Se puso una mano sobre la venda del pecho, que estaba cada vez más empapada en sangre, y con la otra cogió su espada. Anduvo con dificultad hasta ella.

La chica alada respiraba con dificultad. Se sentía cada vez más débil, incluso se había acostumbrado al dolor que la recorría la espalda. No podía moverse, y eso que lo intentó. Sólo los ojos funcionaban como debían hacerlo.
Un chico con una espada en la mano apareció en su campo de visión. Al escudriñar su rostro le reconoció.
- Mátame, Demonio – le suplicó con una voz frágil. Tosió pequeñas dosis de sangre y le dedicó una tierna mirada con sus relucientes ojos verdes. – Por favor.
NK enfundó su espada, para decepción de la chica. Tragó saliva, pero no funcionó. Giró la cabeza y vomitó lo poco que había comido esa noche. Recuperó la compostura y se limpió la boca con el dorso de la mano. No fue por la escena, NK había tenido el placer de contemplar cosas más grotescas, aunque ayudó bastante; ahora no se encontraba en uno de sus momentos cumbre.
Se compadeció de ella y volvió a mirarla. La chica se encontraba en medio de un charco de sangre que brotaba de su espalda; una de sus alas había sido arrancada, troceada y dispuesta cuidadosamente a su alrededor; además una estrella de cinco puntas invertida estaba dibujada con su propia sangre en su delgado vientre. Empezó a llorar.
- ¡Mátame! – le dijo entre lágrimas.
NK puso una mano en su cuello y la otra bajo sus rodillas. La alzó a costa de un gran esfuerzo. El dolor recorrió su cuerpo, se dobló, pero no dejó que cayera. Se volvió a erguir y comenzó a andar. Ella le miró a los ojos, se apretó contra su brazo. Quiso haberse resistido, pero lo único que pudo hacer fue cerrar los ojos.

Se despertó rodeada de sábanas blancas. Se incorporó. Estaba en una habitación amplia, llena de luz, con cinco camas más. Una tierna anciana con una expresión amable y el rostro arrugado se le acercó.
- ¿Cómo te encuentras, muchacha? – le preguntó.
Se dio cuenta de que el dolor había desaparecido.
- Muy bien – respondió con una sonrisa en la cara.
- Menos mal que el chico ese te trajo aquí.
“¡El Demonio!” pensó.
- ¿Dónde está ahora?
- Pues seguramente tirado en alguna calle sirviendo de alimento a las moscas – dijo la anciana, mientras preparaba algo en los fogones. – Mira que le dije que se quedase, que ya me pagaría; pero no, como no tenía dinero se fue. Esa herida que tenía era muy fea.
- ¿Desde cuándo estoy aquí?
- Hace dos días que te trajo – le respondió a la vez que le tendía un cuenco con sopa.
Se lo tomó de un trago. La anciana estaba ocupada dando de comer a otros dos pacientes que estaban en sus camas.
La joven se levantó y se estiró. Se dirigió a la anciana:
- ¿Cuánto le debo?
- Nada. A los Alados los curo gratis.
- Muchas gracias – dijo.

NK estaba preocupado. Hace un par de días, cuando vio las murallas de la gran ciudad a lo lejos, se sintió terriblemente aliviado. Era mucho más grande de lo que parecía que iba a ser. Pensó que un sitio concurrido, con mucha gente, sería perfecto para pasar desapercibido. En cuanto la dejó al cuidado de alguien, se dispuso a desaparecer de allí. Se llevó una gran sorpresa al descubrir que acaban de cerrar la ciudad, nadie podría pasar por la muralla hasta que el Gobernador lo considerase apropiado. Escapar fue lo primero que se le pasó por la cabeza, pero los muros eran demasiado altos y gruesos, los guardias eran abundantes y muy bien armados. En ese estado no podría con todo.
Desde entonces se dedicaba a vigilar a la chica con alas, la única que podría desvelar que es un Demonio; a robar comida y a descubrir lo que pudiese sobre la ciudad. Lo que había conseguido hasta ahora era que la urbe se llamaba Dasdor, en honor al caudaloso río que la atravesaba, gracias al cual era tan rica; y un poco sobre la figura del Gobernador. Los ciudadanos se mostraban muy reticentes a hablar sobre política, hasta alguno le había acusado de Inspector de Lealtad.
Pero ahora mismo, su principal problema, era que no encontraba a la chica.
Una mano se posó en su hombro. Él se dio la vuelta rápidamente, con la espada preparada.
- ¡Eh! Tranquilo – le dijo la muchacha peliverde, al mismo tiempo que daba un pequeño salto hacia atrás.
- Aquí estás – suspiró NK, aliviado. Envainó la espada.
- Dime, Demonio…
- ¡Calla! – la cortó y la puso una mano en la boca. – Como lo vuelvas a decir…
Ella se zafó y le dijo:
- ¿Qué me vas a hacer, eh?
NK no se encontraba en condiciones de amenazar. Bajó la cabeza. “No puedo hacer nada. Quizá debería haberla matado, pero por una vez quise salvar una vida en vez de quitarla” pensó.
Al verle tan apenado, ella se compadeció. Le debía la vida, no se tendría que haber comportado así.
- ¿Cómo quieres que te llame? – preguntó ella.
- Matt – respondió él. Una sonrisa entrecortada se dibujó en sus labios, el nombre le había salido solo.
- Así que Matt, yo me llamo Nagalya – dijo. NK asintió. – Dime, Matt, ¿por qué no me mataste?
NK la miro duramente a los ojos y la dijo:
- Porque ya no eres uno de ellos.
Fue lo último que dijo antes de verse sucumbido por un puñetazo.

- Gobernador, el capitán de la Guardia quiere verle – informó el muchacho.
El Gobernador tragó saliva.
- Dile que pase.
El capitán era un hombre alto y fornido, con el cabello de un color castaño rojizo, barba recortada del mismo tono y ojos de un gélido azul.
- Vete – le ordenó el capitán al chaval.
- ¿Con qué motivo me honras con tu presencia? – dijo tembloroso el Gobernador.
- ¡No me vengas con tonterías! – dijo el capitán y dio un fuerte puñetazo al escritorio que coronaba la estancia. – Mis hombres me han informado de que un Alado ha entrado a la ciudad. ¡Te dije que no quería pájaros!
- Pero… yo… yo no sé nada de eso – respondió.
El capitán se adelantó, apartó la mesa, cogió al Gobernador por el cuello, lo levantó de la butaca y lo estampó contra la pared. Acercó su rostro para que le pudiese oír mejor.
- Como ese pájaro me diga que esto tiene algo que ver con usted… - ni si quiera le hacía falta terminar la amenaza.
Soltó al Gobernador, que cayó pesadamente y se quedó sentado en el suelo cogiendo aire.
El capitán abrió la puerta, dispuesto a irse, pero antes añadió:
- No te va a ser tan fácil librarte de mí.

NK tiene compaña femenina con mal caracter XD

Bienvenido de nuevo Turdragon espero que no te vuelvas a marchar (a menos que no te hayas ido y yo no me hubiera dado cuenta...)

Buen capítulo...espero los siguientes por aquí. No hay mucho que decir, todo correcto y buen comienzo de nueva saga ^^