Gracias por tu critica Wulfgar. espero que sigas leyendo, comentando (y que puedas echar un vistazo al juego que te lo recomiendo
)
Sin mas preambulos otro mas a la saca XD.
CAPITULO 51
Las imágenes eran difusas, borrosas y entrecortadas. Recordaba como Kagura la zarandeaba durante una fracción de segundo, después la vista volvió, y vio a su compañera tirada en el suelo entre una niebla amarilla antes de volver a perder la visión. Luego notó unos zarandeos y unas voces antes de poder ver unos instantes, antes de perder de nuevo la lucidez, como la llevaban a cuestas por el pasillo. Después de eso, oscuridad absoluta.
De repente comenzó a sentir unos golpes en la pierna que la terminaron por hacerle recuperar la conciencia. Cuando consiguió abrir los ojos vio que ambas estaban en una mazmorras, cuando intentó moverse notó los grilletes que estaban en sus muñecas.
-Por fin despiertas bella durmiente…- Dijo Kagura vestida con una bata de baño.
-¿Qué ha pasado?- Preguntó Aril todavía bajo los efectos de la droga.
-Creo que nuestro anfitrión no se siente “a gusto” con nosotras.- Le respondió Kagura en tono sarcástico.
-Por fin despiertan las señoritas.- Dijo una voz.
Cuando miraron a la entrada de la celda vieron al señor del castillo mirándolas con ojos jactanciosos.
-Creo que ya es hora de que nos sueltes…- Dijo Aril sin vacilar. –Sino tendremos problemas caballerete.-
-Parece que tienes sentido del humor…- Le respondió el señor del castillo agachándose hasta su altura. -…Pero me temo que no estas en citación de exigir nada.-
-¿Y que prendes conseguir teniéndonos aquí maldito bastardo?- Exclamó Kagura tirando de las cadenas que la sujetaban a la pared.
-Vosotras sois mi billete a la conquista.- Respondió su captor. –Se que una de las dos es muy importante para Ragnarok. Así que a cambió de vuestras vidas, el me dará todo su poder.-
Cual fue la sorpresa del señor del castillo a ver que la respuesta de la mujer de ojos carmesíes era una enorme carcajada.
-¿De veras piensas que vas a lograr algo con esto?- Dijo Kagura sin dejar de reír. –Pobre iluso…-
-Ya veremos que dices después de una semana sin comer.- Dijo el señor del castillo.
Una vez se levantó y se dirigió a la salida, habló con el carcelero.
-No les des comida hasta nueva orden…-
-Parece que vamos a estar aquí un buen rato.- Dijo Aril mirando como su captor se marchaba.
-¿Y ahora que, conejita?- Preguntó Kagura con gesto aburrido.
-Ya encontraré una forma de salir…- Respondió Aril con tranquilidad. –Aunque voy a tardar un rato…-
-Ah, Genial…- Dijo Kagura mirando alrededor. -¿Entonces podrías contestarme una cosa?-
-Dispara.- Le contestó Aril mirando al techo.
-¿Qué pasó para que dejaras a tus viejos amigos? ¿Cómo conociste a Ragnarok?- Soltó Kagura de un tirón. Aril la miro como si fuese idiota.
-Ya deberías saberlo…- Dijo Aril seria.
-No.- Le respondió Kagura. –No conozco la historia completa…-
Aril le echo una mirada sombría.
-Así que deseas saber toda la historia…- Dijo Aril, a lo que Kagura le contestó con un asentimiento de la cabeza.
Aril dio un suspiro
-Pues bueno. Todo comenzó…-
-¡Cuidado!- Gritó un chaval desde la colina mientras sacaba su pistola y comenzaba a disparar contra una sombra que lo perseguía.
La mayoría de los que luchaban eran jóvenes. También había adultos entre ellos, pero los que habían tomado la iniciativa en contra de aquella invasión de oscuridad que se extendía por todos lados. Todos poseyendo una determinación de acero. Determinación que había hecho germinar las noticias de que habían conseguido repeler a una horda en la zona en el este.
-¡Mierda!- Gritó uno de los chicos por el canal de radio. -¡han matado a Elise! ¡MALDITA ESCORIA!-
El chico que portaba la radio reconoció la voz del joven, eran amigos, Elise era su novia. Ella correspondió los sentimientos del joven pocas semanas antes de que todo empezase. El chico de la radio pensó en lo pletórico que su amigo estaba cuando se lo contó: La chica de sus sueños, por fin era suya.
Ese pensamiento solo duró unos segundos antes de que tuviera que reventarle la cabeza con su recortada a uno de los monstruos denominados “Sincorazones” por los extranjeros de otros mundos…
-¡Joder Dani, atiende a lo que tienes delante!- Gritó una voz. Cuando Dani miró, vio como un sincorazón Wyvern que se le abalanzaba perdía la cabeza a causa del lanzamiento de un hacha. Al mirar a su derecha vio como se le acercaba corriendo un chico casi cinco cabezas más alto que él.
-¿Pero en que estabas pensando imbecil?- Dijo el chico recogiendo el hacha.
-Es que han acabado con Elise, Zack…- Dijo Dani con rostro triste. El rostro de Zacarías (Zack para los amigos) se nubló.
-Aun así no es momento para despistarse.- Exclamó Zack levantando su hacha hacia el cielo y gritó: -¡POR CADA UNO DE NOSOTROS QUE MATEIS, MALDIA ESCORIA, NOS ASEGURAREMOS DE DESTROZAR A MIL DE VOSOTROS!-
Acto seguido descargó su arma contra la cabeza de un sincorazón que se le acercaba por la espalda.
-¡POR ELISE!- Gritó otra voz. Era Jonás, el amigo de Dani, el novio de Elise. Llevaba en la mano izquierda el afilado y letal estoque de su amada y en la derecha un enorme mandoble que, debido a la ira que le corroía por dentro en aquel momento, portaba sin ningún problema. Sus ojos refulgían un odio sin igual. Corría hacia delante, matando a cuanto sincorazón se le ponía por delante sin detenerse jamás. Ni siquiera miró a su amigo cuando paso a su lado, continuando sin detenerse, destruyendo a sus enemigos como un Juggernaut imparable y sediento de sangre.
Desde un montículo, el autodenominado “El Todopoderoso Kevin Ojo De Halcón” y su observador Tomás “El mirilla” observaban la escena.
-Begimo aproximándose.- Dijo Tomás en voz baja, mirando por su telescopio de bolsillo. –Distancia, kilómetro y medio. Viento, tres nudos…
Mientras Tomás hablaba, Kevin giraba lentamente una serie de ruedas.
-Espera, espera…- Decía Tomás sin emoción. –Espera, espera, espera, fuego.
Kevin sin dudar apretó el gatillo de su arma y una enorme bala salió del cañón golpeando el cuerno del Begimo con un impacto directo y letal.
-¿A cuantos mas puedo matar desde aquí Tomás?- Preguntó Kevin a su observador.
-De esos ninguno mas.- Contestó Tomás.
-¡Joder!- Exclamó Kevin. -¡Sabes que nos necesitan! ¿Dónde hay otro puesto de francotirador?
-No hay mas…- Dijo Tomás sudando. –Es lo más que podemos hacer en esta llanura.
-Solo espero que Aarón los traiga…- Dijo Kevin deseándolo desde el fondo de su alma.
En la llanura apareció. Seguido de todo un ejército. Aarón había logrado crear y entrenar a su deseada “caballería de lanceros”. Como si de la edad media se tratara, todo un batallón de hombres a caballo y armados con enormes y afiladas lanzas se lanzó en bloque contra las hordas de sincorazón llevándose a muchos clavados en sus armas.
En la radio se oyó su esperanzador mensaje:
-¡Lo conseguí!- Exclamó Aarón sin parar de reír. -¡Lo conseguí todo! ¡A los caballos! ¡A los caballeros! ¡Y a Ellos!-
Muchos se alegraron al oír esas palabras, otros, como el Sargento Pérez, no.
El sargento, que así lo llamaban todos, dudaba que “ellos” tuvieran mayor potencia bélica que el batallón de voluntarios que el había formado con el sudor de su frente y muchos sacrificios. Lo único que deseaba era que como mínimo fuesen un apoyo moral para los suyos… su batallón era lo bastante fuerte como para vencer, pero moralmente estaban derrotados por la violencia del enemigo. Pero aunque todos cayesen en aquel día, él y su cuchillo, la única arma del Sargento, seguirían matando a sus enemigos hasta que no quedase ni uno solo. Entonces, y solo entonces, llegara el día en que moriría. Ese era su objetivo como soldado: el moriría viejo, en la cama, pero con la frente alta de aquel que mil veces luchó y otras tantas sobrevivió.
Sin embargo, cuando se dio cuenta un lagarto bloqueador se le abalanzó y lo tiró contra el suelo, su cuchillo salió volando, fuera de su alcance.
-Parece que no podré cumplir con mi promesa…- Dijo el Sargento cuando vio bajar el arma del sincorazón.
Entonces fue cuando el sincorazón estalló en llamas y retrocedió por el dolor. Sin dejar tiempo a la criatura para reaccionar, un enorme carámbano de hielo lo atravesó de lado a lado seguido de un golpe con una roca voladora que lo elevó por los aires antes de que el sincorazón se partiera en pedazos.
Cuando el Sargento se giró vio a cuatro jóvenes que corrían hacia él.
-Menos mal que llegamos a tiempo…- Dijo Manu dando un suspiro.
-¿¡Esta bien Sargento!?- Exclamó Aril corriendo a curar las heridas del soldado.
EDIT: Fallos corregidos Evan-sama XD